67 Con el alma herida

Él se dio una ducha y se cambió de ropa, quería verse formal, después de todo el almuerzo seguía siendo de negocios, y la apariencia dice mucho del negociador, quería proyectar confianza y tranquilidad a Mikel, alejarlo de las dudas y las suposiciones que pudieran afectar sus planes, y los de Isabella.

Salió al pasillo y revisó su reloj, faltaban cinco minutos para ponerse en movimiento o el tráfico de medio día les jugaría en contra.

Se acercó dos veces a la puerta de Isabella y estuvo a punto de tocar, pero simplemente no fue capaz, ella había dicho media hora, entonces, la molestaría después de esa media hora.

Justo cuando él se dio la vuelta, la puerta se abrió y la mujer salió.

La mandíbula de James cayó por completo. Ella traía puesto un vestido blanco ajustado a sus prominentes curvas, que le llegaba a media pierna, pero tenía una abertura ligeramente pronunciada y dejaba ver una de sus piernas mucho más arriba a de la rodilla cuando daba el paso al caminar.

El escote delantero
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