Dentro del salón principal, el Rey y muchos ministros estaban presentes. Incluso su hijo, el Rey Benito, estaba conversando con un apuesto hombre vestido de azul, que no era otro que el legendario Santiago Bernotti, maestro pintor del cerro de los cerezos.Cuando Reina Madre Leonor entró, todos, incluido el Rey, se levantaron para saludarla. Su estado de ánimo mejoró de inmediato. Estaba acostumbrada a ser halagada por damas nobles, pero rara vez tenía contacto con figuras del gobierno. Ser recibida con respeto por los ministros de la corte y un personaje tan prestigioso como Santiago le hinchó el pecho de orgullo.Después de saludar a todos, fue conducida al asiento principal.Nunca en su vida había experimentado un momento como este: rodeada de los ministros más importantes y del legendario maestro pintor, con ella ocupando el lugar de honor. Por un momento, olvidó toda la irritación que había sentido en el camino y comenzó a ver a Isabella con mejores ojos.Mientras los sirvientes
En Casa Alta, la lámpara frente al pasillo reflejaba las finas figuras de papel en el enrejado de la ventana y los proyectaba por todas las paredes de la mansión como bestias gigantes. Isabella Díaz de Vivar se sentó de manos cruzadas en la amplia silla de respaldo redondo de roble, la sencilla ropa que llevaba envolvía su esbelto y atractivo cuerpo.Levantó la mirada y observó al caballero frente a ella, su esposo con quien se había casado hace poco, pero a quien había tenido que esperar durante un largo y tortuoso año. La armadura a medio usar de Theobald Vogel aun yacía majestuosa en sus hombros, con firmeza, pero con una pizca de disculpa en su hermoso rostro dijo.—La voluntad de matrimonio ya ha sido otorgada y sellada, y Desislava Maiquez de cualquier manera será mi esposa.Isabella se volvió a cruzar de brazos, sus ojos estaban oscuros y solo le preguntó con gran sospecha.—La reina una vez dijo que, la general Desislava era un modelo a seguir para otras mujeres, ¿pero acaso se
Theobald se sintió algo avergonzado.—¿Por qué te empeñas tanto en buscarte problemas? Este es un matrimonio aceptado por su majestad, y aunque Desislava entre a la familia, ustedes estarán en partes separadas de la mansión. Ella no competirá contigo por el control de la casa y lo que tú tanto valoras, a ella no le interesa. —Replicó Isabella. —¿De verdad crees que me aferro al control de la casa?La casa del general no era fácil de manejar, solo la medicina de su madre requería decenas de reales de plata cada mes, sin contar con los gastos en comida, ropa, y en mantener las relaciones sociales a flote, todo lo cual demandaba dinero.La mansión era antes solo una fachada vacía, por eso durante el último año, Isabella había estado usando su patrimonio para cubrir los gastos y este era el resultado de tanto esfuerzo. Theobald perdió por completo toda paciencia.—Olvídalo, no discutiré más contigo. Solo necesitaba informarte. Estés de acuerdo o no con esto, el resultado no cambiará.Su
Juana trajo consigo la lista de la dote y dijo.—Este año, has dado más de seis mil reales de plata en efectivo, pero no has tocado para nada, las tiendas, las casas ni las fincas. Los certificados de depósito que dejó tu madre en el banco, así como los títulos de propiedad de las tierras, están todos muy bien guardados en un baúl cerrado con llave.—Entiendo...Isabella miró con detenimiento la lista. Su madre le había dejado un patrimonio bastante grande, por miedo a que sufriera en la casa de su esposo. Sintió un dolor agudo en su corazón. Juana, muy triste a su lado le preguntó.—Señorita, ¿a dónde podemos ir?, ¿regresaremos a la casa de su padre?, ¿o acaso iremos al Cerro de los Cerezos?Al recordar la sangre derramada y los cadáveres en la mansión del Marqués, un dolor agudo atravesó al instante el corazón de la única sobreviviente.—Cualquier lugar es mejor que quedarse aquí, ¿no crees?—Pero si te vas, les estarás dando lo que ellos quieren.Isabella le respondió con frialdad.
Doña Rosario sonrió de mala gana.—¿Si me agrada o no?, solo nos hemos visto una vez, ¿cómo puedo hablar de eso? Sin embargo, ya que su majestad ha concedido el matrimonio, esto ya es un hecho establecido. En el futuro, ella y Theobald lograrán importantes méritos en el ejército juntos, mientras tú manejas con diligencia la casa del general, disfrutando de los méritos que ellos obtienen, ¿No es bueno?—¡Es realmente bueno! —Isabella sonrió con agrado—Aunque es un poco injusto que la general Desislava sea la amante. —La anciana sonrió con sarcasmo y dijo.—¡Mira jovencita pendeja!, su majestad ha concedido el matrimonio, ¿cómo puede ser una amante?, además, ella es una oficial militar del gobierno, ¿cómo puede acaso un funcionario gubernamental ser una simple amante? Es una esposa igual, sin distinción alguna de rango.—¿Sin distinciones de rango? ¿Existe acaso tal regla? —La expresión de la anciana se tornó algo indiferente.—Isabelita, siempre has sido bastante sensata. Ahora que te h
Los miembros de la familia Vogel se miraron entre sí, sin esperar que, Isabella, siempre tan dócil, esta vez mostrara una actitud tan firme. Además, ni siquiera escuchó a su madre. La anciana dijo con desprecio.—Ella obedecerá poco a poco, no tiene otra opción. Ahora no tiene familia materna a quien recurrir, no tiene de otra más que quedarse con nosotros, además, no la hemos tratado mal, y sigue siendo la esposa principal.A la mañana siguiente, Isabella y Juana, regresaron a la residencia del Marqués Díaz de Vivar, su padre. El jardín estaba totalmente desolado, con montones de hojas caídas. En solo medio año sin mantenimiento, el patio de la residencia de su padre se había llenado por completo de hierbas silvestres que crecían hasta casi la altura de una persona.Al volver a entrar en la casa, su corazón se sentía desgarrado por el recuerdo tan doloroso del pasado. Hace seis meses que se había enterado de la cruel masacre de su familia, en ese instante cuando entró colapsó arrodill
Isabella estaba arrodillada en el estudio real, con la cabeza baja. El Rey Leónidas recordó a la familia del Marqués Melquíadez Díaz de Vivar, de la cual solo quedaba ella, y no pudo evitar sentir lástima por ella.—¡Levántate y habla! —Isabella juntó las manos y se inclinó en una absoluta reverencia.—Su majestad, la súbdita, hoy se presenta ante usted con mucha audacia, pero también con una petición.—Isabella, ya he emitido el decreto, no puedo retractarme de esto. —Ella sacudió ligeramente la cabeza.—Le suplico a su majestad que emita un decreto permitiéndome divorciarme del general Theobald Vogel. —El joven Rey se sorprendió demasiado.—¿Divorcio? ¿Quieres divorciarte?Pensó que ella había venido a pedirle que revocara el decreto de matrimonio, pero no esperaba que pidiera un decreto de divorcio. La joven contuvo las lágrimas.—Su majestad, el general Theobald y la general Desislava solicitaron el decreto de matrimonio por sus méritos en la guerra. Hoy es el aniversario de la br
Después de que Isabella se marchó, el criado Marcelino entró con rapidez.—Su majestad, la emperatriz ha enviado a alguien para solicitar su presencia cuando tenga un momento. —El Rey Leónidas suspiró.—Tal vez sea por el asunto de Isabelita por lo que está ansiosa y preocupada. Vamos.Las peonías en el Palacio de la Longevidad estaban mostrando su magnífica belleza y fragancia nacional. Incluso las rosas en las paredes del palacio estaban floreciendo. La viuda emperatriz sentada en el salón principal en una silla redonda de madera, color rosa con respaldo alto. Llevaba una túnica de tela fina, color púrpura oscuro y luciendo su cabello con un exquisito pasador de jade blanco, pero su rostro lucía bastante demacrado.—¡Mi hijo viene a saludar, qué milagro!El Rey Leónidas dio un paso hacia adelante para rendirle homenaje. Ella lo miró y suspiró.—Esa orden de matrimonio que diste no fue nada prudente. Haciendo eso, no solo le has fallado a Melquíadez Díaz de Vivar, sino que además has