Isabella la acompañó hasta la puerta y no pudo evitar decirle:—No te fuerces tanto. Complacerlos constantemente no significa que vayan a valorarte más.Marina se quedó pensativa por un momento antes de negar con la cabeza y responder con determinación:—Prima, eso no es cierto. El corazón de las personas siempre puede conmoverse. Estoy segura de que lograré ganármelos.Dicho esto, se dejó guiar por su doncella y subió al carruaje.Isabella la observó mientras se iba, pero un frío repentino recorrió su cuerpo. Era como si un mal presentimiento se cerniera sobre ella.De regreso en la casa, todavía sentía frío y pidió a Juana que le trajera un caldo caliente.Doña Filomena se preocupó al verla así:—¿Se encuentra mal, joven?—No, solo que de pronto siento mucho frío —respondió Isabella.Doña Filomena notó que llevaba un abrigo grueso y que el salón estaba bien calentado, lo que hacía aún más extraño que tuviera frío. Tocó la frente de Isabella y, al sentirla fría, insistió en llamar a C
El asistente Escarlata regresó al salón de la medicina y le informó al doctor Dagel que la señorita Isabella había preguntado por la Princesa Floriana.—¿No dijiste nada indebido? —preguntó el doctor Dagel, lanzándole una mirada severa.—No me atrevería a decir nada fuera de lugar —respondió su asistente. —Solo mencioné que la Princesa Floriana está recuperándose.El doctor Dagel suspiró:—Esto no se lo digamos todavía. Esperemos hasta que termine su boda. Si se entera ahora, seguro querrá ir.—Yo también pensé lo mismo —dijo Cardenal.—Faltan pocos días para que la señorita Isabella se case. Ayer, la exposición de arte organizada por su maestro incluso atrajo al Rey . Ahora nadie en La capital se atreverá a hablar mal de ella. Pero si en este momento surge un conflicto con el Príncipe Floriano, podría causar problemas innecesarios.—Exacto. Después de todo, es su segundo matrimonio y además se le considera un ascenso casarse con Rey Benito. Ya ha sido objeto de críticas y envidias. Ay
En Casa Alta, la lámpara frente al pasillo reflejaba las finas figuras de papel en el enrejado de la ventana y los proyectaba por todas las paredes de la mansión como bestias gigantes. Isabella Díaz de Vivar se sentó de manos cruzadas en la amplia silla de respaldo redondo de roble, la sencilla ropa que llevaba envolvía su esbelto y atractivo cuerpo.Levantó la mirada y observó al caballero frente a ella, su esposo con quien se había casado hace poco, pero a quien había tenido que esperar durante un largo y tortuoso año. La armadura a medio usar de Theobald Vogel aun yacía majestuosa en sus hombros, con firmeza, pero con una pizca de disculpa en su hermoso rostro dijo.—La voluntad de matrimonio ya ha sido otorgada y sellada, y Desislava Maiquez de cualquier manera será mi esposa.Isabella se volvió a cruzar de brazos, sus ojos estaban oscuros y solo le preguntó con gran sospecha.—La reina una vez dijo que, la general Desislava era un modelo a seguir para otras mujeres, ¿pero acaso se
Theobald se sintió algo avergonzado.—¿Por qué te empeñas tanto en buscarte problemas? Este es un matrimonio aceptado por su majestad, y aunque Desislava entre a la familia, ustedes estarán en partes separadas de la mansión. Ella no competirá contigo por el control de la casa y lo que tú tanto valoras, a ella no le interesa. —Replicó Isabella. —¿De verdad crees que me aferro al control de la casa?La casa del general no era fácil de manejar, solo la medicina de su madre requería decenas de reales de plata cada mes, sin contar con los gastos en comida, ropa, y en mantener las relaciones sociales a flote, todo lo cual demandaba dinero.La mansión era antes solo una fachada vacía, por eso durante el último año, Isabella había estado usando su patrimonio para cubrir los gastos y este era el resultado de tanto esfuerzo. Theobald perdió por completo toda paciencia.—Olvídalo, no discutiré más contigo. Solo necesitaba informarte. Estés de acuerdo o no con esto, el resultado no cambiará.Su
Juana trajo consigo la lista de la dote y dijo.—Este año, has dado más de seis mil reales de plata en efectivo, pero no has tocado para nada, las tiendas, las casas ni las fincas. Los certificados de depósito que dejó tu madre en el banco, así como los títulos de propiedad de las tierras, están todos muy bien guardados en un baúl cerrado con llave.—Entiendo...Isabella miró con detenimiento la lista. Su madre le había dejado un patrimonio bastante grande, por miedo a que sufriera en la casa de su esposo. Sintió un dolor agudo en su corazón. Juana, muy triste a su lado le preguntó.—Señorita, ¿a dónde podemos ir?, ¿regresaremos a la casa de su padre?, ¿o acaso iremos al Cerro de los Cerezos?Al recordar la sangre derramada y los cadáveres en la mansión del Marqués, un dolor agudo atravesó al instante el corazón de la única sobreviviente.—Cualquier lugar es mejor que quedarse aquí, ¿no crees?—Pero si te vas, les estarás dando lo que ellos quieren.Isabella le respondió con frialdad.
Doña Rosario sonrió de mala gana.—¿Si me agrada o no?, solo nos hemos visto una vez, ¿cómo puedo hablar de eso? Sin embargo, ya que su majestad ha concedido el matrimonio, esto ya es un hecho establecido. En el futuro, ella y Theobald lograrán importantes méritos en el ejército juntos, mientras tú manejas con diligencia la casa del general, disfrutando de los méritos que ellos obtienen, ¿No es bueno?—¡Es realmente bueno! —Isabella sonrió con agrado—Aunque es un poco injusto que la general Desislava sea la amante. —La anciana sonrió con sarcasmo y dijo.—¡Mira jovencita pendeja!, su majestad ha concedido el matrimonio, ¿cómo puede ser una amante?, además, ella es una oficial militar del gobierno, ¿cómo puede acaso un funcionario gubernamental ser una simple amante? Es una esposa igual, sin distinción alguna de rango.—¿Sin distinciones de rango? ¿Existe acaso tal regla? —La expresión de la anciana se tornó algo indiferente.—Isabelita, siempre has sido bastante sensata. Ahora que te h
Los miembros de la familia Vogel se miraron entre sí, sin esperar que, Isabella, siempre tan dócil, esta vez mostrara una actitud tan firme. Además, ni siquiera escuchó a su madre. La anciana dijo con desprecio.—Ella obedecerá poco a poco, no tiene otra opción. Ahora no tiene familia materna a quien recurrir, no tiene de otra más que quedarse con nosotros, además, no la hemos tratado mal, y sigue siendo la esposa principal.A la mañana siguiente, Isabella y Juana, regresaron a la residencia del Marqués Díaz de Vivar, su padre. El jardín estaba totalmente desolado, con montones de hojas caídas. En solo medio año sin mantenimiento, el patio de la residencia de su padre se había llenado por completo de hierbas silvestres que crecían hasta casi la altura de una persona.Al volver a entrar en la casa, su corazón se sentía desgarrado por el recuerdo tan doloroso del pasado. Hace seis meses que se había enterado de la cruel masacre de su familia, en ese instante cuando entró colapsó arrodill
Isabella estaba arrodillada en el estudio real, con la cabeza baja. El Rey Leónidas recordó a la familia del Marqués Melquíadez Díaz de Vivar, de la cual solo quedaba ella, y no pudo evitar sentir lástima por ella.—¡Levántate y habla! —Isabella juntó las manos y se inclinó en una absoluta reverencia.—Su majestad, la súbdita, hoy se presenta ante usted con mucha audacia, pero también con una petición.—Isabella, ya he emitido el decreto, no puedo retractarme de esto. —Ella sacudió ligeramente la cabeza.—Le suplico a su majestad que emita un decreto permitiéndome divorciarme del general Theobald Vogel. —El joven Rey se sorprendió demasiado.—¿Divorcio? ¿Quieres divorciarte?Pensó que ella había venido a pedirle que revocara el decreto de matrimonio, pero no esperaba que pidiera un decreto de divorcio. La joven contuvo las lágrimas.—Su majestad, el general Theobald y la general Desislava solicitaron el decreto de matrimonio por sus méritos en la guerra. Hoy es el aniversario de la br