Capítulo309
Isabella la acompañó hasta la puerta y no pudo evitar decirle:

—No te fuerces tanto. Complacerlos constantemente no significa que vayan a valorarte más.

Marina se quedó pensativa por un momento antes de negar con la cabeza y responder con determinación:

—Prima, eso no es cierto. El corazón de las personas siempre puede conmoverse. Estoy segura de que lograré ganármelos.

Dicho esto, se dejó guiar por su doncella y subió al carruaje.

Isabella la observó mientras se iba, pero un frío repentino recorrió su cuerpo. Era como si un mal presentimiento se cerniera sobre ella.

De regreso en la casa, todavía sentía frío y pidió a Juana que le trajera un caldo caliente.

Doña Filomena se preocupó al verla así:

—¿Se encuentra mal, joven?

—No, solo que de pronto siento mucho frío —respondió Isabella.

Doña Filomena notó que llevaba un abrigo grueso y que el salón estaba bien calentado, lo que hacía aún más extraño que tuviera frío. Tocó la frente de Isabella y, al sentirla fría, insistió en llamar a C
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