Capítulo307
Tras finalizar la exposición de arte, el Rey y los demás funcionarios abandonaron la casa de Isabella llenos de entusiasmo. Las esposas de los ministros también se fueron despidiendo y marchando. Había quedado claro que la posición había sido un éxito. El Rey había asistido personalmente, lo cual le había otorgado un honor inmenso.

Al marcharse, la Princesa Heredera no pudo evitar sentirse insatisfecha. Isabella había enviado una pintura a la Reina Madre Leonor, pero a ella, su propia tía, no le había ofrecido ninguna.

Todos los cuadros fueron adquiridos por los ministros o el propio rey, y dado que Príncipe Enrique no asistió, ella no tuvo oportunidad de competir con ellos por una de las obras maestras. Sin embargo, lo que realmente le molestaba era que Isabella no le hubiera regalado un cuadro como gesto de reconciliación por los desacuerdos del pasado.

Mientras se retiraba, Isabella se limitó a despedirla con una inclinación y unas breves palabras:

—Que tenga buen viaje, tía.

La Pri
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