34 -La Luna que la manada necesita

El segundo día de entrenamiento fue un verdadero desafío para Amira. Cada músculo de su cuerpo dolía de una manera atroz, producto de la intensa sesión anterior. David había hecho lo posible por cuidarla durante la noche, pero, aun así, su naturaleza humana la hacía mucho más vulnerable al agotamiento físico que cualquier lobo. Vanessa, al ver el estado de Amira, decidió optar por una rutina menos agresiva.

—Hoy vamos a enfocarnos en estiramientos y movilidad, para que tus músculos se relajen y no te agotes más de lo necesario —dijo con su tono calmado, pero firme.

Amira, aunque todavía adolorida, asintió. Sabía que el descanso y la recuperación eran tan importantes como el entrenamiento en combate. Durante la mañana, Vanessa guio a Amira en una serie de estiramientos suaves, acompañados de ejercicios de respiración para oxigenar los músculos tensos.

Después de los estiramientos, Vanessa sugirió algo que Amira no esperaba. —Vamos a hacer yoga y luego meditaremos durante una hora. Eso
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