—Queridos hermanos, estamos aquí reunidos para celebrar la boda entre la señorita Becca Van Dijk y nuestro excelente joven y ejemplo a seguir, el primogénito de la familia Dickman, Siem Dickman —escuché que anunció el sacerdote.
Si bien oía a la perfección el discurso del sacerdote, no prestaba mayor atención, estaba nerviosa, ni me atreví a mirar a los lados para no tener que enfrentar el tumulto de personas que entre invitados y curiosos llenaron la Catedral San Juan Evangelista. La boda se estaba celebrando en ese lugar porque la familia de Siem es apegada a sus creencias. Accedí a pasar por esta fase solo porque lo amo, o eso creí sentir, estaba ahí solo por eso, no creo en formalidades y menos religiosas, no soy como él, no siento ese apego ciego a la espiritualidad que su familia profesa.
La vida no me ha dado oportunidad para hacerlo, tampoco me interesa, pienso que es pura hipocresía.
Desde muy pequeñas tanto Lotte como yo hemos sido solo las dos, solo hemos estado la una para la otra, protegiéndonos de la maldad de las pocas personas que nos han rodeado. Recibimos malos tratos físicos y psicológicos y en ningún momento estuvieron esas personas que se daban golpe de pecho hablando de su espiritualidad y el amor al prójimo.
«Hipócritas desalineados» Es el pensamiento que cursa por mi mente cada vez que veo a personas con esas mismas tendencias, y es lo que a cada instante pienso cuando estoy rodeada de la familia de Siem.
¿Qué si soy hipócrita al estar ahí y casarme con un hombre cuya familia hace precisamente lo que más odio? Sí, lo soy, lo acepto, pero no me importa, a fin de cuentas me voy a casar es con su hijo, su hermano, su sobrino, el nieto mayor, el primogénito, el consentido, en fin, con el prospecto a esposo y padre perfecto.
Me ganó, Siem logró hacerme verlo diferente de la manada de personas delineadas con la vida que normalmente he coincidido.
¡Qué carajos! Me da igual, tenerlo a él era suficiente.
Toda la congregación Dickman se apostó en esta Catedral para presenciar la celebración del matrimonio eclesiastico del hombre ejemplar. Cómo cuál familia disponedora y castradora del futuro de su crías, muchas fueron las chicas que la familia de Siem consideró como candidatas para ocupar el lugar donde estoy sentada, enfundada precisamente en el tan asediado vestido de novia Dolce & Gabbana, tacones Christian Dior, lencería de Victoria's Secret, joyas finamente esculpidas por las mejores joyerías de París y luciendo un maquillaje casi natural cuidadosamente elaborado por uno de los mejores maquillistas y un peinado digno de una princesa, elaborado por uno de los mejores estilistas de la alta sociedad de Ámsterdam. Tenía mucho para ser envidiada, pero nada de eso me había impresionado, me daba igual, solo quería casarme con él. El dinero, los lujos que él y su familia representaban, no me deslumbraban.
Aunque crecimos en varios orfanatos hasta que lograron aceptarnos en el internado de Inglaterra, al día de hoy, Lotte y yo por dinero no nos hemos quejado nunca, no conocemos lo que es la carencia económica, por arte de magia siempre hemos tenido todo de manera comedida. ¿Quién nos lo aporta? No estamos seguras. Dizque es herencia de nuestros padres. Lo cierto es que de acuerdo al lugar donde nos ha tocado estar, incluso estando en el orfanato más humilde, lo básico lo hemos tenido. La carencia de dinero o alimentos, milagrosamente no nos ha arropado.
Hasta el día de hoy desconocemos qué tanto hacían nuestros padres para amasar tanta fortuna, el caso es que desde que nos independizamos cada mes recibimos una notificación de que en la una única cuenta bancaria que manejamos Lotte y yo está abonada la cuota correspondiente. Por Lotte, que fue la primera en independizarse, supe que era mucho dinero, luego comprobé que era verdad, tanto que no nos hemos preocupado en trabajar, solo estudiar, y en mi caso estoy estudiando porque Lotte me vuelve loca diciendo que una mujer siempre debe aprender algo para defenderse. No veo para qué, pero es la hermana mayor, a quien si bien no siempre le hago caso, tomo como buen augurio sus consejos proyectados hacía el futuro; en cambio, sus críticas y prohibiciones, sí las aviento al aire y hago lo que me venga en gana, una de ellas es precisamente lo que estoy haciendo en este instante.
Lotte, preocupada por mi suerte al considerarme inexperta en la vida, hasta el último instante intentó convencerme de que casarme con Siem con tan solo ocho meses de noviazgo, era una locura.
Aunque nada me obligaba a dar ese paso, sentí la necesidad de hacerlo. En mi constante rebeldía en contra de la vida, del sistema, de las personas que le quitaron la vida a nuestros padres, y en mi creencia de estar enamorada de Siem, el único hombre que, después de mi padre, se había esmerado a darme cariño, ternura, atención y todo lo que se parece al amor, acepté embarcarme con él en ese proyecto de vida que llaman familia.
Con nervios y toda la ilusión de lograr hacer de mi vida lo que hubiera sido si mis padres no se hubieran ido tan rápido, ahí me encontraba sentada al lado del hombre que hacía mi vida distinta. Cuando me atreví a moverme, giré el rostro para ver a Siem, me sonrió y le devolví esa sonrisa tan amorosa con un beso enviado desde el aire. Él me guiñó un ojo.
Esas manifestaciones de afecto eran las que me hacían contradecir las creencias de Lotte, y para no discutir con ella siempre la ignoraba cuando comenzaba a darme malas referencias de Siem y nuestra relación.
Inicio del Flashback:
—Becca, piénsalo mejor hermanita —me dijo Lotte insistente.
Ese día era la enésima vez que me pedía lo mismo. Es la única persona a la que le tengo paciencia. Porque la amo es que la soporto, si no la hubiera mandado a volar meses atrás.
—No necesitas nada de esto —manifestó insistente señalando las cajas con vestidos y diversos pares de zapatos que me envió Siem esa mañana de la boda—. Nuestros padres nos dejaron lo suficiente para comprar esto y más.
—Lotte, no me caso por esto —señalé las cajas en actitud de menosprecio a ese detalle—, todo esto es insignificante, no me importa —le dije también por enésima vez, y parecía no creerme.
Me fastidia tener que repetir lo mismo, respiré profundo y miré directo a sus ojos color gris hermosos, la admiro. Mi hermanita es hermosa, tiene el cabello color castaño lacio abundante, tan lacio que no puede sostenerlo nunca en una cola de caballo, ella lo odia y yo la veo tan preciosa que quisiera que el mío fuera igual. Lotte es tan tierna, pienso tan digna de encontrar a alguien que de verdad se gane su corazón, porque pese a toda la m****a que la vida nos ha aventado encima, no deja de ser dulce y considerada, es paciente, benévola, tan tímida como con carácter inseguro que la hace relegar su vida a las metas que se trazó, y que contrario al paso que voy a dar, para nada piensa en el matrimonio.
Definitivamente que la ausencia de nuestros padres y la carencia de afecto, dejó en una y otra efectos contradictorios. Ambas tenemos una carencia profunda de amor. Yo que me muestro fuerte, rebelde, desinteresada de todo, no confío en nadie; en cambio Lotte al ser una chica dulce, atenta, colaboradora, siempre se muestra disponible para ayudar, y aun así no quiere nada que tenga que ver con el amor, no busca cariño, le es más fácil darlo que recibirlo, constantemente me decía que era mejor, por temor a que se lo pueden arrebatar como nos quitaron el amor de nuestros padres, ella sí confía en las personas siempre y cuando no intenten engañarla con el tema del amor. Solo ella me comprende y sólo yo sé cuando ella necesita de un abrazo.
—Esto no va a salir bien, Becca —tomó asiento a mi lado en la butaca de dos puestos del buró—. Te vas a cansar rápido, tú no tienes alma de ama de casa y no creas que Siem va a ser el esposo amoroso toda la vida —continuó diciéndome con voz de desesperación para que abandonara la idea de casarme.
—No insistas hermanita, déjame vivir esta etapa, por favor —le pedí en súplica mientras pasé mi brazo izquierdo por encima de su hombro y rodeé su cuello para abrazarla mientras nos mirábamos a través del espejo—. ¿No ves que es hasta bonita? Cierto que rodeada de pura gente hipócrita, pero bonita —le dije con sarcasmo y sonriendo como tonta—. Se siente rico cada vez que Siem me mira a los ojos y me dice que soy su sol —miré al techo del departamento simulando buscar el sol—. No sé cual sol —cuestioné eso—. Cada vez que me lo dice dudo si será el sol que se acerca a la noche o al que la madrugada le da entrada —aduje en duda—, porque el de la mañana y mediodía no soy, de eso estoy clara —sonreí—, soy un pinche volcán erupcionando en medio de la noche oscura, llena de odio e inconformidad, sólo él ha sabido entenderme.
—Pero no por eso debes entregar tu vida al primero, y así tan rápido sin conocerlo bien, Siem es lindo, pero… —ni completó la palabra.
Para Lotte, Siem no era el hombre que me iba a dar lo que yo necesitaba, ella lo afirmaba siempre, porque ella experimentó lo mismo que yo sentí cuando perdimos a nuestros padres, ella sintió como nos desprendieron el alma cuando nos bajaron del auto para llevarnos a la delegación y de ahí más nunca los volvimos a ver, ni sabemos si fueron sepultados dignamente, solo nos alejaron y nadie nos dio explicaciones. Al día de hoy aún buscamos respuestas sin preguntar a nadie. Aprendimos que es mejor no hablar sobre ese tema con nadie más que la una con la otra. La vida nos ha convertido en dos chicas hermosas, pero reservadas y tristes, tanto que en nuestros ojos se refleja el vacío del alma.Estuvimos trece años encerradas en un internado en Inglaterra, hasta que ella cumplió diecisiete años, que logró independizarse y con el fideicomiso que ellos nos dejaron, ella pudo comprar un departamento en una zona exclusiva de Ámsterdam, cumplió su sueño de comenzar a estudiar arquitectura en la Aca
No podía creer lo que nos estaba pasando. A lo lejos escuché un grito ahogado de dolor que desgarró mi alma.—Sieeem —la voz de su madre retumbó en toda la catedral y fuera de ella.Mis oídos y todo mi ser registró ese grito de dolor, imaginé que jamás podría olvidarlo. Estaba tan sorprendida que ni ganas de llorar sentí. Debería estar ahogada de tanto llorar, y al contrario, como si estuviera procesando todo lo que sucedió mi mente no conectaba con mi corazón. No pude sentir dolor. No del tipo del que debía estar sintiendo la madre de Siem allí adentro. No sabía qué sentir.Y claro que no podía sentir nada distinto si estaba siendo arrastrada a un lugar incierto y mi hermana iba mucho más adelante de mí. Sentí más preocupación por Lotte que por mi misma y el mismo Siem que desde que lo vi tirado ahí al pie del altar supe que estaba muerto.Hice un movimiento brusco para buscar soltarme del desconocido, y la respuesta que recibí fue un leve golpe y luego oscuridad en mi cabeza. Horas
—Lotte, bienvenida.La veo nerviosa, aunque aparenta una tranquilidad silente, el movimiento de sus dedos me lo dice. Es normal este tipo de reacción, más en ella que es tan centrada, a diferencia del ciclón que dejé encerrado en la habitación.—¿Quién es usted? ¿Por qué estoy aquí? —la sutileza de su voz hasta era curiosa.«¿Cómo pueden dos seres que han vivido la vida pegadas la una a la otra como siamesas ser tan brutalmente distintas?» pregunté en mi cabeza molesto por todo lo que tuve que dejar de hacer para estar aquí parado en frente de dos adultas que parecen niñas de kinder, bueno, más una que la otra. —¿Quién soy? ya lo vas a saber —le advertí y con la misma sutileza con la que me respondió estiré mi mano invitándola a tomar asiento en el sillón que estaba frente a mí. Esperé a que hiciera caso a mi petición, la imité y cruce mis piernas y uní mis manos para apoyar mi mentón sobre los nudillos de mis manos mientras la observaba con atención.La belleza de ambas chicas era
Pasé todo el día amarrada como si fuera un puerquito preparado para llevarlo al matadero, con las manos atadas hacia atrás, mis pies unidos por una soga que me estaba causando un ardor tremendo y ni hablar de la mordaza con la que me impidieron toda posibilidad de expresarme.Odiaba a ese hombre, odiaba a esos dos que se atrevieron a desafiarme, odiaba al mundo y a la vida misma por tratarme de la forma en la que lo estaba haciendo en este momento.Sentí mucha ira, Siem era la tercera persona importante en la vida que me quitaron de las manos, no había comenzado a vivir ni siquiera una mínima porción de la felicidad que teníamos prometida cuando ese hombre le puso término a su vida.Sentimientos confusos, todos negativos recorrieron mi cuerpo. Dejar pasar esto era algo que no iba a hacer.No sé cuánto tiempo me mantuvieron allí en esa habitación tirada sobre esa cama. El hecho es que de un momento a otro escuché que la puerta se abrió.—Vamos a desatarla, pero compórtese, señorita —esc
—Sígame —me dijo un hombre que parecía una muralla infranqueable de lo alto, ancho y fuerte que se veía, ni hablar de sus ojos, su mirada transmitía temor.No le respondí, solamente caminé a paso lento detrás de él, el maltrato en mis pies tampoco me permitía hacerlo con más rapidez. Bajé las mismas escaleras que subí y luego otras más para llegar a una planta baja. Me pareció estar en el internado por lo inmensa que a simple vista se veía esa propiedad.Después de pasar varias áreas, el hombre me indicó con una seña de su mano traspasar un arco alto, avancé y al ingresar en el espacio me encontré no solo con una enorme mesa de unos doce puestos de los cuales solo uno estaba ocupado, y precisamente por el hombre que me había jurado cobrarle una cuenta que había revivido heridas del pasado, una herida que no había sanado y que solo fue despertada como el monstruo más enfurecido al serle interrumpido su descanso.Una calentura rabia subió por mi cuerpo al verlo sentado en total tranquili
—¡No puedes estar diciendo la verdad! —me dice dejando ver la incredulidad que se gasta la tonta.Llevo meses al borde con sus decisiones imprudentes, me ha tenido corriendo y poniendo a correr a mis hombres detrás de ella como si fuera una niña de un año recién comenzando a caminar. Nunca pasó por mi mente tener tanto problema o más de los que debo enfrentar en mi mundo al pendiente de mis negocios y de mis enemigos. Becca en solo nueve meses ha desestabilizado toda la planificación con la que he venido llevando mi vida. A fuerza me hizo enfocar la atención en ella. Ni siquiera cuando era niña había logrado tanta atención. A una semana de estar en la calle, como cuál presa recién liberada desestabilizó a mis hombres al punto de que no les dejó más opción que recurrir a mí, cuando les había encomendado de manera radical y exclusiva el cuidado de ella y de Lotte. Lotte con un año que tiene llevando una vida de adulto ni se ha sentido, parece más bien una niña reprimida, juiciosa en sus
—¿Cómo te atreves a mencionar a mi padre para decir semejante mentira? —cuestionó Becca totalmente enfadada—. No acepto que pretendas engañarnos de esa manera.Hans solo la miraba fijamente, la dejé vomitar todo lo que tiene en su interior, por las facciones de su rostro se notaba toda la amargura que era evidente tenía contenida.—Siempre hemos estado solas, nunca nadie ha estado ahí para Lotte ni para mí, no te atrevas a mencionar a mi papá y mucho menos decir que has cuidado de nosotras, eres un maldito desgraciado, asesinaste a Siem, también a mis padres y ahora pretendes que te creamos semejante mentira. No nos creas tan tontas, sabemos perfectamente quién ha estado a nuestro lado en todos estos años, es decir, nadie —me dijo con coraje. Su rostro estaba enrojecido de la rabia.—Becca, por favor —le pidió Lotte.—No, ya basta, deja de ser tan boba, este desgraciado es el típico manipulador, nos quiere hacer algo, no sé qué, porque no tenemos nada —gritó totalmente fuera de sí.—F
Bajo un estado de profundo enfado, me fui al night club de uno de mis socios, necesitaba drenar y olvidar los reclamos sin sentido de esa niña. Llegué al lugar y estaba lleno de gente por todos lados.—Hans —me saludó Lucas, el dueño del club—. No imaginé verte por aquí hoy.—Umm ¿por qué no habría de venir? —pregunté extrañado.—Porque se corre el rumor de que Sem Dickman dio la orden de encontrarte donde fuera —me comentó sentándose al frente de mí y al mismo tiempo le hizo seña a una mesera—. Me contaron la aventura que tuviste hoy, muchos comentan la muerte de su hijo. ¿Qué te dio para hacer esa locura?—¿Locura? —me sonreí—. Bien sabes que me tiene una deuda de años. Tarde o temprano iba a ser el momento de comenzar a cobrarla.—De verdad que hay que tenerte miedo —manifestó Lucas, desvió la mirada para poner atención a la mesera—. Tráenos una botella del mejor whisky que tengamos. —No, no es para espantarse, no sí nada me has hecho.Miré alrededor para ver el ambiente. Todo est