Otro signo de provocación

Huyendo de mis instintos, decidí quedarme en esa suite toda esa noche y parte del día siguiente. Era cerca de la media noche cuando me aburrí, le pagué a la chica y tomé el volante de mi camioneta. Manejé hasta mi casa.

No esperaba encontrar a nadie despierto a esta hora de la noche, más que a los hombres encargados de hacer las rondas correspondientes. Me sorprendí al ver a la niñata en el jardín, sentada a gusto con un vaso en la mano. Al acercarme un poco, pero manteniendo la distancia apropiada pude comprobar que estaba tomando whisky. No estoy en contra de estas cosas, pero viniendo de ella cualquier previsión es cuidado a un futuro convulsionado.

—¡Hasta que al fin el señor aparece! —le escuché decir en voz alta sin ni siquiera voltear a verme.

Comprobé lo que me dijo la noche que salí de aquí, el aroma de la poca loción que debe quedar impregnada en mi ropa delató mi llegada.

—Cuéntame, ¿Dónde estaba? ¿A quién fuiste a matar ahora? o ¿Con qué hembra te estabas revolcando como p
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