Para Lotte, Siem no era el hombre que me iba a dar lo que yo necesitaba, ella lo afirmaba siempre, porque ella experimentó lo mismo que yo sentí cuando perdimos a nuestros padres, ella sintió como nos desprendieron el alma cuando nos bajaron del auto para llevarnos a la delegación y de ahí más nunca los volvimos a ver, ni sabemos si fueron sepultados dignamente, solo nos alejaron y nadie nos dio explicaciones. Al día de hoy aún buscamos respuestas sin preguntar a nadie. Aprendimos que es mejor no hablar sobre ese tema con nadie más que la una con la otra. La vida nos ha convertido en dos chicas hermosas, pero reservadas y tristes, tanto que en nuestros ojos se refleja el vacío del alma.
Estuvimos trece años encerradas en un internado en Inglaterra, hasta que ella cumplió diecisiete años, que logró independizarse y con el fideicomiso que ellos nos dejaron, ella pudo comprar un departamento en una zona exclusiva de Ámsterdam, cumplió su sueño de comenzar a estudiar arquitectura en la Academia de Arquitectura, un año después yo la seguí y como no tengo la misma dedicación que ella ni el deseo de ser tan aplicada en la vida, por su insistencia ingresé a estudiar diseño gráfico. Ahí fue que conocí a Siem, y al ver todas las bondades que me daba estar en libertad afuera de ese internado donde supuestamente intentaron convertirnos en unas niñas de sociedad, cuando en mí hicieron a un ser incapaz de soñar con las cosas buenas, con la posibilidad de creer que podía ser feliz, comencé a vivir mi vida sin límites, a los dos días de salir con Siem hicimos el amor de manera descontrolada, esa locura mía lo atrapó. Desde esa primera entrega hizo todo por verme sonreír.
Hasta la llegada de él, Lotte había sido la única que aportó algo bueno a la triste vida que venía viviendo desde que ambas vimos a nuestros padres morir ahí frente a nuestros ojos.
Dos disparos certeros, solamente dos detonaciones en el centro de sus ojos bastaron para acabar con su vida y la de dos niñas que a tan corta edad no entendían nada de la vida. Les sobrevivimos. Dieciséis años después nos seguimos preguntando por qué lo hicieron, para qué dejarnos vivas y con semejante trauma encima que marcó nuestra infancia, nuestra adolescencia y, en fin, toda nuestra m*****a existencia.
Recuerdo constantemente que abrazadas en los asientos de atrás del auto de nuestros padres, después de compartir en el parque, en el parqueadero dos sujetos aparecieron de la nada y así sin más les dispararon a ambos, uno de ellos revisó a mi madre, movió su rostro hacia la ventana, luego nos miraron y se marcharon caminando en total tranquilidad. Ni Lotte ni yo recordamos sus rostros, era de noche y difícil verlos bien, pero una cosa si nos ha acompañado toda la vida, un dibujo en el antebrazo de una de ellos. Por no comprender lo que pasaba, creíamos que nuestros padres se habían quedado dormidos, esperamos a que despertaran, éramos tan inocentes que creíamos que iban a despertar en algún momento, constantemente una u otra los tocábamos para que reaccionaran, nunca lo hicieron. Siete horas después apareció un hombre uniformado quien nos obligó a salir del automóvil pese a nuestro deseo de permanecer al lado de nuestros padres. Gritamos, lloramos, pataleamos, y les llamamos. Ellos nunca fueron en nuestro auxilio.
—Nadie nos va a venir a salvar, Becca, solo estamos tú y yo, Siem no es quien te va a mostrar lo bonito de la vida, no lo hagas, no sabes quién es él, nadie puede ser tan perfecto para ofrecer tanto amor —me dijo una vez más.
—Es una decisión tomada, Lotte, siempre nos tendremos la una a la otra, eso nadie lo va a cambiar —le dije en voz pausada—. A Siem no, no, si no prosigo con lo que comencé, si desisto sus padres lo van a casar con cualquiera de las resbalosas que tienen en la larga lista que tiré al traste sin mucho esfuerzo.
Fin del Flashback
Al ver a Siem, comprobé que no me equivoqué al estar ahí a su lado.
—Si hay alguien que se oponga a la celebración de esta boda que hable ahora o calle para siempre —apenas el sacerdote pronunció estas palabras en toda la catedral se hizo un silencio profundo.
Yo ni me moví, esperaba que fuera Lotte la que manifestara su rechazo a mi matrimonio, buscando salvarme de la destrucción de mi propia vida, como me dijo apenas nos bajamos en la entrada de la catedral de la limusina que nos fue a buscar. Ella fue la que me entregó a Siem, no quise que fuera su padre. No soy tan falsa como ellos, entiendo, y aunque no sigo reglas, que en el altar te debe entregar es quien te ame de verdad. Se bien que la familia de Siem no me quiere, sus caras me lo han demostrado. Los golpes de la vida nos han enseñado a interpretar a las personas, solo me aceptaron por puro protocolo, porque ya no les quedaba más opción que aceptar la imposición de su consentido.
—Yo me opongo, padre —de pronto una voz gruesa retumbó en toda la catedral, tanto que creí que hasta las imágenes de yeso dispuestas alrededor se estremecieron, o lo hizo mi cuerpo. Ya ni supe, pero sí me vi obligada a girar a ver de quien se trataba, antes de eso miré los ojos de Siem.
Nos miramos y en simultáneo ambos giramos en dirección a la puerta, nos encontramos con un hombre de aproximadamente treinta y tantos años, casi llegando a los cuarenta, canoso, quien vestía como un invitado más, llevaba un esmoquin gris que le quedaba de muerte lenta, una hermosura de hombre, de esos que solo verás una vez en la vida
«Claro, porque ella es tan perra que no hace replicas de santos tan maravillosos», pensé al ver como los rayos del sol que se colaban por la enorme puerta hacían brillar su cabello gris.
Confundida, sacudí la cabeza al darme cuenta de la forma en la que lo estaba describiendo en mi mente, miré a Siem al sentirme culpable por admirar de esa forma a un hombre distinto a él y ahí vi que algo en su mirada y en su rostro cambió por completo. Abrí los ojos de la impresión, la vena de su frente se marcó de manera exagerada, como cuando agarras un enfado incontenible. Como en cámara lenta vi una habilidad que no le conocía cuando extrajo de la parte de atrás de su pantalón de vestir perfectamente diseñado, un arma.
«¿Un arma?» pregunté en mi mente asustada.
«¿Qué mierdas es esto?», inquirí además en mi mente, de mi mano temblorosa resbaló el ramo, intenté acercarme a él y me empujó para apartarme en un movimiento de su mano. Casi caigo al piso si no es por Lotte que me abrazó.
Fueron solo segundos los que transcurrieron entre el abrazo de mi hermana y mi respuesta correspondiéndole para evitar la caída, nos abrazamos fuerte, como si ella fuera a salvarme de algo peor a tocar el piso, y fue así, inconscientemente Lotte me salvó de ser alcanzada por la avalancha que se vino de inmediato.
No habíamos reaccionado al abrazo cuando escuchamos seis detonaciones de un arma seguidas una detrás de la otra, nos paralizamos, ya habíamos vivido algo similar, y del mismo modo nos vimos obligadas a mirar alrededor porque eran muchos los gritos aturdidores dentro de la catedral.
—Siemmm —escuché a Lotte gritar su nombre con sus labios pegados a mi oído, sentí que me aturdió.
Como estaba de espalda no pude ver nada, y solo cuando giré sobre mis pies, ahí, al pie del altar, estaba Siem tirado en las escaleras con su tórax brotando sangre a borbotón igual por su boca y sus ojos abiertos, su cuerpo no se movia, parecia un muñeco de cera, estaba inerte, realmente inamovible. Me solté del abrazo de Lotte, busqué acercarme a Siem y en lugar de ello algo me llevó hacía atrás, sentí cuando fui arrastrada hacia atrás.
No entendí nada, busqué con las manos a Lotte para que me salvara una vez más y al girar el rostro me di cuenta que ya no la tenía cerca, al igual que yo era llevada sobre el hombro de un desconocido afuera de la catedral, un hombre tan alto como nuestro padre, espeluznantemente armado, acompañado de otros tres alrededor de él para impedir que alguien se les acercara.
Mi suerte no estaba siendo más venturosa que la de mi hermanita, porque yo al comenzar a patalear y forcejear fui aprisionada por la cintura y mi estómago. Quien fuera el maldito que me estaba haciendo eso quería matarme, era lo que pensaba porque poco a poco me fue cortando la respiración, me estaba faltando el oxígeno entre más presionaba mi estómago y con eso dejé de luchar. Fui consciente de que terminé como Lotte, sobre el hombro de alguien que no pude identificar, cuando en lugar de ver al frente mi mirada estaba sobre el piso de la catedral.
Gritos, llanto era lo que podía escuchar y en el avance de mi secuestrador miraba los pies de personas corriendo, eso era lo que mis ojos podían ver mientras el desgraciado avanzaba hacia afuera y bajaba las escaleras corriendo como si llevará encima a una niña, o peor aún, a una muñeca.
No podía creer lo que nos estaba pasando. A lo lejos escuché un grito ahogado de dolor que desgarró mi alma.—Sieeem —la voz de su madre retumbó en toda la catedral y fuera de ella.Mis oídos y todo mi ser registró ese grito de dolor, imaginé que jamás podría olvidarlo. Estaba tan sorprendida que ni ganas de llorar sentí. Debería estar ahogada de tanto llorar, y al contrario, como si estuviera procesando todo lo que sucedió mi mente no conectaba con mi corazón. No pude sentir dolor. No del tipo del que debía estar sintiendo la madre de Siem allí adentro. No sabía qué sentir.Y claro que no podía sentir nada distinto si estaba siendo arrastrada a un lugar incierto y mi hermana iba mucho más adelante de mí. Sentí más preocupación por Lotte que por mi misma y el mismo Siem que desde que lo vi tirado ahí al pie del altar supe que estaba muerto.Hice un movimiento brusco para buscar soltarme del desconocido, y la respuesta que recibí fue un leve golpe y luego oscuridad en mi cabeza. Horas
—Lotte, bienvenida.La veo nerviosa, aunque aparenta una tranquilidad silente, el movimiento de sus dedos me lo dice. Es normal este tipo de reacción, más en ella que es tan centrada, a diferencia del ciclón que dejé encerrado en la habitación.—¿Quién es usted? ¿Por qué estoy aquí? —la sutileza de su voz hasta era curiosa.«¿Cómo pueden dos seres que han vivido la vida pegadas la una a la otra como siamesas ser tan brutalmente distintas?» pregunté en mi cabeza molesto por todo lo que tuve que dejar de hacer para estar aquí parado en frente de dos adultas que parecen niñas de kinder, bueno, más una que la otra. —¿Quién soy? ya lo vas a saber —le advertí y con la misma sutileza con la que me respondió estiré mi mano invitándola a tomar asiento en el sillón que estaba frente a mí. Esperé a que hiciera caso a mi petición, la imité y cruce mis piernas y uní mis manos para apoyar mi mentón sobre los nudillos de mis manos mientras la observaba con atención.La belleza de ambas chicas era
Pasé todo el día amarrada como si fuera un puerquito preparado para llevarlo al matadero, con las manos atadas hacia atrás, mis pies unidos por una soga que me estaba causando un ardor tremendo y ni hablar de la mordaza con la que me impidieron toda posibilidad de expresarme.Odiaba a ese hombre, odiaba a esos dos que se atrevieron a desafiarme, odiaba al mundo y a la vida misma por tratarme de la forma en la que lo estaba haciendo en este momento.Sentí mucha ira, Siem era la tercera persona importante en la vida que me quitaron de las manos, no había comenzado a vivir ni siquiera una mínima porción de la felicidad que teníamos prometida cuando ese hombre le puso término a su vida.Sentimientos confusos, todos negativos recorrieron mi cuerpo. Dejar pasar esto era algo que no iba a hacer.No sé cuánto tiempo me mantuvieron allí en esa habitación tirada sobre esa cama. El hecho es que de un momento a otro escuché que la puerta se abrió.—Vamos a desatarla, pero compórtese, señorita —esc
—Sígame —me dijo un hombre que parecía una muralla infranqueable de lo alto, ancho y fuerte que se veía, ni hablar de sus ojos, su mirada transmitía temor.No le respondí, solamente caminé a paso lento detrás de él, el maltrato en mis pies tampoco me permitía hacerlo con más rapidez. Bajé las mismas escaleras que subí y luego otras más para llegar a una planta baja. Me pareció estar en el internado por lo inmensa que a simple vista se veía esa propiedad.Después de pasar varias áreas, el hombre me indicó con una seña de su mano traspasar un arco alto, avancé y al ingresar en el espacio me encontré no solo con una enorme mesa de unos doce puestos de los cuales solo uno estaba ocupado, y precisamente por el hombre que me había jurado cobrarle una cuenta que había revivido heridas del pasado, una herida que no había sanado y que solo fue despertada como el monstruo más enfurecido al serle interrumpido su descanso.Una calentura rabia subió por mi cuerpo al verlo sentado en total tranquili
—¡No puedes estar diciendo la verdad! —me dice dejando ver la incredulidad que se gasta la tonta.Llevo meses al borde con sus decisiones imprudentes, me ha tenido corriendo y poniendo a correr a mis hombres detrás de ella como si fuera una niña de un año recién comenzando a caminar. Nunca pasó por mi mente tener tanto problema o más de los que debo enfrentar en mi mundo al pendiente de mis negocios y de mis enemigos. Becca en solo nueve meses ha desestabilizado toda la planificación con la que he venido llevando mi vida. A fuerza me hizo enfocar la atención en ella. Ni siquiera cuando era niña había logrado tanta atención. A una semana de estar en la calle, como cuál presa recién liberada desestabilizó a mis hombres al punto de que no les dejó más opción que recurrir a mí, cuando les había encomendado de manera radical y exclusiva el cuidado de ella y de Lotte. Lotte con un año que tiene llevando una vida de adulto ni se ha sentido, parece más bien una niña reprimida, juiciosa en sus
—¿Cómo te atreves a mencionar a mi padre para decir semejante mentira? —cuestionó Becca totalmente enfadada—. No acepto que pretendas engañarnos de esa manera.Hans solo la miraba fijamente, la dejé vomitar todo lo que tiene en su interior, por las facciones de su rostro se notaba toda la amargura que era evidente tenía contenida.—Siempre hemos estado solas, nunca nadie ha estado ahí para Lotte ni para mí, no te atrevas a mencionar a mi papá y mucho menos decir que has cuidado de nosotras, eres un maldito desgraciado, asesinaste a Siem, también a mis padres y ahora pretendes que te creamos semejante mentira. No nos creas tan tontas, sabemos perfectamente quién ha estado a nuestro lado en todos estos años, es decir, nadie —me dijo con coraje. Su rostro estaba enrojecido de la rabia.—Becca, por favor —le pidió Lotte.—No, ya basta, deja de ser tan boba, este desgraciado es el típico manipulador, nos quiere hacer algo, no sé qué, porque no tenemos nada —gritó totalmente fuera de sí.—F
Bajo un estado de profundo enfado, me fui al night club de uno de mis socios, necesitaba drenar y olvidar los reclamos sin sentido de esa niña. Llegué al lugar y estaba lleno de gente por todos lados.—Hans —me saludó Lucas, el dueño del club—. No imaginé verte por aquí hoy.—Umm ¿por qué no habría de venir? —pregunté extrañado.—Porque se corre el rumor de que Sem Dickman dio la orden de encontrarte donde fuera —me comentó sentándose al frente de mí y al mismo tiempo le hizo seña a una mesera—. Me contaron la aventura que tuviste hoy, muchos comentan la muerte de su hijo. ¿Qué te dio para hacer esa locura?—¿Locura? —me sonreí—. Bien sabes que me tiene una deuda de años. Tarde o temprano iba a ser el momento de comenzar a cobrarla.—De verdad que hay que tenerte miedo —manifestó Lucas, desvió la mirada para poner atención a la mesera—. Tráenos una botella del mejor whisky que tengamos. —No, no es para espantarse, no sí nada me has hecho.Miré alrededor para ver el ambiente. Todo est
Para mi sorpresa, dormí bien. Pese a estar dolida por la muerte de mi novio no me di tiempo a sufrir por no tenerlo, por no estar con él en la que hubiera sido nuestra primera noche de bodas. Dormí profundamente, sobre todo porque al regresar a la habitación después de la cena, en el botiquín de primeros auxilios conseguí otros productos con los qué curar las heridas de la soga y me tomé un analgésico. Tal vez por eso fue que no me dio tiempo a pensar en Siem y sufrir su ausencia. Tan profundamente fue lo que dormí que no reparé la hora de mi despertar, en la mesa de noche había un reloj que cuando lo giré hacia a mí, luego de abrir los ojos y estirarme en la cama, me avisó que eran cerca de las diez de la mañana. Al recordar el lugar donde estaba y todo lo que sucedió el día anterior, sabiendo que este día no tenía gran cosa por hacer, suspiré, me senté en la cama y miré a mi alrededor, volví a suspirar al confirmar que el destino de Lotte y el mío no estaba resultando tan fácil