CAPITULO 1 CHADBURN

Nueva York, Brooklyn, enero 2022.

Vivian

No es que sea promiscua, pero la verdad es que necesito desahogarme de todo este estrés que me ha llevado mudarme, así que intento no parecer demasiado concentrada en mi búsqueda de … algo, para no llamar la atención de mi torbellino.

—Mamá—me llama una vez, pero sé que comenzará con una lluvia incesante de “mamás” hasta que voltee a verlo—, mamá, mamá, mamá, mamá.

—¿Qué sucede, cariño? —guardo mi celular para que no se dé cuenta de lo que estoy haciendo y comience con preguntas que no quiero lidiar, le di un trago a mi copa de vino.

—¿Puedo llevar mi dinosario? ¿puedo, puedo, puedo? —saltó aferrando su peluche mochila.

—Sí, cariño, si puedes, pero ya es hora de dormir, mañana nos espera un día muy emocionante.

Eta bien—salió corriendo hacia su habitación y comencé a escuchar como algunas cosas salían disparadas.

En cuanto se fue continúe con mi búsqueda, la aplicación de Bee Luxury podía darme una buena cita con alguien que no fuera completamente un cretino.

Pero de nuevo me vi interrumpida, tocaron a la puerta, escuché como las pisadas de Jack corrían hacia la puerta, así que salí disparada tras él.

—Ya te he dicho que no debes abrir la puerta—lo alcancé a tomar por su pijama mientras agitaba los pies y soltaba carcajadas.

Lo tomé por el estómago colgándolo a un costado de mí, luego abrí la puerta.

—¡Tía Cassy! —mi hijo estiró sus manitas hacia ella.

—¡Pequeño huracán! —chistó mi amiga entrando con unas enormes bolsas.

—¿Quéseso? ¿Quéseso? —Jack se agitó en mis brazos hasta que me fue difícil contenerlo hasta llevarlo al sillón.

—Espera, espera—lo abracé—, ¿Qué tal si la tía Cass tiene cosas delicadas en sus bolsas?

—¿Las tienes tía?

—No—sonrió ella con entusiasmo—, son regalos para los niños que se han portado bien.

Se detuvo, se quedó quieto, nos miró a amabas.

—Yo me portado bien—cruzó los brazos como todo un adulto.

Cass y yo soltamos carcajadas.

—Está bien, puedes abrirlos—dijo ella.

En un segundo saltó de mi regazo y en dos más ya estaba tirando las cosas.

—No debiste hacerlo, Cass.

—No digas tonterías, es algo para el departamento…

—Mira mamá, bonito—Jack sacó un cuadro de un hermoso paisaje al atardecer, corrió para ponerlo en el mueble donde debería ir la televisión.

—Es hermoso—le agradecí a Cass.

—No es nada—Cass dejó que el torbellino siguiera esculcando sus cosas—, entonces ¿nunca se cansa?

Negué con la cabeza.

—Solo cuando se duerme, queda hecho piedra.

—Te extrañé mucho—me tomó de la mano—, creí que no volvería a verte, Vivian.

Solté un largo suspiro.

—Yo también creí que no volvería—sonreí con tristeza—, pero es un gran trabajo y me lo merezco.

—Y… ¿él no estará cerca?

Hice una mueca.

—Es una empresa “enemiga”, así que no estaré ni cerca de encontrármelo.

El padre de mi hijo, Edward Decksheimer, dueño de Anthonyson Corporation, el corporativo de arquitectura más importante en todo Estados Unidos. Tenía rivalidad con Macovei Corporation, así que nuestra probabilidad de encontrarnos era casi nula. Pese a que mi hijo se parecía mucho a él, prefería no tener que encontrarlo, tampoco sería bueno que él supiera sobre la existencia de Jack.

—Aunque, se divorció hace un par de años, su hija solo lo ve cuando tiene que ir por su cheque mensual.

Puse los ojos en blanco.

—Cassiopea, no quiero seguir escuchando más de eso, dejemos el pasado pisado, ¿sí?, tal como lo he hecho.

—Pasado pisado, pasado pisado—repitió Jack saltando.

—Jack Chadburn—advertí—, te cuento tres para irte a dormir, sino mañana no podrás llevar tu mochila de dinosaurio.

—¡No mamá, voy! —le dio un beso a Cass y otro a mí, luego corrió hacia su habitación.

No escuché nada, para cuando me fui a asomar ya estaba con las cobijas hasta la cabeza.

—¿No le darás las buenas noches? —se burló Cass.

—Ya lo había arropado antes de que llegaras, pero comenzó a divagar sobre qué llevaría mañana a la escuela—, recogí el desastre que había hecho mi hijo.

—Bueno, se parece a su padre físicamente, pero es más como tú—masculló ella, para que, por si mi hijo estaba de fisgón no escuchara.

—¿Gustas una copa de vino?

—Eso no te lo negaré.

Me di un último vistazo rápido en el espejo, presentable, muy bien presentable.

Sé que en Kentucky tenía un buen trabajo, pero necesitaba crecer profesionalmente, cuando mi jefe me llamó diciendo que había una vacante para Corporación Macovei y que, sin pensárselo dos veces me había postulado, sabiendo que no me hubiese atrevido si me lo hubiera dicho antes.

Pese a que le dije que era un idiota por hacer las cosas sin mi permiso, era un gran escalón, además podía incrementar mis recursos, podía cambiar a Jack a una mejor escuela y tener una residencia para poder salir del sofá del abuelo.

Regresé a la cocina donde Jack engullía sus wafles y tenía bigotes de leche de chocolate.

—¿Estas nervioso? —le pregunté contenta, le di un sorbo a mi taza de café mientras terminaba de arreglar mi bolso, él negó con la cabeza—, que bien, vas a hacer muchos nuevos amiguitos y aprender mucho.

Pero yo si estaba un poco nerviosa.

Piqué un poco de fruta, guardé el almuerzo de Jack en su lonchera.

Después de desayunar le dije que se lavara los dientes, repasé mentalmente todas las cosas que necesitábamos, bolso y portaplanos listo, mochila de dinosaurio y lonchera, listo.

Salimos de casa hasta el auto, Jack se concentró en colocarse el cinturón de seguridad.

—Recuerda que la tía Cass irá por ti.

—Si—gritó con fuerza.

—Bien, bien, me dejarás sorda.

Jack y yo tenemos rutinas y hábitos, pese a que es muy hiperactivo, sabe las cosas que debe y no debe hacer. desgraciadamente ha tenido que madurar y ser un poco más independiente, ya que siempre he trabajado. En Kentocky mi padre se encargaba de él mientras yo trabajaba, pero ahora tendremos que ser los dos, Cass se ha ofrecido a ayudarme para pasar por él y cuidarlo dos horas mientras llego del trabajo.

De camino, el transito estaba regular, había muchos taxis comunes, autobuses con anuncios, un autobús pasó muy cerca de nosotros, “Se parte del Corporativo Anthonyson, estamos buscándote”. Ese anuncio me hizo poner los vellos en punta, “estamos buscándote” esa palabra se repitió una y otra vez, hasta que el sonido del claxon me sacó de mi ensimismamiento. Esta ciudad era enorme, no había probabilidad de encontrarlo ¿o sí?

Dejé a Jack hasta la puerta del jardín de niños.

—No quiero que te portes mal, ¿de acuerdo? —miró hacia la entrada donde había otros niños—, Jack, mírame—me miró—sé que te mueres de ganas por entrar, pero por favor, has caso a lo que te diga la maestra ¿de acuerdo?

—Shi.

—Bien, cualquier cosa, repite mi número.

Lo repitió, le sonreí y lo abracé.

—Te amo, divierte.

—Te amo, adiós—tan pronto lo solté salió disparado encontrándose con su maestra—. Soy Jack Chadburn—lo escuché presentándose y sonriendo tan radiante.

Bien, hora de enfrentarme al trabajo.

En cuanto llegué a Macovei, me ajusté el saco, nerviosa sí, pero me las arreglaría muy bien.

En recepción me dieron un pase para poder subir hasta el piso donde recursos humanos me atendería, aunque el piso que me dio era el más alto, en cuanto llegué, el piso era en tonos marinos y claros, exquisitos muebles que denotaban la elegancia y modernidad, no sabía que había otras personas para el puesto, fui la quinta.

Había solo un hombre algo fachoso, y el resto eran mujeres, una mostraba los pechos, otra demasiado corta su falda.

Con el hombre no tardaron tanto, así como entro tardó cinco minutos y luego salió molesto. Con las mujeres se tardaron más tiempo, pero cada vez que una salía parecía que estaban como en trance, con una sonrisa boba en la boca, otra parecía algo despeinada y la última (que se le veía muy tímida) salió despavorida del lugar.

La secretaria me miró cuando vimos que la chica salió despavorida.

—Señorita Chadburn, es su turno.

—Gracias.

Entré sin avisar.

La oficina es muy grande, lo primero que veo es el enorme ventanal que tiene panorámica de la ciudad, la oscuridad de la oficina le da un gran detalle al fondo, pero entonces, veo a la persona que está frente a mí, me está mirando fijamente, con los codos apoyados sobre su escritorio y recargando su cabeza sobre sus manos.

Me aclaré la garganta.

—Buen día, mi nombre es Vivian Chadburn—me acerqué hasta él, ya cerca le tendí la mano.

—Siéntese—contestó, dejándome con la mano tendida, bien, recogí mi dignidad, me senté derecha, esperando a que él hablase.

Tomó unas hojas que tenía frente a él.

La placa frente a mi casi me hace irme hacia atrás.

Pierce Macovei.

El mismo señor Macovei, dueño de todo este edificio, me estaba entrevistando, vamos Vivian enfócate. Era guapo, un poco flacucho y mayor, cabello oscuro, ojos oscuros, cejas fruncidas y pobladas.

—En la empresa Parker mencionaron que es muy buena, ¿lo es?

—Traigo los planos que he…

—¿Lo es? —presionó.

—Sí, señor, lo soy, puede ponerme a prueba.

—¿Cuáles son los proyectos a su nombre?

Comencé a enumerarle los proyectos, me hizo un par de preguntas más así que la entrevista fluyo muy bien, hasta que…

—Señorita Chadburn, ¿es usted casada?

—No.

—¿Tiene alguna relación? —lanzó.

Entrecerré los ojos.

—No creo que mi vida personal tenga que ver con lo profesional.

—Claro que lo tiene.

—Dígame el por qué.

Sostuve la mirada, si pensaba que me iba a intimidar, estaba muy equivocado, me he enfrentado a hombres peores.

—Solo contesté.

—No lo tengo—levanté la barbilla indignada—, si es todo lo que tiene que preguntar—me levanté rápidamente.

—Siéntese, ahora—gruñó, me lanzó una mirada sin dar crédito a lo que veía—, menciono la vida personal debido a que este trabajo es muy demandante, ¿entiende lo que quiero decir?

Respiré profundamente, aliviada de que fuese eso.

—¿Y la paga?

Pierce Macovei soltó una carcajada fuerte.

—Vamos a entendernos muy bien—se levantó y me tendió la mano, la idea de dejarlo igual que como me dejó antes me tentó a sobre manera, decidí tomar su mano—, bienvenida a la Corporación Macovei, Vivian Chadburn.

Esperé a que mi contrato estuviese listo, firmé muchas cosas, tuve otra breve entrevista, esta vez con el de recursos humanos, al fin, firmé.

Tomaron un par de fotos mías para sacar mis credenciales.

Estaba saliendo del Corporativo Macovei a las cuatro de la tarde, Cass ya había pasado por mi hijo.

Necesitaba buscar una niñera, no podía dejar a mi amiga cuidar a mi hijo todo el tiempo.

Al cruzar la calle, otro autobús pasó frente a mí, “Corporativo Anthonyson está reclutando pasantes, te estamos buscando”

Casi me da un mini infarto, de nuevo “te estamos buscando”

—¡¿Es enserio?! —patalee el suelo, mis tacones resonaron en la acera.

Una mujer y su hija me miraron con espanto.

—¿Qué? —gruñí.

—Vámonos, vámonos—la mujer se llevó a su hija calle abajo.

Respiré profundamente, esto no me estaba gustando nada.

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