Nueva York, Brooklyn, marzo 2022.
Edward
Mi secretaria dio dos toquecitos a la puerta y luego abrió.
—Señor, hoy es el día cinco.
Solté un suspiro, miré el reloj.
Aubrielle debía llegar en poco tiempo.
—Prepara todo.
—Sí, señor.
Los días cinco de cada mes, Aubrielle y yo compartíamos el desayuno, aunque quisiera verla más tiempo, el juez que había otorgado la custodia a Josephine había estipulado que podía ver a Aubrielle los días cinco de cada mes, pase lo que pase.
Media hora después anunciaron la llegada de Aubrielle.
Tomé mi saco y bajé para encontrarme con ella.
—Mein Schatz—(querida mía), me detuve en seco.
Estaba diferente, su cabello antes rubio, ahora estaba pintado de un rojo demasiado llamativo, tenía un arcillo en la nariz, su vestimenta, desde los enormes pantalones semi rotos, hasta el diminuto top que mostraba todo su abdomen.
Me quedé estupefacto.
—Hola, pa.
—¿Aber was zum Teufel? —(¿pero qué m****a?) —¿Dónde está Aubrielle?
Ella sonrió con burla.
—Elle, papá, Elle.
—Perdóname, hija, pero, no te reconocí.
Ella se encogió de hombros.
—Son nuevos tiempos, además, me veo bien ¿no? —se dio una vuelta para que la contemplara.
¿Cómo puedo decirle a mi hija no me gusta cómo se ve?
Intenté componer el rostro.
—Si… me… me gusta tu cabello.
A ella le brillaron los ojos.
—¿Verdad que sí? no tuve que decolorármelo tanto, te agradezco mi genética—sonrió con ganas y me hizo guiños—¿nos vamos al Bruch?
—Está bien.
En cuanto subimos al auto comencé a preguntarle sobre lo que había sucedido en el mes.
—¿Recuerdas cuando te dije que trabajé en la tienda de materiales?
Que por cierto me negué a que trabajara.
—Si.
—Bueno, ya tengo otro trabajo.
Parpadee incrédulo.
—Pero ¿qué paso con lo anterior?
Bufó.
—La bruja de encargada trata mal a los chicos nuevos, ella me gritó.
—¿Qué hizo qué? —me enojé—¿por qué no me lo dijiste? puedo hacer que despidan a esa mujer.
—Hay papá, como si no me conocieras, si recuerdas que soy tu hija, ¿no? —subió los pies al asiento—, ya hice que la despidieran, pero me guardaré los detalles.
—¿Sin pruebas?
—Nada de nada.
—Muy bien—ambos soltamos carcajadas—, entonces ¿Cuál es tu nuevo trabajo?
—A si… soy niñera… espera, espera, quiero ir a otro lugar.
Saltó hacia el otro asiento y le dio la nueva dirección al chofer.
Niñera, mi hija como niñera.
Quizá tenga la culpa de que haya querido comenzar a ser independiente, siempre le he inculcado eso, a inicios del año comenzó a decirme que quería trabajar, desde entonces se ha dedicado a tener varios trabajos y de cierta manera “desenmascarar” a los malos jefes, ¿Cómo lo hace? es un misterio para mí.
Pero ahora parece que está tranquila.
—¿Te gusta?
—¿El chofer?
—¡No! —sentí enrojecer, ¿Cuándo me acostumbraría a sus ocurrencias? —ser niñera.
—Es algo divertido, ese niño nunca deja de moverse, sabes, es como un estudio de caso, distraído, inquieto, pero muy listo, y si estoy leyendo en voz alta en la cocina, mientras él está en su cuarto ¡se aprende el párrafo que leí!
—Vaya, entonces es muy listo.
—Es interesante.
—¿Cuántos años tiene?
—Cuatro—se asomó por la ventana—¡ah, llegamos!
Nos estacionamos y ella salió en cuanto pudo ¿se atrevía a decirle al niño inquieto cuando ella era así?, ya veía por qué le caía bien.
Caí en cuenta del lugar en donde me había traído, un bar estilo urbano, podía tolerarlo si era con ella.
Todo iba tranquilamente, comíamos a gusto y charlábamos animadamente.
—Mamá dijo que la ofendiste—dijo como si nada mientras sorbía una malteada de fresa.
Resoplé.
—Ya sabes cómo es tu madre—no quería entrar en esa conversación.
Piqué un poco más de tocineta.
—Ya se, cuando hablamos todo tiene que tratarse de ella, ¿no? —se pasó una mano por el cabello, y luego sonrió con malicia—, faltan solo dos meses.
Ladee la cabeza sin comprenderla.
—¿De qué hablas?
Ella entrecerró los ojos.
—¿Estás de broma? —apretó los dientes.
Repasé mentalmente, marzo, abril… ¡mayo!
—Aun no me has dicho lo que quieres—fingí que no lo había olvidado—, ¿ya lo decidiste?
—Quiero que mi nueva habitación sea negra—levantó las cejas.
¿Su nueva habitación? ¿se iba a mudar?, en mayo era su cumpleaños número dieciocho, para entonces ella podría decidir…
—Papá ¡cuando dejarás de pensar demasiado y ver la obviedad de las cosas—hizo un mohín—¿Qué no piensas recibirme en tu casa?
Dejé caer mi tenedor, una llamarada de emociones me arrollaron.
—¿Hablas enserio?
—Si.
Estiré una mano para tomar la suya.
—Haré la mejor habitación oscura como una cueva, solo dime lo que quieres y yo mismo la haré.
Después del extraño Brunch urbano, Aubrielle decidió salir a caminar, aunque me parecían unas calles demasiado agitadas, ella parecía estar bastante bien con desplazarse de esa manera.
—¿Puedo preguntarte algo? —se adelantó un par de pasos para colgarse de un poste de luz.
—Lo que quieras.
— Sé que nunca tuviste un buen matrimonio con mamá.
—Esa no es una pregunta.
—Pero, ¿nunca has querido a alguien?
Intenté no dejarme llevar por la pesadumbre del pasado, ¿Qué si nunca he querido a alguien? Vivian aún estaba en mi cabeza reviviendo el pasado una y otra vez, pero no podía decirle eso a mi hija, quien años atrás estaba escondida llorando cuando dejé ir al amor de mi vida.
—Solo a ti—metí las manos en mis bolsillos, ella frunció el ceño.
—Agh, no, recuerda que no siempre estaré contigo, algún día voy a volar—se dio varias vueltas y luego saltó, como si hubiese aterrizado—, te puedo presentar a la mamá del niño que cuido, es algo testaruda y a veces discute con los repartidores, pero es muy bonita.
—Escucha, no soy un experimento social para ti, mi vida solo es para ti y el corporativo, nada más.
—Qué triste es esa vida.
Si, lo sé.
Mientras cavilaba, no me di cuenta cuando Aubrielle estaba tomándome varias fotografías.
—¿Qué haces?
—Nada, solo quiero recuerdos—fingió inocencia.
La conocía bastante bien para saber lo que planeaba, ¿Cuántas travesuras no ha hecho en todo este tiempo? demasiadas.
—Vamos por un café—me arrastró del brazo hasta la cafetería.
Antes de entrar, sentí como mi zapato se atoraba con algo, al levantarlo, una m*****a goma de mascar se había pegado en mi zapato.
—Mira papá, ahí está, voy a saludar.
—Sí, sí, espérame adentro—forcejeé para despegar aquella m*****a goma, no supe a quien se refería, solo mantuve la cabeza gacha para no ver cómo la gente me veía perder mi dignidad por una m*****a goma de mascar.
La cosa esa era ruda para quitar, pero lo conseguí.
—¡Mami, mami! quiero un helado—escuché chillar a un niño.
—Pero solo será el helado, nada de otros dulces, ¿de acuerdo? —y a una madre llamarle la atención.
—¡Yei!
Había algo en la voz que me hizo recordar…
Levanté la mirada de súbito.
Busqué desesperado entre la gente, mi respiración era trabajosa, los latidos de mi corazón retumbaban en mis oídos.
La busqué, la busqué, hasta que me pareció ver su perfil.
Cabello negro, barbilla arriba con orgullo, su elegante nariz respingona, sus labios…
¡Era ella, era ella!
—¡Papá! ¿te pasa algo? —Aubrielle me zarandeó, la miré pasmado—, estás pálido.
Al levantar la vista de nuevo, ya no estaba, solo había personas caminando normalmente.
¿Estaba alucinando?
Nueva York, Brooklyn, marzo 2022. VivianEs un día grandioso, soleado y fresco.Jack comía su helado de fresa con forma de puerquito, y caminaba feliz tomado de mi mano mientras nos sentábamos en unas mesas con pelotas de yoga como asientos. Todo era colorido, el techo estaba pintado como si tuviese chispas de colores, incluso el bote de basura tenía forma de helado con cereza.Por otro lado, yo tenía mi cono en forma de pez con helado de fresa.—¿Qué vamos a hacer después?Ya que habíamos comprado algunos útiles que le habían pedido en la escuela, solo quedaba disfrutar del resto del día.—¿Jugar? —le pregunte con el mismo tono que usó.Soy madre y la adulta, pero la verdad es que disfrutaba jugar con mi hijo, solo que debíamos buscar un lugar donde hubiese juegos para niños pequeños.—¿Qué tal si vamos al centro comercial? he escuchado que hay un lugar con muchos juegos.—Si—saltó sobre la pelota—¿Elle no vendrá?—No, cariño, recuerda que hoy es su día de descanso.Hace unos minuto
Nueva York, Brooklyn, marzo 2022. Vivian—¡Vivian!Mi corazón saltó como loco, no, no puedo, no quiero escucharlo.Solté a Adrian y troté con prisa hacia el elevador.—¡Vivian, espera!Pulsé el llamado del elevador, vamos, maldición, ábrete.En cuanto se abrió me escurrí en él y pulsé para que se cerrara, pude ver lo cerca que estaba Edward de alcanzarme, empujando a un Adriana tonito.—¡Ciérrate maldita sea!Las puertas comenzaron a cerrarse.Apenas un leve sentimiento de alivio me cruzó de pronto.Pero tan fugaz como vino, se fue, podía ver lo cerca que Edward estaba.Solo un poco, solo unos segundos, estaba por cerrarse.El sonido de las puertas deslizándose y luego descendiendo me hizo abrir los ojos. Las puertas estaban cerradas.Solté un suspiro aliviada y me recargué en la esquina.—¿Por qué corriste?—¡Ah! —solté un grito, me llevé una mano al pecho.Edward descansaba en el otro rincón del elevador, me miraba enarcando una ceja.¿En qué momento entró?—Tengo cosas que hacer—a
Nueva York, Brooklyn, marzo 2022.EdwardElla era real.Su presencia, su mirada, su voz, su aroma y su aliento.Soy un completo imbécil.¿A caso soy un adolescente?¿Perdóname?Siento tantas cosas en este momento que no se ni por dónde empezar. Vivian tenía razón, no puedo remediar las cosas con solo un perdón.¿Qué puedo hacer? ella me odia con toda su alma, me siento tan culpable de haber causado ese sentimiento en ella.Quiero verla de nuevo, pero soy tan imbécil que no sé qué decirle.Un golpe sordo en mi escritorio me sobresaltó. —¿Qué mierda te pasa Dave?Dave me miró arqueando una ceja.—¿Estas en las nubes o te has quedado sordo? llevo cinco minutos llamándote ¿Qué te pasa?Dave Jones, mi vicepresidente y mano derecha, además de lo más cercano que he tenido como un amigo.—¿Qué quieres? —gruñí, recomponiéndome del sobresalto.—Estos son los documentos que me pediste—me escrutó—, debemos comenzar el tratado con el equipo de obra para tener un presupuesto.—Sí, ya hablé con Ar
Nueva York, Brooklyn, marzo 2022.Edward—Escucha, Eddy, no es que dude de tus deciciones, pero ¿no es algo presipitado?Bajé la documentación que me había dado mi abogado, ya había hablado con el juez y la orden estaba por salir, solo debo firmar estos documentos.—Debo tomar medidas drásticas—después de lo sucedido ayer, no quedaba duda de que Josephine estaba más alterada que antes— Aubrielle puede correr peligro si continúa estando con Josephine—no quería ni pensar lo que Josephine podría hacerle—, su nana la ha cuidado muy bien y la ha mantenido lejos de cualquier influencia de su madre, pero, Aubrielle está creciendo, ya tiene sus propios prejuicios, objetivos y su carácter más arraigado, si continúan juntas, temo que Aubrielle salga lastimada—terminé de leer y firmar cada página—, prepárate para salir a Macovei.Dave se meció un poco, como si fuese un niño entusiasmado.—¿Vivian va a estar allí? —asentí—¿Ya has planeado algo? ¿Qué vas a hacer? ¿la invitarás a cenar o la llevara
Nueva York, Brooklyn, marzo 2022. VivianCon la tarjeta en mano, arrastré mi desvergonzado trasero hasta la cafetería de Cass.Elle me había dicho que no podría pasar por Jack con Cass, tenía algo urgente que arreglar.Entré al lugar, la combinación entre lo vintage y la vegetación era algo caótica, pero a la vez ese caos se convertía en algo lindo, por ejemplo, había helechos en las mesas y flores en el techo, diminutas esculturas escondidas entre aquellos matorrales, fuera del baño de las mujeres había un espejo ovalado con luces rojas que decían MAMACITA, al otro extremo, en un rincón cerca de los ventanales, había cuadros y retratos desperdigados por el suelo y la pared, como una especie de pequeña galería.En otra de las paredes, en la que estaba repleta de pequeñas flores y plantas falsas, había un letrero de luz en el que se leía “Aventura siempre, pero el café primero, AMELIA”El sonido de los cubiertos y las maquinas no fueron lo primero que capté, sino el exquisito aroma de
Nueva York, Brooklyn, marzo 2022. VivianConocí a Cass en la facultad, ella en gastronomía y yo en arquitectura.El café unió nuestros destinos, ¿Cómo fue? simple.Me encontraba más que frustrada por los exámenes, trasnochadas y pésima alimentación, ese día estaba al borde del colapso, ya se, nada vale la pena si te estás matando de esa manera, pero, era mi carrera, para ser la mejor debo dar todo, mi madre no había criado a una perdedora llorona.Aunque mis pensamientos me daban ánimo, definitivamente mi cuerpo me pedía a gritos un descanso.Ese día, me había dejado caer en las sillas de aluminio del despachador de sodas de la facultad, había un grupo de chicos con contenedores y cosas empapeladas.La Cass de ese entonces, traía un corte asimétrico hasta el mentón, cabello castaño con rulos y en puntas decoloradas y todo un estilo darks. Se acercó a mí. —¿Día de mierda?Me estiré sobre la otra silla, haciéndome un ovillo.—Más bien, semestre de mierda—farfullé.—Hug, entiendo—me te
Nueva York, Brooklyn, marzo 2022. VivianEl ambiente estaba algo espinoso, Adrián pese a que estaba físicamente presente, parecía tan distraído como desde la mañana.Edward, con el ceño más fruncido, se va a volver arrugado si sigue así.Dave Jones y yo parecíamos los únicos emocionados por continuar la junta y contar con la presencia de Humberto Rossi, el cual estaba más que embelesado (como yo) con la tecnología de punta que contaba el Corporativo Anthonyson.Dave y yo parecíamos dos niños en juguetería. —Nunca había pensado en cambiar la fachada del hotel—me dijo Rossi—, ya que es lo que caracteriza, pero al hacer un nuevo resort en la isla, creo que algo nuevo siempre es bueno.—Sí, lo es—combino Edward. —Señorita Chadburn, tiene toda mi atención—Humberto pasó del escritorio digital para acercarse a mí, donde maniobraba para hacerle los cambios detallados.Comencé explicándole el porqué del cambio y su mejoría, ayudaba bastante la visualización digitalEdward hizo un par de pre
Nueva York, Brooklyn, marzo 2022.EdwardJavier Castillo, mi abogado, estaba esperándome fuera del Cristal.—Todo ha ido de maravilla—me dijo en cuanto me vio—, vio el video que envió de usted siendo agredido por la señora Lovelace, el juez hizo expedir el documento de aviso de retiro de la patria potestad de su hija—me tendió un sobre—, aquí está la documentación, su hija Aubrielle ha quedado bajo custodia suya, felicidades.Un calor inundó mi pecho.Estreché la mano de Javier.—Muchas gracias—de todo corazón—, es la mejor noticia que he tenido hasta hoy.—De lo demás no se preocupe, la señora Lovelace dejará de recibir su pensión, la orden de restricción aún sigue en pie, sin embargo, pronto habrá una audiencia, probablemente en un mes, para que la señorita Aubrielle decida si quiere seguir viendo a su madre o no.—En dos meses será la mayoría de edad de mi hija, no veo necesario tal audiencia.—Podría apelar a eso con el juez, pero todo es dependiendo de su juicio.—Está bien, habl