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CAPITULO 5 EL PROYECTO ES SUYO

Nueva York, Brooklyn, marzo 2022.

Vivian

Es un día grandioso, soleado y fresco.

Jack comía su helado de fresa con forma de puerquito, y caminaba feliz tomado de mi mano mientras nos sentábamos en unas mesas con pelotas de yoga como asientos. Todo era colorido, el techo estaba pintado como si tuviese chispas de colores, incluso el bote de basura tenía forma de helado con cereza.

Por otro lado, yo tenía mi cono en forma de pez con helado de fresa.

—¿Qué vamos a hacer después?

Ya que habíamos comprado algunos útiles que le habían pedido en la escuela, solo quedaba disfrutar del resto del día.

—¿Jugar? —le pregunte con el mismo tono que usó.

Soy madre y la adulta, pero la verdad es que disfrutaba jugar con mi hijo, solo que debíamos buscar un lugar donde hubiese juegos para niños pequeños.

—¿Qué tal si vamos al centro comercial? he escuchado que hay un lugar con muchos juegos.

—Si—saltó sobre la pelota—¿Elle no vendrá?

—No, cariño, recuerda que hoy es su día de descanso.

Hace unos minutos la habíamos visto entrar a la cafetería en la que desayunamos. Elle resultó compaginar muy bien con Jack, el día que la conocí había sido osca y daba a entender que su carácter era fuerte, sin embargo, me sorprendió mucho cuando entro en confianza y rápidamente hubo una conexión con Jack, dejando ver su verdadero rostro tras esa fachada rebelde. De hecho, es muy agradable.

Después de pasar una tarde jugando, corriendo y brincando, salimos de aquel salón de juegos, de mi parte, agotada, de su parte, queriendo más, pero con un bonito maquillaje, él de perrito dálmata y yo, de un hada.

¿A quién le importaba lo que dijera la gente?

A mí no.

Es pleno 2022 y las mismas mujeres aun juzgan por verte sola con tu hijo, como si les pesara en su moral ver a una madre soltera, incluso como si compadecieran de ti.

Detesto cuando nos miran de esa manera, mi hijo es pequeño y aun no se da cuenta de nada, pero con el paso del tiempo me hará muchas peguntas.

Cuando fue la hora de la comida encontramos un restaurante pequeño y familiar, dentro había pocas personas, ya que el resto estaban conglomerados en la comida rápida.

Dentro había pocas familias, madre, hijos y el padre, ignoré las miradas de todos y me centré en mi hijo. Tomando infinidad de fotografías con su carita de dálmata.

—Mamá—me dijo, tomó sus palitos de zanahoria y comenzó a masticarlo.

—¿Hum? 

—¿Vas tener novio?

Me atragante con es espagueti.

—¿Dónde aprendiste eso?

—Tía Cass—contestó en tono travieso—dijo que nefecitas novio, ¿Queseso?

Dios, Cass, vas a morir.

—Nada de lo que tengas que preocupar, cariño—me limpié la boca—, mami no necesita uno de esos—bueno, quizá si, pero no le voy a decir eso a mi hijo.

—Eta bien.

¿Por qué en su cabecita se había formado esa pregunta? ¿Qué lo había llevado a pensar en ello? No, debía controlarme era un niño de cuatro años y no sabía del todo nada.

Pero bueno, también está la cuestión de buscar un buen prospecto, no por el hecho de que me sienta presionada por nada, en realidad si me gustaría conocer a alguien.

Con los meses que llevábamos viviendo en Brooklyn, había conocido al menos a tres chicos, ninguno interesante como para quedarme con él, no había pasado de dos citas, excepto el tercero, Evan Harper, él fue un poco más interesante después de que haya dejado llevar a la cama, fuimos a un hotel de lujo y pude darme un chapuzón en un jacuzzi.

No habíamos vuelto a hablar desde entonces, ya han pasado dos semanas, debo admitir que, si me sentí un poco decepcionada, pero al menos fue muy bueno. Mi fin de semana concluyó con películas animadas, bocetos y muchos palillos de zanahoria con limón.

Al llegar el lunes, de nuevo luché con Jack para que se levantara, no es que se haya desvelado, pero parece que la hora de dormir es perfecta para comenzar a hacer preguntas, no sabía de donde le salían tantas preguntas a este niño.

 No estaba deseosa de disfrazarme de oficinista (bueno, nunca lo he estado), así que solo me puse un vestido rojo sin mangas y zapatillas nude, luego proseguí con los desayunos.

Era una m****a la publicidad de la Corporación Anthonyson, la veía en los caminos, en la estación, en la m*****a pantalla del centro, todos los malditos días.

Enfurruñada, despues de dejar a Jack en la escuela, ya que, por las prisas, salimos algo tarde y para cuando llegamos a la escuela, una tipa se adelantó y me cortó el camino la muy perra.

Llegué con el tiempo apenas rozando al límite, apenas me había sentado cuando Adrián asomó sus narices.

—Buen día Blancanieves—levantó una cajita con dos cafés, me tendió uno y se sentó en la silla frente a mí, estaba haciendo de esto un hábito—, ¿Qué tal tu fin de semana?

¿Ahora soy Blancanieves? la semana pasada me llamó Edna Moda, mascullé un gracias mientras le daba un largo trago al humeante y delicioso café.  

—Encantador—le di un largo trago a mi café—. ¿Qué es más hermoso que tu hijo te amé después de chantajearlo con juegos?

—Yo no lo sé—se encogió de hombros—, no tengo hijos.

—Pues deberías—repliqué—, a ver si así cierras la boca.

—Uf, ¿despertamos bravas?

Resoplé.

—Es solo que el día de hoy no ha iniciado nada bien.

—Y se pondrá peor—jugueteó con mi llavero— tendremos reunión a las diez, así que mueve el culo.

—Sí, si—le di un trago a mi café—¿terminaste tu propuesta?

Adrián sonrió anchamente.

—No te voy a contar mis secretos.

—Traducido a “no lo he terminado”

—Me voy.

Después de que se marchó, preparé todo para la reunión, había terminado haciendo varias versiones de las posibilidades de lo que les gustaría. Sin quitar la esencia, claro. Terminé algunos pendientes, hasta que faltaban solo cinco minutos para la junta, tomé mis cosas, me acomodé bien el vestido y mi cabello.

En cuanto llegué a la sala, encontré a Pierce charlando con otros hombres, a quienes me presentó enseguida. Mariana y Fernando se encontraban ya en su asiento, con esa sonrisa arrogante en la boca, aunque quería sentarme lo más lejos posible de ellos, no había tantos haciendo disponibles.

Me senté a lado de Mariana.

—Esa entrada tuya no hará ganarte el proyecto—masculló Mariana, luego se inclinó un poco más hacia mí—, está bien que te hayas follado al padre, pero ¿al hijo también?

Ah, ya comenzaba a tirar su veneno.

—Pues claro, con ese trajecito de monja que te cargas nadie te ha querido tirar algo.

Lo siento, pero ella ha provocado que saque mi lado viperino.

—Este proyecto va a ser mío Vivian—gruñó—, con o sin acostarme

La miré fijamente.

—Has lo que quieras—la analicé desde la cabeza a los pies—, vas a tener que trabajar muy duro.

Su rostro se tornó rojo por la irá creciente, mientras a mí me daba igual.

—Antes de comenzar—Pierce se levantó de su asiento y fue hacia la puerta—, es bien sabido que nuestro Corporativo ha llevado a la luz increíbles proyectos, por ende, nuevos socios—so lo miraba bien, no había nada mal en su discurso, pero estaba actuando tan cordial que me parecía sospechoso—, esta vez vamos a hacer hincapié en la unión de Corporativos para la mejoría del proyecto—¿Unión de Corporativos? lo miré expectante—, así que recibamos al señor Edward Decksheimer.

 Edward Decksheimer, Edward Decksheimer, Edward Decksheimer.

Su nombre me cayó como un cubo de hielo, me quedé petrificada.

Al abrir la puerta, el nombre que hacía eco en mi mente se materializó.

Edward tomó la mano cordial que le ofrecía Pierce, aunque su rostro era impasible, Adrián entró tras él.

—Es una gran oportunidad asociarnos…—se giró para con la junta—por primera vez.

Pero sus ojos se clavaron en mí.

Sus ojos como cuchillos filosos atravesándome, viéndome a través de mi ropa, más allá de mi alma.

En ese momento no supe de mí, simplemente la junta comenzó, aunque quisiera apartar la mirada de él, una avalancha de emociones me embargaba, dos de ellas eran más constantes, furia y tristeza.

—Señorita Gil, es su turno—cedió Adrián.

Mariana se levantó con gracia, agitó su coleta alta y tomó sus papeles.

Lo dejé pasar por que en este momento solo quería desaparecer.

Edward intentaba mantenerse profesional, tal como yo lo estaba haciendo, pero eso no nos exentaba de lanzarnos miraditas furtivas.

No había cambiado mucho, traía el cabello más corto, el fruncido de su ceño estaba más marcado, lo cual lo hacía verse serio, parecía que había ganado masa muscular, sus hombros tensos, fuertes y…

¡No!

Vivian concéntrate, esto solo es un simple juego del destino que estaba aburrido, pero será momentáneo, se suponía que no lo volvería a ver, ¡nunca!

Esto solo es trabajo, pero ¿le podré ceder el proyecto a Mariana o a Fernando? ¿tendré otra oportunidad como esta? no puedo dejar de lado mi carrera, esto era para el futuro de Jack y el mío, sí, eso, debo pensar en el futuro de mi bebé.

—Señorita Chadburn, su turno.

Carajo.

Me levanté de mi asiento como un robot, incluso al pasar cerca de Mariana, no me importo que chocara su hombro con el mío con sus infantiles expresiones.

Mi mente se ha quedado en blanco, más aun sabiendo que Edward estaba muy cerca de mí, tan cerca que solo basta con estirar mi mano y tomar la suya.

Me abofetee mentalmente.

¡Tú puedes Vivian!

—Mi propuesta es—inhalé—, reestructurar toda la fachada del hotel.

—¿Qué? —escupió Pierce, me esperaba su reacción, y al ver que los demás vociferaban y mascullaban cosas, cuadré mis hombros y le tendí mi hoja de propuesta número tres (por que la tercera era la vencida) —no podemos hacer eso ¿has perdido la cabeza?

Edward se llevó una mano con muchos anillos a sus labios… gruesos y cubiertos por una barba espesa.

—¿Cómo la reestructurarías? —por primera vez se dirigió a mí, su voz fue neutral, pero eso no quitaba el hecho de que me hiciera estremecer.

—Disculpe que nuestra reunión sea solo para escuchar disparates—dijo Pierce como si me estuviera excusando, lo miré entrecerrando los ojos, infeliz crédulo.

—Algunos disparates son buenos—Edward me miró fijamente, sus ojos antes de cachorro, ahora eran más astutos y sagaces, me dieron unas ganas inmensas de salir corriendo de allí.

Tragué en seco.

—Si continuamos con la misma fachada que caracteriza al hotel para un clima tropical, se perdería el encanto, sin embargo, si aprovechamos los pilares y quitamos los ventanales se estaría aprovechando la vista maravillosa del lugar, así podremos darle un concepto más moderno.

—¿Qué le hace pensar que el cliente querrá cambiar su fachada?

—Deberá hacerlo si no quiere quedarse atrás por la competencia—mostré una nota de un periódico virtual—, otros han puesto la mira en la isla—sonreí orgullosa de ver los rostros asombrados de todos—, en los últimos diez años ha tenido un clima bastante tranquilo, pero no lo exenta de algunas alteraciones…

—¿Analizaste el clima?

—De acuerdo con los últimos años no ha habido presencia de huracanes, pero podríamos hacer que la misma estructura sea un soporte para el resguardo de huracanes… en el caso de que se presentara uno, claro.

Pierce me miró estupefacto, luego a los planos, se los tendió a Edward.

¿Qué? ¿nadie había visto el clima?

Solo tuvo un minuto para analizar toda la estructura.

—Me agrada—sonrió anchamente.

¡Dios, es deslumbrante!

—¿Le agrada? —preguntó estupefacto Pierce, ¡ah, tremendo cabron! ¿Cómo podía dudar de mi de esa manera?

—¿Qué es lo que no le agrada señor Macovei? —le reté, lo siento, pero intentó pisotear mi orgullo.

—No es que no me agrade simplemente necesito una idea ya transformada.

—¿Por qué ahora está dudando de mí?

—Señorita Chadburn, es una idea novedosa, podremos plantear su idea y la del señor Adrián para presentársela al presidente—intervino Edward—, pero a mí me gusta mucho—sonrió anchamente—, su idea.

No, no, no, no puede sonreír de esa manera y decir algo tan serio.

 —Necesitaremos afinar los detalles—contestó Pierce—, señorita Chadburn, el proyecto es suyo.

No, no quiero, bueno, si, pero no con él.

—Je—solo pude sofocar una risa, me obligué a sonreír, en otra situación hubiese actuado de otra manera.

Regresé a mi lugar.

—Esta me la vas a pagar, Vivian—mascullo Mariana, mirándome furiosa.

¿Hay algo que la pueda hacer enojar más?

Le sonreí complacida.

Parecía que le habían pellizcado el culo.

—Dicho esto—habló en alto Pierce, Mariana no tuve de otra más que apartar la mirada de mi—fijaremos una fecha para hablar a detalle con el cliente, la junta se termina.

Me apresuré a tomar mis cosas, Mariana se levantó para chismorrear con Fernando, le di una miradita a Edward, a quien Pierce había acaparado, era mi momento de huida.

Tomé mis cosas y me escabullí, me topé con Adrián.

—Felicidades mamá…

—¡Sh! —lo tomé por el brazo muy fuerte—cierra la m*****a boca y vámonos.

Lo arrastré hacia afuera de la sala de juntas, ya en el pasillo me permití respirar.

—¿Bueno tú estás loca o qué te pasa? —Adrián se alejó de mi agarré—deberías de estar saltando de alegría, no parecer estar a punto de entrar a un manicomio.

—Te lo explicaré luego, solo salgamos de aquí.

—¡Vivian!

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NOTA DEL AUTOR: 

Feliz año nuevo, con este capi de encuentro inesperado iniciamos la serie de capitulos de mi Edward y Vivian. 

De todo corazón deseo que todos sus sueños se vuelvan realidad

Las amo 

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