VALENTINA
No sé exactamente cuándo sucedió. Tal vez fue la noche en la que Dante irrumpió en el club para sacarme de allí como si el infierno se hubiera desatado. O quizás fue cuando sus manos fuertes se cerraron alrededor de mi muñeca, advirtiéndome sin palabras que jugaba con fuego. Puede que incluso haya sido antes, cuando me miró con esa furia contenida, como si no supiera si quería protegerme o matarme.
Lo único que sé con certeza es que algo cambió.
Dante Russo ya no es solo mi sombra. No es solo el hombre que mi padre contrató para vigilarme, para mantenerme a raya, para asegurarse de que sigo siendo la hija obediente que nunca fui.
Ahora es algo más. Algo que no puedo definir, pero que p
VALENTINAEl aire estaba cargado de adrenalina. Sentía el pulso latiéndome en las sienes mientras caminaba entre las sombras, aferrando la chaqueta de cuero que me había puesto para la ocasión. Sabía que esto era una locura. Giulia lo había dicho al menos cinco veces antes de que me colara en esta maldita reunión, y aun así, aquí estaba.Porque si quería ganar esta guerra, necesitaba información.La mansión Ricci estaba ubicada en una colina, rodeada de seguridad. Pero los hombres de mi padre no eran los únicos que sabían cómo colarse en sitios prohibidos. Yo había crecido en este mundo, había aprendido a moverme sin ser vista cuando la ocasión lo requería, y sobre todo, sabía que los h
DANTEEl rugido del motor ahogaba el caos detrás de nosotros. Luces de faros parpadeaban en el espejo retrovisor, acercándose demasiado rápido. Demasiado jodidamente rápido.—Dante… —La voz de Valentina era tensa, entrecortada.—Lo sé.Pisoteé el acelerador, sintiendo el coche responder con un rugido agresivo. La carretera de asfalto se volvía un borrón a nuestro alrededor mientras nos alejábamos de la ciudad, dejando atrás la seguridad y adentrándonos en territorio incierto.Los hombres de Matteo Ricci no tardarían en alcanzarnos. No eran idiotas. Sabían lo que
VALENTINARegresar a la mansión Morelli era como entrar en la boca del lobo, solo que esta vez, el lobo no iba a dejarme escapar.Sabía que mi padre lo sabía. No era un hombre al que se le pudiera ocultar algo por mucho tiempo. Y después de lo que hice… después de haber desafiado sus órdenes, haberme metido con Matteo Ricci y haber dejado cadáveres en mi camino…Esto no iba a terminar bien.Dante me escoltó hasta la entrada. Su postura era rígida, como si su propio cuerpo se estuviera preparando para lo inevitable.El sonido de mis tacones resonó en el mármol cuando crucé la puerta. La casa estaba en silencio. Demasiado silencio. El tipo de silencio que precede a un
DANTENo había vuelta atrás.Desde el momento en que mis pensamientos dejaron de girar en torno a la seguridad de Valentina como un deber y comenzaron a enfocarse en ella como algo más, supe que estaba jodido. Ahora, con Alessandro Morelli dispuesto a doblegarla a la fuerza y Matteo Ricci exigiendo su castigo, ya no podía seguir con las mentiras que me contaba a mí mismo.Tenía que sacarla de ahí.La mansión Morelli era una fortaleza. La seguridad se había triplicado desde que Alessandro supo lo que Valentina había hecho. No solo la había encerrado en su habitación como una prisionera, sino que había colocado a sus mejores hombres vigilando cada acceso. Nadie entraba o salía sin que él lo supiera
VALENTINAEl amanecer se filtraba a través de los árboles cuando desperté, sintiendo el peso del mundo sobre mi pecho. El silencio del bosque era engañoso, como si intentara hacernos creer que todo estaba bien. Pero no lo estaba.Nos habíamos fugado en plena noche, dejando atrás la mansión, mi padre, y con ellos, mi antigua vida. Ahora estábamos escondidos en una cabaña en medio de la nada, con el peligro acechándonos desde las sombras.Me senté en la cama improvisada que Dante había armado en el suelo y lo observé. Él estaba despierto, limpiando su arma con movimientos precisos, su expresión tensa y concentrada. La luz tenue iluminaba sus facciones marcadas, su mandíbula apretada.—&
DANTELa madrugada traía consigo el aire gélido del bosque, pero Valentina estaba de pie frente a mí con la mirada fija y determinada. Llevábamos dos días en la cabaña abandonada, dos días en los que ella no había mencionado el miedo ni una sola vez. Era testaruda, lo sabía desde el primer momento en que la vi, pero ahora esa testarudez iba a jugar a nuestro favor.—No es un juego, Valentina —le advertí, entregándole la pistola—. Si aprendes a usarla, es porque en algún momento vas a tener que disparar.Ella asintió con la mandíbula tensa.—Lo sé.Por primera vez, la princesa Morelli no parecía una mujer protegida
VALENTINAEl crujido de las hojas secas bajo mis botas y el viento helado colándose entre los árboles me recordaban que estábamos en territorio desconocido. La cabaña en medio del bosque había sido nuestro refugio durante días, pero sabíamos que no podríamos quedarnos ahí para siempre.Dante había insistido en movernos lo antes posible, en seguir adelante antes de que nos encontraran. Yo entendía su lógica, pero no podía marcharme sin saber qué estaba pasando con mi familia.Con Giulia.Con la persona que había sido más que una amiga para mí.—Necesito hacer una llamada —dije, cruzándome de brazos mientras Dante revisaba sus a
DANTELa respiración de Valentina era errática, sus labios entreabiertos mientras su pecho subía y bajaba con violencia. Sus ojos, oscuros y dilatados, miraban un punto fijo en el suelo, pero sabía que no veía nada.El cuerpo del hombre yacía inerte frente a ella, con un charco de sangre expandiéndose bajo su cabeza.El primer muerto de Valentina Morelli.Se lo advertí. Le dije que si cruzaba esa línea, no habría vuelta atrás.—Tenemos que irnos. Ahora.Mi voz fue firme, sin un atisbo de duda, pero ella no reaccionó.Tomé su rostro entre mis manos.&md