DANTE
La madrugada traía consigo el aire gélido del bosque, pero Valentina estaba de pie frente a mí con la mirada fija y determinada. Llevábamos dos días en la cabaña abandonada, dos días en los que ella no había mencionado el miedo ni una sola vez. Era testaruda, lo sabía desde el primer momento en que la vi, pero ahora esa testarudez iba a jugar a nuestro favor.
—No es un juego, Valentina —le advertí, entregándole la pistola—. Si aprendes a usarla, es porque en algún momento vas a tener que disparar.
Ella asintió con la mandíbula tensa.
—Lo sé.
Por primera vez, la princesa Morelli no parecía una mujer protegida
VALENTINAEl crujido de las hojas secas bajo mis botas y el viento helado colándose entre los árboles me recordaban que estábamos en territorio desconocido. La cabaña en medio del bosque había sido nuestro refugio durante días, pero sabíamos que no podríamos quedarnos ahí para siempre.Dante había insistido en movernos lo antes posible, en seguir adelante antes de que nos encontraran. Yo entendía su lógica, pero no podía marcharme sin saber qué estaba pasando con mi familia.Con Giulia.Con la persona que había sido más que una amiga para mí.—Necesito hacer una llamada —dije, cruzándome de brazos mientras Dante revisaba sus a
DANTELa respiración de Valentina era errática, sus labios entreabiertos mientras su pecho subía y bajaba con violencia. Sus ojos, oscuros y dilatados, miraban un punto fijo en el suelo, pero sabía que no veía nada.El cuerpo del hombre yacía inerte frente a ella, con un charco de sangre expandiéndose bajo su cabeza.El primer muerto de Valentina Morelli.Se lo advertí. Le dije que si cruzaba esa línea, no habría vuelta atrás.—Tenemos que irnos. Ahora.Mi voz fue firme, sin un atisbo de duda, pero ella no reaccionó.Tomé su rostro entre mis manos.&md
DANTEConfiar en Luca Ferrara era como meter la mano en la boca de un lobo y esperar que no te arrancara los dedos. Pero ya no teníamos opciones.Estábamos en un almacén abandonado en las afueras de la ciudad, un lugar con el techo de metal oxidado y el olor a aceite viejo impregnando el aire. Valentina, a mi lado, mantenía el rostro impasible, pero yo la conocía demasiado bien. Su cuerpo estaba rígido, su respiración apenas perceptible. El asesinato que había cometido frente a Ferrara la había cambiado. Lo veía en la forma en que sus ojos oscuros evitaban los míos, en la forma en que mantenía la barbilla en alto como si el peso de lo que había hecho no la estuviera aplastando.Ferrara se reclinó en la silla de madera crujiente frente a nosotros y cruzó las manos sobre su vientre.—Ahora que hemos aclarado las lealtades &mdas
VALENTINALa cabaña en la que nos refugiábamos olía a madera húmeda y a ceniza vieja. Dante había encendido un pequeño fuego en la chimenea para combatir el frío, pero aún así, el ambiente se sentía helado. Tal vez era la adrenalina de lo que habíamos pasado, o el hecho de que cada minuto que pasaba significaba que nos acercábamos más a la muerte.Yo no podía seguir dependiendo solo de Dante.Él era fuerte, inteligente y letal, pero no era invencible. Y tampoco podía hacerlo todo solo.—Necesitamos aliados —dije, rompiendo el silencio.Dante me miró desde la mesa en la que limpiaba su pistola.—¿Aliados?—Gente con poder. Personas que odien a mi padre tanto como nosotros.Dante suspiró, frotándose la frente con una mano.—V
VALENTINAEl sueño no llega.Estoy acostada en la cama con los ojos abiertos, fijándome en el techo, pero todo lo que veo son imágenes que no deberían estar allí.Sangre en mis manos.Un disparo.El cuerpo cayendo.El sonido de su respiración ahogándose en su propia sangre.Mis músculos están tensos, mi pecho sube y baja con respiraciones entrecortadas. Me repito una y otra vez que hice lo c
DANTEDesde el primer momento en que la vi, supe que Valentina Morelli tenía fuego en la sangre.Pero lo que veo ahora es otra cosa.No es solo rebeldía.No es solo un intento desesperado por sobrevivir.Es algo más oscuro.Es hambre de venganza.Lleva días entrenando con Ferrara y su gente. Su cuerpo, antes acostumbrado al lujo y la comodidad, ahora está cubierto de moretones y cortes. Sus manos, que antes estaban acostumbradas a sostener copas de vino caro y joyas finas, ahora aprenden a sujetar armas con precisión.Y lo peor de todo es que lo está disfrutando.No lo dice en voz alta.No necesita hacerlo.Lo veo en sus ojos cuando apunta con una pistola y acierta en el blanco.Lo noto en la forma en que aprieta la mandíbula cada vez que alguien menciona a Matteo Ricci.<
VALENTINALa llamada de Giulia llega en la madrugada.Estoy en la habitación, acostada en la cama, aunque dormir ha sido imposible. Mi mente no para de repasar cada entrenamiento, cada movimiento, cada decisión que nos ha traído hasta aquí. Intento convencerme de que estamos haciendo lo correcto, pero el peso de todo lo que hemos vivido se siente como una sombra constante.Cuando el teléfono vibra sobre la mesita de noche, lo tomo de inmediato.—¿Giulia?—Tenemos un problema —dice ella, sin preámbulos.Su tono me eriza la piel.Me incorporo en la cama, apretando el teléfono contra mi oído.
DANTELa guerra ha comenzado.Ferrara tenía razón. Aquí nadie es confiable, y si queremos sobrevivir, tenemos que adelantarnos a nuestros enemigos. Pero eso es fácil decirlo y difícil hacerlo cuando tenemos a toda la maldita mafia pisándonos los talones.Estamos atrapados en este departamento de Milán, sabiendo que la calma es solo una ilusión. Porque vendrán. Es cuestión de tiempo.La tensión en la habitación es tan espesa que podría cortarse con un cuchillo. Valentina se sienta en el borde del sofá, con la mirada fija en la pared, perdida en sus pensamientos. Pero yo sé en qué está pensando. En