Vlad Vólkov es un mafioso que lo que desea lo obtiene a como dé lugar y, Ada Sloan, se convierte en su obsesión, por lo que estará dispuesto a hacer todo lo que esté en sus manos para hacerla suya. (...) Luego de graduarse como médica cirujana, Ada Sloan decide entregarse de lleno a su profesión y trabajar día y noche en el hospital central de Moscú, intentando olvidar su pasado, ese que la atormenta y le impide ser su mejor versión. En su vida todo está en orden, hasta que Vlad Vólkov, uno de los mafiosos más importantes de su país, se obsesiona con ella por el increíble parecido que tiene con su primer amor, ese que tuvo que dejar ir por crueldad del destino. Así que, preso de sus instintos, decide hacer todo lo que está en sus manos para convertirla en su mujer, sin saber que el pasado de ambos volverá para demostrarles que a veces las historias de amor no tienen un final feliz.
Leer másAda Sloan Solté un largo suspiro y finalmente me atreví a hablar luego de varios minutos en silencio. —Lo siento, Vlad —susurré con un nudo en la garganta.Nos encontrábamos sentados a un lado de la carretera desde que me atreví a ser sincera con él y conmigo misma. Porque sí, debía reconocer que mi actitud no había sido la más madura a pesar de todo lo que había pasado. Debía actuar como la mujer que era y no desde mi niña interior; ésa que aún pedía atención a gritos y a la que le estaba complaciendo el capricho de llamar la atención de Vlad. Él por su parte guardó silencio y no respondió, por lo que entendí que me estaba dejando expresarme con respeto y se lo agradecía.—Reconozco que la actitud que he tenido contigo desde hace algunos días no ha sido la más correcta ni madura y por ello te pido disculpas. —Nunca pidas disculpas, siempre ofrecelas —fruncí el ceño al escucharlo y él al entender mi gesto, continuó hablando —. Cuando te quieras disculpar con alguien, jamás le pida
Ada SloanMordí mi labio con nerviosismo al terminar de escuchar las palabras de Dasha, quien se encontraba sentada frente a mí.Junto a ella se encontraba su esposo y a mi lado se encontraba Vlad, quien desde que habíamos llegado acariciaba mis piernas con la ñema de sus dedos. El acto lograba calmar mis nervios, por lo que no le había pedido que se detuviera. —De verdad lamento todo esto, Dasha —rompí el silencio de la habitación disculpándome enseguida —. No ha sido mi intención causarte molestias con respecto a este tema, sé lo difícil que debe ser para tí recordar todo eso —confesé con un nudo en la garganta. Desde que habíamos llegado a la mansión del menor de los Vólkov, mis emociones parecían haberse montado en una montaña rusa y estar atravesando la curva más grande que pudiera existir. Comenzando por el hecho de que Vlad me presentó como su novia ante Dasha y su hermano; quién era un hombre que hablaba muy poco y tenía cara de pocos amigos. Aún así, había sido muy amable
Ada SloanLe di un sorbo a mi café mientras leía las historias médicas que tenía en mis manos e intenté concentrarme en otra cosa que no fuera Vlad. Desde el incidente que había ocurrido en el departamento con él y Sergei, no lo había vuelto a ver. Él por supuesto me había buscado en reiteradas oportunidades y me había mandado ramos de flores que, por supuesto, había tirado a la basura. Aún seguía sin poder creer que se hubiera prestado para la idiotez que había cometido su hermano con Dasha. Seguía sin poder creer que por su culpa la habían secuestrado y torturado no sé por cuánto tiempo, lo que me hacía comprender que eran más peligrosos de lo que yo creía. Aunque claro, al saber a lo que se dedicaban era más que obvio, solo que yo me hacía la vista gorda por la atracción que sentía por él. Solté las hojas con fastidio al no entender absolutamente nada de lo que estaba leyendo y de un solo sorbo me tomé el café que quedaba en mi taza. Necesitaba concentrarme porque estaba trabaj
Ada SloanAl escuchar la voz de Sergei, me alejé rápidamente de Vlad y le di la espalda para ver la silueta de mi hermano aparecer en nuestro campo de visión. Había llegado desde la mañana y había pasado parte del día conmigo, algo que me había sorprendido un poco porque cada vez que venía avisaba, pero hoy había sido la excepción. No contaba con la visita de Vlad, lo que me hacía sentir un poco nerviosa al tener que presentarlos, sabiendo lo celoso que era mi hermano conmigo, pero supongo que ya era una mujer y debía aprender a afrontar las situaciones como tal. Con una sonrisa y los nervios de punta, volteé a ver a Vlad, me paré a su lado y le tomé la mano para poder presentarlos. Aún no sabía que éramos realmente, por lo que no podía presentar como mi novio, pero sí sabía que amigos del todo no éramos y eso solo lograba emocionarme.—Sergei, él es Vlad —lo señalé con una sonrisa en el rostro —. Vlad, él es mi hermano mayor; Sergei. Un silencio sepulcral inundó la habitación, ha
Vlad VólkovSolté el cuchillo que tenía entre mis manos y sonreí con malicia al ver el cuerpo inerte de mi víctima frente a mí completamente bañado en sangre. Le dediqué una rápida mirada a mi hombre de confianza y con una seña le pedí que terminara de acercarse hasta donde me encontraba, y así lo hizo. —Elimina todo rastro de lo que pasó aquí, quema el cuerpo y asegúrate de hacer parecer la desaparición de ese imbécil como una fuga de su parte, ¿Entendido? —Asintió al escucharme y satisfecho con su respuesta, comencé a caminar hasta la salida de aquel galpón en el que me encontraba. Estaba muy feliz ese día, pues afortunadamente esa víctima en particular antes de morir me había develado información que necesitaba para poder llevar uno de mis planes a cabo, razón por la que su muerte no fue tan dolorosa como lo tenía planeado. Me quité la camisa y comencé a limpiar mis manos cubiertas de sangre una vez estuve frente a mi coche y mi guardaespaldas abrió la puerta trasera para mí. Su
•Ada Sloan•Le di la vuelta a la pequeña tortilla de omelette que tenía en el sartén y sonreí con emoción al ver lo linda que me había quedado. Y, aunque parecía algo ridículo e infantil, me emocionaba porque era la primera vez que no se me rompia en el sartén y quedaba como huevo revuelto. Esperé durante unos segundos más y cuando sentí que ya había sido suficiente, apagué la estufa y comencé a servir todo en los platos. Vlad se había quedado a dormir en casa, había sido un poco raro para mí el dormir con alguien en la misma cama, pues no estaba acostumbrada y menos desde lo que había pasado con Andrei, pero debo admitir que su cuerpo se había convertido en mi almohada toda la noche. No había sido nada fácil para mí el confesarle toda la verdad con respecto a mis traumas y demás, pero cuando lo vi tan furioso y a punto de explotar, decidí no tentar mi suerte y hablar de una vez por todas. Tenía miedo de lo que pudiera hacer, ya sabía que él era un mafioso y, aunque no sentía temor
•Ada Sloan• Di varias vueltas en la cama y maldije en voz baja al no poder conciliar el sueño. Tenía varias horas en lo mismo y nada que lograba dormir. Un poco frustrada, me levanté de la cama y caminé directamente hasta la cocina, me prepararía un poco de leche caliente a ver si con eso se me quitaba el insomnio. Habían pasado varias semanas desde el incidente que habia ocurrido en el restaurante al que fui con Vlad. Semanas en las que el miedo volvió nuevamente y me hizo sentirme más insegura de lo normal. Temía que Andrei pudiera dar con mi ubicación, sabía que era capaz de hacer todo por saltarse los protocolos del edificio y entrar como Pedro por su casa solo para hacerme daño. No sabía por qué, pero desde que me había conocido se había empeñado en hacerme daño. Había comenzado con pequeñas bromas de mal gusto, luego sus juegos pesados donde pegaba chicles en mi cabello y por último, decidió colarse en mi habitación de noche para tocarme sin mi consentimiento. Razón por l
•Vlad Vólkov•Apreté a Ada contra mi pecho mientras veía con odio al tipo que tenía frente a mí y lo apuntaba con mi arma. Era amigo del dueño del restaurante en el que nos encontrábamos, por lo que me importaba muy poco dar un espectáculo en el sitio. Ese imbécil pagaría por haberla tocado de esa manera. No sabía quién carajos era, pero ya lo averiguaría y lo haría pagar por el dolor que le causó a ella, quién lloraba desconsoladamente en mi pecho y me pedía que no hiciera nada. —¿Ahora sí tienes miedo, imbécil? —me dirigí a él con voz dura al notar como había miedo en su mirada y como alzaba los brazos a cada lado de su cabeza dando a entender que se estaba rindiendo. Pero ya era demasiado tarde para arrepentimientos. Le había advertido que debía soltar a Ada si no quería que las cosas terminaran mal, pero al parecer pensó que mis amenazas eran en vano. —Puedes tener problemas con la policía si llegas a hacerme algo, estamos en un lugar público y tienes un arma de fuego —dijo
•Ada Sloan•Le sonreí con amabilidad al mesero que nos estaba atendiendo aquella noche y Vlad comenzó a ordenar por mí, pues estabamos en un restaurante italiano y la verdad era que no sabía qué pedir en el menú. —¿Quieres un poco de vino tinto? —su pregunta me sacó de mis pensamientos y solo hasta ese momento me di cuenta de que el mesero ya se había ido y habíamos quedado solos nuevamente. Asentí en respuesta y él inmediatamente sirvió un poco del líquido en mi copa, misma que me llevé a la boca al instante. Gemí bajito al sentir el exquisito sabor del vino en mi palader y no pasó desapercibido para mí como me miró justo en ese instante. Lo hacía como si quisiera denudarme con la mirada, algo que no llegó a incomodarme del todo, pero sí lograr que mi corazón comenzara a latir frenticamente a causa de los nervios.—¿Y qué tal te fue hoy en tu guardia? —preguntó nuevamente haciendome volver a la realidad y le sonreí antes de contestar. —Muy bien, afortunadamente no hubieron tantas