Capítulo 2

•Vlad Vólkov•

Le dí un sorbo a mi trago y esperé pacientemente a que llegara la mujer que había citado en mi auto esa noche.

Mi chofer se encontraba en el asiento del píloto esperando una orden de mi parte para poder proceder, pero no me iría de ese lugar sin antes lograr mi objetivo.

Necesitaba que Ada supiera que existía y que estaba dispuesto a conquistarla, tenía meses observandola desde las sombras y anhelando por fin poder tenerla entre mis brazos.

Luego de tanta espera, por fin había llegado el momento indicado.

La puerta a mi lado se abrió y por la misma entró la mujer que estaba esperando. Le sonreí al tenerla sentada a mi lado y ella imitó mi gesto al instante.

El chofer bajó del auto y nos dejó solos, tal como se lo había ordenado minutos antes.

—Buenas noches —la saludé con educación y reí al ver la mirada que me dedicó al instante.

No estaba nada contenta, y la entendía, pero aún así me importaba muy poco. Quería lograr mi objetivo y, si para eso debía mover cielo y tierra, pues lo haría.

—¿Para qué me citó acá, Vólkov? —preguntó de mal humor y levanté una ceja al notar su actitud desafiante.

—Eres una figura de poder dentro del hospital, por lo que requiero de tus influencias para poder llevar uno de mis planes a cabo —le dije yendo directo al grano, pues no estaba de ánimos para dar rodeos y perder mi tiempo.

—No haré ningún trabajo sucio por tí —dijo rápidamente y negué sonriendo al comprender que no entendía lo que le estaba tratando de decir.

—Parece que la inteligencia que te caracteriza se te esfumó, Russell —le dije con burla ganándome una mala mirada de su parte, así que decidí continuar —. Necesito que mantengas a Ada Sloan fuera del área de emergencias por hoy.

—¿Qué? Sabes que eso es casi imposible, ella es una de las mejores doctoras que tenemos en el hospital y cuando está de guardia es de gran ayuda para esa área —replicó al instante.

Reí al escucharla y negué rápidamente.

Me importaba un bledo si era la mejor en el área de emergencias o no, la quería fuera de ese sitio para poder llevar a cabo mi cometido y así sería.

—No te estoy preguntando si su presencia es una de las más requeridas en el área de emergencias o no —le dí un trago a mi vaso con Vodka y continúe —. Te estoy exigiendo que la mantengas fuera de ese lugar para así poder llevar mi plan a cabo.

—No sé qué te traes entre manos con esa muchacha, pero sabes que no puedo hacer lo que me pides —soltó un suspiro y me miró nuevamente —. Soy su superior, pero no puedo ir en contra de las reglas del hospital y eso lo sabes.

—Eres la directora del hospital, puedes hacer eso y más.

—Va en contra de las reglas, Vólkov.

—Para mí las reglas no existen, así que harás lo que te estoy pidiendo —le ordené al instante y ella negó.

—¿O si no qué? —preguntó con una actitud desafiante y reí al escucharla.

Por lo visto se le había olvidado con quién estaba hablando, pues no era la primera vez que la citaba en mi auto para que hiciera el trabajo sucio por mí dentro del hospital.

—Me encargaré de cerrarte todas las puertas y de que no encuentres la manera de salir adelante con tu hijo, recuerda que el mismo está muy enfermo como para poder asistir a la escuela, por lo que no te conviene rechazar mi orden —le recordé rápidamente y noté como el color abandonó su rostro.

Sabía que jugar con la salud de su hijo era lo más perverso que podía hacer solo para lograr mi objetivo, pero era eso o perder, y yo nunca perdía.

—Te estás metiendo con lo más preciado que tengo, eso es jugar sucio, Vlad —dijo temblando del miedo y me encongí de hombros.

Nada en la vida era justo.

—Tienes aproximadamente... —miré mi reloj y luego a ella —, dos minutos para pensarlo y darme una respuesta —le sonreí con falsa amabilidad y me miró durante unos segundos sin decir nada.

Le di un sorbo a mi trago y sonreí con malicia.

—Recuerda la gran deuda que tienes con el banco justo ahora, puedes quedar en la calle junto con tu hijo si me da la gana, Amanda —le recordé al instante y ella volteó a verme con miedo y a la vez rabia.

—¿Por qué haces todo esto? —preguntó luego de unos segundos en silencio y la miré fijamente antes de sonreir con malicia.

—Porque quiero que Ada sea mía, y el que se meta en mi camino, lo haré a un lado sin importarme quién sea —solté tajante y ella me miró antes de asentir.

—¿Qué me asegura que no quieres hacerle daño? Ella es una de las mejores doctoras que tenemos en el hospital y tú un mafioso, del que definitivamente se puede esperar todo.

—Exacto, de mí puedes esperarlo todo, menos abandonar las ganas que siento de convertirla en mi mujer —solté tajante.

—Hacer eso me traerá problemas, ¿A dónde la envio si se supone que en sus horas de guardia debe estar en emergencia?

—No lo sé, imaginate los millones en tu cuenta y ponte creativa, estaré en unos minutos en las instalaciones del hospital y como nada salga a mi favor, tendrás problemas conmigo —le advertí con voz dura y ella palideció al oírme.

—Puedo enviarla al área de archivos a imprimir las historias de los pacientes.

—No importa, ya tengo todo planeado. Paralizarán el ascensor de los residentes para que ambos nos podamos quedar allí por mucho tiempo.

Me miró con asombro, pero aún así no dijo nada más, su situación economica dependía de mí, por lo que no le convenía decirme que no.

—Está bien, solo no me involucres en nada de esto y que cumple con tu palabra —pidió y asentí.

—Tranquila, ya los millones están en tu cuenta bancaria, así que puedes estar tranquila y dormir en paz al saber que tu deuda con el banco está completamente saldada.

—Está bien, la enviaré al área de archivo por el tiempo que sea necesario, si eso es todo, que tenga buenas noches.

—Un placer hacer negocios con usted, doctora Russell.

(...)

Miré a mi alrededor y moví mi pierna con impaciencia esperando ver cualquier movimiento de Ada; la mujer que se había metido en mi mente desde que la había visto.

No sabía si era el increíble parecido que tenía con mi primer amor o su manera de caminar lo que me tenía loco, lo único que sabía era que no la podía sacar de mi mente y necesitaba saber más de ella.

Necesitaba poseerla.

Desde que la vi saliendo de su casa en compañía de su hermano, mi polla se había despertado con tan solo ver el movimiento de sus caderas, algo que no toda mujer lograba con tanta facilidad.

No cualquiera logra sorprenderme y ella lo hizo, por lo que haría todo lo que estuviera en mis manos para hacerla mía de una vez por todas.

Solo mía, carajo.

Preso de mis instintos, había comenzado a seguirla desde las sombras, pero luego de varios meses sentía que ya era hora de que supiera de mi existencia.

Salí de mis pensamientos cuando una notificación en mi teléfono me hizo voltear hasta el mismo, sonreí al leer el mensaje y guardé el aparato en el bolsillo de mi saco.

Me levanté de la silla en la que me encontraba y caminé hasta el área más apartada del hospital.

Me había llegado la señal que necesitaba, Ada ya iba en camino al archivo a imprimir las historias médicas de la guardia de ese día. Mi plan para que supiera de mi existencia estaba saliendo a la perfección, aunque era algo lento, no me quejaba. 

Aunque moría de ganas por hacer las cosas a mi manera, sabía que debía ir despacio para así no asustarla. Llegar de la nada y secuestrarla, como tenía planeado hacer desde que la ví, sólo lograría empeorar la situación y lograr que me viera como su enemigo.

Me escondí detrás de una pared y sonreí al verla entrar al departamento de archivo muerta de miedo, esa era una zona solitaria y, por ende, muy silenciosa.

Esperé durante unos minutos y cuando noté que comenzó a cerrar la puerta con llave, caminé rápidamente hasta el ascensor, pulsé el botón y entré al mismo una vez que sus puertas se abrieron.

—Buenas noches, Doctora —la saludé con amabilidad una vez estuvo dentro del ascensor por completo y las puertas del mismo se cerraron.

Abrazó los papeles que tenía contra su pecho, me miró durante unos segundos y me sonrió al instante.

—Buenas noches —respondió amable y dejó caer su espalda en la pared del ascensor, no sin antes pulsar el número de piso al que iba.

¡Qué bella, carajo!

—¿Mucho trabajo esta madrugada? —pregunté intentando romper el hielo y lo logré, pues me sonrió al instante y asintió.

—Sí, pero nada de lo que no esté acostumbrada —respondió con voz calmada y asentí con una sonrisa.

—Y usted, ¿Tiene algún familiar acá? —preguntó de vuelta y asentí nuevamente.

—Sí, mi mejor amigo se peleó con alguien más y tiene varias costillas rotas —mentí con total descaro y quise reír al ver como arrugó la cara al escucharme, pero aún así me contuve y fingí que su gesto no me había causado risa.

No tenía ningún amigo en ese sitio, pero para asegurarme de que mi mentira estuviera bien sustentada, uno de mis hombres estaba en el área de emergencias recibiendo atención médica por varios golpes que se le propinaron para ese teatro.

En definitiva, cuando algo se me metía en la cabeza debía lograrlo porque sí, no me importaba lo que tuviera que hacer con tal de lograr mi objetivo. Y en este caso no sería la excepción.

—Vaya, espero pueda recuperarse pronto —dijo luego de unos segundos en silencio y le sonreí en respuesta.

A los pocos segundos el ascensor hizo un gran estruendo y las luces del mismo comenzaron a parpadear.

Sonreí al notar como Ada se agarraba de las paredes del mismo e intentaba no gritar del miedo, sin éxito claro.

A los pocos segundos todo quedó en completa oscuridad, justo como lo había planeado.

—¿Qué está pasando? —preguntó rápidamente y me encogí de hombros en respuesta, pero al recordar que no me podía ver por la oscuridad que había en el lugar, saqué mi teléfono, encendí la linterna y comencé a alumbrarlo todo.

Fruncí el ceño al notar su reacción e intenté acercarme, pero ella inmediatamente se alejó y se acurrucó en una esquina del lugar.

¿Por qué carajos huía de mi toque como si le fuera a hacer daño? Podía entender que era un completo desconocido y que sentía miedo, pero su reacción solo activó las alarmas en mi sistema.

Intenté calmarla, pero ella solo lloraba en silencio y me miraba con miedo. Había sido amable, traté de sonreírle en todo momento para que no pensara nada malo de mí y aún así se encontraba llena de pánico.

Pero, ¿Por qué?

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