•Ada Sloan•
Él imitó mi acto y juntos reímos durante unos minutos donde se me olvidaron todos mis problemas, el lugar en el que nos encontrábamos y mi miedo a estar en un espacio reducido con una persona del sexo opuesto.A los pocos minutos dejé de reír y, sin poder evitarlo, me quedé mirándolo fijamente al igual que él a mí, como si no existiera nada más a nuestro alrededor.A pesar de la poca luz que había en el lugar, pude notar el azul de su mirada y me quedé embelesada con la misma. Tenía unos ojos realmente hermosos, sin mencionar sus largas y abundantes pestañas.Bajé mi mirada hasta sus labios y noté como los relamía al sentir mi mirada en los mismos.El sonido del juego seguía sonando de fondo, pero aún así ambos estábamos muy ocupados mirándonos mutuamente que no le préstamos atención a ese detalle.Era un hombre realmente guapo, cualquier mujer en su sano juicio lo notaría, sin duda.—¿Qué edad tienes, Ada? —su pregunta me sacó de mis pensamientos.—Veintisiete, ¿Y tú?—Treinta y dos —respondió orgulloso y lo miré sorprendida.La verdad era que no los aparentaba en lo absoluto.—Vaya, no los aparentas —le dije a lo que él sonrió en respuesta.—Gracias, eso es un verdadero halago para mí.Le sonreí en respuesta.—¿Y tienes mucho tiempo graduada como médico? —preguntó nuevamente y negué.—No, en unos meses cumpliré los dos años de haberme graduado —respondí de vuelta y él asintió.Miré las hojas que se suponía debía entregarle a la doctora Russell y reí bajito al imaginar lo furiosa que debía estar al ver lo mucho que me estaba tardando.Porque si, debía estar encerrada en el ascensor varias horas, aproximadamente.—¿Qué hora es? —le pregunté luego de unos segundos y él miró su reloj de mano rápidamente.—Las 3:23 AM.—Russell me va a matar —murmuré y él me miró extrañado.—¿Quién es Russell?—Mi jefa, me mandó a imprimir estas historias médicas y al ver lo mucho que me he demorado, de seguro ya le habrán salido canas verdes.Río al escucharme e imité su acto.¡Tenía una sonrisa preciosa, carajo!—Bueno, al ver en la situación en la que te encuentras como para no hacer lo que te pidió, creo que no te matará así como dices, querida —intentó darme ánimos y me relajé un poco al pensar en sus palabras porque era cierto.Pegué mi cabeza de la pared metálica y cerré los ojos durante unos instantes, moría de sueño y sin duda aprovecharía esos pocos minutos para poder descansar.Sabía que en cualquier momento llegarían por nosotros, así que no podía dormir una siesta antes de comenzar con mis labores en el área de emergencias.—¿No has dormido nada en todo lo que va de noche? —abrí los ojos al escuchar su pregunta y asentí.—No.—Si quieres puedes usar mi saco como almohada, no creo que sea cómodo para tí dormir en esa posición —reí al escucharlo y negué.Por más que lo intentara, no iba a poder dormir en su compañía.El miedo que sentía me lo impedía, no quería volver a pasar por lo mismo y algo me decía que no debía confiarme de nadie por muy cara bonita que fuera.Cerré los ojos durante unos instantes intentando calmar el irracional sueño que estaba amenazando con dejarme inconsciente por varias horas, pero sabía que sería difícil el poder dormir en completa paz.—Insisto, si quieres dormir puedes hacerlo, prometo alejarme lo más que pueda para que no te sientas incómoda con mi presencia —se rodó hasta una esquina del ascensor y, por ende, de mi, lo que me brindó un poco de confianza.—Te tomaré la palabra, pero solo por unos minutos, no me puedo dormir y que al venir por nosotros me vean en esas condiciones.—Tú tranquila, si vienen por nosotros yo te levanto antes de que puedan verte dormir, ¿Te parece?Sonreí al escucharlo y asentí.Tomé su saco, lo hice bolita y lo puse en el suelo antes de acostarme de lado encima del mismo.Al instante su exquisito perfume llegó a mis fosas nasales y juro que amé con todo mi corazón, pero aún así no dije nada.Al confirmar nuevamente que se encontraba en una distancia considerable, cerré los ojos y me dejé llevar por los brazos de Morfeo.Algo dentro de mí me decía que él era de fiar y que no me haría daño.(...)Vlad Vólkov•Tomé mi teléfono rápidamente y comencé a teclear en el mismo en el chat de Owen, mi mano derecha.Necesitaba respuestas sobre el miedo que tenía Ada al contacto físico. Al leer el expediente que me habían dado sobre ella, eso no aparecía por ningún lado.Razón por la que me cabreé al instante.Sabía que eso solo podía significar una cosa, conocía muchos casos parecidos y todos apuntaban a lo mismo, pero aún así quería creer que a Ada no le había pasado nada.Que su miedo al contacto físico se trataba de algo más, pero lamentablemente todo apuntaba a que efectivamente o la habían tocado sin su consentimiento, o habían llegado a algo más con ella.Algo a lo que definitivamente no estaba de acuerdo.Imaginarla pidiendo ayuda mientras alguien más la poseía sin importarle nada, hizo que la sangre en mi sistema hirviera.Estaba rogando que Owen me diera buenas noticias, pero si había un culpable detrás de aquel miedo que ella sentía, rogaba tenerlo al frente para matarlo lenta y dolorosamente.Lo haría pagar por cada lágrima derramada.Desvíe la mirada de la pantalla de mi teléfono y la miré dormir plácidamente en el suelo. Algo dentro de mí se encendió al notar su increíble parecido con Tania, quién en mi infancia consideré mi primer amor.Eran idénticas, tanto así que hasta me atrevía a decir que se trataba de su hermana gemela.Pero eso era algo imposible, Tania era hija única.Salí de mis pensamientos cuando el sonido de la notificación en mi teléfono me hizo voltear a ver la pantalla del mismo.Mi humor cambió al leer como ya venían en camino a sacarnos de aquí, pues al sabotear el ascensor sabía que los bomberos no tardarían en acudir para arreglar la falla.Por lo que mis minutos a solas con Ada estaban por terminar.Pero aún así no me importaba, había logrado crear un vínculo amistoso con ella y eso sería suficiente para poder verla nuevamente y saludarla.Me había ganado su confianza en esas horas y era suficiente para mí, por los momentos.Ya me encargaría de hacerla entrar en confianza de otra manera y que gritara mi nombre mientras la hacía mía.Le di un último vistazo y sonreí al verla dormir.Había llegado la hora de hacerla mi mujer, solo mía, carajo.•Ada Sloan•Días después...Le di un sorbo a mi café y miré con diversión a mis amigas, quienes se encontraban en mi departamento luego de un larga jornada laboral en el hospital, ellas no paraban de acosarme con sus preguntas sobre lo que había ocurrido días antes en el hospital con aquel guapo hombre. Luego del incidente que pasó en el ascensor, lograron solucionar la falla que había ocasionado que el mismo se quedará sin electricidad. Por lo que afortunadamente Vlad y yo logramos salir ilesos de todo.Obviamente se había armado un desastre en el hospital al descubrir que el ascensor estaba paralizado, por lo que al salir, nos encontrábamos con la mitad de los médicos y personas curiosas al pie de las puertas.Había sido un poco incómodo tener sus miradas encima de nosotros, pero todo eso fue ignorado cuando nos comenzaron a preguntar sí estábamos bien y demás.Luego de eso, nos llevaron a una habitación a revisarnos un poco más a detalle para ver si todo estaba en orden, pues al p
•Ada Sloan•Le sonreí con amabilidad al mesero que nos estaba atendiendo aquella noche y Vlad comenzó a ordenar por mí, pues estabamos en un restaurante italiano y la verdad era que no sabía qué pedir en el menú. —¿Quieres un poco de vino tinto? —su pregunta me sacó de mis pensamientos y solo hasta ese momento me di cuenta de que el mesero ya se había ido y habíamos quedado solos nuevamente. Asentí en respuesta y él inmediatamente sirvió un poco del líquido en mi copa, misma que me llevé a la boca al instante. Gemí bajito al sentir el exquisito sabor del vino en mi palader y no pasó desapercibido para mí como me miró justo en ese instante. Lo hacía como si quisiera denudarme con la mirada, algo que no llegó a incomodarme del todo, pero sí lograr que mi corazón comenzara a latir frenticamente a causa de los nervios.—¿Y qué tal te fue hoy en tu guardia? —preguntó nuevamente haciendome volver a la realidad y le sonreí antes de contestar. —Muy bien, afortunadamente no hubieron tantas
•Vlad Vólkov•Apreté a Ada contra mi pecho mientras veía con odio al tipo que tenía frente a mí y lo apuntaba con mi arma. Era amigo del dueño del restaurante en el que nos encontrábamos, por lo que me importaba muy poco dar un espectáculo en el sitio. Ese imbécil pagaría por haberla tocado de esa manera. No sabía quién carajos era, pero ya lo averiguaría y lo haría pagar por el dolor que le causó a ella, quién lloraba desconsoladamente en mi pecho y me pedía que no hiciera nada. —¿Ahora sí tienes miedo, imbécil? —me dirigí a él con voz dura al notar como había miedo en su mirada y como alzaba los brazos a cada lado de su cabeza dando a entender que se estaba rindiendo. Pero ya era demasiado tarde para arrepentimientos. Le había advertido que debía soltar a Ada si no quería que las cosas terminaran mal, pero al parecer pensó que mis amenazas eran en vano. —Puedes tener problemas con la policía si llegas a hacerme algo, estamos en un lugar público y tienes un arma de fuego —dijo
•Ada Sloan• Di varias vueltas en la cama y maldije en voz baja al no poder conciliar el sueño. Tenía varias horas en lo mismo y nada que lograba dormir. Un poco frustrada, me levanté de la cama y caminé directamente hasta la cocina, me prepararía un poco de leche caliente a ver si con eso se me quitaba el insomnio. Habían pasado varias semanas desde el incidente que habia ocurrido en el restaurante al que fui con Vlad. Semanas en las que el miedo volvió nuevamente y me hizo sentirme más insegura de lo normal. Temía que Andrei pudiera dar con mi ubicación, sabía que era capaz de hacer todo por saltarse los protocolos del edificio y entrar como Pedro por su casa solo para hacerme daño. No sabía por qué, pero desde que me había conocido se había empeñado en hacerme daño. Había comenzado con pequeñas bromas de mal gusto, luego sus juegos pesados donde pegaba chicles en mi cabello y por último, decidió colarse en mi habitación de noche para tocarme sin mi consentimiento. Razón por l
•Ada Sloan•Le di la vuelta a la pequeña tortilla de omelette que tenía en el sartén y sonreí con emoción al ver lo linda que me había quedado. Y, aunque parecía algo ridículo e infantil, me emocionaba porque era la primera vez que no se me rompia en el sartén y quedaba como huevo revuelto. Esperé durante unos segundos más y cuando sentí que ya había sido suficiente, apagué la estufa y comencé a servir todo en los platos. Vlad se había quedado a dormir en casa, había sido un poco raro para mí el dormir con alguien en la misma cama, pues no estaba acostumbrada y menos desde lo que había pasado con Andrei, pero debo admitir que su cuerpo se había convertido en mi almohada toda la noche. No había sido nada fácil para mí el confesarle toda la verdad con respecto a mis traumas y demás, pero cuando lo vi tan furioso y a punto de explotar, decidí no tentar mi suerte y hablar de una vez por todas. Tenía miedo de lo que pudiera hacer, ya sabía que él era un mafioso y, aunque no sentía temor
Vlad VólkovSolté el cuchillo que tenía entre mis manos y sonreí con malicia al ver el cuerpo inerte de mi víctima frente a mí completamente bañado en sangre. Le dediqué una rápida mirada a mi hombre de confianza y con una seña le pedí que terminara de acercarse hasta donde me encontraba, y así lo hizo. —Elimina todo rastro de lo que pasó aquí, quema el cuerpo y asegúrate de hacer parecer la desaparición de ese imbécil como una fuga de su parte, ¿Entendido? —Asintió al escucharme y satisfecho con su respuesta, comencé a caminar hasta la salida de aquel galpón en el que me encontraba. Estaba muy feliz ese día, pues afortunadamente esa víctima en particular antes de morir me había develado información que necesitaba para poder llevar uno de mis planes a cabo, razón por la que su muerte no fue tan dolorosa como lo tenía planeado. Me quité la camisa y comencé a limpiar mis manos cubiertas de sangre una vez estuve frente a mi coche y mi guardaespaldas abrió la puerta trasera para mí. Su
Ada SloanAl escuchar la voz de Sergei, me alejé rápidamente de Vlad y le di la espalda para ver la silueta de mi hermano aparecer en nuestro campo de visión. Había llegado desde la mañana y había pasado parte del día conmigo, algo que me había sorprendido un poco porque cada vez que venía avisaba, pero hoy había sido la excepción. No contaba con la visita de Vlad, lo que me hacía sentir un poco nerviosa al tener que presentarlos, sabiendo lo celoso que era mi hermano conmigo, pero supongo que ya era una mujer y debía aprender a afrontar las situaciones como tal. Con una sonrisa y los nervios de punta, volteé a ver a Vlad, me paré a su lado y le tomé la mano para poder presentarlos. Aún no sabía que éramos realmente, por lo que no podía presentar como mi novio, pero sí sabía que amigos del todo no éramos y eso solo lograba emocionarme.—Sergei, él es Vlad —lo señalé con una sonrisa en el rostro —. Vlad, él es mi hermano mayor; Sergei. Un silencio sepulcral inundó la habitación, ha
Ada SloanLe di un sorbo a mi café mientras leía las historias médicas que tenía en mis manos e intenté concentrarme en otra cosa que no fuera Vlad. Desde el incidente que había ocurrido en el departamento con él y Sergei, no lo había vuelto a ver. Él por supuesto me había buscado en reiteradas oportunidades y me había mandado ramos de flores que, por supuesto, había tirado a la basura. Aún seguía sin poder creer que se hubiera prestado para la idiotez que había cometido su hermano con Dasha. Seguía sin poder creer que por su culpa la habían secuestrado y torturado no sé por cuánto tiempo, lo que me hacía comprender que eran más peligrosos de lo que yo creía. Aunque claro, al saber a lo que se dedicaban era más que obvio, solo que yo me hacía la vista gorda por la atracción que sentía por él. Solté las hojas con fastidio al no entender absolutamente nada de lo que estaba leyendo y de un solo sorbo me tomé el café que quedaba en mi taza. Necesitaba concentrarme porque estaba trabaj