Capítulo 5

•Ada Sloan•

Días después...

Le di un sorbo a mi café y miré con diversión a mis amigas, quienes se encontraban en mi departamento luego de un larga jornada laboral en el hospital, ellas no paraban de acosarme con sus preguntas sobre lo que había ocurrido días antes en el hospital con aquel guapo hombre.

Luego del incidente que pasó en el ascensor, lograron solucionar la falla que había ocasionado que el mismo se quedará sin electricidad. Por lo que afortunadamente Vlad y yo logramos salir ilesos de todo.

Obviamente se había armado un desastre en el hospital al descubrir que el ascensor estaba paralizado, por lo que al salir, nos encontrábamos con la mitad de los médicos y personas curiosas al pie de las puertas.

Había sido un poco incómodo tener sus miradas encima de nosotros, pero todo eso fue ignorado cuando nos comenzaron a preguntar sí estábamos bien y demás.

Luego de eso, nos llevaron a una habitación a revisarnos un poco más a detalle para ver si todo estaba en orden, pues al parecer teníamos varias horas encerrados allí.

Muy pocas personas en el hospital sabían de mi miedo al contacto físico y me gustaba que fuera así.

—¿Nos vas a contar o no? —le pregunta de Sabrina, una de mis colegas, me sacó de mis pensamientos y la miré con una sonrisa en el rostro.

—Ya les conté todo, les juro que no pasó más nada —dije entre risas y ellas negaron riendo también.

No me creían del todo, decían que al estar encerrada con semejante adonis en un ascensor por horas, no era probable que solo jugáramos Candy Crush en su teléfono y que yo durmiera como niña pequeña.

—En caso de que así sea, ¿Cómo carajos no aprovechaste la oportunidad que se te presentó en el camino, hermana? —reí fuerte al escuchar a Kiara y ella junto a Sabrina imitaron mi acto al instante.

Desde ese incidente no paraban de hablar del tema a pesar de que ya habían pasado varios días y sabía muy poco de Vlad.

A pesar de que tenía su número, por que sí, me lo había dado minutos antes de abandonar el hospital, no había tenido el valor de escribirle.

La última vez que lo había visto fue cuando se presentó al día siguiente a llevarme flores y chocolates, lo que había despertado la emoción en mis amigas.

Y no lo negaré, también en mí.

—¡Pero si era la primera vez que lo veía! ¿Cómo querías que aprovechara? —pregunté entre risas.

—¿Y vas a preguntar? ¡Debías comertelo hasta en el pensamiento, mujer! —exclamó Kiara luego de darle un sorbo a su café y me partí de la risa al escucharla.

—Bueno, lo único que tengo es su número de teléfono —dije luego de unos minutos en silencio y atrayendo sus miradas.

—Ada, dime por favor que le has escrito a ese hombre —Sabrina me miró fijamente esperando una respuesta positiva de mi parte, pero para su mala suerte, negué.

—No he tenido el valor de escribirle —le confesé y ambas negaron en desacuerdo.

—Definitivamente Dios le da pan a quien no tiene dientes —Kiara recitó el tan conocido refrán y nuevamente reí al escucharla.

No sabía exactamente por qué me costaba tanto escribirle, quizá era porque sentía miedo.

¿De qué? No sé.

Bueno, sí lo sabía, pero no quería pensar en ello.

Lo que sí sabía era que desde ese día no lo había logrado sacar de mi mente, había algo en él que me había dejado flechada y con su rostro en mis pensamientos todos los días.

—¿Y por qué no aprovechas para escribirle ahora? —sugirió Sabrina y la miré con los ojos bien abiertos.

—¿Escribirle? No, no —negué rápidamente.

Algo que no les había dicho era que él me enviaba mensajes todos los días, pero era yo quién los ignoraba por miedo a lo que pudiera ocurrir entre ambos.

—Entiendo que sientas miedo de relacionarte con alguien más, amiga —comenzó a hablar Kiara mientras Sabrina asentía en respuesta —. Pero debes entender que no toda la vida puedes estar evadiendo las oportunidades que se te presentan en el camino, eres joven, bonita y él es un gran partidazo para tí.

Me quedé en silencio meditando en sus palabras durante unos segundos, pero al sentir un movimiento raro en mis piernas, volteé rápidamente a ver qué era y casi me muero de un infarto al ver como Sabrina había tomado mi teléfono.

Misma que se encontraba en mis piernas.

Se levantó rápidamente del sofá y comenzó a teclear en el mismo, logrando que mi corazón comenzara a latir frenéticamente.

Sabrina no medía las cosas que hacía.

—¡Sabrina, no! —le grité desesperada y me levanté del sofá yendo hasta ella, mientras que Kiara únicamente se reía de lo ocurrido.

No me dijo nada y en cambio se paró detrás de la mesa del comedor y la utilizó como escudo para que no pudiera llegar hasta ella y quitarle el teléfono de las manos.

Lo que me hizo desesperarme más de la cuenta.

Sabía que le estaba escribiendo a Vlad, lo sabía.

—No te molestes, te estoy haciendo un favor —dijo e inmediatamente se llevó el teléfono a la oreja, lo que me dió a entender que estaba llamándolo.

¡Bendita sea la hora en la que se me ocurrió registrarlo por su nombre!

Intenté acercarme a ella y esta vez lo logré con éxito, pero ya no valía de nada, pues aparentemente Vlad había respondido la llamada.

Ella río y me tendió el teléfono mostrándome la llamada en curso, lo que me hizo querer tirarme de un puente en ese momento.

No, no, no.

Tomé el teléfono y estuve tentada a cortar la llamada, pero al ver su cara de advertencia, lo que hice fue respirar hondo y llevarlo hasta mi oreja.

Sería estupido colgar cuando ya había respondido la llamada.

—H-hola —dije en medio de un susurro y escuché una risa al otro lado de la línea.

¡Maldición!

—Hola, Ada —respondió de vuelta y mi corazón comenzó a latir frenéticamente al escuchar mi nombre saliendo de sus labios.

—¿Cómo estás? —pregunté lo primero que se me vino a la cabeza y quise abofetearme por eso.

De seguro parecía una idiota, carajo.

—Muy bien ahora que escucho tu voz —sonreí sin poder evitarlo y noté la mirada que me daban mis amigas al entender todo, así que nuevamente me senté en la mesa junto a ellas y me concentre en la llamada en curso —. ¿Tú cómo estás?

—Muy bien, gracias —respondí de vuelta y noté como mis amigas sonreían emocionadas al escucharme hablar.

—Me alegra saberlo —escuché unas voces de fondo y de repente silencio —. Justo iba a pasar por el hospital a verte hoy, estás de guardia, ¿No?

Asentí, pero al recordar que no me podía ver, respondí rápidamente.

—Sí, hoy tuve una guardia, pero ya acabé y estoy en casa —le expliqué rápidamente.

—Me alegra saberlo, hoy iba a pasar por allá para invitarte a cenar, ¿Me aceptarías la salida?

Me sonrojé al instante al oírlo y miré a mis amigas con emoción, mientras que ellas me preguntaban en medio de susurros qué carajos me estaba diciendo, pero yo estaba demasiado emocionada como para poner mis pensamientos en orden.

¡Me estaba invitando a cenar, carajo!

—Claro que sí, me encantaría ir a cenar contigo —respondí de vuelta y no pasó desapercibido para mí como Sabrina y Kiara comenzaban a dar pequeños brinquitos de emoción en sus sillas.

Al parecer les emocionaba más que a mí.

Mi corazón estaba latiendo frenéticamente a causa de todo aquello.

Me sentía demasiado emocionada por eso, y a la vez algo nerviosa. Tenía mucho tiempo sin intentar nada con nadie, por lo que mis nervios no se hicieron esperar.

—¿Te parece si paso por tí en unas horas? —su pregunta logró que la emoción que sentía en el pecho comenzará a crecer cada vez más.

—Sí, me parece bien —respondí al instante con una sonrisa en el rostro.

—Esperaré con ansias nuestro encuentro, Ada —dijo rápidamente y sonreí aún más al escucharlo.

Corté la llamada y chillé de la emoción al asimilarlo todo.

¡Por primera vez en mucho tiempo me daría la oportunidad de salir con alguien!

—¿Qué te dijo? —la pregunta de Kiara no se hizo esperar y sonreí emocionada.

—Me invitó a cenar —respondí al instante logrando que comenzarán a chillar de la emoción y solo hasta ese momento me di cuenta lo mucho que se alegraban por mí.

—Y por lo que veo estás muy emocionada por ello —comentó Sabrina y asentí al escucharla.

Sentía emoción y miedo a la vez, pero aún así quería darme la oportunidad de intentarlo. Vlad era un hombre muy guapo, algo que cualquier mujer en su sano juicio notaría a kilómetros.

Asentí en respuesta y comenzamos a hablar de ello, hasta que una notificación en mi teléfono me hizo desviar mi mirada hasta el mismo solo para ver el mensaje de Vlad que me había llegado.

«A las 8:00 PM estaré en la puerta de tu casa, ponte más hermosa de lo que ya eres y nos vemos en un rato»

Sonreí al leer el mensaje y al instante se lo mostré a mis amigas, quienes comenzaron a chillar emocionadas.

Rápidamente decidimos ponernos manos a la obra para así poder terminar a tiempo. Tenía pocas horas para arreglarme y quedar lista a tiempo.

Y así fue, luego de varias horas, finalmente me encontraba lista y emocionada por la salida con Vlad, quién minutos antes me había llamado para informarme que ya venía en camino.

Razón por la que me encontraba muy nerviosa, pero aún así me relajé lo más que pude y me miré en el espejo de la habitación por enesima vez en lo que iba de noche. Decidí colocarme un vestido negro con un escote pequeño en la espalda, de mangas largas y que me llegaba hasta la mitad de los muslos.

Los accesorios no se hicieron esperar, al igual que los tacones a juego con todo mi atuendo.

El timbre de la casa sonó anunciado la llegada de Vlad y compartí miradas con mis amigas, quienes sonreían emocionadas al verme.

—Respira hondo y sonríe mucho, estoy segura de que lo lograrás enamorarlo más si sigues mi consejo —me animó y le sonreí en respuesta.

Ellas se quedarían en casa esa noche, pues se suponía que yo no saldría a ningún lado y todas nos quedaríamos viendo películas, pero los planes cambiaron.

Me despedí de ambas y sonreí antes de abrir la puerta y quedar sin aliento al ver a Vlad frente a mí.

¡Dios mío!

Estaba parado allí, con una sonrisa en el rostro y vestido de una manera muy elegante. Lo que me hizo felicitarme mentalmente por haber elegido el atuendo indicado.

—Buenas noches, estás muy hermosa, Ada —dijo una vez cerré la puerta detrás de mí y lo saludé con una sonrisa.

Sin poder evitarlo, me ruboricé al oírlo y bajé la mirada solo un poco. No podía negar que sus palabras estaban logrando tener un efecto positivo en mí, algo que no había logrado nadie en mucho tiempo.

Aún así, traté de controlarme y no parecer una adolescente hormonal. Ya era una mujer y debía comportarme como tal.

—Muchas gracias, tú estás guapísimo —le respondí de vuelta y él me sonrió en respuesta.

Inhalé el exqusito aroma de su perfume y me deleité con el mismo durante esos pocos segundos.

¡Dios mío, olía divino!

Salí de mis pensamientos cuando me tendió su mano y, reuniendo fuerzas para no rechazarlo y no sentirme incomoda por ello, le sonreí y la acepté gustosa. El miedo al contacto fisíco seguía presente, pero como cosa rara con él no era tan intenso como con las demás personas.

En silencio llegamos hasta el estacionamiento del edificio y subí a su lujoso auto al instante. Él, como el caballero que es, me abrió la puerta del mismo y me ayudó a abrocharme el cinturón de seguridad, un gesto que definitivamente logró que mi corazón comenzara a latir freneticamente.

¿Qué me estaba haciendo ese hombre?

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo