LA OBSESIÓN DE LA BESTIA
LA OBSESIÓN DE LA BESTIA
Por: Venus Kozlov
Capítulo 1

•Vlad Vólkov•

3 meses antes...

Apreté la pistola entre mis manos esperando el momento indicado para poder usarla, pues me encontraba en el auto con mi hermano menor siguiendole los pasos al tipo que estaba metiendo sus narices donde nadie lo llamaba.

Me emocionaba un poco ser parte de todo ello, pues disfrutaba con todo mi corazón poder torturar hasta quitarle la vida a los hijos de perra que se metían en mi camino o el de mi hermano, quién lo era todo para mí.

Quién tocaba a uno, lo hacía con el otro y debía pagarlo con creces.

Y, esta vez, no sería la excepción.

Al parecer, el tipo había ido a la delegación a denunciarlo, todo por celos con su amiga, quien resultó ser mi cuñada y mujer de mi hermano, por lo que no nos quedó más remedio que tomar cartas en el asunto.

Afortunadamente tenemos gente infiltrada en la comisaría, por lo que la noticia nos llegó antes de que se desatara el caos.

Eramos unos de los líderes más poderosos de la mafia Rusa, por lo que no nos podíamos permitir ningún error y menos por un niñato como ese. Debíamos darle una lección sí o sí.

Con los Vólkov nadie se metía.

Me quedé en silencio durante todo el rato que estuvimos allí esperando con algo de impaciencia por las largas horas que habían transcurrido, pero todo cambió y se puso emocionante cuando el tipo finalmente salió de la casa con ropa deportiva y un balón de basquet en las manos.

Sonreí con malicia y apreté más la pistola entre mis dedos.

Estaba ansioso por todo lo que íbamos a hacerle en los próximos minutos.

Bien, saldría a jugar con sus amigos como de costumbre y eso solo sería una ventaja para nosotros, quienes necesitabamos tener una muy amena conversación con él.

La sonrisa que tenía en el rostro se me borró al instante cuando una muchacha apareció detrás de él siguiendole los pasos con un uniforme de hospital y un bolso algo grande colgando de sus hombros.

Sin poder evitarlo, mis ojos la siguieron durante cada paso que daba y algo dentro de mí despertó al notar un increíble parecido con Tania, quién fue mi primera novia y amor.

A quién por crueldad del destino y mi padre no pude ver más, pues tuve que irme de viaje a Ucrania para recibir entrenamiento para poder tomar las riendas del negocio de la mafia junto a mi hermano menor.

Abrí y cerré los ojos rápidamente intentando creer que todo se trataba de mi imaginación y nada más, pero sin duda no fue asi, pues mientras más la veía más parecido le encontraba con el amor de mi vida.

¿Serán la misma persona?

No, no puede ser.

Tania era la hija de un poderoso magnate en ese tiempo, por lo que no era posible que estuviera saliendo de una casa en una de las zonas humildes de Rusia. Además, el tipo que estaba a su lado sin duda era su hermano, y por lo poco que puedo recordar, Tania era hija única.

Lo que me hace llegar a la conclusión de que se trata de una mujer con un increíble parecido a ella, el eterno amor de mi vida y quién a pesar de los años no había podido olvidar.

Por lo que necesitaba conocer a esa mujer que estaba a escasos metros de mí caminando en compañía del imbecil que ya era nuestro enemigo. Necesito conocerla, saber quién es y averiguar si el parecido con mi primera novia es cuestión de casualidad o es algo que aún desconozco.

¡Necesito respuestas, maldición!

—Hoy jugaremos por partida doble, mi queridísimo hermano —comenté por primera vez con una sonrisa sádica en el rostro.

Necesitaba que se ocupara del imbecil que acompañaba a mi nueva victima para así poder llevar a cabo mi cometido.

—Me temo que no, Bestia —respondió de vuelta con furia y maldije para mis adentros.

¡Maldición!

Necesitaba encontrar la manera de que no se diera cuenta de mi interés con la chica, no quería preguntas al respecto. Solo quería tenerla más de cerca para poder detallarla aún más y ver si todo era producto de mi imaginación o qué.

Tenía años con Tania en mi pensamiento, no había mujer que lograra superarla en ningún sentido, por lo que necesitaba saber si esa chica que estaba a pocos pasos de mí lograría calmar mis demonios, esos que noche a noche me atormentaban por distintas razones, entre ellas la ausencia de nuestro primer amor.

—Está bien, puedo quedarme con la muchacha si es lo que te preocupa, pero solo por esta vez —sonreí con sadismo intentando despistarlo para que no se diera cuenta de mis verdaderas intenciones.

—El problema es que mi objetivo es ese imbécil, no la muchacha que viene en compañía con él —explicó notando como Faddei, el chófer y mano derecha de ambos, puso el auto en marcha y comenzó a seguirlos a una distancia considerable.

Ambos iban hablando y riéndose de lo que decía el otro.

¿De qué tanto se reían? ¿Qué era lo que le decía como para que ella tuviera que detenerse a mitad de la calle para así poder reírse más a gusto?

Apreté los dientes furioso al notar el rumbo que estaban tomando mis pensamientos y ajusté la erección que estaba creciendo en mis pantalones intentando que Alek no se diera cuenta de ello. No estaba de humor para dar explicaciones de ningún tipo.

Mi queridísimo hermano no sabía de la existencia de Tania, en ese tiempo era demasiado pequeño como para poder recordarla y ambos nos asegurabamos de vernos a escondidas, por lo que casi nadie sabía de su existencia ni de la relación que mantenía con ella a escondidas, hasta que papá nos descubrió y todo se fue al carajo.

La había conocido en la escuela, pues estudiabamos juntos, sin duda desde que la vi quedé enamorado con su belleza y rostro angelical, mismo que tenía aquella chica que caminaba a pocos pasos del auto.

Con disimulo, le tomé una foto por la ventana del auto y rápidamente se la envié a uno de mis mejores hombres para que investigaran sobre ella, necesitaba saber todo sobre su vida y, si mediante ella, podría dar con Tania, a quién no había visto desde que era un niño.

—¿Y de cuando acá te da miedo cobrar venganza con el objetivo, Alek? —le pregunté con voz dura —¿O es que se te olvida que ese imbécil se quiere meter con tu mujer y fue capaz de desafiarte en tu propia casa?

Sabía que provocarlo no era la mejor opción, pero necesitaba voltear todo a mi favor para así lograr mi cometido.

Alek en ese momento estaba muy centrado en recuperar su relación y no permitir que el imbecil que se estaba intentando meter en medio de él y su mujer, por lo que no estaba del todo presente en ese momento.

Algo que solo logró ponerme de mal humor.

Nada nos podía quitar la atención de lo que verdaderamente importaba, debía existir una balanza entre los negocios y nuestra vida privada, por lo que debía hablar eso seriamente con él, pero ya lo haría luego.

Estaba muy concentrado monitoreando a la muchacha de la que aún no tenía el nombre y que, para nuestra buena fortuna, no se había dado cuenta de que los estabamos siguiendo a una distancia considerable.

—¡No, claro que no se me olvida! —exclamó con furia y reí a mis adentros al notar como todo estaba saliendo como lo esperaba.

—¡Entonces déjate de mariconadas y no olvides que tu objetivo es enseñarle quién manda, no compadecerte por quién esté a su lado en estos momentos! —grité haciéndolo enojar aún más.

Necesitaba cabrearlo más de lo normal para que, cuando quisiera ir a partirle la cara a ese imbecil en medio de la calle, poder sacar mi carta bajo la manga.

Era un hijo de perra.

Pero todo por saber más de esa mujer que, como ninguna otra, había logrado despertar una erección en mí sin siquiera tocarme.

—La muchacha no tiene nada que ver con esto, Vlad —explicó nuevamente con la paciencia al borde del límite y reí.

Debia continuar con la actuación.

—¿Y qué mierdas me importa a mí eso? Sabes perfectamente que en este mundo nada es justo, si ella está con ese idiota pues mala suerte —mentí tratando de sonar lo más creíble que pude, tomé el arma entre sus manos y comencé a jugar con la misma cómo cual juguete.

—Dasha me rogó que no le hiciera nada a su amiguito, y aún así aquí estoy, siguiéndole los pasos para tenderle una emboscada —bramó con furia.

—No conozco a tu mujer más allá de una cuantas palabras, pero sabes perfectamente que nuestros instintos asesinos no cambiarán de la noche a la mañana solo porque ella no está acostumbrada a este mundo —le dediqué una mirada fría y carente de emociones, ya me estaba cansando de actuar y verlo como un imbecil que tenía miedo —. Nuestro límite son los niños, pues son más inocentes que cualquier otra persona en el mundo, pero de ahí en adelante cada quién debe hacerse responsable por sus actos.

—Él fue quién me desafió, Vlad. La chica no tiene nada que ver y te juro que no quiero involucrarla en esto.

Bien, todo había salido como lo quería.

—Pues déjamela a mí, porque desde que la vi mi polla se despertó y créeme que muy pocas veces me sucede algo así —dije finalmente con una sonrisa sádica en el rostro y cansado de tener que ocultar mis verdaderas intenciones.

—¿Qué? —preguntó aún confundido.

Era la primera vez que le decía algo como eso, por lo que su rección de sorpresa no se hizo esperar.

—No preguntes, solo conformate con saber que será mi nueva víctima —afirmé con una sonrisa en el rostro.

—¿Y qué piensas hacerle a la muchacha?

Mejor pregúntame qué no le haré, hermano.

—Follarmela —solté tajante y completamente sincero.

No era mentira lo que decía, buscaría la manera de follarmela y, cuando finalmente me cansara de ella y su increible parecido a Tania, la haría a un lado. O eso intentaría.

—¿Estás loco? A simple vista es más inocente que un bebé y no parece tu tipo.

—Dasha Petrov no parecía tu tipo y resultó ser la mujer que entendió a tus demonios más que tú mismo.

—No es lo mismo, Vlad —replicó y reí con malicia.

—No, no es lo mismo pero aún así me voy a follar porque su cara de inocencia despertó a mis demonios y mi polla, así que te pido no te metas en ello y te centres en tu objetivo principal.

—Vlad cuidado con lo que haces —me advirtió rápidamente.

—Cuidado tú con volverte demasiado blandengue y olvidar para qué nacimos, Alek —mencioné la común frase que papá siempre que podía nos repetía.

Lo hice sabiendo que la odiaba más que a nada, pero aún así guardó silencio y no dijo nada al respecto.

Volteé a ver la ventana del auto y dí por terminada la conversación, por ahora.

—Necesito darle su merecido, no me quiero ir a casa sin demostrarle quién manda, pero no quiero cometer una locura.

—Olvidemonos de ese imbécil por hoy, vayamos a hacer otras cosas y cuando sea el momento indicado le daremos su merecido. Pero eso sí, la chica déjamela a mí, solo a mí.

—No seas tan cruel con ella —dijo rápidamente y sonreí con malicia.

—A partir de hoy será mi nueva víctima, así que lo que le haga no te incumbe. Mejor piensa a donde podemos ir para poner nuestros pensamientos en orden.

—Faddei, llevanos hasta el Olimpo —le ordenó a Faddei luego de estar de acuerdo con mi decisión.

—¿El club del Sr. Kovaleck? —preguntó el chófer de vuelta.

Asintió mirándolo por el retrovisor y no pasaron muchos minutos hasta que acató su orden y puso el auto en marcha. 

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo