No sé, por cuánto tiempo he dormido. Tampoco sé que me ha despertado, pero me siento mucho mejor. Una mano acaricia mi entrepierna, y un suspiro de placer se filtra entre mis labios. Me arqueó, al tiempo que echo mi trasero hacia atrás, y siento la dureza contra mis nalgas. Los dedos trabajan en mi calor con más precisión, y me abandono al placer que los mismos, me están proporcionando. Abro los ojos y no veo nada. Luego, todo me golpea. La llegada a Miami. Quedarme en la casa de Renzo. La ducha. Meterme a la cama con Renzo. —Renzo —susurró. —El mismo —susurra antes de chupar el lóbulo de mi oreja, y me abro a su asalto. Descanso mi pierna sobre la suya. La sensación que me provoca no me deja pensar. ¡Joder! No quiero pensar. Sus dedos me dejan, antes de sentir como tira de la precaria pijama, dejándome desnuda. Alargo la mano, y encuentro que él ya está desnudo, y no puedo evitar tomar su pene y deslizar mi mano, acariciándolo. —Sam —. Dice entre dientes. Lo empuj
Siento más que veo la mirada de censura que Brandon me dedica. Después de llegar de la clínica, no encontré a los padres de Renzo. Entonces hice lo que había pensado hacer, camino a aquí. Invadí la cocina, ante sorpresa de Brandon. En principio, parecía escéptico y su ceño fruncido era visible. Pero, no me deje intimidar y me hice con el mando de la cocina pese a su renuencia. Ahora estoy haciendo una tarta de frutos rojos para la cena, y él está dando vueltas por la estancia. —Podrías hacer fettuccine para la comida—. Pido estirando la masa. Se aclara la garganta. —El señor maneja un menú muy riguroso, en cuanto lo que come, entre semana. Su tono es frío, y solemne al mismo tiempo. Dejo el rodillo a un lado, y me volteo a ver. —Verás, Brandon. Me gusta comer lo que quiero, y cuando quiero. No estoy pidiendo nada de otro mundo. Sus ojos me taladran. —Entonces, hable con el señor. Tuerzo el gesto ante sus palabras. —Bien, los haré yo misma— espeto, y abre los ojos. S
El sonido del mar me calma. Es algo que siempre ha tenido ese poder. Amo los días soleados y caminar descalza sobre la arena. Me recuerda los días donde las preocupaciones y problemas no existían. Eso quedó en el pasado. Hoy estoy en problemas. Y ese problema tiene nombre y apellido. Renzo Vitale. Estoy enamorada de él. Tengo que admitirlo. Estoy aterrada, y quisiera que todo fuera diferente entre los dos. Me hubiese gustado conocerlo en otras circunstancias. Pero, soñar, no cuesta nada. Ahora tengo que decidir si trato de ignorar estos sentimientos o intento hacerme un espacio en su corazón. Sin embargo, decirle ahora eso es imposible. Sé que, en el momento en el que yo pronuncié esas palabras, él se va a alejar. —¿Por qué eres tan difícil? —susurro mirando el mar y como las olas golpean la orilla. Miro la hora y suspiro al darme cuenta de que debo irme. Necesito alistarme para la noche de hoy. Había pasado la mañana con mi madre. Fue una buena mañana para ella.
La noche fue perfecta. Hace mucho que no me divertía de esa manera.Mejor dicho, hace mucho no disfrutaba de una velada idílica cómo la que Renzo y yo compartimos. Quería acercarme cada vez más a él, pero también era consciente de las murallas difíciles de derribar. Pero no imposibles.Bueno, eso es lo que, quería creer.Mi noche con Renzo la voy a tomar como un regalo de cumpleaños adelantado.Hoy era mi cumpleaños. Pero nadie lo sabía. Temprano fui a la clínica. Y, había compartido un poco con Leila que estaba de mejor ánimo. Así que, ahora estoy de regreso a casa donde me encuentro con Brandon.—¿Se encuentran Gianna y Lorenzo?—Bajaron a la piscina —espeta en tono serio y profesional.Asiento.—El señor, Renzo me dijo que usted haría algunos cambios en el menú de la semana. —Así es — Avanzo por el salón. —Pero será sobre la marcha.Volteo a verlo.—No quiero ser tu enemiga. De hecho, mi intención es llevar la fiesta en paz. Eso, queda en tus manos.No dice nada. —Para que v
Prepárate para esta noche. El conductor estará esperando.Ese es el mensaje que Renzo me había enviado más temprano. La verdad es que no tenía idea que pretendía. Pero estoy segura de que tienen que ver con que es mi cumpleaños.—Gianna de seguro le dijo algo.Resoplo.Tomo mi bolso de mano y salgo de la habitación. Mis sandalias resuenan en el piso mientras bajo las escaleras, enfundada en un mini vestido, color rojo, por encima de mis rodillas. Al bajar, no encuentro a Gianna ni Lorenzo.Así que parto a mi cita.Mientras el elevador desciende, no puedo evitar que los nervios se apoderen de mí. No tengo la menor idea de que trama Renzo. Cuando llegó al vestíbulo, encuentro a Omar, el conductor de Renzo, esperando.—Buenas noches —Anuncio.El hombre me mira con una sonrisa amable —El señor, Vitale me ha ordenado llevarla hasta él.Suspiro.—No lo hagamos esperar —replico.Salimos del edificio y Omar se incorpora al tráfico de la ciudad. Miro todo el camino y este, estaciona en
Es más de medianoche cuando entramos al ático.Renzo me tira contra su cuerpo y me besa.Sus manos se plantan en mi trasero.—Necesito tenerte ya.—Idem —susurro pegada a su boca.Llegamos al salón y cuando creo que vamos a subir las escaleras.Me lleva hasta el sofá del mismo.—¿Qué haces? —rio en voz baja y algo mareada.Nuestra ropa está húmeda y estamos hechos un desastre.—Abre las piernas—ordena cayendo de rodillas.Lo hago, y sus manos suben por mis piernas.Sus dedos llegar a mi clítoris y comienza a frotar con un ritmo torturador—Renzo —digo en medio de un gemido.—Voy a comerte el coño aquí.—Si —asiento, agitada y abriendo más las piernas.Me muerdo el labio cuando esparce mi humedad y vuelve a frotar el nudo de nervios entre mis piernas.Pero, regreso a la realidad cuando escucho a alguien aclararse la garganta.Renzo y yo saltamos en nuestro lugar y con horror veo a Gianna de pie en lo alto de la escalera colorada.—Solo iba por agua —dice, azorada.Oculto el rostro en e
Los últimos dos días han sido un sube y baja de emociones.Una parte de mí se sentía feliz de ver los avances que tenía con Renzo. Pero la otra quería saber cuáles eran los sentimientos que este albergaba por mí.Hablábamos, reíamos y hacíamos el amor con frecuencia, También había encuentros algo salvajes. Pero amaba cada una de esas facetas.Lorenzo y Renzo cambiaron la salida a las carreras, por un día en el mar.Renzo tienen un catamarán en el muelle. El Olimpo.Así que, ahora estoy acostada sobre la cubierta y tomo el sol mientras estamos en medio del mar.Esto es vida.—Eres una puta obra de arte en ese bikini, ¿Lo sabes?Llevo un traje de baño, color rojo, que no deja mucho a la imaginación.En principio, estaba algo cohibida. Pero la misma Gianna me pidió que me lo pusiera y no me preocupara.Así que, le tome la palabra y lo hice. —¿Quieres untarme protector? —susurro, me volteo.—Alguien debe hacer el trabajo sucio.—Eres el hombre —susurro. Por unos segundos, no dice nada
Cuando siento que he dominado la avalancha de sentimientos, decido salir.Abro la puerta y me sorprendo al encontrar a Renzo sentado en la cama.Miro la puerta, y regreso mis ojos a él.Maldigo.—Tenemos que hablar.—No hay nada que hablar —espeto en tono sereno. —Lo del restaurante.—Lo dejaste claro. No hay nada que puedas decir para revertir tus palabras. —Se endereza — Es una lástima que estés ciego.—No arruinemos la convivencia —declara luego de unos segundos. Asiento.—Tienes razón —murmuro antes de salir de la habitación.A medio camino, me encuentro con Loranzo.Esté, me mira y veo que está calibrando mi estado.—Siento lo del restaurante.—El que debe disculparse, es Renzo. —Niega —Esa desagradable mujer.—Está bien—. Le doy una suave sonrisa.Sin embargo, no lo estamos.Y, eso lo compruebo con el pasar de los días.Entre los dos, se instala una convivencia fría y silenciosa. De hecho, Renzo sale muy temprano y llega a altas horas de la noche. Me habla lo justo y necesar