Capítulo Treinta y Dos

Es más de medianoche cuando entramos al ático.

Renzo me tira contra su cuerpo y me besa.

Sus manos se plantan en mi trasero.

—Necesito tenerte ya.

—Idem —susurro pegada a su boca.

Llegamos al salón y cuando creo que vamos a subir las escaleras.

Me lleva hasta el sofá del mismo.

—¿Qué haces? —rio en voz baja y algo mareada.

Nuestra ropa está húmeda y estamos hechos un desastre.

—Abre las piernas—ordena cayendo de rodillas.

Lo hago, y sus manos suben por mis piernas.

Sus dedos llegar a mi clítoris y comienza a frotar con un ritmo torturador

—Renzo —digo en medio de un gemido.

—Voy a comerte el coño aquí.

—Si —asiento, agitada y abriendo más las piernas.

Me muerdo el labio cuando esparce mi humedad y vuelve a frotar el nudo de nervios entre mis piernas.

Pero, regreso a la realidad cuando escucho a alguien aclararse la garganta.

Renzo y yo saltamos en nuestro lugar y con horror veo a Gianna de pie en lo alto de la escalera colorada.

—Solo iba por agua —dice, azorada.

Oculto el rostro en e
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