A la mañana siguiente, en la cama de la habitación más lujosa de aquella casa a donde él la había llevado a vivir para hacerle creer que haría todos sus sueños realidad, Amelia se despertó. La cabeza comenzó a dolerle en el momento, como si hubiera bebido de más, aunque la verdad es que estaba embriagada de tanto dolor.A su lado nadie estaba, ella seguía con la misma ropa, no había una nota ni nada que dijera a dónde había ido Santiago.Amelia tenía tantas cosas en la cabeza que era muy difícil concentrarse.Poco a poco y conforme se fue dando cuenta de su realidad, su celular sonó, no tenía ni la menor idea de quién podía estar molestando a tales.Casi sin fuerzas, tomó su celular y contestó.— ¿Sí, diga?— ¡Amelia! ¡Amelia, qué bueno que contestas!— ¿Facundo? ¿Qué pasa? ¿Hasta ahora te has acordado de mí? ¿Sabes acaso por todo lo que he estado pasando?—Princesa, lo siento mucho, lo siento mucho, he sido un mal agradecido pero es que no vas a creer nada de lo que ha pasado
Sin hacer mucho ruido, no queriendo interrumpir el sueño de quien había sido interrumpida la vida entera desde el momento en que llegó a ella ese hombre del que ahora estaba esperando un bebé, Amelia entró en la habitación de su amiga.Las vendas seguían estando en sus ojos, no parecía haber muchos cambios, no parecía simplemente haber vida en ese lugar.—Natalia —dijo ella de manera casi silenciosa mientras se iba hincando a lado de su cama paso a paso —. Natalia, Natalia, hay tanto que me gustaría decirte. Hay tanto que me gustaría demostrarte, decirte lo arrepentida que estaba al aceptar ese maldito contrato, nunca, nunca debí de haber entrado en la vida de estas personas, nunca debí de haber aceptado acercarme al hombre que ya estaba siendo feliz con otra persona, una persona de la que me acusan su asesinato. Natalia, yo no la maté, yo… no la maté, juro que yo no la maté, lo juro.Y una vez más, eran las lágrimas que empañaban la mano de su amiga, la amiga que poco a poco com
Con la cabeza entre las piernas, no pudiendo dejar de llorar como lo había estado haciendo desde que vieron como a su amiga la inyectaban, su celular sonó. Todo su mundo estaba cayendo, de la misma manera en la que su mundo se hizo, ahora caía a sus pies.—Habla Amelia de Marín, ¿en qué puedo ayudarle?—Hola Amelia, ¿aún sigues dando el apellido de tu esposo a pesar de haber dicho que no lo querías más, cariño? —La voz de Facundo sonó del otro lado de la línea.— ¿Qué quieres, Facundo? Ahora no estoy de humor para estar escuchando esto?—Ya, tranquila, también ya sé lo que pasó en la empresa de tu esposo. No he podido viajar porque estoy resolviendo tu asunto.— ¿Cuál asunto? No sé de qué hablas, Facundo. Lo siento tanto, no estoy para escucharte, acaba de pasar algo terrible.— ¿Contigo, mi mina de oro?—No, se trata de Natalia, mi amiga.—Oh, entonces no creo que importe tanto.— ¿Cómo puedes hablar así?—Ay, ya, ya, solo quería decirte que ya he cumplido con mi parte.—Habl
De vuelta en aquella habitación de hospital justamente donde las paredes estaban pintadas de blanco, donde no había esperanza porque para ella, todo se había agotado.Le había entregado la vida a Alejandro y no estaba arrepentida de eso simplemente, se daba cuenta que a veces amar así dañaba más de lo que podía sanar.La puerta de la habitación se abrió con cuidado, la persona que fuera seguro estaría pensando que ella estaba dormida, el sonido de la puerta rechinar llegó a los oídos de Natalia.— ¿Quién está ahí, Alejandro? Alejandro, ¿eres tú?Amelia no evitó sentir como su corazón se rompió en dos, ella seguía clamando por él sin saber que ese hombre acababa de darse por vencido tan pronto como supo que iba a ser papá.— ¿Alejandro? ¿Alejandro, eres tú?—Natalia, soy yo, soy Amelia —dijo ella con cuidado, como si no quisiera molestarla más de lo que ya había hecho en todo ese tiempo.Es que la verdad Amelia se sentía tan culpable de haberla mandado al mismo infierno con Alejandro.
Y por cada vez que Natalia hablaba de esa manera, el odio en el corazón de Amelia crecía y crecía.—Deberíamos dejar descansar a Natalia, ¿por qué no vienes conmigo, Amelia? Hay unas cosas que tengo que hablar contigo.— ¡Sí, por supuesto, voy para allá!En esa semana, ellos no habían hecho más que ocuparse de Natalia, ocuparse del asunto de la empresa, Santiago con tantas cosas en la cabeza pues Tatiana había sido encerrada en un hospital psiquiátrico.Juntos bajaron hasta el despacho.Al momento que Santiago había llegado, Amelia dijo: — ¿Qué es lo que quieres? —Preguntó ella.—Han pasado tantas cosas en esta semana que me ha sido muy difícil preguntarte lo que este momento te voy a preguntar.—Habla ya, Santiago, no tengo mucho tiempo.— ¡Debe ser que no tienes mucho tiempo porque vas a ir a ver a Víctor, acaso! Porque te recuerdo que firmaste un contrato con él —dijo Santiago en el momento que dejaba caer un folder amarillo.Amelia solo se cruzó de brazos no tenía ganas de discuti
Sin dejar de pensar en las palabras que le había dicho su padre esa mañana, Víctor se sentó en su lugar, él no era igual que él simplemente que nunca pensó que su padre fuera capaz de tanto.Y si ahora lo pensaba un poco más, su padre siempre fue un monstruo, nunca fue la persona que él debía de admirar o por quien debía de sentir un poco siquiera de respeto, él había hecho cosas muy malas en su juventud y una de ellas había sido comprar a una pequeña de nombre Amelia, hacerla trabajar en aquellos lugares, ¡claro!, después de haber sido él quien disfrutara de una pequeña.Su padre era un monstruo. Pero por otro lado sabía que todo lo que él había logrado, había sido por él, ahora era como estar entre la espada y la pared. No sabía lo que debía de hacer, no sabía si debía de alertar a esa mujer que le había robado la atención o simplemente, dejarlo ser pero claro, él no metería ni un solo dedo en aquellos planes.A Amelia siempre la había visto como una mujer fuerte, una mujer capaz, a
De vuelta en aquel lugar, imponente edificio que lo resguardaba y que lo hacía ser el más poderoso pero no siendo suficiente para él, Alejandro no podía quitarse de la cabeza las palabras del doctor, las palabras Santiago y mucho menos lo que le había dicho Amelia, es que estaba pisando una realidad muy diferente.Ahora se daba cuenta que Natalia estaba esperando un hijo de él, nunca se lo esperó, nunca espero que una mujer fuera capaz de entregar tanto amor a un hombre como él que solo estaba lleno de odio, pero estaba sucediendo, Natalia estaba completamente enamorada de él.Lo que era cierto es que en su vida nunca había imaginado que algo como eso podía pasar, estaba harto de pensar que la felicidad se podía alcanzar, había pasado tanto tiempo y no había logrado hacer lo que él siempre quiso con Santiago, ni siquiera la misma Amelia porque Amelia se había enamorado de Santiago también, solo quedaba un solo paso para dar y que Santiago se arrepintiera de todo.Él l nunca lo iba a o
Cuando escuchó la puerta abrir no dudó un segundo más se levantó con ese aire de grandeza que solo era de él. El momento que él había estado esperando había llegado junto con la presencia de aquella mujer. —La verdad es que pensé que nunca ibas a llegar, Amelia, dime ¿te divertías mucho con Víctor? —preguntó Santiago al momento de saber que Amelia podía estar con ese hombre. Ella solo tenía que aceptarlo de una vez por todas. Él estaba tan enamorado de ella como ella lo estaba de él. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué me esperas? — ¿No te lo he dicho ya?—Es por Víctor, ¿verdad? —Es por él y por cualquier otro hombre, Amelia. Esto no es un juego, el matrimonio no es un juego.—Hasta que por fin coincidimos en algo, Santiago.—No entiendo de qué hablas.—Tienes toda la razón, el matrimonio no es un juego o el casamiento no solo es una boda a la que invitamos a la gente para celebrar nuestra felicidad, una felicidad que puede ser momentánea, ¿no lo crees?En ese momento Santiago pareció preo