Llantas que derrapaban contra el pavimento, el parar de un auto que lo hacía en cuestión de segundos, la velocidad alta se había perdido justamente en ese frenar, y todo lo que Natalia podía escuchar es que el auto que se paraba cerca de ella, venía a toda velocidad.De pronto, las puertas del mismo se escucharon y después, lo que para ella era su milagro de vida.—Natalia, Natalia. Me da gusto que estés aquí —escuchó ella mientras su corazón palpitaba mil por hora. —. Vámonos, tenemos que irnos.Y de pronto, todo lo que Natalia pudo sentir fue como la mano de Alejandro tomó la pañalera de su hombro y después, a ella del brazo.Esa era la primera vez que él la veía ciega, después de todo lo que había pasado. Para ese momento, Alejandro no había tenido el valor de ir hasta ella y verla como tal, no después de que ella hubiera entregado su vida por él para que él pudiera vivirla pero no de la manera en que lo estaba haciendo, y que era por la razón que le pedía Alejandro que se
Todo de lo que se podía hablar en ese momento era de la habilidad que tenía Alejandro para ayudar a la mujer que llevaba en su vientre al bebé que para ella fue producto de un amor y para él, el producto de una aventura que no debía de terminar de esa manera.Alejandro se encontraba muy nervioso, en ese lugar sin ningún tipo de ayuda o algo que hiciera más fácil el proceso, Natalia estaba dando a luz a su hijo. Una sonrisa se hizo en su rostro cuando Alejandro comenzó a ver el surgimiento de la vida como tal. De las entrañas de Natalia nacía aquel ser que no tenía la culpa de nada, que no era quien para haber nacido en un momento tan difícil como ese. El final estaba llegando para todos ellos.—Ya nació, Natalia, ya nació, ya nació —dijo finalmente Alejandro mientras mantenía en sus brazos a su bebé, cubierto con su mismo saco.Natalia sonrió. Incluso si sus ojos habían perdido completamente la luz, cualquiera que la viera e ese momento diría que la luz había regresado a ella.—Mi hij
Con lágrimas en los ojos, no pudiendo creer lo que estaba escuchando, Amelia salió justo en el momento en que las rejas se abrieron para ella. Eso debía de ser un sueño, todo lo que tenía en la mente es que iba a ver a Natalia, iban a olvidar ese terrible momento y justas iban a comenzar de nuevo. Mucho daño había hecho pero todo eso ya lo había pagado con creces.A las afueras de la cárcel, una camioneta azul se paró. Los ojos de Amelia se abrieron en el momento en que se dio cuenta que era Víctor.—Amelia, Amelia, tenemos que irnos de aquí —dijo él a toda prisa.Lo que nadie sabía es que el final estaba llegando pues Santiago había recibido una llamada en la que decía que había tomado a Alejandro y no solo eso, ya les habían hecho saber de Natalia. Ella estaba muerta. Todo lo que Víctor pensó en hacer fue ir por Amelia mientras. El padre de Víctor había exigido ver a Santiago sin saber Víctor que esa iba a ser la manera en la que iban a atraer a Amelia. Todo lo que Víctor querí
CINCO AÑOS DESPUÉS — ¡Que le muerda, que le muerda, que le muerda! —Dijo Amelia y todas las personas que estaban alrededor.El pequeño niño solo supo mirar a los lados como si de alguna manera recibiera el permiso de todos los presentes para poder morder a su gran pastel.Habían pasado justamente cinco años desde el momento del nacimiento del bebé que Natalia había dejado en ese mundo, con el mismo que soñaba ser tan feliz en la vida, con el mismo que tenía mil y un planes. Lamentablemente así como se celebraba el nacimiento de aquella criatura, tampoco se podía dejar de lado que ese había sido el día en que la madre de ese bebé había dejado el mundo.— ¡Muy bien, mi bebé! —Dijo Amelia y Santiago mientras aplaudían.Seguramente eso era lo que Natalia hubiera querido antes de dejar el mundo. Seguramente ella hubiera sido muy feliz al momento de saber que era Amelia quien se iba a quedar siendo la madre de aquel niño que llevaba por nombre Alejandro.El corazón de Amelia y de Santiago
UN AÑO ANTES Una noche más el público me esperaba. Peinaba mi cabello lentamente mientras pensaba en todo y a la vez en nada. Estaba lista, ya solo faltaba escuchar mi llamado. La Adalia negra, ese era el nombre que usaba todas las noches, ese era el nombre con el que bailaba y ese era el nombre por el que los hombres apostaban grandes cantidades de dinero. De un momento a otro, Natalia me sacó de mis pensamientos al entrar por la puerta del pequeño camerino improvisado que nos habían dado a las bailarinas.—Ya te toca bailar –dijo ella comenzando a maquillarse. Después de mí, seguiría ella.—Ya voy –. Tomé el antifaz y salí un poco fastidiada.Había veces en que sentía mi vida aburrirme. Cada fin de semana, cada noche. ¿Hasta cuándo mi vida iba a cambiar?Pasados unos minutos me anunciaron para el gran debut de la noche. Los chiflidos de los hombres, los gritos, las cantidades de billetes que lanzaban. Eso era lo que me hacía ser quien era en este lugar tan pequeño pero siendo un m
CAPÍTULO UNO: EL DÍA MÁS FELIZ DE MI VIDA Sentado en la cama de su habitación, contemplando aquel amanecer que llegaba sin traer vida consigo, Santiago Marín tomó la foto del buró a lado de su cama. Sabía perfectamente que todo estaba por cambiar, sabía perfectamente que de ahora en adelante nada sería lo mismo. Estaba justamente a una hora de cambiar su vida. Una sonrisa se dibujó en su rostro al pasar con sus dedos la foto de su esposa. Se veía realmente sonriente, se veía feliz, tan feliz como él ya no pudo verla en los últimos días. El mismo que había jurado hacerla feliz era el mismo que la había hecho tan desgraciada los últimos días sin saber que ella estaba viviendo sus últimos días. Asunción fue el nombre de su esposa, jamás iba a poder olvidar su sonrisa, esa bella sonrisa en su rostro por cada vez que la miraba. Y ahora su vida estaba cambiando porque si de algo estaba seguro era que iba a llegar hasta el mismo infierno con tal de arrastrar con él a la persona que mat
CAPÍTULO DOS: ¿CUÁNTO TIEMPO PARA QUE ESTO SUCEDIERA?DOS MESES DESPUÉS AMELIA ¿Qué era aquel sentimiento al que todos llamaban amor? ¿Qué era aquel sentimiento que decía, regía en los corazones de las personas? Un invento de la sociedad para justificar la razón por la que se casaban cuando lo que realmente les hacía casarse era aquel sentimiento de soledad al que todos le tenían miedo.Dos meses habían pasado desde aquel momento en que mi dedo se vistió con el anillo que Ricardo Marín me había dado haciendo mil y un promesas, promesas que al final no significaban nada.¿Qué había del dolor que las personas dejan cuando se van? ¿Qué había del dolor que Asunción había dejado en el corazón de Santiago? La realidad es que ni él mismo la recordaba. Lo sabía, lo veía en sus ojos por cada vez que él me miraba a mí porque era en mis ojos donde su mirada cambiaba.—Bien, bien, a la izquierda, bien, muéstrame aquellos, necesito más soltura, más pasión, perfecto… ¡Perfecto! —Dijo el fotógrafo
CAPÍTULO TRES: UNA TRAICONERA MÁS Con la mirada perdida en aquella fotografía, la misma sonrisa que él ya no pudo mantener en su rostro ni siquiera ante de morir porque de un momento él fue avisado que ella había fallecido en un terrible accidente automovilístico. ¿Cómo pudieron haber sido sus últimos segundos? ¿En qué fue lo que ella pudo haber pensado antes de morir? ¡Lo seguía amando hasta el final como ella dijo que prometía hacerlo?La verdad era que todo eso ya debería de quedar atrás y ahora enfocarse en el presente y en el futuro, que sería en el futuro donde la haría pagar por todo el daño que le había hecho a su ex esposa.Sentado enfrente de su escritorio, estando en su despacho, Santiago no podía dejar de pensar en aquella mujer con la que estaba casado.A su mente llegó un recuerdo. El recuerdo que más le seguía doliendo en el alma. La policía, los paramédicos, gente desconocida y otras tantas personas estaban ahí. Era difícil meterse en ese campo en el que ocurri