CAPÍTULO TRES: UNA TRAICONERA MÁS
Con la mirada perdida en aquella fotografía, la misma sonrisa que él ya no pudo mantener en su rostro ni siquiera ante de morir porque de un momento él fue avisado que ella había fallecido en un terrible accidente automovilístico. ¿Cómo pudieron haber sido sus últimos segundos? ¿En qué fue lo que ella pudo haber pensado antes de morir? ¡Lo seguía amando hasta el final como ella dijo que prometía hacerlo?
La verdad era que todo eso ya debería de quedar atrás y ahora enfocarse en el presente y en el futuro, que sería en el futuro donde la haría pagar por todo el daño que le había hecho a su ex esposa.
Sentado enfrente de su escritorio, estando en su despacho, Santiago no podía dejar de pensar en aquella mujer con la que estaba casado.
A su mente llegó un recuerdo. El recuerdo que más le seguía doliendo en el alma.
La policía, los paramédicos, gente desconocida y otras tantas personas estaban ahí. Era difícil meterse en ese campo en el que ocurrió todo, decidieron cerrar esa parte con cintas amarillas y esperar a que la familia de la persona que tuvo el accidente llegara. Necesitaban darse cuenta que era inútil una investigación en esas condiciones. Había sido un terrible accidente. Como pocos se veían alrededor. Ni siquiera la policía había sido capaz de entrar en aquel lugar, solo faltaba ver aquella escena de crimen para darse cuenta que los cuerpos o el cuerpo que encontrarían estaría irreconocible.
—Señor, tiene que presentarse al lugar del accidente —dijo el guardaespaldas de Santiago.
— ¡¿Quién te lo dijo?!
—La policía ya está allá y acaba de informarle también a la señora Noriega.
Santiago no dijo nada, necesitaba ser fuerte una vez más. No dejaba de mirar a Amelia a su lado, estaba sufriendo como nadie se imaginaría.
—Amelia —. La llamó Santiago al momento.
—Quiero... quiero ir –. Su respiración era cortante.
—Shhh, todo estará bien, Amelia, por favor, vuelve a tus sentidos –. Pidió Santiago al mismo tiempo que la abrazaba fuertemente y ella volvió a llorar en su pecho. – ¡Alberto! –Mencionó Santiago llamando a su guardaespaldas
— ¿Sí, señor?
–Prepara el auto.
—Sí, señor –. Salió de ahí el hombre.
Y la verdad era que estando de este lado de la realidad, volviendo a esos recuerdos y comprándolos con la vida que él estaba teniendo al la lado de la asesina de su ex esposa, seguía sin poder creer lo bien que Amelia había actuado cuando declararon muerta a Asunción.
Un recuerdo más asaltó la mente y la vista de Santiago al pensar que él podía ver aquella escena frente a él, como si de una película se tratara.
Había pasado ya más de dos meses desde el momento del fallecimiento de Asunción, la mujer que más él lastimó cunado le hizo sabe sus intenciones de divorciarse.
En ese mismo despacho en el que estaba, un hombre finalmente le llevaba pruebas del sospechoso y culpable de aquel accidente.
—En la escena del crimen, esto fue lo que encontraron, señor Marín—dijo uno de sus guardaespaldas entregándole un paquete con aquella joya conocida que él mismo había comprado para ella.
Tan pronto como salió la noticia del asesinato de su ex esposa, Santiago prefirió llevar todo en silencio para no afectar más a la compañía de lo que ya había sido afectada. Desde el principio la policía avisó que el asesino podía estar entre ellos.
El corazón de Santiago se rompió al momento. Eso no podía ser cierto. La dueña de aquella joya no podía ser la sospechosa de ese crimen.
— ¿Están seguros que nadie fue a dejar esto? —Preguntó Santiago no queriendo creerlo.
—No solo eso, señor., también la cámara de seguridad en donde el accidente tuvo lugar muestra estas imágenes —, dijo el hombre dejando caer unas cuantas fotos donde mostraba perfectamente la figura de aquella mujer.
Eso no podía ser, ella no podía ser la responsable de todo eso porque si era así eso significaba que la culpable y la asesina de su esposa era nada más y nada menos que Amelia Santana, la misma que proclamaban de ser una prostituta y la que era hermana de Asunción.
Su propia hermana la había matado. Eso no podía ser posible. Debía de haber un error… ¡No había ningún error cuando las fotos mostraban la figura y la imagen casi clara de ella?
Y fue de esa manera en que Santiago había tomado una decisión. Casarse con ella pata llevarla a la m*****a perdición, hacerla pagar por lo que había hecho. No, la cárcel no iba a ser suficiente para ella, él quería que ella le pidiera perdón al mundo de rodillas por lo que había hecho y eso solo lo haría casado con ella.
Aquel amor que sintió en un principio se fue al infierno cuando supo de lo que Amelia fue capaz con tal de ocupar el lugar de su hermana.
Pero más allá de todo eso, quizá había algo más que él no sabía, algo que lo hacía creer algo muy diferente.
Finalmente la puerta de su despacho fue tocada.
—Adelante —dijo Santiago volteando la foto de su esposa.
—Señor Marín —habló su mano derecha entrando.
— ¿SÍ? ¿Sucede algo?
—Se trata de su esposa, la señora de Marín fue vista hablando con el presidente de la compañía A&G en su propia oficina, salieron juntos.
Santiago se levantó prontamente de su lugar. Solo eso le faltaba. Aparte de asesina, ambiciosa, traicionera.
Entre más intentaba Santiago convencerse de que la venganza que iba a tomar no era lo más correcto que podía hacer, más Amelia le hacía saber que ella era una mujer mala y que su matrimonio solo era por conveniencia de ella.
Dolor se paga con dolor, traición con traición y amor con amor. Pero era claro que Amelia no sentía amor por nadie, una mujer como ella no tenía espacio para tener un corazón sino, un agujero negro.
CAPÍTULO CUATRO: EL PASADO REGRESA AMELIA Frente a mí se encontraba el presidente de la compañía de la que una vez me rechazaron. Ahora me daba cuenta que el mundo podía ser tan pequeño, el mundo podía cambiar en tan solo un instante. Los ojos del espectador podrían cambiar de dirección cuando la piedra más brillante y la que siempre brilló, comenzaba a brillar un poco más, cada minuto más.— ¿Si sabes que me puedo meter en graves problemas con la compañía para la que trabajo y que es la misma que maneja mi esposo? —Pregunté levantándome de mi lugar al mismo tiempo que caminaba por la oficina de este hombre.Todo aquí era lujoso, solo bastaba con verlo o con tocar las piezas con las que el lugar había sido adornado.—No te puedes meter en problemas a menos que hayas firmado un contrato con la empresa, ¿firmaste un contrato de exclusividad con ellos?—No, la verdad es que no, la verdad es que creí que con el hecho de que trabaje para mi esposo era suficiente.—Pues la verdad es que n
CAPÍTULO CINCO: UN NUEVO PLAN SIEMPRE Sin poder olvidar lo que había hecho, sin poder perdonarse a sí mismo el más terrible de los dolores y el único que le provocó a la mujer que más lo había amado en la vida, una vez más él estaba frente a ella. Para ese momento ya no le importaba nada del pasado. Ya no había nada en su mundo después del dolor más terrible que se había ocasionado a sí mismo al enamorarse de la hermana de la persona a la que la vida se le había terminado.Frente a él y teniendo un ramo de flores en su mano, la placa de su ex esposa estaba. La querida señora Asunción de Marín eran incontables las personas que la habían querido.—Ha pasado tanto tiempo desde la vez que juré que iba a dar con el asesino, con la persona que ocasionó tanto en la vida de todas las personas que te queremos, porque eso es cierto, te vamos a querer hasta el final, querida Asunción. —Comenzó a hablar Santiago con tanto dolor en el alma. Todo parecía ser una realidad bien fabri
CAPÍTULO SEIS: UN PASADO NO TAN LEJANO Con una sonrisa en el rostro, Bárbara se acercó a Santiago. Él había cambiado mucho, no parecía ser la misma persona de siempre. Después de todo ella podía darse cuenta que la muerte de Asunción verdaderamente le había afectado hasta aquel hombre que se había encargado de ser injusto con el amor que decía tenerle a Asunción.—No tienes que lamentarte más, Santiago, no tienes que esforzarte por darme explicaciones que solo tú entiendes. —Dijo ella sin prisa, aun sosteniendo el ramo de flores blancas entre sus manos.—Usted se ha llevado la peor versión de mí, lo que menos espera es que yo le dé mis explicaciones, yo sigo siendo capaz de todo por Asunción. Incluso si usted no lo cree más pero sucede que…—Es suficiente —pidió ella estando tranquila.Realmente tenía un buen plan que sabía iba a funcionar, no importaba qué. Amelia iba a desear que todo se detuviera en el momento en que su mundo comenzara a caer poco a poco.Lo haría de la manera
CAPÍTULO SEIS: LA HISTORIA DE SU VIDA AMELIA Con un café sobre la mesa, el mismo que llevaba tomando desde hacía dos minutos miraba para todos lados, observando el ir y venir de las personas, observando el nuevo mundo frente a mí, el mundo que nunca creía que podía ser mío.Un suspiro salió de lo más profundo de mí. Esta era la vida que quería no importaba qué, no me importaba incluso si los sentimientos de él habían cambiado, estaba llegando muy alto, iba a llegar más alto sin importar qué, de eso estaba segura.Fue en ese momento en que sonreí cuando vi entrar por la puerta a la persona que estaba esperando. Mi mejor amigo Facundo, el mismo que había conocido desde que comencé a ser una modelo.Con esa ropa colorida, esas facciones en su rostro, la sonrisa y la manera en la que caminaba, no podía tener mejor amigo que él.— ¡Ay, hermosa, más hermosa que… que… que el mismo cielo que se pinta frente a nosotros! —Gritó mi amigo haciendo que todos voltearan a vernos.—Shh, tranquilo,
LA ADHALIA NEGRA Todo comienza con la frialdad, el odio y creer que un cuerpo perfecto junto con un rostro hermoso es lo que en verdad importa en este mundo lleno de frialdad. La sociedad solo sabe criticar los defectos pero jamás se atreven a hablar de las virtudes. Y la única forma de cubrir esos defectos es ser justamente la razón por la que las mujeres te critiquen. Aquel cuerpo perfecto que ellas desean pero que pocas pueden tener. Mi nombre es Amelia y este es el principio de mi historia.Mi vida no ha sido fácil desde mis 13 años. Todo lo que creí que sería una vida llena de lujos y jamás de preocupaciones terminó en el momento en que mis padres fueron los verdaderos verdugos en esta historia. Una niña hermosa que solo soñaba con estudiar para así, llegar a trabajar en el mundo de la fotografía y manejar los negocios de mi padre como nadie, ¿estúpido, no es así? Demasiado creo yo.Mis padres, si es que a esos seres así se les puede llamar, fueron la causa de lo que soy ahora.
LA ADHALIA NEGRA Siempre me he caracterizado por mi belleza, es lo único bueno que puedo tener desde que nací.Aunque la belleza no sirve más que para complacer a los demás, al fin de cuentas si el amor en verdad existe no se enamorará de un físico perfecto si no de unos sentimientos confusos que esa persona pondrá en orden con solo mirarte. Pero, ¡por favor, eso no existe! O al menos no para mí.Esa noche bailé como siempre, llena de energía y moviendo mi cuerpo al compás de la música, los hombres no despegaron su mirada de mí y eso me gusta, eso me hace sentir única en este mundo del baile. Sus miradas lascivas a las que me acostumbré pues las he recibido desde el día que mis padres me vendieron a ese malnacido.La única persona que ha estado siempre para mí ha sido ella. Natalia, mi mejor amiga y tal vez mi hermana. También es una vendedora de amor gracias a un hombre que jugó con ella de la peor manera.— ¿Por qué no me cuentas de ti? –Pregunto tímida –. Recuerda que puedes cont
LA ADHALIA NEGRA Mi corazón latía muy fuerte, era extraño pero tenía miedo. ¿Qué hacer con lo que siento? Siempre he tenido miedo y siempre lo oculto.Tomo valor, ahogo ese presentimiento y continúo mi camino mientras sé que el hombre viene detrás de mí.Finalmente llegamos a mi camerino. No tenía nada que perder cuando no tenía nada.— ¿Y bien, en qué le puedo ayudar? –Pregunto enfrentándoloÉl sonrió nuevamente, toco su labio inferior y comenzó. –Eres perfecta, eres la combinación perfecta para todo esto que necesito. Mira, hermosa, todas pero todas tienen sueños y tú no eres la excepción, lo puedo ver en tus ojos. Vamos, puedes confiar en mí y decirme que es lo que has dibujado en tu mente. –Sus palabras me hacen pensar en mis dos grandes sueños, y aunque quiera decirle que deseo, evado su pregunta.—Tal vez la verdadera pregunta es, ¿qué quiere usted de mí? –Llamé. Él sonrió tontamente a esa pregunta. Se acercó a mí y mira mis labios de manera como si quisiera besarlos.—Enamora
LA ADHALIA NEGRA Llegó la noche y todo estaba listo ya, Alejandro tendría como posesión a la preciosa y perfecta Amelia. Ella lo recibió solo viendo la hora que se retiraría de ahí. Odiaba estar tan cerca pero tan lejos de irse.– Ese es el plan, Amelia. Tienes esta noche para terminar con todo lo que sembraste aquí –. Terminó diciendo Alejandro. Ahora conocía el plan a la medida.—Dame más tiempo. ¡Te presentas una noche diciendo que termine con todo como si fuera tan fácil! Claro que deseo irme pero, ¿qué quieres diga, cuál será mi excusa? –Digo molesta. No podía desaparecer sin decir nada a nadie. ¿Dónde quedaba Natalia? Apreté mis ojos como una reacción del gran coraje que se estaba guardando.–No todo será como quieres.El celular de Alejandro comenzó a sonar, sin duda contestó. Se alejó un poco de mí y comenzó hablar.– ¿Tatiana? ¿Qué?... ¡No, no puede ser así! ... ¿Él ya lo sabe?... Ok, adiós, voy para allá –. Cortó la llamada y me miró.— ¿Sucede algo? –Pregunto muy curiosa