LA ADHALIA NEGRA Llegó la noche y todo estaba listo ya, Alejandro tendría como posesión a la preciosa y perfecta Amelia. Ella lo recibió solo viendo la hora que se retiraría de ahí. Odiaba estar tan cerca pero tan lejos de irse.– Ese es el plan, Amelia. Tienes esta noche para terminar con todo lo que sembraste aquí –. Terminó diciendo Alejandro. Ahora conocía el plan a la medida.—Dame más tiempo. ¡Te presentas una noche diciendo que termine con todo como si fuera tan fácil! Claro que deseo irme pero, ¿qué quieres diga, cuál será mi excusa? –Digo molesta. No podía desaparecer sin decir nada a nadie. ¿Dónde quedaba Natalia? Apreté mis ojos como una reacción del gran coraje que se estaba guardando.–No todo será como quieres.El celular de Alejandro comenzó a sonar, sin duda contestó. Se alejó un poco de mí y comenzó hablar.– ¿Tatiana? ¿Qué?... ¡No, no puede ser así! ... ¿Él ya lo sabe?... Ok, adiós, voy para allá –. Cortó la llamada y me miró.— ¿Sucede algo? –Pregunto muy curiosa
LA ADHALIA NEGRA Santiago sonreía tan perfectamente como solo él sabía hacerlo. Todo estaba saliendo como quería. Un perfeccionista que sabía que sobre lo imperfecto está lo único. Los documentos ya estaban firmados y su corazón sabía que era lo mejor, aunque esta vez se sentía algo más que una buena decisión que hubiera tomado.Alguien toco la puerta de su oficina e inmediatamente se abrió.— ¿Amor? –Dijo tiernamente Asunción asomándose por el marco de la puerta como niña pequeña. Su sonrisa era tan contagiosa que él sonrió intensamente.—Pasa amor –. Ella caminó hasta él y le besó la frente. – ¿Cómo va todo?—Perfecto –, la sentó en sus piernas –, envié ya el contrato que espero duplique mis bienes. Estoy muy feliz –, él la abrazo fuertemente, Asunción sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.Las cosas no iban bien y lo presentía simplemente que no le arruinaría el momento. Saldrían adelante si todo fracasaba y si era necesario vender su alma al diablo, lo haría por su felicidad.
LA ADHALIA NEGRA Santiago ya estaba más que preparado para el gran día de su vida, cada vez faltaba menos y Asunción ya no podía esperar más.— ¿Recuerdas la primera vez que te dije te amo? –Preguntó Asunción recostada en el pecho de Santiago.— ¿Cómo olvidarlo? –dijo el besando su frente.Era una noche larga y parecía que llovería, él estaba muy nervioso de estar al lado de ella sin poder decir nada. Un viaje de negocios los llevó al bello país de Suecia. El ambiente era muy tenso. Era la primera vez que se encontraban solos, siempre estaban con compañía. Caminaban en los jardines del gran lugar donde empezaría la construcción de otra de las empresas. Ahí se veía lo trascendente que él podía ser—Y, ¿cómo te la pasaste aquí? ¿Te gustó mi casa? –Preguntó Santiago muy sonriente al jugarle esa broma, pues no contaba más que con la habitación del hotel que alquiló en su estancia ahí. No deseaba comprar algo por ahí.—Es perfecto todo aquí –, dijo Asunción sonriente, siguiendo su juego.
LA ADHALIA NEGRAEl celular de Alejandro sonaba una y otra vez y creo estaba perdiendo el control. Escuchaba mucha gente afuera gritando como solo los borrachos saben hacerlo.La hora ya estaba cerca y yo no paraba de sentirme nerviosa. Con este evento se confirmaba la promesa de él hacía su estúpida esposa, al menos eso dijo Alejandro.Mis pensamientos volaban hasta que la mujer de media estatura se acercó a mí con esa mirada a la que me estaba acostumbrando pero no me hacía sentir bien ahora.— ¿Amelia? –Me llamó y yo tomé fuerzas para dejar los nervios atrás y hacerle ver mi fuerza.— ¿Sí? – sonreí—Eres demasiado hermosa, debo admitirlo y es por eso que te digo que hagas bien tu trabajo. Hazme sentir como si yo fuera la que lo está haciendo pagar. Mátalo de amor y tendrás mi apoyo siempre –. La mujer se retira.¿Dios de que se trata todo esto? ¿Por qué lo odian tanto?— ¡Llegó la hora! –Se acerca sonriente Alejandro –. Baila como nunca antes –, me toca el rostro y pide que me vaya
LA ADHALIA NEGRAA la mañana siguiente me preparo algo de desayunar ya que no he dormido nada. No sé qué me pasa, tal vez es el “presentimiento” que tengo desde que conocí a Alejandro. Parece ser que nada de esto es lo mejor pero que tan malo puede ser, creo las pruebas más fuertes las he pasado ya, me dejaron sin vida cuando me vendieron a ese hombre, no tendría nada de malo sacarle provecho a mi belleza.—Hola, hola, Amelia. ¿Ya preparas mi desayuno? Huele tan bien –, dice Natalia juguetona y aspirando el aroma.—Oh, lamento decir que no es para ti. No tengo la culpa de levantarme más temprano y cocinar tan rico –le digo riendo.—No seas mala, dame un poco –, se acerca a mis galletas y toma una.— ¡Déjala ahí si no quieres salir mal! –La señalo.—Mira como la disfruto –, se la come lentamente cerrando los ojos y haciendo como esos comerciales donde se disfruta el más mínimo detalle del alimento.—Te lo dije – me dirigí a ella mostrando el enojo más falso que pueda haber.—Oh, basta
LA ADHALIA NEGRA 27 HORAS DESPUÉS— ¡Dios mío! Te ves muy hermosa. Creo aprendiste a maquillarte como toda una mujer con clase –, juguetea Natalia.—Es la primera vez que siento lo que estoy sintiendo, Natalia, las cosas no van bien.—Sabía que tu frialdad no te duraría mucho. Aunque no entiendo por qué esa fiesta es tan importante. Amelia, ¿cuál es el contrato que firmaste ante todo esto?— ¡Por favor! – digo retomando esa posición firme. Tomó el vestido que está en la cama esperando por mí.—Verónica Amelia Dantes, me gusta –, escucho decir a Natalia.— Alejandro escogió el nombre.—Se supone que no habría secretos entre nosotras, pero no es así. Disfruta la vida que escogiste, encierra a tu corazón y no lo dejes salir –. Me dice dejándome pensar en todo y terminando pensando en nada. Ella tiene la razón. Odiaba mentirleAcomodé mi vestido y me retoqué el maquillaje para terminar de delinear mis labios.—Hoy es tu noche, Santiago – digo en voz baja observándome en el espejo y dándo
LA ADHALIA NEGRA Tantas cosas pasan por mi cabeza tan solo en saber que estoy aquí, frente al hombre que muchas personas desearían verle tan solo para admirarle.—Una mujer digna de un hombre tan especial como Alejandro –, dice Santiago. Si tan solo supiera que no es ni la mitad de hombre que él piensa. – ¡Que grosero soy! –Dijo Santiago –, he quedado tan impresionado que me olvidé de presentarte a la bella de Asunción. Verónica, ella es mi esposa.Nos observamos y decido romper el silencio. – Una linda mujer digna de un gran hombre –, regreso el alago, espero Santiago tome la indirecta.—Gracias... ¿Verónica? –pregunta Asunción.—Sí, Verónica Amelia Dantes –, respondo.—Santiago, me gustaría que siguieras aquí conociendo a Verónica pero tu socio ya te espera –, interrumpe Alejandro.Maldita seas, ¿por qué ahora se lo lleva cuando estoy dando lo mejor de mí?—Oh, claro. Bueno, Verónica espero verte después. Mi amor –, se dirige a ella –, espérame con Tatiana. Le da un beso en la fren
LA ADHALIA NEGRA AMELIA — ¿Qué es esto? –Digo cuando él me da unos papeles en un sobre amarillo— ¡Felicidades! La casa ya es tuya. He decidido dártela como un obsequio por la mágica noche de ayer. Me encantas, preciosa.— ¿Debo agradecer o valorarlo como mi trabajo?— Como quieras. Vámonos porque alguien nos espera.Efectivamente algo muy importante nos espera hoy, los dos estamos cumpliendo nuestra parte del trato.Sonrió, dejo los papeles y salgo con él.Seguimos el camino en su auto y al llegar me ayuda a bajar del carro, quito los lentes oscuros que llevo y sonrió al ver lo que me espera.Hola nuevo mundo... Adiós, Adhalia negra. Alejandro me da el paso. Entro al gran edificio, él da unas cuantas firmas y logramos pasar. Yo no digo nada, estoy encantada.Conforme nos vamos internando en los pasillos la gente se le ve muy estresada, algunas corren de un lugar a otro, otras gritan "maquillaje" otros tantos toman fotos. Es el paraíso aquí.— ¿Lista? –Dice Alejandro antes de subir