CAPÍTULO 47

—¡Es suficiente, Sanem…! —Kereem soltó a Sanem, y la miró con seriedad—. Tú misma te estás…

—Yo solo quiero que ella… —Sanem tenía la respiración entre cortada—. Ella tiene que quedarse… no estoy pasando todo esto en vano. Quiero un hijo Kereem… y Zahar aceptó el trato.

—Dijiste que no podías con esto. No es bueno que veas a Zahar aquí en estas condiciones…

—No me importa ya nada. No me importa si se lo merece o no… mírame… ¿Me lo merecía? ¿Merecía que me dieran este futuro?

—Sanem…

—¡No! ¡No lo merecía, Kereem! Y aquí estoy, imposibilitada de darte hijos, y, además, arrojándote a esa mujer… de la que sé, estás pensando más de lo que debes…

Kereem apretó la mandíbula.

—Voy a reunirme con tu sirvienta… es lo que debo hacer ahora…

Kereem pasó por su lado, pero Sanem lo tomó del brazo.

—¿Qué harás con Zahar? No puedes dejarla libre, Kereem… ella es mi única esperanza.

Kereem pasó un trago, y tomó las mejillas de Sanem.

—Por favor, cálmate… la sacaré del palacio por un tiempo. No estás bi
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