Los primeros rayos de sol se filtraban por las cortinas entreabiertas, iluminando la habitación con una luz suave y dorada, mientras Sanem apretó los ojos y trató de parpadear.Ella se removió un poco, despertó lentamente, y luego giró con cautela en la cama, tratando de no perturbar el silencio que reinaba en la habitación. Pero al hacerlo, su corazón se detuvo por un momento al darse cuenta de que Naim seguía acostado a su lado, respirando tranquilamente con un ligero fruncimiento en el ceño.De forma abrupta se sentó tapando su cuerpo con la sábana blanca mientras su corazón le latió como un martillo.El tintineo en su cabeza la sobrepasó, y rápidamente sintió el peso de la realidad, aplastándola mientras las imágenes de la noche anterior se agolpaban en su mente.El remordimiento la golpeó con fuerza, haciéndola sentir como si estuviera cargando el peso del mundo sobre sus hombros. Se levantó con cuidado, tratando de no despertar a Naim, y se envolvió en la sábana mientras sus pen
—¿Está todo bien? —Kereem parpadeó rápidamente mirando a Emré mientras ambos estaban sentados en una sala amplia, en uno de los edificios más grandes de Nueva York.Solo faltaban minutos para que se pudieran reunir con toda la cámara estadounidense y con el mismísimo presidente.—Si… —Kereem se rascó los ojos restándole importancia.Solo había dormido horas, y las imágenes de Zahar en su cabeza pasaban a milisegundos a cada nada sin poder quitárselas a cada momento.—Pareces cansado… ¿Sabes que he intentado comunicarme con Naim y no contesta?Kereem volvió a observar a Emré.—Puede que tenga muchas cosas, ahora que estoy aquí se le doblegará el trabajo en el palacio… —Emré asintió, pero prontamente los hombres de la reunión entraron, y ellos se pusieron de pie, para comenzar con las formalidades.Zahar colgó el teléfono de la suite y frunció el ceño cuando le anunciaron que, por la noche, saldría con el Emir a una cena.Se movió directo a la panorámica frente a ella, que la alucinaba
—¿Quieres ir a cenar? Creo que esta reunión fue demasiada… —Kereem negó hacia Emré.—No… tengo asuntos.—¿asuntos? —Kereem se giró hacia Emré.—¿No tienes dónde quedarte acaso?—Claro que sí, hermano, pero…—Pero qué, Emré… ¿Qué quieres saber? —Emré se puso serio y Asad estaba alerta cuando ambos estaban en el sótano mientras sus hombres estaban alrededor.—¿Ella está aquí? ¿Contigo? —Kereem achicó los ojos.—Está conmigo… si…Emré tomó el aire, abrió la boca, pero la volvió a cerrar.—Kereem…—No puedo ahora Emré… debo irme… —Asada le abrió el auto a Kereem y Emré se quedó de pie mirándolo hasta que él le bajó el vidrio.—Mándale los reportes a Naim. Dile que dentro de esta semana estaremos en reuniones importantes y cuando lleguemos a Riad, debe estar todo listo para los comisionados de Estados Unidos…Emré asintió lento, y caminó hacia otro auto, mientras un guardia se encargó de él.Kereem esperó que el auto de Emré saliera primero del sótano y luego le ordenó a Asad ir al lugar q
Kereem pasó un trago y deslizó su otra mano por sus curvas para llegar al muslo desnudo. Bajó la boca a la de Zahar y se la abrió con los dedos, para meter su lengua en ella.Sus besos siempre eran urgidos, pero altamente satisfactorios. Aunque Kereem empleara la rudeza, la profundidad de su acto, sacaba a Zahar del mundo.Y aunque ella no estaba preparada para interrumpir el beso, fue Kereem quien se despegó y se apartó de ella, haciéndole fruncir el ceño.Zahar se giró viendo cómo él se apresuró a llegar a la entrada, y literalmente él fue quien cerró todas las entradas a su sitio privado. Luego de eso, lo vio caminar hacia ella, que literalmente la suspendió en el aire, y luego la sentó en la gran mesa decorada con flores y candelabros de lujo.—Kereem…—Sí… hazlo… gime por mí… —Zahar sentía que se le iba a salir el alma cuando las manos de Kereem viajaron a sus piernas desnudas por la posición y metió las manos para quitarle su ropa interior.Él tomó la prenda en su puño, la apret
Sanem miró su propio teléfono y lo apretó.Por más que quería calmarse, ella no lo intentaba ni una vez, y decir que Kereem y ella ya tenían un mundo entre ellos, era quedarse corto.Sus manos temblaron con fuerza y luego tiró el teléfono contra la pared viendo cómo se hizo añicos. Su impotencia crecía cada nada, y no le ayudaba la actitud de Kereem.Ella salió de la habitación caminando muy rápido por el palacio y fue directo al punto que quería llegar.El despacho presidencial estaba lleno de guardias, y ni siquiera tocó para entrar cuando notó que Naim alzaba la cabeza.—Necesito un momento… —Naim dejó de teclear en su laptop y miró a los hombres que estaban allí.De hecho, el secretario de Kereem salió, mientras ella trataba de calmar su agitación.—Buenos días… Sanem… casi tardes… —Sanem levantó la barbilla y caminó hacia él al saber que habían cerrado la puerta.Ni siquiera habló, no medió palabra cuando se puso delante de él, mientras Naim la veía con lujuria.—Yo… —Naim se leva
—¿Llegas tarde? —Emré le murmuró a Kereem que se arreglaba la chaqueta y se peinaba el cabello con sus dedos—. Kereem… ¿Quién eres?—Cállate Emré… —Emré negó caminando tan rápido como pudo y luego dirigió a su primo a la sala de reuniones.Este era ya el quinto día en Nueva York para Kereem, pero Emré sabía que, aunque estaba presente todos estos días, su mente estaba totalmente perdida.Los acuerdos, que eran muchos, se firmaron en unas horas. Emré y Kereem tuvieron reuniones con varios ministros y a la final Estados Unidos respiró de muchas situaciones con respecto al terrorismo.Emré llevó un plan elaborado que se ejecutaría en los próximos meses mientras Kereem veía su presentación. Al finalizar, los invitaron a la última noche, donde el mismo presidente estaría presente, y allí se relacionarían con otros países.Y por supuesto que Kereem aceptó.—¿Qué haces? —Kereem notó a Emré tecleando con el rostro ensimismado.—He tratado de estar en contacto con Naim… Nuestra llegada debe ser
Después de un momento, Kereem besó su boca con su ansiada hambre y luego la llevó a la terraza donde compartieron una cena.Zahar miró el cielo, había muchas estrellas en esta noche y ella sonrió.—¿Qué piensas? —miró a Kereem y negó.—Leí una vez un libro… sobre las estrellas… En el occidente tiene muchas creencias sobre los deseos, y las estrellas fugaces, alguna vez… quise tener ese pensamiento.Kereem la miró con intensidad y luego tomó su mano para levantarla y sentarla en su regazo.—¿Qué deseaste aquella vez? Deseo saberlo…Los ojos de Zahar se nublaron, no estaba entendiendo por qué la melancolía estaba siendo parte de sus días, pero era algo que no podía controlar.Ella negó.—No es nada… son solo cosas…—Quiero saber… —Kereem tomó su rostro para hacer que lo mirara—. Quiero saber todo de ti…Zahar apretó la mandíbula, y volvió a alzar su mirada al cielo mientras Kereem esparcía besos en su cuello.—Tener… una vida…Kereem se detuvo en el instante y frunció su ceño.—¿Una vid
—Llegarán en unas horas… —Sanem apretó su mandíbula y se miró a sí misma para decir.—Iré contigo… —Naim frunció el ceño y negó.—No es necesario…—Lo es… espera, y saldré justo a tiempo.Naim iba a refutar cuando ella salió de su vista. Soltó el aire con fuerza y se masajeó la sien. Entonces envió un mensaje rápido y luego guardó el móvil en su bolsillo.La guardia y la zona militar estaba preparada. Muchos autos salieron por orden de Asad desde la distancia, y otros, desde la orden de Naim. Pero en cuanto él estaba esperando en la el patio trasero del palacio, se quitó las gafas oscuras cuando Sanem apareció en su vista.Ella tenía un vestido más ajustado a su cuerpo, y estaba más destapada que de costumbre. Su cabello estaba atado a una coleta en la nuca, y su ceño se frunció.—¿De qué se trata este cambio?—Nada…Naim apretó la mandíbula, y abrió la puerta, tomó su muñeca y literalmente la arrojó al auto para subirse detrás de ella. En cuanto la puerta se cerró y lo ordenó, tomó el