Había pasado ya un mes desde que la vi. Sentía frustración. Nadie pudo localizar a la mujer castaña del antro. Ni los contactos más cercanos dieron con ella. Solo por ello puso en duda la capacidad de Benji y de Marco, y claro, a Michael lo harté con el mismo tema. Pero venga, ¿Quién no se obsesiona con alguien así?
Nadie. Solo yo. Soy demasiado obsesivo.
— ¿Cuál color eliges? —mi madre me enseñaba las muestras de tela para el evento anual de Industrias Black. Tenía que elegir el mantel para la ocasión. Me había negado a seguir derrochando el dinero en algo que no sacaba nada a mi favor. Solo gente que comía gratis se emborrachaba en la barra libre y siempre terminaba en alguna escena dramática entre los empleados.
Hice una mueca.
—Ese—señalé una tela en color crema, luego miré hacia el gran jardín de la casa de mis padres. Mi madre hablaba de algo, pero no presté atención. Debería de conformarse con tener mi presencia ahí, cuando podría yo estar con alguna rubia con curvas.
La imagen de la castaña regresa a mí.
— ¿Joe?
La voz de mi madre me distrajo y dentro de mí se lo agradecí. No era necesario seguir obsesionado con un fantasma. Un fantasma con curvas perfectas y de nuevo me pierdo en mis pensamientos.
— ¿Joe? —dio un apretón a mi rodilla.
— ¿Sí?
— ¿Qué te trae tan distraído? Acaso… ¿Alguna mujer quizás? —negué arrugando mi entrecejo y luego puse los ojos en blanco. A estas alturas, aún sigue con la esperanza de tener una «nuera».
—Tengo cosas en la cabeza cosas del trabajo.
Maldije al terminar la oración, sé que empezaría con el sermón de sentar cabeza, bla, bla, bla, no todo es trabajo, bla, bla, bla.
—Si pones esa cara por qué crees que te soltaré el sermón, estás equivocado. Ya me he resignado contigo. Deberías de seguir el ejemplo de Michael y encontrar a una mujer.
La interrumpí.
— ¿Qué decías del sermón?
Ella torció sus labios irritada.
—Lo sé. Es inevitable. Pero no quiero que te quedes solo.
Me irrité a su comentario.
—No pienso casarme para no estar solo, además el matrimonio no está hecho para mi madre, quizás para tus otros dos hijos, Alison ya tiene un matrimonio sólido, pero para mí no existe eso. Prefiero conocer, disfrutar y seguir conociendo sin compromisos o ataduras.
Mi madre se queda callada. Sé que añora ese día de ver a su hijo pequeño en un altar, pero es mejor sacarla de sus sueños, ya que nunca lo verá de mi parte.
—Está bien. Pero el día que llegue esa mujer…—levantó ambas manos hacia el cielo y negó divertida—… Tiraré la casa por la ventana y le pondré un altar.
Puse los ojos en blanco cuando empezó a reírse.
—No lo creo. En fin, cambiando de tema… ¿Dónde está tu hijo favorito? —me lanzó una mirada dura, pero sabe que lo digo en broma.
—Los tres son mis favoritos, Joe. Y no vendrá. Irá con…—entrecerró los ojos como si recordara algo—… Esta chica, Thompson, el otro apellido no recuerdo.
— ¿Thompson?—Pregunté curioso. Sé que había ligado el día cuando vi a la castaña, pero él es de una noche y al día siguiente: ¿Quién eres?
—Thompson, la hija de Don Jeffrey, el dueño de Cliver Récords ¿Sabes de quién te hablo?
Quiero recordar, aunque me suena el apellido, pero nada llega a mí. ¿Es algún conocido de la familia de Otto Jr Cliver? Era mi mejor amigo en la facultad, pero al finalizar, cada uno siguió su camino, no sabía mucho de su familia y él de la mía, ambos éramos reservados.
Pero insisto me es familiar…
—Ni idea—respondo.
—Me ha contado que la ha conocido hace un mes, la trajo el fin de semana pasado, pero tuve que salir y no pudimos hablar mucho. Es muy simpática por lo que la traté ese momento.
Siguió su mirada en las telas.
— ¿Y.…?
Sé que se muere por decirme más. Levantó su mirada y se volvió hacia mí, pero quedó sentada en el mismo lugar del sillón.
—Los conozco a los tres. Alison, aunque esté en Londres casada, Michael y tú trabajando arduamente para sacar la empresa adelante y el apellido, los conozco. Soy su madre. Los llevé en mi vientre exactamente a los nueve meses. Sé que Michael es un mujeriego al igual que tú…—torció los labios al hacer la pausa arqueando su ceja perfecta— y tengo las ilusiones de verlos tener su propia familia, Michael me ha dicho algo.
— ¿Qué? —me removí en mi sitio. ¿Qué le había dicho? ¿Por qué a mí no me ha contado algo acerca de la rubia con la que se acuesta? Si todo nos contamos. Eso me irritó.
—Ha mencionado algo: «Posiblemente, sea ella la indicada»
Tosí al escuchar las palabras finales. Me puse de pie, y me acerqué a la ventana mientras puse mis manos dentro de mis bolsillos del pantalón de vestir.
—No creo eso de Michael.
— ¿Por qué lo dices?
—El ama a las mujeres. Adora tener...—me giré hacia ella quien sigue en su lugar y en su regazo las muestras de las telas—... Sexo. Sin compromiso al igual que yo. ¿No piensas que sea que ella lo esté presionando? ¿O su familia? ¿Has pensado en eso? A la mejor y tiene presión, pero de que él haya dicho eso no lo creo.
Sonó mi móvil.
—Disculpa, tengo que contestar. —ella asintió con aquella mirada melancólica. La llamada era de la empresa. Necesitaban mi presencia con sentido urgente. Celina, mi mano derecha no me dijo más.
Corté la llamada.
— ¿Todo bien?
—No lo sé, tengo que ir a la empresa.
Me despedí a toda prisa sin asustarla. Baxter tenía el auto listo y nos encaminamos a Industrias Black.
Veinte minutos después llegamos a Industrias Black y Celina estaba esperando en la entrada, caminó de un lado a otro y puedo ver que está preocupada. No dejé que Baxter me abriera la puerta y bajé. —Joe...—dice Celina. — ¿Qué ha pasado? —Tenemos graves problemas. «Graves» se queda corto. —No me asustes. ¿Qué ha pasado? —Subamos a tu oficina y te pongo al tanto. Subimos al piso de presidencia y cuando íbamos a pasar por el escritorio de mi asistente personal, me detuve. —Luisa, no me pases llamadas a menos que sea urgente de mi familia y no estoy para nadie más. Celina camina... Le hice señas de que camine por el pasillo que nos lleva a mi oficina. Entramos y me quité el saco de mi traje y desabotoné la camisa de mis muñecas y me remangué hasta los codos. —El trato con Sudáfrica nos lo han cancelado y… —la interrumpí cuando solté un golpe con mi mano en la superficie del escritorio de cristal. — ¡No! ¡Ese trato me llevó m
Había salido de la oficina pasada de las once de la noche, el dolor de cabeza se había calmado cuando Benji me pasó más información, pero esta lamentablemente no me servía, solo le pedí el nombre de la persona detrás de todo esto, pero mañana me seguiría preocupando y armaría un plan, hoy no podemos hacer nada. Necesitaba sacar todo este estrés y tensión. Así que era viernes por la noche. Necesitaba adrenalina. Me detuve en el lugar donde estuve hace un mes. Lamí mis labios al recordar esa noche que la miré bailando de manera sensual. Solté un suspiro irritado. Ya era hora de que dejara mis alucinaciones. —Necesitas distraerte de toda lo que ha pasado hoy, Black. Caminé hasta la puerta VIP y entré. Aflojé mi corbata y el corazón por alguna manera extraña comenzó a latir a toda prisa. Será la ansiedad por querer estar con una mujer. El sitio era solo para personas de dinero, lo mejor de lo mejor de la ciudad. Y eso siempre me relajaba. No eran cualquiera...
Apareció una sonrisa triunfante en sus labios al ver que me ha dejado sin palabras… ¡Reacciona, Black! —Pero… —balbuceé perplejo aún a sus palabras. Se puso de puntillas y dejó un beso casto contra mis labios y antes de separarse por completo, su mirada se clavó en mis ojos. —Un poco de humildad te vendría bien, Black. Mi mirada la siguió hasta que entró al auto, arrancó y se metió en el tráfico de la noche. Y yo como un idiota embelesado de pie en la acera. Mi pulgar se fue a mi labio inferior y lo acarició, cerré los ojos. Los abrí de golpe con el corazón agitado. — ¿Black? Sin duda ella sabía quién era y yo estaba en desventaja. Pero sus placas me darían la información que necesitaba. ¿Quería jugar? Jugaremos… Pero en mi cama y gritando mi nombre. ****Toulouse empezaba a sonar. “No Running From Me” (No corras de mí). Di una última mirada a mi reloj de marca. Las 2:45 pm. Estaba afuera de un edificio de ladr
El sonido del elevador nos cortó. Nos separamos y somos puro jadeo. Nuestras miradas conectan por segundos. En sus labios aparece una sonrisa y sus dedos se van a la blusa de seda. Desabotona los dos primeros botones lentamente. —Esto es una tortura y pienso cobrármelo—susurré para mí mismo, pero sé que me ha escuchado cuando su sonrisa se ensanchó aún más. Sus labios se han hinchado, y pude sentir mi miembro palpitar cada segundo que me torturó con la escena. —Solamente... Diré...—tomó aire— que «No todo lo que miras, es lo que es.» Tragué saliva. Mi garganta se ha secado completamente cuándo en mi pecho siento una punzada al escuchar esa frase. —No entiendo...—fingí no saber a qué se refería, mi mirada está en sus pezones que resaltan bajo su sostén de encaje negro. Vuelvo a tragar saliva... Se sacó la blusa de la falda y se bajó de sus zapatillas de aguja y puedo ver qué apenas llegó su cabeza a mis hombros. Salió del elevador y mi mirada está en ella,
M*****a sea. ¿Desde cuándo se ha vuelto más lista que yo? Busco rápidamente mis zapatos, y como sea me abrocho mi camisa. Las puertas del elevador se abren y entro a toda prisa. Debí activar el bloqueo del elevador, pero ¿Cómo iba a saber que iba a salir así? Además, ¡Es Ashley! ¡Mi Ashley! ¿Qué se ha hecho que no la he reconocido? ¿Se ha pintado el cabello de castaño? ¡Está más delgada! Por eso Black, serás gilipollas. Ella no sería una mujer por siempre…gordita. Arrugo mi entrecejo mientras el elevador llega hasta el subterráneo. ¿Qué hace en New York? ¡Quiero respuestas, m*****a sea! ¡Por eso esa atracción! ¡Porqué siempre me había atraído! Siempre ha estado esa electricidad entre los dos... Las puertas se abren. Salgo disparado a mi auto y cuando llego a la plaza... — ¡No! ¡No! ¡Alineeeeee! ¡Nomás que...! ¡Agggrrrrrr! —grito a todo pulmón al ver que ha pinchado las cuatro malditas llantas. Pateo la llanta cargado de ira. Me lastimo el pie, pero el dolor no me impo
Ashley cerró los ojos con fuerza al escuchar esa frase. Esa noche cuándo casi lo hacían en el sofá dos años atrás, se había marchado dejando esa frase en el aire. Intentó descifrarlo, pero Ashley se había alejado de él después de esa última noche antes de salir de vacaciones de navidad. Ella había regresado comprometida y después ella lo había evitado. — ¿Entonces qué es, Joe? — ¡No me hagas ir a golpear a ese hijo de puta! —dijo entre dientes. Ashley tragó saliva. Sabía cómo era Joe y su actitud protectora después de dos años sin hablarse la confundía. —Tú no vas a golpear a nadie. — ¡Dime, m*****a sea! ¿Ese hijo de puta te tocó? —se volvió a su espalda para golpear la puerta del cubículo. Ashley se encogió de hombros por su arrebato. — ¡No! ¿Qué vas a ganar con ello? ¿Qué te expulsen antes de graduarte? No. No será por mi culpa. Yo lo voy a solucionar a mi manera. — ¿Cómo? ¿Cuándo termine por matarte? ¿O cuándo te deje tirada por la carretera sin vid
El auto estaba estacionado frente al edificio. Podía ver a la gente entrar y salir de él, estaba debatiéndome entre ir y pedirle respuestas a mis jodidas preguntas que no han hecho más que hacerme trasnochar. Quiero saber por qué ha aparecido de la nada. Muerdo mi pulgar y después mis dientes juegan con la uña. Tomo aire y luego lo suelto. Mi sangre se congela al ver al mismo hombre de la noche anterior salir del edificio y este le abre la puerta caballerosamente para que Ashley saliera. Maldito hijo de… Me inclino hacia atrás para que no me mire. Se quedan de frente al edificio y están hablando de algo. Ella agita sus manos en el aire, y… recuerdo ese gesto. Está cabreada. Él intenta hablar, pero ella no lo deja. Aprieto el puño en señal de victoria. —No te dejes de nadie, Ashley. Ella sigue hablando de algo, y después su mirada se pierde en la calle. Los autos pasan y maldición, su mirada se posa en el auto. Arruga su entrecejo. Regresa
— ¿Y tenemos el nombre de la persona dueña de esta empresa? —pregunté mientras miraba la carpeta con la información que había llevado Connor con ayuda de Benji. —Está a nombre de Clyde Turner. Vive en la ciudad desde hace diez meses. No tenemos la información de su estado civil, estudios, o cuentas. Solo que es el dueño de la empresa que se ha llevado los contratos que tenía Industrias Black. — ¿Vida familiar? ¿O familia lejana? Puede ser un presta-nombres—dijo Michael mientras yo jugaba con el tapón de mi pluma en mis labios. —Lo más extraño es que por más que queremos investigar más allá, no se puede. No hay nada. Solo lo básico. —suelta Benji. Un puño cayó en la mesa llamando la atención del resto de la junta. Jacob Black, nuestro padre, se puso de pie y comenzó a caminar por la oficina. —Quiero que investiguen de donde viene ese tal Turner. Debe de estar relacionado con alguien que nos conoce muy bien. Alguien que ha seguido los pasos no de ahorita, si