El sonido del elevador nos cortó. Nos separamos y somos puro jadeo. Nuestras miradas conectan por segundos. En sus labios aparece una sonrisa y sus dedos se van a la blusa de seda. Desabotona los dos primeros botones lentamente.
—Esto es una tortura y pienso cobrármelo—susurré para mí mismo, pero sé que me ha escuchado cuando su sonrisa se ensanchó aún más. Sus labios se han hinchado, y pude sentir mi miembro palpitar cada segundo que me torturó con la escena.
—Solamente... Diré...—tomó aire— que «No todo lo que miras, es lo que es.»
Tragué saliva. Mi garganta se ha secado completamente cuándo en mi pecho siento una punzada al escuchar esa frase.
—No entiendo...—fingí no saber a qué se refería, mi mirada está en sus pezones que resaltan bajo su sostén de encaje negro. Vuelvo a tragar saliva...
Se sacó la blusa de la falda y se bajó de sus zapatillas de aguja y puedo ver qué apenas llegó su cabeza a mis hombros. Salió del elevador y mi mirada está en ella, la seguí con la mirada.
Estoy hipnotizado...
Tiró las zapatillas en el recibidor y se giró hacia mí.
—Cierra la boca, Black. ¿Nunca has visto una mujer desvistiéndose frente a ti?
Pasé salvia de nuevo, pero con dificultad, solté el agarre que sostenía aún la puerta abierta del elevador. Caminé en su dirección, pero luego me detuve y traté de enderezarme. Me quité mi americana y la tiré en el mismo lugar donde ella ha dejado su ropa, ella retrocedió. Comencé a desabrochar los botones de mi camisa mientras ella se retiró por completo la blusa.
—Déjate las medias... quiero... quiero verte con esas medias.
Intenté recomponerme, pero no pude. Ella se estaba divirtiendo sin duda. Pero en este momento necesitaba explorar cada centímetro de ella, quiero hacerla venirse en mi boca, quiero entrar en ella duro e implacable, sin tregua. Quiero tenerla contra la ventana y hacerla gritar de deseo. Se baja la falda y finalmente queda desnuda ante mí.
Solo tiene los ligueros y el triángulo de su diminuta braga de encaje. Es traslúcida. Puedo ver la línea de su sexo... húmedo. Me mordí el labio a punto de sacar sangre.
—Estás… —no puedo seguir hablando. Me ha dejado cautivado por sus curvas, su pálida piel y sus pezones duros. Sin duda igual o yo más que ella.
Me quedé en solo bóxer y descalzo. Caminé hacia ella, pero retrocedió. Arrugué mi entrecejo. Se giró dándome la espalda y caminó en el centro de la sala.
— ¿Quieres tenerme? —jadeó excitada.
Asentí sin pensarlo. Ella jadeó mientras acarició su duro pezón. Doy otro paso, pero ella retrocedió.
—No huyas de mí, Aline. Suelo tener poca paciencia...
Mi voz ronca no la reconocí. Es como si fuera un niño y ella mostrando el interior de un dulce con el empaque abierto. Quiero tenerla. Deseo tenerla... estoy duro.
—Espera... Quiero tenerte más duro...—gimió al terminar de decirlo.
— ¡¿Más?!—exclamé en voz alta y ella sonrió a mi impaciencia. Me quité el bóxer de un movimiento. Listo para hacerla mía en el mismo sillón donde ella está cerca.
—Tómame si puedes.
Y corrió fuera de la sala. Subió las escaleras y tuve la vista de un precioso, exquisito y redondo trasero moviéndose escaleras arriba. Bajé la mirada a mi miembro. Estaba duro y apuntando hacia arriba.
— ¡Espera a que te atrape! —escuché su risa y no pude evitar sonreír. Subí hacia las escaleras como si fuese navidad. ¿Desde cuándo no me divertía así con alguien?
Entré al pasillo y ella estaba recargada en la puerta... su mano cubrió su sexo y en su otra mano comienza a mover en círculos en el aire la braga diminuta.
Se la ha quitado.
—Me has quitado el placer de arrancarte con mis dientes esa braga de encaje. —caminé hacia ella, decidido a no dejar que huya más de mí. Cuanto más avanzaba, ella no se ha movido de su lugar. Puedo escuchar su respiración agitada y su mirada en mi duro miembro.
Estamos frente a frente. Levanté su barbilla para volver a ver esos ojos azules.
—No vas a escapar más.
La dejé frente a los pies de la cama. Estamos frente a frente y siento el calor que radiamos. Es como si de ello se pudiera prender una hoguera. Sus mejillas están rojizas y sus labios entreabiertos. Sus ojos detenidamente estaban al pendiente de cualquier movimiento mío. Y eso me gustó.
—No te muevas de aquí. Vamos a jugar un poco...
Ella asintió sin dudarlo. Caminé dentro del vestidor y abro uno de los cajones. Y brillan cuando doy con ellas.
Unas esposas metálicas con un pequeño cojín negro de piel. Salí del vestidor y caminé hacia ella. Ella al ver las esposas, sonrió y un brillo en esos ojos resaltó.
Es extraño como me hace sentir.
—Extiende tus muñecas.
— ¿Por qué mejor no lo hago yo? —dijo sensualmente. Me las arrebató de las manos, pero oculté mis muñecas automáticamente.
—No las necesito. Yo puedo controlarme.
— ¿Y quién dice que yo no? —preparé mi mejor respuesta a ello.
—Las mujeres son muy quisquillosas. Mueven hacia todos lados las manos... ¿No quieres probar? ¿O tienes miedo?
— ¿Tú tienes miedo o porque tienes que ocultarlas detrás de ti? —sonrió y ladeó el rostro. Estaba empezando a ser un gesto sexy… ¿Pero de dónde me es familiar?
—No tengo miedo. —intenté calmar los nervios y extendí mis manos para que las pusiera.
—Recuéstate...
Me acosté en la cama desnudo y demasiado duro, no había notado lo bien que me ponía cuando me dio órdenes. «Calma Black, que no se entere de ello». Puse mis manos en la cabecera de hierro forjado que compré de Italia. Precisamente para una ocasión de estas. Escuché como cerró las esposas.
Y los nervios empezaron aflorar en el centro de mi estómago. «No amigo, no te me bajes...»
Ella se quedó al pie de la cama y me observó en silencio. Su mirada es demasiado caliente y suma el triple cuando se mordió el labio.
—Voy a disfrutar esto, Joe.
Y el corazón se agita cuando siento el tono con el que dice mi nombre completo por primera vez, es demasiado familiar… ¿Realmente vamos a jugar o me va a cortar en pedazos y tirarlos al mar? «¡Calma, Black! ¡Calma!» Cerré mis ojos para calmar los nervios...
—Veo que te produce... Nervios. —soltó cuando empezó a subir por la cama.
—No. No soy nervios... es...—cuando se subió encima de mí, estoy más duro de cuando me recosté. Su sexo roza delicadamente mi miembro y eso me hace soltar un fuerte gruñido.
—No te desesperes. —susurró cerca de mi oído. Mordió mi lóbulo y lo succionó. Mi piel se erizó y por primera vez provocó un poco de dolor. Su perfume es adicto...
Pero…
Y de repente su mano tomó mi miembro duro y comenzó a subir y a bajar. Cerré los ojos del placer que ocasionó. Levanté mi pelvis para crear más fricción, pero ella se detuvo.
—No, Black. Déjame a mí...
Y se bajó hasta ahí. Su mirada era hambrienta. Comenzó dejando unos besos en mi miembro duro.
—Mmm, estás muy duro, Black…
Y sus labios se abrieron para darme una “mamada”. Cuando entró en ella, lancé mi cabeza hacia atrás con cuidado de no partirme el cráneo con la cabecera. Cerré los ojos y disfruté el placer, el deseo acumulado. Sus dientes delicadamente se arrastran en mi piel, haciendo retorcerme
—Oh, sí... oh, Dios mío... qué rico... así... Sigue así...—estoy a punto de venirme, pero es como si le dijera: Detente.
Abrí los ojos y la busqué, ansioso.
Ella sonrió.
— ¿Aline? —arrugué el entrecejo. — ¿Por qué te detienes?
Se bajó de la cama decidida a no seguir.
— ¿Las llaves? —Oh, quizás va a soltarme para dejarme terminar dentro de ella.
—Encima del cajón dentro del armario...—ya estoy pensando cómo voy a entrar dentro de ella. Lo duro que la voy a follar, la forma en que agarraré ese trasero y lo voy a palmear hasta hacerlo sonrojar, como esas mejillas.
Salió del armario, me quitó una esposa, pero no saqué la mano y dejó las llaves cerca de la almohada a mi lado. Sale de la habitación y me quedé esperando. ¿Qué va a hacer ahora? ¿Con qué me va a sorprender? Sonreí. Esto es excitante… he estado a punto de venirme en su boca. Pero por algo lo ha parado… quiere hacerlo más emocionante.
Cerré los ojos. Deseándola con muchas ganas. El doble desde que hemos llegado. Al abrirlos, miré mi miembro que apunta hacia mí.
—Así sigue, duro, alegre—felicité a mi miembro. Cuando levanté la vista, Aline entró con su falda puesta y abrochando su blusa.
¿Qué diablos está pasando aquí…?
—Me voy…—dijo sin más.
— ¿Qué…? ¿Qué dices? —la irritación y la sorpresa se vistió en mi tono.
—Aquí dejaré la llave, suéltate tú solo, que tengas buena…—miró mi miembro duro que está a punto de volverse nada. —Noche. —agitó su mano mostrando un gesto de masturbación.
Se acercó y dejó un beso en mi nariz. Aún intento reaccionar a su jugada.
— ¡¿Qué es lo que haces?! ¡Ven y hazme terminar, joder! —pienso que no era la mejor manera.
Se giró antes de salir. Su mano se quedó en el marco de la puerta y su sonrisa se expandió.
—Puedes usar tu mano, Black. Además, no tengo duda de que llames a una de tus putas de una noche para que termine la mamada por mí.
Arrugué mi entrecejo, me cabreó que hablara así.
—Se escucha muy feo eso de tu boca. ¡No lo digas así! —sentí que no es ella. ¿Entonces quien Black? Arrugué de nueva mi entrecejo.
—Sigues sin saber quién soy ¿No? —el escalofrío regresó a mí. Pude sentir todo mi cuerpo erizado. Las palabras se atoraron en mi garganta. La forma en que ladeó su rostro sabía que era sexy… Y familiar. Pero no le había prestado atención lo suficiente. ¡Apenas puedo pensar!
—No… ¿Acaso ya nos hemos acostado? —maldición. No era como tendría que averiguarlo. ¿Acaso quieres que nos corten en pedazos por no acordarme si ha entrado en mi cama? ¡Maldita sea! Soltó un suspiro, se giró para caminar y quedar a los pies de la cama.
—No todo lo que miras… —y automáticamente…
—… Es lo que es. —terminé la frase.
Oh, Dios mío. ¿Es…?
— ¿Ashley?
Ella asintió y se giró sobre sus zapatillas. Antes de desaparecer me miró de medio perfil.
—Adiós, Joe. —y guiña un ojo, divertida.
¿Ashley? ¿Ashley? ¿Era una broma del destino? ¿Acaso es...un karma? Todos los recuerdos de ella pasaron como un tornado dentro de mi cabeza.
—Maldición. —pasaron unos minutos cuándo reaccioné, maldije cuando alcancé a quitarme las esposas metálicas por completo. Brinqué de la cama de un solo movimiento, casi derrapé al llegar a la salida de la habitación, crucé como "rápido y furioso" todo el pasillo hasta salir a las escaleras. Las puertas del elevador se habían cerrado.
— ¡Ashley! —grité. Pero no se detendría. Sin pensarlo dos veces, bajé las escaleras y casi caigo de boca cuando alcanzo mis pantalones, brincando dos veces entro en ellos, tomé mi camisa y toqué el botón con el pulgar.
«Activado»
Sonó la voz de seguridad del segundo elevador privado. En lo que sube el elevador, marqué a Baxter. Primer tono.
—Señor Black.
— ¡Baxter, dame la clave de la cochera para bloquearla!
—01887822
Toqué a toda prisa para activar la cámara del estacionamiento subterráneo en la pantalla. Tecleé a toda prisa para evitar que Aline saliera de la plaza.
Arrugué mi entrecejo cuando su auto pasó hacia la salida y agitó su mano en despedida y la puerta está... ¡ABIERTA! ¡MALDITA SEA! ¡NO! ¡NO! Golpeé la pantalla hasta quebrarla.
Se ha ido.
M*****a sea. ¿Desde cuándo se ha vuelto más lista que yo? Busco rápidamente mis zapatos, y como sea me abrocho mi camisa. Las puertas del elevador se abren y entro a toda prisa. Debí activar el bloqueo del elevador, pero ¿Cómo iba a saber que iba a salir así? Además, ¡Es Ashley! ¡Mi Ashley! ¿Qué se ha hecho que no la he reconocido? ¿Se ha pintado el cabello de castaño? ¡Está más delgada! Por eso Black, serás gilipollas. Ella no sería una mujer por siempre…gordita. Arrugo mi entrecejo mientras el elevador llega hasta el subterráneo. ¿Qué hace en New York? ¡Quiero respuestas, m*****a sea! ¡Por eso esa atracción! ¡Porqué siempre me había atraído! Siempre ha estado esa electricidad entre los dos... Las puertas se abren. Salgo disparado a mi auto y cuando llego a la plaza... — ¡No! ¡No! ¡Alineeeeee! ¡Nomás que...! ¡Agggrrrrrr! —grito a todo pulmón al ver que ha pinchado las cuatro malditas llantas. Pateo la llanta cargado de ira. Me lastimo el pie, pero el dolor no me impo
Ashley cerró los ojos con fuerza al escuchar esa frase. Esa noche cuándo casi lo hacían en el sofá dos años atrás, se había marchado dejando esa frase en el aire. Intentó descifrarlo, pero Ashley se había alejado de él después de esa última noche antes de salir de vacaciones de navidad. Ella había regresado comprometida y después ella lo había evitado. — ¿Entonces qué es, Joe? — ¡No me hagas ir a golpear a ese hijo de puta! —dijo entre dientes. Ashley tragó saliva. Sabía cómo era Joe y su actitud protectora después de dos años sin hablarse la confundía. —Tú no vas a golpear a nadie. — ¡Dime, m*****a sea! ¿Ese hijo de puta te tocó? —se volvió a su espalda para golpear la puerta del cubículo. Ashley se encogió de hombros por su arrebato. — ¡No! ¿Qué vas a ganar con ello? ¿Qué te expulsen antes de graduarte? No. No será por mi culpa. Yo lo voy a solucionar a mi manera. — ¿Cómo? ¿Cuándo termine por matarte? ¿O cuándo te deje tirada por la carretera sin vid
El auto estaba estacionado frente al edificio. Podía ver a la gente entrar y salir de él, estaba debatiéndome entre ir y pedirle respuestas a mis jodidas preguntas que no han hecho más que hacerme trasnochar. Quiero saber por qué ha aparecido de la nada. Muerdo mi pulgar y después mis dientes juegan con la uña. Tomo aire y luego lo suelto. Mi sangre se congela al ver al mismo hombre de la noche anterior salir del edificio y este le abre la puerta caballerosamente para que Ashley saliera. Maldito hijo de… Me inclino hacia atrás para que no me mire. Se quedan de frente al edificio y están hablando de algo. Ella agita sus manos en el aire, y… recuerdo ese gesto. Está cabreada. Él intenta hablar, pero ella no lo deja. Aprieto el puño en señal de victoria. —No te dejes de nadie, Ashley. Ella sigue hablando de algo, y después su mirada se pierde en la calle. Los autos pasan y maldición, su mirada se posa en el auto. Arruga su entrecejo. Regresa
— ¿Y tenemos el nombre de la persona dueña de esta empresa? —pregunté mientras miraba la carpeta con la información que había llevado Connor con ayuda de Benji. —Está a nombre de Clyde Turner. Vive en la ciudad desde hace diez meses. No tenemos la información de su estado civil, estudios, o cuentas. Solo que es el dueño de la empresa que se ha llevado los contratos que tenía Industrias Black. — ¿Vida familiar? ¿O familia lejana? Puede ser un presta-nombres—dijo Michael mientras yo jugaba con el tapón de mi pluma en mis labios. —Lo más extraño es que por más que queremos investigar más allá, no se puede. No hay nada. Solo lo básico. —suelta Benji. Un puño cayó en la mesa llamando la atención del resto de la junta. Jacob Black, nuestro padre, se puso de pie y comenzó a caminar por la oficina. —Quiero que investiguen de donde viene ese tal Turner. Debe de estar relacionado con alguien que nos conoce muy bien. Alguien que ha seguido los pasos no de ahorita, si
Llevaba de pie frente al edificio desde hace tres horas. Seguía repasando una y otra vez lo que diría. Lo que preguntaría con cautela sin alertarla. Si cruzaba con Clyde, le destrozaría la cara. Se estaba metiendo en el negocio de la familia, de mi familia. Pero lo más increíble de creer es que Ashley, o Aline estuviese al tanto de ese plan y participe. Podría ser que ella intentara seducirme para sacarme información de Industrias Black. Recordé por breves instantes: El antro, pareciera que quisiera que me diera cuenta de su presencia en medio de la multitud. Después de un mes, apareció de nuevo. Cuando he ido a la editorial, no se había sorprendido de mi presencia. Cuando me dejó en el departamento desnudo en mi cama mientras ella huía de mí, otra imagen de ella sonriendo satisfecha al verme de pie frente a este edificio. El beso del hombre, después… El niño en brazos. Ella sabía que llegaría. Ella estaba vigilando mis pasos. La lluvia se hizo presente. Miré mi reloj y deduje qu
FLASHBACK● — ¿No has notado como te mira en clase? —Otto Jr. susurraba cerca de Joe mientras este miraba en la dirección de la rubia de ojos azules. —No, y no me interesa las nerds. Tíratela tú si quieres. — ¿Y quieres que mi hermana me corte los huevos y me los meta hasta la garganta? —Joe levantó la mirada hacia su mejor amigo, Otto. — ¿Acaso…? ¿Tienes…? —Joe no pudo evitar sonreír al gesto de Otto y al golpe que este le propinaba en la espalda. —… Pero quieres que a mí me los corte y me los haga comer, ¿No? —Silencio. —ordenó el maestro de la clase de administración. —Sé que le gustas y he notado que la miras—susurró su amigo. Joe y Otto bajaron la mirada a sus libros. Joe intentaba alejar los pensamientos sobre la rubia de ojos azules. La había visto la primera semana de clases cuando recién entraron a la facultad, sus ojos lo habían desnudado, y simplemente podría decirse que se hizo inmune a ella. Había investigado discretamente quien er
Ashley Williams (Aline) ACTUALIDAD● Mi mejilla se giró del golpe provocando que me tambaleara de mi lugar. Mi mano cubrió mi mejilla, con la otra me retiré el cabello que cubrió mi rostro, apreté mis dientes con toda mi fuerza, la ira había despertado a la fiera que estaba dormida en mi interior, hacía años que Clyde no me había tocado, solo en una ocasión, pero juró que no lo volvería hacer. Pero hoy ha roto esa promesa. Me giré para encararlo, pude ver a Clyde rojo de la ira. —Vaya, ahora tenemos muy cerca de Joe Black, ¿Acaso…? —Intenté concentrarme en lo que tenía que decir, había sido demasiado cuidadosa en esquivar a la gente de Clyde, pero el bajar del auto y acercarme a Joe espontáneamente y sin planearlo mientras este se empapaba con la lluvia, me hizo salirme del camino que había trazado. —No. Solo esa palabra salió de mis labios, no pude decir más. Me repuse y elegantemente lo esquivé encaminándome al mueble de los licores, no era de beber, pero nec
Aline palideció cuando dije esas palabras, teníamos que aclarar muchas cosas, y la más importante: La empresa que estaba atacando a la de mi familia, a mi empresa. Pero es como si nuestros cuerpos fueran imanes, su cuerpo fue lentamente atraído hacia el mío, y yo automáticamente correspondí, ansioso, deseoso y extrañando esa piel pálida y sus caricias. Había un pasado entre los dos y todavía no podía superarlo. Simplemente, no podía, ¿Cómo arrancarla de mi piel cuando ha despertado cada recuerdo de esa última noche que estuvimos juntos? Sus labios recorriendo tímidamente cada parte de mi cuerpo. La rodeé fuerte contra mi pecho, un sollozo salió de su boca e intentó callarlo, comenzó a temblar bajo mi agarre. Ella necesitaba de mí como yo de ella, solo que teníamos orgullo como para poder gritarlo. — ¿Te ha tocado? —susurré contra su coronilla. No se movió, ni afirmó. Podría deducir que no era necesario una palabra, su cuerpo tenso lo decía por ella. Cerré los o