Apareció una sonrisa triunfante en sus labios al ver que me ha dejado sin palabras… ¡Reacciona, Black!
—Pero… —balbuceé perplejo aún a sus palabras.
Se puso de puntillas y dejó un beso casto contra mis labios y antes de separarse por completo, su mirada se clavó en mis ojos.
—Un poco de humildad te vendría bien, Black.
Mi mirada la siguió hasta que entró al auto, arrancó y se metió en el tráfico de la noche.
Y yo como un idiota embelesado de pie en la acera. Mi pulgar se fue a mi labio inferior y lo acarició, cerré los ojos.
Los abrí de golpe con el corazón agitado.
— ¿Black?
Sin duda ella sabía quién era y yo estaba en desventaja.
Pero sus placas me darían la información que necesitaba.
¿Quería jugar?
Jugaremos… Pero en mi cama y gritando mi nombre.
****Toulouse empezaba a sonar. “No Running From Me” (No corras de mí). Di una última mirada a mi reloj de marca. Las 2:45 pm. Estaba afuera de un edificio de ladrillos antiguo con un letrero algo rústico para mi gusto:
«New York Times Publishing.»
El corazón se agitó por la adrenalina que empezaba a correr por mis venas. Finalmente, han dado con la mujer del antro. Había investigado inmediatamente a la mujer castaña, pero lamentablemente solo tenía lo básico y lo laboral actualmente, eso era poco para mí. Quería saber más a profundidad. Sí era posible, hasta el lunar de su espalda.
«Aline Farrow»
Su nombre se ha repetido en mi mente durante las últimas horas de la madrugada y resto de la mañana. Apreté el volante inconscientemente al recordar sus palabras.
«Ego enfermizo»
Chin… Eso me enfureció. Pero todo se esfumó cuando las puertas dobles de cristal se abrieron y la gente del edificio empezó a salir con sus sonrisas plasmadas en sus rostros. Debían de saborear la libertad de terminar de trabajar. Me había quedado sorprendido cuando leí el informe de que también trabajan los sábados a media tarde.
Mis ojos escaneaban a cada persona que se dispersaba al salir… Pero ella no apareció. Arrugué más mi entrecejo. Bajé la mirada a la hora 3:00 pm.
— ¿Qué no piensas salir? ¿O es que acaso tengo que buscar a la presa? —Murmuré para mí mismo de manera divertido.
Bajé del auto, puse la alarma y crucé la calle. Abroché los dos botones de mi americana y me aflojé la corbata hasta quitarla. La metí en mi bolsillo del pantalón y abrí dos botones de mi cuello. Escogí mi traje favorito de Armani en color verde oscuro y mis zapatos cafés que hacen ver una exquisita combinación. Hacía resaltar el color de mis ojos, los intensifica. Empujé las puertas dobles de cristal y entré hasta llegar al lobby.
Estoy dudando si preguntar por ella, o solo escabullirme por las escaleras y buscarla yo mismo. Así que no lo dudé dos veces. Subí las escaleras mientras la recepcionista está distraída con el chico de la paquetería. Subí las escaleras en dos hasta llegar a la segunda planta. Solo miré escritorios vacíos. Puertas cerradas. Y nadie a la vista. Hay otra planta, así que me aventuré a subir el resto de las escaleras.
Cuando llegué a la tercera planta, escuché una voz. Y mi miembro palpitó al reconocerla. Son impresionantes las ganas que tiene de ella.
«Black, calma…»
Hice un breve ejercicio de respiración para tranquilizar mi corazón y a mi amigo. Asomé un poco para observar si había mucho público. Pero para mi suerte, estaba sola. Se encontraba en la oficina al fondo con las puertas abiertas y ella caminó de un lado a otro mientras habló por el móvil. Pude verla desde aquí, así que decidí acercarme lentamente. Como cuando el depredador, antes de lanzarse a cazar, observa detenidamente a su presa… una sonrisa aparece en mis labios.
Pasé la línea de los escritorios vacíos y me quedé en la entrada de la oficina. Recargué mi hombro en el marco gastado de la puerta y me crucé de brazos. Mis ojos empezaron a inspeccionarla detenidamente: De pies a cabeza.
Lució un impecable traje de dos piezas. Falda de tubo color azul marino, blusa de seda blanca. Sus zapatillas son de aguja de tacón alto, medias negras. ¿Con liguero? Me mordí el labio inferior de solo imaginarla en ropa interior, no, no. Desnuda y con esos ligueros.
—… Cualquier cosa infórmame. Estaré al pendiente de mi móvil. Gracias.
Y colgó. Y ahora toda su atención estaba en mí y me inquieté cuando no hay sorpresa en sus ojos.
— ¿Qué te trae por aquí, Black?
¿Qué mierdas está pasando? ¿Estoy en otro mundo paralelo donde no le causo ningún efecto a esta mujer? Me volvió a dejar sin palabras. Intenté buscar una salida a esto.
Ella caminó hacia el perchero donde colgaba su bolsa y su gabardina. La alcanzó y se acercó a mí con una sonrisa.
— ¿Los ratones te han comida la lengua, Black?
—No. ¿Acaso tú sabías que…? —no me dejó terminar cuando su mano atrapó mi brazo y tiró de mí para caminar fuera de la oficina y yo con ella.
—No eres el único que tiene esa tendencia de…—fingió encontrar la palabra en el aire—oh sí, investigar.
Enrosca su brazo al mío y nos encaminamos al elevador. Apenas puedo reaccionar ante su presencia.
— ¿Me has investigado? —eso me irritó. Presionó el botón del elevador y su mirada se clavó en los números.
— ¿Crees que eres el único con el poder de averiguar lo que a uno le interesa? —giró lentamente su rostro hacia mí y me guiñó el ojo.
Las puertas se abrieron y entró. Me quedé frente a ella del otro lado, me hizo una seña para que entrara, pero ahora lo estoy dudando.
— ¿Cuánto sabes de mí?
Sé que es una estúpida pregunta. Todo mundo sabe de mí y que mi vida es el dinero, el poder y el sexo. Hasta existen esos muñecos inflables con mi rostro. ¿Por qué me preocupa cuanto sabe de mí?
—Sé lo suficiente.
Su voz me regresó al momento.
— ¿Cuánto?
Desafié, pude ver la sonrisa que se empezó a formar en sus labios perfectos. Sus hoyuelos se muestran ante mí y roban el aire entre nosotros. ¡Son tan pero tan familiares!
—Lo suficiente, como para decir: ¿En tu casa o en la mía, Black?
Las puertas se están cerrando ante nosotros, ella arqueó una ceja y ladeó su rostro. Se mordió el labio inferior. Mi miembro tiró del pantalón.
—En la mía. —solté.
Sonrió a lo que acaba de pasar antes de que cerraran completamente las puertas. ¡Maldición! Me volví hacia las escaleras a toda prisa para alcanzarla.
—Calma, Black. No parezcas ansioso… no le dejes esa última pizca de dignidad.
Al bajar, estaba dando instrucciones en la recepción. Se giró sobre sus talones y sus zapatillas de aguja trazan decididas su camino hacia mí.
—Te sigo. —Dijo en voz baja al pasar a mi lado. Miré a la recepcionista con su diadema y micrófono muy curiosa. Intenté despistarla y me volví hacia Aline y la seguí. Cruzamos las puertas de cristal, el bullicio de la gente y el resto llenan el silencio cuando nos miramos.
— ¿Estás segura en donde vas a entrar? —pregunté con una sonrisa que moja cualquier braga de cualquier textura y tallas por haber.
Ella me miró detenidamente, como si estuviera buscando las palabras exactas. Caminó hacia mí el metro de distancia que nos separaba y cruzó de nuevo mi espacio personal. El olor de ella inunda mis fosas nasales. «Jazmín». Y estoy tentando a cerrar mis ojos y aspirarlo tranquilamente. Pero no. No sé qué me pasa ante su presencia y no tengo tiempo para averiguarlo. Su mano acarició mi mentón, rozando la diminuta barba de dos días y luego se deslizó hacia mi nuca, subió lentamente entrelazando sus dedos entre mi cabello. Pude ver sus labios entreabrirse para tomar discretamente aire.
Ese gesto lanzó un escalofrío a cada parte de mi piel. Erizando, pero erizando cada centímetro. ¡Maldición! ¿Qué ha sido eso?
—Creo que la pregunta aquí es… ¿Estás seguro en donde te vas a meter tú? Por qué una vez entrando… No hay salida. —dijo cuando se inclinó un poco hacia mí y lo susurró claramente. Siento su aliento cálido. Se separó unos centímetros hasta quedar frente a frente. Sus ojos ya no eran marrones, si no azules, entonces si eran lentillas, por un momento, me atraparon. El aro azul se intensificó y se expandió: Dilatándose.
— ¿No hay salida? —pregunté entrecerrando mis ojos. Intrigado.
Ella me sonrió.
— ¿Tienes miedo de quedar atrapado? —Pude sentir el desafío en sus palabras.
¡Oh, nena! ¡Esto es un juego de doble filo, seguro y te cortas!
—No soy de los que quedan atrapados, Aline. ¿Y tú? —solté mientras me acerqué más a ella, rodeando con ambos brazos su cintura. Empujé sutilmente mi erección a su pelvis.
—Eso tendrás que averiguarlo.
Sus manos bajaron a mi nuca empujando mis labios a los suyos bruscamente. Nuestras lenguas se debatieron en una tremenda batalla por definir quién era el que llevaba el control.
Sin duda… Sería yo.
****Estaba estacionando el auto en mi plaza privada y Aline en la plaza libre a mi lado. Bajó del auto cuándo terminó de hablar por su móvil y dejando su bolsa dentro.
— ¿Vives aquí? —preguntó arrugando su entrecejo.
—Sí. —pero… Realmente no es así. Pero no tenía por qué saberlo.
Rodeé su auto y me acerqué a ella tomando su mano y dejando un beso en su dorso. Nuestras miradas se encontraron.
— ¿Estás segura de que quieres subir? O… ¿Ya te arrepentiste?
Ella sonrió al mismo tiempo que ladeó su rostro.
—Si no estás seguro, solo dilo. No te verás cómo un hombre miedoso y yo fingiré que no te he visto—solté una risa, me encantó su humor. Sarcástico, negro y simple. Sinceramente, es de las pocas personas que me han hecho reír por comentarios así.
—Yo no he dicho nada. Solo quiero darte la oportunidad de que pienses bien a dónde vas a entrar. Es solo eso.
—De hecho, no tengo que pensarlo, lo he decidido cuando propuse: ¿Tu casa o la mía? ¿Recuerdas?
Sonreí. Esa fue buena.
—Bueno, entonces subamos.
Entrelazamos nuestras manos y llegamos a las puertas del elevador que nos harán subir a mi Penthouse. A mí… picadero (lugar para tener solamente sexo). Metí mi tarjeta y se activó el elevador abriendo las puertas.
La invité a entrar y sus zapatillas sonaron en el suelo. Mi mirada viajó a sus piernas que están cubiertas por unas medias que me están empezando a enloquecer por quitarlas lentamente. Pero para eso necesito tenerla desnuda en mi cama, solo con ellas y los ligueros.
Las puertas apenas se cerraron y de nuevo la electricidad tan familiar entre nosotros. Nuestras miradas se encontraron por segundos y la lancé contra la pared del elevador. Nuestras bocas chocaron, hasta podría decir que nuestros dientes por un momento rozan. Sus manos subieron a mi cuello y luego a mi cabello entrelazando sus dedos, jaló y tiró de él para separarnos.
— ¿Lo sientes? —jadeó. Aproveché para tomar aire, asentí lentamente y tiré de su agarre para besarla de nuevo. Mis manos acariciaron sus curvas hasta quedar en su trasero, empujé bruscamente mi dura erección hacia ella y me recompensó con un gemido.
Maldición.
El sonido del elevador nos cortó. Nos separamos y somos puro jadeo. Nuestras miradas conectan por segundos. En sus labios aparece una sonrisa y sus dedos se van a la blusa de seda. Desabotona los dos primeros botones lentamente. —Esto es una tortura y pienso cobrármelo—susurré para mí mismo, pero sé que me ha escuchado cuando su sonrisa se ensanchó aún más. Sus labios se han hinchado, y pude sentir mi miembro palpitar cada segundo que me torturó con la escena. —Solamente... Diré...—tomó aire— que «No todo lo que miras, es lo que es.» Tragué saliva. Mi garganta se ha secado completamente cuándo en mi pecho siento una punzada al escuchar esa frase. —No entiendo...—fingí no saber a qué se refería, mi mirada está en sus pezones que resaltan bajo su sostén de encaje negro. Vuelvo a tragar saliva... Se sacó la blusa de la falda y se bajó de sus zapatillas de aguja y puedo ver qué apenas llegó su cabeza a mis hombros. Salió del elevador y mi mirada está en ella,
M*****a sea. ¿Desde cuándo se ha vuelto más lista que yo? Busco rápidamente mis zapatos, y como sea me abrocho mi camisa. Las puertas del elevador se abren y entro a toda prisa. Debí activar el bloqueo del elevador, pero ¿Cómo iba a saber que iba a salir así? Además, ¡Es Ashley! ¡Mi Ashley! ¿Qué se ha hecho que no la he reconocido? ¿Se ha pintado el cabello de castaño? ¡Está más delgada! Por eso Black, serás gilipollas. Ella no sería una mujer por siempre…gordita. Arrugo mi entrecejo mientras el elevador llega hasta el subterráneo. ¿Qué hace en New York? ¡Quiero respuestas, m*****a sea! ¡Por eso esa atracción! ¡Porqué siempre me había atraído! Siempre ha estado esa electricidad entre los dos... Las puertas se abren. Salgo disparado a mi auto y cuando llego a la plaza... — ¡No! ¡No! ¡Alineeeeee! ¡Nomás que...! ¡Agggrrrrrr! —grito a todo pulmón al ver que ha pinchado las cuatro malditas llantas. Pateo la llanta cargado de ira. Me lastimo el pie, pero el dolor no me impo
Ashley cerró los ojos con fuerza al escuchar esa frase. Esa noche cuándo casi lo hacían en el sofá dos años atrás, se había marchado dejando esa frase en el aire. Intentó descifrarlo, pero Ashley se había alejado de él después de esa última noche antes de salir de vacaciones de navidad. Ella había regresado comprometida y después ella lo había evitado. — ¿Entonces qué es, Joe? — ¡No me hagas ir a golpear a ese hijo de puta! —dijo entre dientes. Ashley tragó saliva. Sabía cómo era Joe y su actitud protectora después de dos años sin hablarse la confundía. —Tú no vas a golpear a nadie. — ¡Dime, m*****a sea! ¿Ese hijo de puta te tocó? —se volvió a su espalda para golpear la puerta del cubículo. Ashley se encogió de hombros por su arrebato. — ¡No! ¿Qué vas a ganar con ello? ¿Qué te expulsen antes de graduarte? No. No será por mi culpa. Yo lo voy a solucionar a mi manera. — ¿Cómo? ¿Cuándo termine por matarte? ¿O cuándo te deje tirada por la carretera sin vid
El auto estaba estacionado frente al edificio. Podía ver a la gente entrar y salir de él, estaba debatiéndome entre ir y pedirle respuestas a mis jodidas preguntas que no han hecho más que hacerme trasnochar. Quiero saber por qué ha aparecido de la nada. Muerdo mi pulgar y después mis dientes juegan con la uña. Tomo aire y luego lo suelto. Mi sangre se congela al ver al mismo hombre de la noche anterior salir del edificio y este le abre la puerta caballerosamente para que Ashley saliera. Maldito hijo de… Me inclino hacia atrás para que no me mire. Se quedan de frente al edificio y están hablando de algo. Ella agita sus manos en el aire, y… recuerdo ese gesto. Está cabreada. Él intenta hablar, pero ella no lo deja. Aprieto el puño en señal de victoria. —No te dejes de nadie, Ashley. Ella sigue hablando de algo, y después su mirada se pierde en la calle. Los autos pasan y maldición, su mirada se posa en el auto. Arruga su entrecejo. Regresa
— ¿Y tenemos el nombre de la persona dueña de esta empresa? —pregunté mientras miraba la carpeta con la información que había llevado Connor con ayuda de Benji. —Está a nombre de Clyde Turner. Vive en la ciudad desde hace diez meses. No tenemos la información de su estado civil, estudios, o cuentas. Solo que es el dueño de la empresa que se ha llevado los contratos que tenía Industrias Black. — ¿Vida familiar? ¿O familia lejana? Puede ser un presta-nombres—dijo Michael mientras yo jugaba con el tapón de mi pluma en mis labios. —Lo más extraño es que por más que queremos investigar más allá, no se puede. No hay nada. Solo lo básico. —suelta Benji. Un puño cayó en la mesa llamando la atención del resto de la junta. Jacob Black, nuestro padre, se puso de pie y comenzó a caminar por la oficina. —Quiero que investiguen de donde viene ese tal Turner. Debe de estar relacionado con alguien que nos conoce muy bien. Alguien que ha seguido los pasos no de ahorita, si
Llevaba de pie frente al edificio desde hace tres horas. Seguía repasando una y otra vez lo que diría. Lo que preguntaría con cautela sin alertarla. Si cruzaba con Clyde, le destrozaría la cara. Se estaba metiendo en el negocio de la familia, de mi familia. Pero lo más increíble de creer es que Ashley, o Aline estuviese al tanto de ese plan y participe. Podría ser que ella intentara seducirme para sacarme información de Industrias Black. Recordé por breves instantes: El antro, pareciera que quisiera que me diera cuenta de su presencia en medio de la multitud. Después de un mes, apareció de nuevo. Cuando he ido a la editorial, no se había sorprendido de mi presencia. Cuando me dejó en el departamento desnudo en mi cama mientras ella huía de mí, otra imagen de ella sonriendo satisfecha al verme de pie frente a este edificio. El beso del hombre, después… El niño en brazos. Ella sabía que llegaría. Ella estaba vigilando mis pasos. La lluvia se hizo presente. Miré mi reloj y deduje qu
FLASHBACK● — ¿No has notado como te mira en clase? —Otto Jr. susurraba cerca de Joe mientras este miraba en la dirección de la rubia de ojos azules. —No, y no me interesa las nerds. Tíratela tú si quieres. — ¿Y quieres que mi hermana me corte los huevos y me los meta hasta la garganta? —Joe levantó la mirada hacia su mejor amigo, Otto. — ¿Acaso…? ¿Tienes…? —Joe no pudo evitar sonreír al gesto de Otto y al golpe que este le propinaba en la espalda. —… Pero quieres que a mí me los corte y me los haga comer, ¿No? —Silencio. —ordenó el maestro de la clase de administración. —Sé que le gustas y he notado que la miras—susurró su amigo. Joe y Otto bajaron la mirada a sus libros. Joe intentaba alejar los pensamientos sobre la rubia de ojos azules. La había visto la primera semana de clases cuando recién entraron a la facultad, sus ojos lo habían desnudado, y simplemente podría decirse que se hizo inmune a ella. Había investigado discretamente quien er
Ashley Williams (Aline) ACTUALIDAD● Mi mejilla se giró del golpe provocando que me tambaleara de mi lugar. Mi mano cubrió mi mejilla, con la otra me retiré el cabello que cubrió mi rostro, apreté mis dientes con toda mi fuerza, la ira había despertado a la fiera que estaba dormida en mi interior, hacía años que Clyde no me había tocado, solo en una ocasión, pero juró que no lo volvería hacer. Pero hoy ha roto esa promesa. Me giré para encararlo, pude ver a Clyde rojo de la ira. —Vaya, ahora tenemos muy cerca de Joe Black, ¿Acaso…? —Intenté concentrarme en lo que tenía que decir, había sido demasiado cuidadosa en esquivar a la gente de Clyde, pero el bajar del auto y acercarme a Joe espontáneamente y sin planearlo mientras este se empapaba con la lluvia, me hizo salirme del camino que había trazado. —No. Solo esa palabra salió de mis labios, no pude decir más. Me repuse y elegantemente lo esquivé encaminándome al mueble de los licores, no era de beber, pero nec