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Capítulo 7 Años atrás… ●FLASHBACK●

M*****a sea. ¿Desde cuándo se ha vuelto más lista que yo? Busco rápidamente mis zapatos, y como sea me abrocho mi camisa. Las puertas del elevador se abren y entro a toda prisa. Debí activar el bloqueo del elevador, pero ¿Cómo iba a saber que iba a salir así? Además, ¡Es Ashley! ¡Mi Ashley! ¿Qué se ha hecho que no la he reconocido? ¿Se ha pintado el cabello de castaño? ¡Está más delgada! Por eso Black, serás gilipollas. Ella no sería una mujer por siempre…gordita. Arrugo mi entrecejo mientras el elevador llega hasta el subterráneo. ¿Qué hace en New York? ¡Quiero respuestas, m*****a sea! ¡Por eso esa atracción! ¡Porqué siempre me había atraído! Siempre ha estado esa electricidad entre los dos...

     Las puertas se abren. Salgo disparado a mi auto y cuando llego a la plaza...

     — ¡No! ¡No! ¡Alineeeeee! ¡Nomás que...! ¡Agggrrrrrr! —grito a todo pulmón al ver que ha pinchado las cuatro malditas llantas.

     Pateo la llanta cargado de ira. Me lastimo el pie, pero el dolor no me importa. Ella me ha dejado botado en una cama con tremenda erección. ¿Por qué lo ha hecho? ¿Por qué no me ha dicho que es ella? ¿Por qué sigo haciéndome preguntas cuando no tengo las malditas respuestas? ¿Qué es lo que ganaba venir hasta acá y pincharme las llantas? Caigo sentado a un lado de la puerta de mi auto. Me tomo el rostro con ambas manos y al minuto se escucha las puertas abrirse. Me levanto cojeando de mi pie y veo el auto de mi seguridad llegar. Baxter mi jefe de seguridad y uno de mis guardaespaldas, Bennie, bajan a toda prisa alertados.

     — ¿Se encuentra bien señor Black? —están a punto de desenfundar sus armas al verme, les hago un gesto brusco señalando las puñeteras llantas pinchadas.

     Estoy que ardo de la ira, no son por las llantas, si no por evitar que la alcanzara.

     —Viene los de servicio a reponerle las llantas. —suelta Bennie al colgar su móvil.

     — ¡Quiero todos los putos detalles de Ashley Williams! ¡Por eso no encontraron mucho de Aline Farrow! La hija de...—Tomo aire para calmarme, pero es imposible, y lo siguiente sale cargado aún de ira— ¡Se ha cambiado el nombre y apellido! ¡Llama a Charles y que investiguen TODO! ¡No quiero ningún detalle fuera de mis manos!

     —Sí, señor Black.

     —Dame las llaves. —Baxter parece confundido— ¡Que me des las llaves del puto auto, joder! — ¡Qué esta me las cobro!

     Sin dudar más me entrega las llaves. Al cabo mi departamento oficial está cruzando la calle. Me subo al auto y arranco en reversa.

     Manejo rápido entre el tráfico y pongo la dirección que me dieron en el reporte. Está a diez minutos de mi ubicación. Aprieto el agarre del volante con tremenda fuerza que hasta los nudillos se ponen blancos.

     Recuerdo perfectamente a esa Ashley. La típica nerd de clases, piel pálida, unos hermosos hoyuelos. Y eso me hace sonreír. Era una hermosa rubia, ojos azules, su voz era melodiosa, cálida, confortable. Era como si te relajara y te llevara a otro lugar. Llegué a un semáforo en rojo y me recargué en el respaldo del asiento. Los pensamientos a aquellos tiempos antes de ser un gilipollas hijo de puta como el que soy ahora, me lanzaron como un torpedo furioso. La había observado en silencio durante clases, sentía una atracción, la había convencido de salir conmigo para descubrir que era solo una follada, pero no. El ver como otros hombres la miraban me provocaba hervir de ira, no quería que nadie la mirase más que yo, esa misma noche cuando estuvimos a punto de hacerlo en el sofá y de casi haberme corrido sin llegar a quitarnos la ropa, me hizo descubrir que era algo más, los besos robados me comenzaron hacer que la deseara muchísimo más para mi sorpresa, hasta que ese regreso de vacaciones navideñas llegó comprometida, puso distancia entre los dos, hasta una semana antes de graduarnos, el día que golpeé al tipo hasta casi desfigurarle la cara al descubrir que la había maltratado.   Dos años sin hablarnos, sin dirigirnos miradas, había sacado algo en mí que se aferraba a protegerla. Luego esa noche las cosas aumentaron de calor, hasta que descubrí que era virgen. Y cuando por fin decidí dejar al gilipolla que era, de centrarme y luchar por ella, desapareció. Dos meses sin saber de ella... todo cambió. Me encerré en mi mundo y me juré no volver a dejar que nadie pudiese siquiera acercarse como ella lo había hecho...y cuando volvió aparecer... se desató un infierno. Había vengado una parte de su ausencia para luego dejarla marchar sin pedirle más explicaciones. 

     El ruido del claxon me sacó de mis pensamientos. Arranqué un poco más calmado, pero la ira aún seguía.

     Di la vuelta y encontré el edificio de veinte plantas. Todo de cristal. Era elegante. Ahora me preguntaba ¿Qué había hecho de su vida? ¿Por qué hasta ahora nos habíamos cruzado? ¿Por qué no años antes? ¿Y cómo se atrevió a.…?   La vergüenza me embargó por segundos. Mi amigo había estado dentro de su boca, la forma en la que dijo que llamara a las putas para que terminaran la "mamada" se hizo irritante escucharla hablar así. Algo en mi me enfureció. ¿Acaso no es lo que ibas hacer, Black? Otro sentimiento de vergüenza. Golpeo de nuevo el volante.

     —Maldición.

     ¿Cómo voy a subir a su departamento a exigir respuestas? A lo mejor me lo merezco. A la mejor fue una jugada para cobrarse lo de hace años. ¿Pero...? Esa vena curiosa, Black. Calma. Calma...

     Hago un mohín de irritación. Tengo que encontrar esas respuestas a mis preguntas y así poder avanzar. No quiero volverme un acosador. O un obsesivo con ella ahora que soy poderoso y sexualmente...dejemos en poderoso e intimidante. Lo sexualmente creo que ella debe de saberlo de sobra.

     Casi una hora después, su auto se estaciona en la acera del edificio. Sonrió malévolamente. Esta de mi lado la suerte y eso me inyecta un poco de adrenalina. Bajo del auto y estoy a punto de cruzar. Giro a un lado para ver si viene un auto, pero no viene. Así que cuando estoy a punto de cruzar, me quedo congelado ante tal escena:

     Un hombre le ha abierto la puerta del auto, le besa los labios y le sonríe animadamente. Cuando abre la puerta trasera, sacan en brazos a un pequeño niño. El hombre se gira para entrar y es cuando Aline se da cuenta de mi presencia.

     — ¿Qué demonios...? —no termino la frase.

     Estoy desconcertado. ¿Es casada? ¿Tiene un hijo? ¿Tiene un hombre quien le calienta la cama todas las noches? Eso me enfurece de alguna manera. Odio esa escena y el odio que tenía en contra de ella en algún rincón dentro de mi pecho, sale a la superficie. Odio por hacerme creer...no. No. Black.

     Ella no dice nada, escucha que la llaman y se gira para alcanzar al hombre que carga al niño que parece estar dormido en sus brazos. Él le pasa el brazo por sus hombros y deja un beso en su coronilla cuando se detienen a esperar el ascensor. Ella mira hacia mí dirección a través del gran ventanal del lobby.

     Apenas puedo tragar saliva. Las puertas se abren y ella se detiene antes de entrar. Su rostro no muestra nada. Pero un segundo después es cuando sonríe antes de desaparecer... y es cuando entiendo algo o es lo que creo entender...

Es su venganza:

Enseñarme lo que un día pudimos tener.

(Flashback son recuerdos del pasado)

Faltaban dos semanas para finalizar el último semestre de la universidad. Joe había decido ir a New York a pasar unos días antes de devanarse los sesos en la empresa familiar. Ya de regreso en la facultad solo esperando el día para graduarse e ir de regreso a manejar la empresa de su familia, se daba el festín, estaba en uno de los cubículos del servicio de las mujeres, tenía a una rubia contra la puerta, podía ver como sus voluptuosos pechos se restregaban contra el suyo en cada embestida impecable que daba dentro de ella. La rubia mordía la palma de su mano para evitar gritar, Joe la había desafiado y ella había aceptado. El ruido de la puerta abrirse hizo inyectar más adrenalina a su cuerpo y se detuvieron unos breves segundos antes de volverla contra la pared, y seguir embistiendo.

     —Deberías de contarle unas cuantas verdades, Ashley. —era la voz chillona de Lennia. Era inevitable no reconocerla en toda la facultad.

     «¿Ashley?»

     El nombre de «Ashley» se quedó en algún rincón de su mente. Él sabía que Lennia era la mejor amiga de Ashley, su Ashley. Las imágenes de ella lo hicieron detenerse poco a poco.

«Supongo que un tipo la está molestando» Y eso le irritó.

     —Podría decirle, solo que ya estamos a dos semanas de graduarnos y no quiero tener problemas, Lennia.

     —Como quieras. No me meteré en esa relación tóxica. No entiendo por qué sigues con él. ¿Cómo podrás ocultar esos golpes?

     Esas últimas palabras le hicieron salir de su momento carnal con la secretaría de la directora. Le hizo señas que se arreglara y saliera sin decir nada. La erección había disminuido y lo había reemplazado la furia.

«¿Golpes?»

     Ashley Williams era para él alguien especial. Habían sido compañeros de clase hace dos años, él sentía cierta atracción por ella y ella por él, pero las cosas no se dieron. Intrigas por las personas que los rodeaban los hizo alejarse, tomando un camino muy diferente. Estaban a dos semanas de graduarse y a pesar de la distancia que Joe había marcado desde esa noche, podía seguir escuchando de ella por otras personas.

     Joe tenía ambas palmas sobre la puerta, apretaba su mandíbula y la respiración era inestable.

     —Los cubriré con un poco de maquillaje—soltó Lennia una maldición entre dientes al ver que su mejor amiga no entraba en cabeza.

     —Ashley…

     —Lennia, por favor.

     —No dejes que vuelva hacer eso, eres una…

     No pudo más, Joe empujó la puerta donde estaba oculto y con ambas manos hizo que la puerta golpeara con el otro cubículo. Ambas mujeres brincaron en su lugar y Joe pudo notar en segundos como Ashley palidecía.

     —… Una tonta. ¡Eso es lo que eres, Ashley! —Joe terminó la frase que había interrumpido de Lennia. El pecho de Joe subía y bajaba. Estaba terminando de decepcionarse de ella, decepcionado de dejar que otra persona marcara su cuerpo.

     —Joe…—susurró Ashley. Joe posó sus brazos en jarras, sin dejar de mirar a Ashley.

     —Lennia, cubre la puerta—Lennia arqueó una ceja irónica. Joe lentamente e intimidante giró su rostro hacia ella.

     Lennia levantó ambas manos en rendición. Miró a Ashley en espera de alguna señal, y esta movió en afirmación con su barbilla. Salió Lennia y susurró algo de que no se quería perder el drama.

     Joe giró su rostro hacia Ashley que estaba cubriendo con sus manos el cuello, intentando ocultar los golpes.

     — ¿Interrumpimos tu follada? —Soltó sarcástica evitando su mirada. Joe abrió sus ojos de la sorpresa a su pregunta. Él se repitió que él no era el tema. Si no, ella.

     — ¡¿Quién mierdas te ha provocado esos putos golpes?!—espetó furioso, intentando contenerse.

     Ashley suspiró.

     —No es de tu incumbencia, Black.

     —¡¡Es de mi PUTA incumbencia!!—Ashley levantó la mirada furiosa.

     Y levantó su dedo índice hacia él.

     — ¡Tú eres el menos indicado para exigirme una respuesta! ¿Acaso es que el señor ha perdido la memoria?

     Joe se quedó callado. Maldijo entre dientes.

     — ¿El jugador de hockey? —Ashley soltó una risa irónica.

     —Es increíble. —Arrugó su entrecejo— ¿Me has estado vigilando?

     —No todo lo que miras es lo que es, Ashley.

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