Joe y Aline llegaban a la casa de los padres de él, la pesadilla había terminado. Aline se sentía mal por el camino que su padre había tomado, ¿Usarla a ella de carnada? ¿Arrebatarle a su propio nieto? Por más que intentaba odiarlo solo encontraba lástima y nostalgia, siempre había sido duro con ella después de que su madre, Elois Williams había desaparecido, y lo único que sabía es que había muerto en un accidente. Muchas veces recordaba a su propia madre, en la forma cuando ladeaba su rostro y sonreía antes de darle un beso de buenas noches y después arroparla para que durmiera, los cuentos de fantasía, las promesas de que un día todo sería diferente. ¿A qué se refería? ¿Acaso sucedía algo a espaldas de ella? Suspiró. — ¿Estás bien? —preguntó Joe al ver a Aline sumergida en silencio mientras caminaban hasta la entrada de la mansión, ella levanta su mirada y afirma en silencio, contemplando sus hermosos ojos grises, prometiendo a sí misma, ser feliz, con su hijo al lado de
Tres años después… La música suena alta, la voz de Sia con Chandelier inunda mis oídos, cruzo mi pierna y doy un sorbo a mi vaso de cristal con el mejor whisky. Miro desde el privado a la gente bailando sensualmente la pieza, ladeo el rostro y mi pie empieza a moverse por la ansiedad. — ¡Bro! —grita Michael y me vuelvo hacia él. La nueva conquista fue conquistada hasta llegar al altar. Una rubia llamada Lennia, la rubia amiga de Ashley, ella me saluda agitando su mano. Le respondo intentando verme igual que ella, pero no puedo. Mis ojos empiezan a buscar mi caza. — ¿No vas a ir a la pista? —grita Michael llamando mi atención. Niego, doy otro sorbo a mi vaso. — ¡Anda, vamos cuñado! ¡Puede que encuentres algo que pescar en medio de la pista en un conjunto de piel en dos piezas con largas piernas! —miro bruscamente a la pista después de escuchar a mi nueva cuñada. Y la encuentro. Una mujer sexy bailando sensualmente en medio de la pista, dejo ansioso mi
New York, Estados Unidos. D I E Z A Ñ O S D E S P U É S… ASHLEY BLACK. —Aquí dice que el traje es para niñas de doce años, Ashley. Debe de quedarle…—Joe me mira preocupado al ver el traje de baño que cuelga de su mano, lo mueve de un lado a otro buscando imaginarse a Lily dentro de él. —Tú eliges, ¿Recuerdas? —arruga su entrecejo preocupado, luego concentrado. Lily nuestra pequeña hija, mañana cumpliría once años, había pedido un traje de baño para su fiesta, pero en esta ocasión se lo ha pedido a “Papi” y no a “Mami” Joe había sonreído feliz, había dicho que no necesitaría mi ayuda, y al final, estamos en una tienda de niñas, escogiendo el mejor traje de baño. — ¿Puedo ir a la biblioteca? —Joshua habla detrás de mí, me vuelvo hacia él y tengo que levantar un poco la mirada, había heredado la altura de Joe, es un joven demasiado atractivo y a su edad, solo le interesaba leer cuánto libro apareciere frente a él, un lector empedernido. Entrecierro los ojos al ver
Día siguiente:Fiesta de Lily Elizabeth Black. —Aquí tienes lo que has pedido de cumpleaños, hija—Joe le extiende la bolsa de regalo, Lily emocionada la toma y busca en el interior. Joe me lanza una mirada emocionado, cuándo miramos a Lily, vemos un gesto nuevo. — ¿Me has comprado un bañador de dos piezas…? —Lily levanta su mirada hacia Joe, quién se cruza de brazos preocupado. —Sí, es lo que…—Lily saca el bañador de dos piezas con colores chillantes, un gorro de nadadora haciendo juego. Lanzo una mirada a Joe, podría decir que empezó a sudar, y es algo cómico de ver. —Papi…—Joe toma aire y lo suelta lentamente. Bueno, sus amigas tienen de dos piezas, es un paso grande el que Joe eligiera dos piezas cuando se había quejado rotundamente a evitar que ella lo luciera ahora que está creciendo más. —La cuestión es…—Pero Lily lo abraza emocionada y feliz. — ¡Me encanta papi! ¡Me encanta! —Joe es feliz. Yo sonrío como tonta al ver que Joe ha dado una con su
Las luces de neón iluminaban el lugar, sonó de fondo una canción de un DJ famoso, agité mi vaso con el líquido ámbar en su interior. Desde donde me encontraba sentado tenía la vista perfecta del sitio. — ¡Hermano! —la voz de Michael apenas podía escucharlo. Giré mi rostro hacia él y observé a la rubia pegada a su cadera. No se podía ver bien su rostro debido a la luz baja del sitio. No esperó a qué dijera algo para lo que estaba deduciendo a simple vista. Michael se perdería hasta el amanecer. Levanté una mano para despedirlo antes de irritarme más de lo que ya estaba, no tenía ni quince minutos que habíamos llegado al reservado VIP. Señal que esta noche «cazaría» solo. Di un sorbo a mi vaso y cerré mis ojos al sentir el ardor que me provocaba al deslizarse por mi garganta. Al abrirlos dirigí mi mirada a la pista y pudo alcanzar a ver algo. Algo fuera de mi rutina. Algo que me hizo detenerme para mirar por más de cinco segundos. «Esto podría ponerse int
Viernes y la noche era joven, llevé a otra mujer a mi departamento para poder «jugar» un rato y así sacar mi frustración por aquella mujer castaña, me había molestado no volverla a ver, quería saborear esos labios color carmín, saber más de ella, aunque me mostraba un aire muy familiar, la intriga había ganado por segunda vez. Me miré en el reflejo de mi espejo del baño, mi cabello alborotado, mis mejillas sonrojadas por lo que acaba de terminar de hacer con mi invitada, finalmente la había sacado de mi departamento sin esperar a que me pidiera mi número o que ella me entregara el suyo, no estaba interesado en nadie desde años atrás cuando me rompieron el corazón en añicos, mi forma de ver a las mujeres había cambiado, no podía confiar en ellas y mucho menos a las que solo me buscaban por conveniencia o fingían que estaban enamoradas de mí a pesar de no darles más que una sola noche, a ellas, las olía desde kilómetros atrás. Había estudiado cada gesto, cada reacción de ellas, cu
Había pasado ya un mes desde que la vi. Sentía frustración. Nadie pudo localizar a la mujer castaña del antro. Ni los contactos más cercanos dieron con ella. Solo por ello puso en duda la capacidad de Benji y de Marco, y claro, a Michael lo harté con el mismo tema. Pero venga, ¿Quién no se obsesiona con alguien así? Nadie. Solo yo. Soy demasiado obsesivo. — ¿Cuál color eliges? —mi madre me enseñaba las muestras de tela para el evento anual de Industrias Black. Tenía que elegir el mantel para la ocasión. Me había negado a seguir derrochando el dinero en algo que no sacaba nada a mi favor. Solo gente que comía gratis se emborrachaba en la barra libre y siempre terminaba en alguna escena dramática entre los empleados. Hice una mueca. —Ese—señalé una tela en color crema, luego miré hacia el gran jardín de la casa de mis padres. Mi madre hablaba de algo, pero no presté atención. Debería de conformarse con tener mi presencia ahí, cuando podría yo estar con alguna rubi
Veinte minutos después llegamos a Industrias Black y Celina estaba esperando en la entrada, caminó de un lado a otro y puedo ver que está preocupada. No dejé que Baxter me abriera la puerta y bajé. —Joe...—dice Celina. — ¿Qué ha pasado? —Tenemos graves problemas. «Graves» se queda corto. —No me asustes. ¿Qué ha pasado? —Subamos a tu oficina y te pongo al tanto. Subimos al piso de presidencia y cuando íbamos a pasar por el escritorio de mi asistente personal, me detuve. —Luisa, no me pases llamadas a menos que sea urgente de mi familia y no estoy para nadie más. Celina camina... Le hice señas de que camine por el pasillo que nos lleva a mi oficina. Entramos y me quité el saco de mi traje y desabotoné la camisa de mis muñecas y me remangué hasta los codos. —El trato con Sudáfrica nos lo han cancelado y… —la interrumpí cuando solté un golpe con mi mano en la superficie del escritorio de cristal. — ¡No! ¡Ese trato me llevó m