New York, Estados Unidos. D I E Z A Ñ O S D E S P U É S… ASHLEY BLACK. —Aquí dice que el traje es para niñas de doce años, Ashley. Debe de quedarle…—Joe me mira preocupado al ver el traje de baño que cuelga de su mano, lo mueve de un lado a otro buscando imaginarse a Lily dentro de él. —Tú eliges, ¿Recuerdas? —arruga su entrecejo preocupado, luego concentrado. Lily nuestra pequeña hija, mañana cumpliría once años, había pedido un traje de baño para su fiesta, pero en esta ocasión se lo ha pedido a “Papi” y no a “Mami” Joe había sonreído feliz, había dicho que no necesitaría mi ayuda, y al final, estamos en una tienda de niñas, escogiendo el mejor traje de baño. — ¿Puedo ir a la biblioteca? —Joshua habla detrás de mí, me vuelvo hacia él y tengo que levantar un poco la mirada, había heredado la altura de Joe, es un joven demasiado atractivo y a su edad, solo le interesaba leer cuánto libro apareciere frente a él, un lector empedernido. Entrecierro los ojos al ver
Día siguiente:Fiesta de Lily Elizabeth Black. —Aquí tienes lo que has pedido de cumpleaños, hija—Joe le extiende la bolsa de regalo, Lily emocionada la toma y busca en el interior. Joe me lanza una mirada emocionado, cuándo miramos a Lily, vemos un gesto nuevo. — ¿Me has comprado un bañador de dos piezas…? —Lily levanta su mirada hacia Joe, quién se cruza de brazos preocupado. —Sí, es lo que…—Lily saca el bañador de dos piezas con colores chillantes, un gorro de nadadora haciendo juego. Lanzo una mirada a Joe, podría decir que empezó a sudar, y es algo cómico de ver. —Papi…—Joe toma aire y lo suelta lentamente. Bueno, sus amigas tienen de dos piezas, es un paso grande el que Joe eligiera dos piezas cuando se había quejado rotundamente a evitar que ella lo luciera ahora que está creciendo más. —La cuestión es…—Pero Lily lo abraza emocionada y feliz. — ¡Me encanta papi! ¡Me encanta! —Joe es feliz. Yo sonrío como tonta al ver que Joe ha dado una con su
Las luces de neón iluminaban el lugar, sonó de fondo una canción de un DJ famoso, agité mi vaso con el líquido ámbar en su interior. Desde donde me encontraba sentado tenía la vista perfecta del sitio. — ¡Hermano! —la voz de Michael apenas podía escucharlo. Giré mi rostro hacia él y observé a la rubia pegada a su cadera. No se podía ver bien su rostro debido a la luz baja del sitio. No esperó a qué dijera algo para lo que estaba deduciendo a simple vista. Michael se perdería hasta el amanecer. Levanté una mano para despedirlo antes de irritarme más de lo que ya estaba, no tenía ni quince minutos que habíamos llegado al reservado VIP. Señal que esta noche «cazaría» solo. Di un sorbo a mi vaso y cerré mis ojos al sentir el ardor que me provocaba al deslizarse por mi garganta. Al abrirlos dirigí mi mirada a la pista y pudo alcanzar a ver algo. Algo fuera de mi rutina. Algo que me hizo detenerme para mirar por más de cinco segundos. «Esto podría ponerse int
Viernes y la noche era joven, llevé a otra mujer a mi departamento para poder «jugar» un rato y así sacar mi frustración por aquella mujer castaña, me había molestado no volverla a ver, quería saborear esos labios color carmín, saber más de ella, aunque me mostraba un aire muy familiar, la intriga había ganado por segunda vez. Me miré en el reflejo de mi espejo del baño, mi cabello alborotado, mis mejillas sonrojadas por lo que acaba de terminar de hacer con mi invitada, finalmente la había sacado de mi departamento sin esperar a que me pidiera mi número o que ella me entregara el suyo, no estaba interesado en nadie desde años atrás cuando me rompieron el corazón en añicos, mi forma de ver a las mujeres había cambiado, no podía confiar en ellas y mucho menos a las que solo me buscaban por conveniencia o fingían que estaban enamoradas de mí a pesar de no darles más que una sola noche, a ellas, las olía desde kilómetros atrás. Había estudiado cada gesto, cada reacción de ellas, cu
Había pasado ya un mes desde que la vi. Sentía frustración. Nadie pudo localizar a la mujer castaña del antro. Ni los contactos más cercanos dieron con ella. Solo por ello puso en duda la capacidad de Benji y de Marco, y claro, a Michael lo harté con el mismo tema. Pero venga, ¿Quién no se obsesiona con alguien así? Nadie. Solo yo. Soy demasiado obsesivo. — ¿Cuál color eliges? —mi madre me enseñaba las muestras de tela para el evento anual de Industrias Black. Tenía que elegir el mantel para la ocasión. Me había negado a seguir derrochando el dinero en algo que no sacaba nada a mi favor. Solo gente que comía gratis se emborrachaba en la barra libre y siempre terminaba en alguna escena dramática entre los empleados. Hice una mueca. —Ese—señalé una tela en color crema, luego miré hacia el gran jardín de la casa de mis padres. Mi madre hablaba de algo, pero no presté atención. Debería de conformarse con tener mi presencia ahí, cuando podría yo estar con alguna rubi
Veinte minutos después llegamos a Industrias Black y Celina estaba esperando en la entrada, caminó de un lado a otro y puedo ver que está preocupada. No dejé que Baxter me abriera la puerta y bajé. —Joe...—dice Celina. — ¿Qué ha pasado? —Tenemos graves problemas. «Graves» se queda corto. —No me asustes. ¿Qué ha pasado? —Subamos a tu oficina y te pongo al tanto. Subimos al piso de presidencia y cuando íbamos a pasar por el escritorio de mi asistente personal, me detuve. —Luisa, no me pases llamadas a menos que sea urgente de mi familia y no estoy para nadie más. Celina camina... Le hice señas de que camine por el pasillo que nos lleva a mi oficina. Entramos y me quité el saco de mi traje y desabotoné la camisa de mis muñecas y me remangué hasta los codos. —El trato con Sudáfrica nos lo han cancelado y… —la interrumpí cuando solté un golpe con mi mano en la superficie del escritorio de cristal. — ¡No! ¡Ese trato me llevó m
Había salido de la oficina pasada de las once de la noche, el dolor de cabeza se había calmado cuando Benji me pasó más información, pero esta lamentablemente no me servía, solo le pedí el nombre de la persona detrás de todo esto, pero mañana me seguiría preocupando y armaría un plan, hoy no podemos hacer nada. Necesitaba sacar todo este estrés y tensión. Así que era viernes por la noche. Necesitaba adrenalina. Me detuve en el lugar donde estuve hace un mes. Lamí mis labios al recordar esa noche que la miré bailando de manera sensual. Solté un suspiro irritado. Ya era hora de que dejara mis alucinaciones. —Necesitas distraerte de toda lo que ha pasado hoy, Black. Caminé hasta la puerta VIP y entré. Aflojé mi corbata y el corazón por alguna manera extraña comenzó a latir a toda prisa. Será la ansiedad por querer estar con una mujer. El sitio era solo para personas de dinero, lo mejor de lo mejor de la ciudad. Y eso siempre me relajaba. No eran cualquiera...
Apareció una sonrisa triunfante en sus labios al ver que me ha dejado sin palabras… ¡Reacciona, Black! —Pero… —balbuceé perplejo aún a sus palabras. Se puso de puntillas y dejó un beso casto contra mis labios y antes de separarse por completo, su mirada se clavó en mis ojos. —Un poco de humildad te vendría bien, Black. Mi mirada la siguió hasta que entró al auto, arrancó y se metió en el tráfico de la noche. Y yo como un idiota embelesado de pie en la acera. Mi pulgar se fue a mi labio inferior y lo acarició, cerré los ojos. Los abrí de golpe con el corazón agitado. — ¿Black? Sin duda ella sabía quién era y yo estaba en desventaja. Pero sus placas me darían la información que necesitaba. ¿Quería jugar? Jugaremos… Pero en mi cama y gritando mi nombre. ****Toulouse empezaba a sonar. “No Running From Me” (No corras de mí). Di una última mirada a mi reloj de marca. Las 2:45 pm. Estaba afuera de un edificio de ladr