Viernes y la noche era joven, llevé a otra mujer a mi departamento para poder «jugar» un rato y así sacar mi frustración por aquella mujer castaña, me había molestado no volverla a ver, quería saborear esos labios color carmín, saber más de ella, aunque me mostraba un aire muy familiar, la intriga había ganado por segunda vez.
Me miré en el reflejo de mi espejo del baño, mi cabello alborotado, mis mejillas sonrojadas por lo que acaba de terminar de hacer con mi invitada, finalmente la había sacado de mi departamento sin esperar a que me pidiera mi número o que ella me entregara el suyo, no estaba interesado en nadie desde años atrás cuando me rompieron el corazón en añicos, mi forma de ver a las mujeres había cambiado, no podía confiar en ellas y mucho menos a las que solo me buscaban por conveniencia o fingían que estaban enamoradas de mí a pesar de no darles más que una sola noche, a ellas, las olía desde kilómetros atrás. Había estudiado cada gesto, cada reacción de ellas, cuando sus pupilas se dilataban, el motivo y el siguiente movimiento que harían. Sí, ese era Joe Black.
Estaba dispuesto a que no me rompieran el corazón de nuevo.
Odiaba que me provocaran, y esta noche, esa castaña se había salvado de mí. Me pasé una mano por mi cabello para acomodarlo, ajusté el listón de mi pijama que colgaba a la cadera, luego salí de mi baño, la cama desarreglada me recordaba que tenía que hacer. Tiré de la tela para dejar desnudo el colchón y poner nuevas sábanas, el olor del perfume barato de la mujer se había impregnado en el lugar, «Uh, ¿Quién usa un perfume tan empalagoso y exagerado?» al terminar, me tiré en ella y pasé mis manos por debajo de mi cabeza, miré el techo y de nuevo mi mente comenzó a intoxicarme con los recuerdos del pasado, la chica nerd de cabello rubio, sus lentes, la forma en que mordía la punta de su pluma, o el tic de su pierna al cruzarla cuando ponía concentración. Suspiré cerrando mis ojos y una sonrisa apareció, su mirada azulada se quedó en la mía, una sonrisa oculta apareció en sus labios, ella me había pillado observándola.
—Buenas noches, Ash. —susurré su diminutivo en la oscuridad.
***
Sábado por la mañana…
— ¿Castaña? —La reacción irónica de Michael era más irritación para mí.
Solo crucé mi pierna por encima de la otra y di un sorbo a mi bebida, luego dejé mi vaso para enfrentarlo de mal humor.
—Sí, una castaña, alta, de piel pálida, usaba un traje de cuero negro, cierre metálico sobre su escote, caderas perfectas… Piernas largas.
Mi voz iba bajando de tono mientras le daba santa y seña de la mujer.
— ¿Te ha atrapado? —dice en un tono burlesco.
—Se ha escapado de mis manos. Quiero… simplemente cobrarme lo que me hizo hacer.
Soltó una risa mi hermano.
— ¿Te estás escuchando? Nunca dejarás de ser un hombre vengativo… simplemente conoce a otra y ya.
Negué.
—No.
— ¿Qué es lo que tiene de especial la «castaña»?
— ¡Por favor, Michaelssss! ¡La quiero en mi cama y ya! ¿Es tan difícil de entender lo que quiero? Llama a tu amigo, ese gorila que trabaja como gerente del antro y ponlo a investigar.
—Relájate. Le marcaré en la tarde.—lo fulminé con la mirada. —Okay, ya. Le marco ahora.
Michael sacó su móvil y marcó a su amigo.
— ¡Hey Richard! Disculpa que te despierte. ¿Puedes hacerme un favor grande? Es para mi hermano. Está buscando una mujer castaña, alta, piernas largas, emmm, vestía de cuero, con un cierre metálico en la parte de su escote… Sí, sí… Está bien, gracias.
Colgó la llamada.
— ¿Y? —pregunto intrigado.
—Va a investigar, cuando tenga algo me llama. ¿Ya? ¿Contento? —soltó Michael irritado. No era de seguir las órdenes de su pequeño hermano, ni de buscarme mis caprichos, pero si veía la intriga sobre la mujer que andaba buscando.
—Te veo a la una para almorzar.
Me levanté del sillón que adornaba la oficina de Michael.
—«Sí, gracias»—fingió Michael recibir de parte mía. Mientras me dirigía a la puerta de cristal, me giré hacia Michael e hice el gesto de buscar algo en el bolsillo interno de mi americana y cuando atraigo la atención curiosa de Michael, saqué y extendí mi mano en dirección a él y levanté el dedo del medio.
Michael solo puso los ojos en blanco.
—Madura «Black»—dijo en un tono irritado. —Además, no se vale usar mis bromas…
Y salí de la oficina de mi hermano con una sonrisa al ver su gesto irritado.
Sabía que encontraría tarde o temprano a esa castaña.
«Y voy a tenerte… Suplicando»
Había pasado ya un mes desde que la vi. Sentía frustración. Nadie pudo localizar a la mujer castaña del antro. Ni los contactos más cercanos dieron con ella. Solo por ello puso en duda la capacidad de Benji y de Marco, y claro, a Michael lo harté con el mismo tema. Pero venga, ¿Quién no se obsesiona con alguien así? Nadie. Solo yo. Soy demasiado obsesivo. — ¿Cuál color eliges? —mi madre me enseñaba las muestras de tela para el evento anual de Industrias Black. Tenía que elegir el mantel para la ocasión. Me había negado a seguir derrochando el dinero en algo que no sacaba nada a mi favor. Solo gente que comía gratis se emborrachaba en la barra libre y siempre terminaba en alguna escena dramática entre los empleados. Hice una mueca. —Ese—señalé una tela en color crema, luego miré hacia el gran jardín de la casa de mis padres. Mi madre hablaba de algo, pero no presté atención. Debería de conformarse con tener mi presencia ahí, cuando podría yo estar con alguna rubi
Veinte minutos después llegamos a Industrias Black y Celina estaba esperando en la entrada, caminó de un lado a otro y puedo ver que está preocupada. No dejé que Baxter me abriera la puerta y bajé. —Joe...—dice Celina. — ¿Qué ha pasado? —Tenemos graves problemas. «Graves» se queda corto. —No me asustes. ¿Qué ha pasado? —Subamos a tu oficina y te pongo al tanto. Subimos al piso de presidencia y cuando íbamos a pasar por el escritorio de mi asistente personal, me detuve. —Luisa, no me pases llamadas a menos que sea urgente de mi familia y no estoy para nadie más. Celina camina... Le hice señas de que camine por el pasillo que nos lleva a mi oficina. Entramos y me quité el saco de mi traje y desabotoné la camisa de mis muñecas y me remangué hasta los codos. —El trato con Sudáfrica nos lo han cancelado y… —la interrumpí cuando solté un golpe con mi mano en la superficie del escritorio de cristal. — ¡No! ¡Ese trato me llevó m
Había salido de la oficina pasada de las once de la noche, el dolor de cabeza se había calmado cuando Benji me pasó más información, pero esta lamentablemente no me servía, solo le pedí el nombre de la persona detrás de todo esto, pero mañana me seguiría preocupando y armaría un plan, hoy no podemos hacer nada. Necesitaba sacar todo este estrés y tensión. Así que era viernes por la noche. Necesitaba adrenalina. Me detuve en el lugar donde estuve hace un mes. Lamí mis labios al recordar esa noche que la miré bailando de manera sensual. Solté un suspiro irritado. Ya era hora de que dejara mis alucinaciones. —Necesitas distraerte de toda lo que ha pasado hoy, Black. Caminé hasta la puerta VIP y entré. Aflojé mi corbata y el corazón por alguna manera extraña comenzó a latir a toda prisa. Será la ansiedad por querer estar con una mujer. El sitio era solo para personas de dinero, lo mejor de lo mejor de la ciudad. Y eso siempre me relajaba. No eran cualquiera...
Apareció una sonrisa triunfante en sus labios al ver que me ha dejado sin palabras… ¡Reacciona, Black! —Pero… —balbuceé perplejo aún a sus palabras. Se puso de puntillas y dejó un beso casto contra mis labios y antes de separarse por completo, su mirada se clavó en mis ojos. —Un poco de humildad te vendría bien, Black. Mi mirada la siguió hasta que entró al auto, arrancó y se metió en el tráfico de la noche. Y yo como un idiota embelesado de pie en la acera. Mi pulgar se fue a mi labio inferior y lo acarició, cerré los ojos. Los abrí de golpe con el corazón agitado. — ¿Black? Sin duda ella sabía quién era y yo estaba en desventaja. Pero sus placas me darían la información que necesitaba. ¿Quería jugar? Jugaremos… Pero en mi cama y gritando mi nombre. ****Toulouse empezaba a sonar. “No Running From Me” (No corras de mí). Di una última mirada a mi reloj de marca. Las 2:45 pm. Estaba afuera de un edificio de ladr
El sonido del elevador nos cortó. Nos separamos y somos puro jadeo. Nuestras miradas conectan por segundos. En sus labios aparece una sonrisa y sus dedos se van a la blusa de seda. Desabotona los dos primeros botones lentamente. —Esto es una tortura y pienso cobrármelo—susurré para mí mismo, pero sé que me ha escuchado cuando su sonrisa se ensanchó aún más. Sus labios se han hinchado, y pude sentir mi miembro palpitar cada segundo que me torturó con la escena. —Solamente... Diré...—tomó aire— que «No todo lo que miras, es lo que es.» Tragué saliva. Mi garganta se ha secado completamente cuándo en mi pecho siento una punzada al escuchar esa frase. —No entiendo...—fingí no saber a qué se refería, mi mirada está en sus pezones que resaltan bajo su sostén de encaje negro. Vuelvo a tragar saliva... Se sacó la blusa de la falda y se bajó de sus zapatillas de aguja y puedo ver qué apenas llegó su cabeza a mis hombros. Salió del elevador y mi mirada está en ella,
M*****a sea. ¿Desde cuándo se ha vuelto más lista que yo? Busco rápidamente mis zapatos, y como sea me abrocho mi camisa. Las puertas del elevador se abren y entro a toda prisa. Debí activar el bloqueo del elevador, pero ¿Cómo iba a saber que iba a salir así? Además, ¡Es Ashley! ¡Mi Ashley! ¿Qué se ha hecho que no la he reconocido? ¿Se ha pintado el cabello de castaño? ¡Está más delgada! Por eso Black, serás gilipollas. Ella no sería una mujer por siempre…gordita. Arrugo mi entrecejo mientras el elevador llega hasta el subterráneo. ¿Qué hace en New York? ¡Quiero respuestas, m*****a sea! ¡Por eso esa atracción! ¡Porqué siempre me había atraído! Siempre ha estado esa electricidad entre los dos... Las puertas se abren. Salgo disparado a mi auto y cuando llego a la plaza... — ¡No! ¡No! ¡Alineeeeee! ¡Nomás que...! ¡Agggrrrrrr! —grito a todo pulmón al ver que ha pinchado las cuatro malditas llantas. Pateo la llanta cargado de ira. Me lastimo el pie, pero el dolor no me impo
Ashley cerró los ojos con fuerza al escuchar esa frase. Esa noche cuándo casi lo hacían en el sofá dos años atrás, se había marchado dejando esa frase en el aire. Intentó descifrarlo, pero Ashley se había alejado de él después de esa última noche antes de salir de vacaciones de navidad. Ella había regresado comprometida y después ella lo había evitado. — ¿Entonces qué es, Joe? — ¡No me hagas ir a golpear a ese hijo de puta! —dijo entre dientes. Ashley tragó saliva. Sabía cómo era Joe y su actitud protectora después de dos años sin hablarse la confundía. —Tú no vas a golpear a nadie. — ¡Dime, m*****a sea! ¿Ese hijo de puta te tocó? —se volvió a su espalda para golpear la puerta del cubículo. Ashley se encogió de hombros por su arrebato. — ¡No! ¿Qué vas a ganar con ello? ¿Qué te expulsen antes de graduarte? No. No será por mi culpa. Yo lo voy a solucionar a mi manera. — ¿Cómo? ¿Cuándo termine por matarte? ¿O cuándo te deje tirada por la carretera sin vid
El auto estaba estacionado frente al edificio. Podía ver a la gente entrar y salir de él, estaba debatiéndome entre ir y pedirle respuestas a mis jodidas preguntas que no han hecho más que hacerme trasnochar. Quiero saber por qué ha aparecido de la nada. Muerdo mi pulgar y después mis dientes juegan con la uña. Tomo aire y luego lo suelto. Mi sangre se congela al ver al mismo hombre de la noche anterior salir del edificio y este le abre la puerta caballerosamente para que Ashley saliera. Maldito hijo de… Me inclino hacia atrás para que no me mire. Se quedan de frente al edificio y están hablando de algo. Ella agita sus manos en el aire, y… recuerdo ese gesto. Está cabreada. Él intenta hablar, pero ella no lo deja. Aprieto el puño en señal de victoria. —No te dejes de nadie, Ashley. Ella sigue hablando de algo, y después su mirada se pierde en la calle. Los autos pasan y maldición, su mirada se posa en el auto. Arruga su entrecejo. Regresa