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Capítulo 4. Una mujer…misteriosa y familiar.

     Había salido de la oficina pasada de las once de la noche, el dolor de cabeza se había calmado cuando Benji me pasó más información, pero esta lamentablemente no me servía, solo le pedí el nombre de la persona detrás de todo esto, pero mañana me seguiría preocupando y armaría un plan, hoy no podemos hacer nada.

     Necesitaba sacar todo este estrés y tensión. Así que era viernes por la noche. Necesitaba adrenalina.

     Me detuve en el lugar donde estuve hace un mes. Lamí mis labios al recordar esa noche que la miré bailando de manera sensual. Solté un suspiro irritado. Ya era hora de que dejara mis alucinaciones.

     —Necesitas distraerte de toda lo que ha pasado hoy, Black.

     Caminé hasta la puerta VIP y entré. Aflojé mi corbata y el corazón por alguna manera extraña comenzó a latir a toda prisa. Será la ansiedad por querer estar con una mujer.

     El sitio era solo para personas de dinero, lo mejor de lo mejor de la ciudad. Y eso siempre me relajaba. No eran cualquiera... todo está verificado. 

     La música comenzó a sonar, y es una canción de Nelly Furtado «Promiscuos» con Timbaland, y eso llamó mi atención. Entré al reservado VIP que suele tener cuando vengo, me dejé caer en el sillón de cuero, quité mi corbata mientras mi cabeza se movió al ritmo de la música. El mesero entró y tomó mi orden, a sabiendas de que siempre pido lo mismo. Miré por la gran ventana que da al lugar desde lo alto y observé, toda la gente estaba en su propio mundo. 

     Inspeccioné el sitio, la luz era tenue y los rayos amarillos inundan el sitio. Minuto después, entró el mesero dejando mi pedido en la mesa, se retiró sin esperar un «gracias» o «¿Algo más señor Black?» Se habían acostumbrado a mí.  El móvil vibró en el interior de mi americana, al sacarlo, la pantalla me mostró la imagen de mi hermana, deslicé el botón para contestar. 

     — ¿Qué pasa? —levanté un poco la voz.

     — ¿Dónde estás? —Preguntó agitado—He conseguido la información que necesitábamos para...—comenzó a distorsionarse la llamada. Le pedí que me esperara así que salí del reservado con el móvil en mi oído, con la otra mano me cubrí el oído para escuchar a mi hermano. Pero al cruzar para la salida me detuve en seco.

     — ¿Joe? —la voz de mi hermano gritó diciendo que la llamada se cortaba. Pero no pude moverme en ese momento.

     La mujer que me había traído loco por todo el maldito mes, estaba frente a mí y dentro de un grupo de personas. Reía. Un hombre le susurró algo que la siguió haciendo reír. El nudo en mi estómago se contrajo.

     Pasé saliva.

     Siguió riendo, supongo que ha sentido que la estaba observando, ya que nos encontramos con la mirada segundos después, a pesar de la poca luz que hay, pude verla. Se mordió el labio y eso mandó un respingo a mi miembro. 

     Le dijo algo al hombre de su lado y bajó de su silla. Caminó hacia mí... -Dios, viste una falda negra, zapatillas de aguja y una blusa negra con lentejuelas que la hace ver tremendamente sexy, caliente y muy hambrienta de sexo. Bueno, ese último sería para mí al parecer mis ganas han aumentado a falta de acción. Caminó más de cerca... 

     Sí, es ella.

     —Hola.

     Dijo terminando de acercarse un poco más a mí, invadiendo mi espacio personal... La observé detenidamente. El olor a jazmín inundó mis fosas nasales. Dios mío, me he puesto duro con su presencia. Agitó su mano delante de mí. Arrugué mi entrecejo... Seguía sin creerlo. ¡Un mes buscando y cuando menos pienso, está frente a mí!

     Me aclaré la garganta de inmediato para responderle el saludo.

     —Hola.

     — ¿Quieres bailar?

     Su voz es encantadora y aunque muy familiar. Me regaló una sonrisa haciendo visible unos hoyuelos que me robaron el aire.

     —No bailo, disculpa... Yo...— ¿Desde cuándo tartamudeas, Joe? Arrugué mi entrecejo.

¡REPONTE!

     — ¿No bailas?

     —Yo...—negué. Miré el móvil y seguía Michael en la línea. Agité mi móvil para darle a entender que tenía una llamada. Necesito espacio, necesito reponerme. “Reponernos” lo digo por mi miembro tirando de mis pantalones.

     —Oh, bueno... nos vemos.

     Se volvió hacia su mesa y pude ver su delicioso trasero. Luego el pensamiento de que su falda es demasiado corta me molestó de inmediato. El hombre a su lado le dijo algo que la volvió a hacer reír. Tomó asiento y desde su lugar me observó...

     «Oh, mi Dios.»

     Me giré y salí apresurado. ¡Qué patético Black, qué patético!

     — ¿Michael?

     —Ya te escucho mejor... ¿Escuché un «hola»? ¿Estás en el antro?

     —Espera, no te vas a creer... ¡Es la castaña! Ella... Ella se ha acercado a mí y me ha pedido bailar...

     — ¡Pero tú no bailas! ¡Debiste tomar las clases conmigo, idiota! —lo escuché emocionado, por fin lo dejaré de molestar.

     — ¿Qué me ibas a decir? Quiero regresar a pedir su número...

     —Ya tenemos el nombre del que está detrás de esto, se llama Clyde Turner. Y pensamos que es un presto nombre, pero el que está detrás de él, es el que quiere destruirnos. Es seguro...

     —Eso jamás pasará, no lo vamos a permitir.

     —Anda mañana seguimos averiguando, consigue el maldito número de esa castaña, evítame otro mes escucharte hablar de ella...

     Sonreí.

     —Gracias, mañana a primera en la oficina.

     —Cuídate.

     Colgué y cuando estoy a punto de entrar, ella salió casi chocando conmigo mientras se colgó la tira de su pequeño bolso al hombro. Y cuando levantó la mirada nos encontramos frente a frente.

     —Oh...—susurró. —Disculpa...

     Y me esquivó.

     Arqueé una ceja. ¿Eh? ¿Qué ha pasado aquí? ¿Acaso no.…? Me volví hacia ella, pero está distraída con algo.

     — ¿Disculpa? —solté irritado.

     Ella arrugó su entrecejo y me quedé mudo un momento al ver por completo su rostro.

     Piel blanca, pestañas largas, ojos color ¿Marrones? ¿Son lentillas? Tiene unos mechones castaños rebeldes pasar por su frente. Ella siguió observándome...

     — ¿Qué pasó?

     E hizo un gesto con sus hombros. Recordé lo que iba a hacer y me irrité en segundos.

     — ¿Cómo te llamas?

     — ¿Para qué quieres saber?

     —La última vez... Te vi. Y desapareciste.

     — ¿Y?... ¿Acaso tenía que quedarme?

     — ¿No me recuerdas?

     — ¿Debería? —arqueó una ceja.

     Mi rostro se contrajo al escuchar su forma de responder.

     — ¿Qué?

     — ¿Qué de qué? —preguntó confundida.

     — ¿Acaso me estás...? ¿Evadiendo?

     —No lo creo, ¿Sabes algo? Llevo prisa...

     — ¿Ahora me evitas? —eso me hizo irritarme aún más, al parecer todo lo que uno mira, no lo es. 

     — ¿Evitarte?

     —Deberías recordar este rostro...—hice un movimiento con mi mano hacia mi rostro—Nadie olvida esto.

     Ella soltó una risa que me irritó aún más de lo que estaba.

     — ¿En serio? —sonó sarcástica.

     — ¡Sí! 

     Nos quedamos callados.

     —Bueno, adiós.

     Y me dio la espalda para ir por la fila de autos estacionados. 

     — ¿«Adiós»? ¿Es todo? ¿No vas a pedir mi número? Todas lo piden de hecho mueren por eso.

     Se detuvo sin girarse.  Y cuando pienso que se girará... No lo hace. 

     Avanzó unos metros en esas zapatillas de aguja que hacían sus piernas largas y torneadas, extendió su brazo hacia un auto.

     Era un Audi A9x.  Color negro, vidrios polarizados. Y su placa me la memoricé en instantes.  La alarma sonó y abrió la puerta, pero se giró hacia mí antes de subir.

     —Creo que... Tu ego es demasiado enfermizo.  —dice en un tono irónico, caminé hasta ella, quedando frente a frente.

     — ¿Qué has dicho? —pensando que va a encogerse por mi altura y mi intimidante tono, ella alzó la barbilla y su mirada es un marrón desafiante.

     — ¿Aparte de eso, estás sordo? —espetó.

     — ¿Quién te piensas para hablarme así? —Me enfureció su actitud. Se quedó callada, pero no bajó su mirada.

     —Si todo tu drama es porque no te he reconocido, pedido tu número o inclusive ponerme de alfombra como acostumbran al verte el resto del mundo...—Ahí viene su disculpa... Sabía que...—... Seré la primera en aplastar tu mundo de ensueño.  No todas somos tontas o sumisas ante un rostro atractivo.

    

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