Colgó la llamada llevándose un puño hacia la frente, suspiro con dolor y arrepentimiento, sintió miedo, últimamente desde que había conocido a Camila había sufrido bastante y se estaba cansando de eso, de tener que ser presa de sus sentimientos.
Soltó un sonoro suspiro, trato de ser fuerte y olvidar lo que su corazón estaba sintiendo, estaba seguro de que era lo mejor porque no quería que la utilizaran a ella y a su hijo para llegar a él, así que era la única opción viable para mantenerla a salvo.
Marco un número privado, no tenía otra alternativa más que recurrir a Cecilio, alguien allá afuera ya sabia su verdadero nombre, así que de otras más que enfrentar aquel que le había hecho una declaración de guerra.
—¿Diga?—escucho la voz de Cecilio.
—¿Cómo va todo por allá?—cuestiono Julián tratando de tomar el control, la ansiedad lo estaba matando.
—Ahora que lo tenemos a usted, mucho mejor—le respondió Cecilio orgulloso de aquel muchacho el cual prácticamente había criado.
—De acuerdo, mantenme al tanto de lo que ocurra, ya sea que la policía quiera meter sus narices en donde no le importa o incluso si un maldito coyote pisa mi propiedad, de ahora en adelante necesito saberlo todo—le ordeno.
Julián estaba tratando de cavilar una forma de lograr sus objetivos, encontrar al maldito que lo había amenazado, no era difícil, después de todo había encontrado a Camila sin siquiera tener una pista de su paradero en un principio, pero aquella búsqueda había durado bastante tiempo y tiempo era lo que menos tenía, así que debia usar todas sus cartas para encontrar la identidad del aquel atrevido que deseaba morir bajo la presión de sus manos sobre su cuello.
Cecilio notó en su tono de voz preocupación, había estado fuera de aquel negocio durante tantos años que pensó que pasaría mucho tiempo antes de que de verdad deseara tomar el control del cartel, pero aparentemente estaba muy interesado, eso le hizo sospechar.
—¿Ocurre algo señor?
—No, todo está en orden, solo necesito que prepares un grupo de vigilancia—indico Julián tratando de controlar su tono de voz, Cecilio lo había notado, pero no quería involucrar al cartel en sus asuntos personales, al menos no mientras aun estuviera a tiempo de tomar el control de la situación, sin embargo, si algo podía hacer el cartel por él era vigilar a Silvia y a Camila, en todo México no había personas más peligrosas que los hombres del cartel Xibalba, ya lo habían demostrado los últimos días así que sabia que podía confiar en ellos la seguridad de su mujer e hijo.
—¿Puedo saber para qué motivo lo necesita?—insistió Cecilio, después de todo debia dar las órdenes y debia elegir a los hombres adecuados para el trabajo que necesitaba Julián.
—Enviaré a mi novia a un viaje con una amiga y necesito que estén protegidas en todo momento.
—De acuerdo, lo haré, pero señor...—se quedó un momento en silencio y cavilo las palabras correctas que debia expresarle a su nuevo jefe, aunque eran viejos conocidos sabia que Julián o mejor dicho Juliano había aprendido por las malas hacer las cosas a su modo, intervenir sin necesitar ayuda y no dudaba que seguiría haciéndolo aunque el cartel ya estuviese bajo su mando—sabe que cualquier situación nosotros podemos ser de su ayuda ¿Verdad?
—Lo sé Cecilio, pero no quiero involucrar al cartel en mis asuntos, te diré si necesito otra cosa de ti.
—Por supuesto, le llamaré cuando el equipo esté listo, solo envíeme la información necesaria para que el equipo haga su trabajo.
—Claro, te llamaré en un par de horas, nos vemos.
Suspiró, creyendo que al hacerlo, el dolor desaparecería también, se echó hacia atrás y reposo su cabeza contra el respaldo, cerro los ojos y trato de tomar el control de sus pensamientos, se quedó así por veinte minutos, tiempo suficiente para pensar como resolvería el asunto del bebe, su relación con Camila y también la situación de su identidad, era claro que ya no podria seguir siendo Julián Cazares, ese hombre había muerto al ir en búsqueda de la chica que amaba, solo le quedaba ser Juliano Salazar o mejor dicho Xibalba.
Era extraño para él, el tener que volver a ser Juliano, estúpidamente había creído que podría deshacerse de ese nombre y su pasado si un nombre como el de Julián Cazares lo reemplazaba, se había creado nuevos sueños y metas para no tener que recurrir a su padre y así finalmente enterrar su vida para crearse una nueva, pero de alguna forma, alguien se lo había arrebatado todo en cuestión de segundos, pero a pesar de haber caído tan rápido como había subido a la cima, ahora solo le quedaba levantarse y retomar las riendas de su destruida vida.
Tomo el volante en sus manos y condujo hasta una esquina donde daría la vuelta para volver con Camila y de ahí poner en marcha lo que a él le tocaba hacer para no perderlo todo.
Mientras conducía un relámpago se hizo presente y a este le siguieron pequeñas gotas de lluvia que por separado era una insignificancia, pero unidas eran una tempestad.
Encendió los limpiadores para poder ver con claridad y también lo hizo con las luces y estas iluminaron su camino hasta su residencia, un lugar que él mismo había considerado algo similar al olimpo o incluso el Partenón de Atenas, donde él podía observarlo todo, donde alguna vez se había considerado un dios, tal cual Zeus. Había poseído mujeres por montón, dinero, fama y una buena reputación, no había nada en la tierra que pudiera detener su avance al poder y estuvo a punto de obtenerlo de no haber sido por esa compra innecesaria que lo había cambiado o mejor dicho seducido.
Detuvo el auto cuando llego a la entrada de su casa, abrió la puerta y se encaminó hacia el interior sin importarle la lluvia, pero antes de abrir la puerta se detuvo, respiro profundamente y tomo valor, lo que estaba a punto de hacer cambiaria su relación con Camila, pero no le quedaba de otra si quería protegerla.
Su espalda ligeramente encorvada tomó una posición firme y su rostro abatido se tornó serio y sombrío, tal cual figura tallada en mármol, sin emociones.
Cuando abrió lo primero que vio fue el cuerpo de Camila sentado sobre la escalera, pensó que tal vez estaba esperándolo, después de todo se había marchado sin dar explicaciones, había huido de ella solo por un mensaje, tenía la vista perdida en algún punto sobre el muro y se notaban sus ojos inflamados y la nariz roja por haber llorado, ver eso le partió el alma, pero por su bien trato de no expresar ninguna emoción
—Sígueme—le dijo en seco al pasar a su lado en dirección hacia su oficina. Camila despertó de su trance al escuchar su voz y al ver su figura pasar junto a ella, sonrió al no darse cuenta de la manera en como se había dirigido a ella.
Se levantó de su lugar y lo siguió en silencio, pensó que tal vez la noticia lo había tomado por sorpresa y aún lo estaba asimilando, después de todo era un hombre importante y debia tomar muchas medidas antes de tomar una decisión, pero cuando ambos llegaron a la oficina, Julián camino hasta su escritorio y se sentó, se apresuró a buscar entre sus cajones hasta encontrar una pluma y su chequera.
Mientras aquello sucedía Camila lo observo con atención, Julián no parecía ser el mismo de antes, era evidente que algo le molestaba.
—¿Qué sucede?—se animó a preguntarle con un poco de miedo.
—Ve por tus cosas—le indico mientras escribía una exorbitante cantidad de dinero en un cheque.
—¿Por qué?—pregunto ella sintiendo como su corazón se estrujaba por sus palabras, la forma en como las había dicho y la dureza que había utilizado.
—Te vas—le indico Julián sin atreverse a mirarla.
—¿Adónde?—insistió ella manteniéndose al margen.
—Haz lo que te digo y te lo diré—respondió levantando la vista, tentado a mostrarse flexible, a ser el hombre que la amaba, pero, en cambio, la miro como si ella fuera el origen de sus calamidades y lo único que deseaba era deshacerse de ella.
Camila sospechó que algo no estaba bien, era obvio, pero sabia dentro de sí misma que un bebe no debia ser la razón de tal distanciamiento, tan solo tres semanas atrás él la había encontrado y se había mostrado como el hombre de su vida, su caballero andante y que de no amarla no se habría tomado tantas molestias, debia saber la razón del porqué estaba actuando de tal forma, pero quizás no era el momento adecuado, debia esperar a que él se tranquilizara un poco, sin embargo, no tenía mucho tiempo, aunque intentaría hacerse con el.
—Está bien—dijo encaminándose hacia la puerta, camino con lentitud, pero lo hizo a propósito, se tomó su tiempo para conseguir que Julián se tranquilizara, llego a la habitación y recogió todo en una bolsa de plástico en donde Silvia le había traído algunas cosas básicas e incluso se cambió de ropa a la que había llevado puesta los últimos días. Luego camino devuelta a la oficina de Julián a paso lento hasta llegar nuevamente, en su ausencia Julián había conseguido un destino al llevar a Camila, lejos de él y del caos que llamaba a su puerta.
Decidió enviarlas a Quintana roo un estado excesivamente alejado de la ciudad de México, en un hotel lujoso y lo suficientemente grande con diferentes tipos de atracciones para que alguien como Camila y Silvia, es decir, unas amigas en busca de distracción y consuelo pudieran olvidarse de él.
Había comprado los boletos de avión y también había reservado dos habitaciones y había pagado por adelantado dos semanas en ese lugar pensando que un lugar cerca del mar ayudaría a Camila a curar sus heridas, pero mientras compraba los boletos, por un breve instante su amor por ella lo había traicionado pensando que podía huir con ella hasta ese lugar, renunciar y desaparecer de la faz de la tierra, pero sabia que no podía hacerlo, no debia hacerlo porque los problemas los seguirían hasta el fin del mundo y Camila no merecía abandonar su vida solo por él, lo único que deseaba era devolverle un poco de su vida.
—No tengo muchas cosas...—le interrumpió Camila adentrándose a su oficina nuevamente. Julian hizo desaparecer ese pensamiento estupido y su mirada se ensombrecio al verla.
—No importa, ten esto—tomo el cheque y se lo extendio, Camila lo miro recelosa.
—¿Para que es?—cuestiono confundida.
—Es para que compres lo que desees, ropa, zapatos, lo que necesites en tu viaje.
—¿Viaje? ¿Adonde?
—Lejos de mi vista—dijo con severidad, entonces Camila entendio que aquello no era mas que un permio de consolacion, él la estaba rechazando y quizas cortando toda relacion con ella.
—¿Pero porque?—cuestiono mientras los ojos comenzaban a llenarse de lagrimas.
—Ya hice mucho por ti y yo apenas obtuve un poco de sexo a cambio, asi que ya no te necesito—dijo con rudeza, para poder mantener esa fachada sostuvo un clip de oficina sobre su mano, aquel alambre se lo enterraba cada vez que sentia lastima y compasion por la chica que estaba lastimando, por lo que habia logrado lastimarse hasta sangrar levemente.
—¿De que estas hablando?
—De la compra que hice, te compre para tomar tu virginidad y lo hice, ahora ya no te necesito.
Camila se quedo en silencio tratando de comprender sus palabras o mejor dichos las estupideces que estaban saliendo de su boca.
—¿Qué mierdas estas diciendo?—logro decir con aspereza, fruncio el ceño y apreto los puños.
Julian la miro sorprendido, no esperaba que ella reaccionara de tal forma, era como si la Camila que conocia, la dulce chica inocente se hubiese refugiado en una fachada fuerte y valiente para evitar salir lastimada.
—Que ya no te quiero, me has causado bastantes problemas desde el dia en que te conoci y estoy harto de eso.
—¿Cómo mierdas me vienes de decir todo eso después de todo lo que pase por tu culpa?—expresó, acercándose al escritorio de Julián, colocando las manos contra la superficie con fiereza.—Sabias muy bien que tipo de hombre era al conocerme, sabias que yo solo quería sexo y nada más, todo lo que sucedió después fue pasión y el hecho de que fuera a rescatarte fue tan solo mi orgullo pisoteado. No eras más que una posesión que me habían robado, así que para conseguir respeto tuve que ir, pero entiéndelo muy bien, no fue porque estuviera remotamente enamorado, ni siquiera una pizca, todo lo que te dije fue mentira, para conseguir que vinieras conmigo en lugar de ir con la policía, sabias demasiado para dejarte ir, pero ahora que llevas a mi hijo en tu vientre no me quedas más que dejarte viva—escupió apretando aún m&aacu
Camila camino por varios minutos sin percatarse del lugar en donde se encontraba, aunque realmente no le importaba, su mente estaba sumida en la tristeza y también en la ira y la desesperación. En apariencia, ella permanecía serena, mientras el agua corría por su cuerpo y la misma agua de lluvia se llevaba las lágrimas que derramaba en silencio, pero dentro de sí se estaba llevando a cabo una guerra entre sus sentimientos y sus pensamientos, todo lo que estaba sucediendo dentro de su cabeza le estaban ayudando a perder la razón.De pronto un sonoro sonido le hizo volver a la realidad, un auto había sonado su claxon al pasar muy cerca de ella y es que Camila había caminado en línea recta por la acera, sin embargo, había llegado a una zona en donde esa acera había desaparecido y únicamente quedaba la carretera por donde seguían transitando auto tras auto.Se hizo hacia un la
Un auto se estacionó frente a la casa de Julián, el dueño del auto bajo un tanto perplejo, había visto la cabeza de una pequeña escultura en su camino y curiosamente la había reconocido, se trataba de una pieza que había comprado Julián en una subasta ilegal en New York. Se trataba de Roberto, su amigo y socio, no había logrado charlar con Julián respecto a sus negocios pendientes, por supuesto, todo por causa de la chica que vivía en su casa, así que había decidido visitarlo para ponerse al corriente de lo que sucedía respecto a sus negocios, solo que no esperaba aquel escenario., Bajo y camino con recelo hasta la entrada, la puerta estaba abierta, imagino que tal vez Julián había sido víctima del crimen organizado y le habían robado pertenencias valiosas, pero al echar un ojo al interior descubrió que a su amigo no lo había robado, sino todo lo contrario, sus pertenencias seguían ahí, pero todas y cada una de las piezas de colección que él habia reunido estaban destrozadas. Estuvo
—¿A qué diablos te refieres Julián?—bramo Roberto un tanto nervioso al ver la expresión seria de Julián, para él eso significaba que su amigo hablaba en serio—¿Todo esto es por la chica? ¿Vas a abandonar todos nuestros negocios por un culo más?—Si vas a escupir tu veneno, solo te voy a pedir una sola cosa. No te atrevas a insultarla porque ella no tiene nada que ver con esto—advirtió Julián—y si vas a perder la razón solo por dinero será mejor que te vayas de aquí, tengo problemas mucho más grandes que hablar de negocios en estos momentos.—Entonces ten la decencia de explicarme que coño está pasando porque si no es por ella entonces por quien—exigió caminando de aquí para allá con una expresión de furia en el rostro. Julián torció los labios ante esa petici&oacu
Cuando Silvia llevo a Camila a su casa, se sintió un poco avergonzada por el estado en que se encontraba su departamento, ella era una persona muy ocupada que tenía prioridades y en esa lista no estaba el hacer el aseo de su casa. Tenía periódicos por montones, no solo de la ciudad de México, sino también de otros estados de la república en los que, en sus primeros años, había estado buscando desesperadamente una pista de aquel maldito que había asesinado al amor de su vida. Por supuesto de eso había pasado mucho tiempo, los periódicos se habían actualizado, pero para recordarse a sí misma lo que tenía que buscar ella no tiro esas tiras de papel. Juliano Salazar había pasado de ser el asesino de su esposo a ser su obsesión, no comía, no dormía, gritaba y lloraba cada noche por no ser capaz de hacer justicia. Todo el tiradero que había en el piso de su casa, era un recordatorio de lo que ella había sido los últimos años. Después de creer haber hecho justicia por su pr
Francisco llegó al juego sintiéndose el dueño, sin Julián, no solo el juego era suyo, sino también el país. Llego tarde, no quería esperar a que terminaran la subastas, no después del fracaso y el enfrentamiento que había tenido en la última subasta contra Julián. Llego al salón, era noche de zorras o al menos esa era la temática de la velada, había chicas por doquier que fungía la tarea de meseras, pero su uniforme consistía en una cola de zorro anal y un vibrador que podía notarse sobre el clítoris de cada chica y los cuales tenían mandos que cualquier caballero podía solicitar para su satisfacción. Francisco caminó por el lugar admirado por la belleza de las chicas, si de algo podía enorgullecerse el juego era poder conseguir a las mujeres más sensuales del país y por supuesto, sus servicios eran bien remunerados. Con el ánimo que llevaba encima, extendió la palma de la mano para golpear el trasero de una de las chicas, por supuesto eso pasó desapercibido para la
—Está bien—dijo Roberto rendido, le decepcionaba darse cuenta de que todos sus negocios se habían esfumado en un parpadeo, mañana dejaría de ser un empresario para volver a lo mismo, ser un simple estafador, pero lo peor de todo es que no podía hacer nada para evitarlo—pero si necesitas la ayuda de un amigo sabes que puedes confiar en mí ¿Verdad?Julián finalmente salió dejando ver su cuerpo desnudo, envolvió una toalla sobre su cintura y camino descalzo hasta la habitación hasta su closet, ahí había de todo tipo de ropa, elegante, fina, costosa, casual, deportiva, pero al entrar, busco un tipo de ropa que le ayudara a pasar desapercibido, debia viajar lo más pronto posible, pero mientras buscaba algo que ponerse el teléfono fijo de su habitación comenzó a sonar.Roberto, al ver que su amigo tenía otras prioridades que co
Silvia suspiró una vez que Camila logro conciliar el sueño, estaba cansada, no físicamente, pero si moralmente. Estaba sumamente enfadada con Julián, no entendía su actuar ni su pensar, pero de alguna manera todo se había ido al diablo, de la noche a la mañana. Silvia camino de su habitación donde había recostado a Camila hasta su cocina, abrió la puerta de su alacena y saco un frasco con café, debido a la ansiedad que sentía su cuerpo pensó en la posibilidad de probar una cucharada de café molido para aliviar la tensión que tenía, pero luego de un segundo considero que no estaba tan loca para hacer algo así. Su cama estaba ocupada por Camila, por lo que no tenía más opción que dormir en el sillón, no le importaba, había dormido muchas veces ahí y no precisamente porque tuviese invitados, sino porque había noches en que el insomnio la había llevado al sillón, hubo noches en que había logrado pegar el ojo, pero otras tantas se las había pasado mirando hacia el televis