Francisco llegó al juego sintiéndose el dueño, sin Julián, no solo el juego era suyo, sino también el país. Llego tarde, no quería esperar a que terminaran la subastas, no después del fracaso y el enfrentamiento que había tenido en la última subasta contra Julián.
Llego al salón, era noche de zorras o al menos esa era la temática de la velada, había chicas por doquier que fungía la tarea de meseras, pero su uniforme consistía en una cola de zorro anal y un vibrador que podía notarse sobre el clítoris de cada chica y los cuales tenían mandos que cualquier caballero podía solicitar para su satisfacción.
Francisco caminó por el lugar admirado por la belleza de las chicas, si de algo podía enorgullecerse el juego era poder conseguir a las mujeres más sensuales del país y por supuesto, sus servicios eran bien remunerados. Con el ánimo que llevaba encima, extendió la palma de la mano para golpear el trasero de una de las chicas, por supuesto eso pasó desapercibido para la chica, ella al igual que las demás chicas que trabajaban estaban acostumbradas a ese tipo de tratos, después de todo esos hombres eran los más ricos del país, por lo que no tenía caso enfadarse, así que la chica solo sonrió.
Francisco caminó hasta una mesa donde se encontraban algunos rostros conocidos, eran aliados de Julián que conocían muy bien sobre la rivalidad que había entre ambos caballeros, por lo que Francisco no era muy bien bienvenido entre aquel grupo.
—¡Vaya, vaya, vaya, pero a quien tenemos aquí!—manifestó Francisco con una sonrisa perversa que dejo perplejo aquel grupo. Francisco nunca se les había acercado, por supuesto, cuando estaba Julián a su lado, se divertían a espaldas de Francisco, se burlaban de él, de su inferioridad, pero sin Julián presente, Francisco se animó acercarse a ellos.
—¿Alguien olvido llamar al exterminador?—susurro uno de los hombres refiriéndose a Francisco como una plaga o al menos ese siempre era uno de los chistes que solía contar Julián.
El grupo rio por lo bajo, pero a pesar de ello a Francisco no le importo, sabia que tipo de hombres eran ellos y lo que querían para que lo aceptaran.
— Por supuesto—respondió Francisco respondiendo al insulto que acababan de susurrar, pero que al fin y al cabo había escuchado—fui yo quien lo llamo, así que no se preocupen, ya no hay ninguna plaga que nos moleste.
Uno de los hombres de aspecto canoso, pero bien parecido frunció el ceño sin entender a que se refería. Francisco notó su duda, por lo que se atrevió a sentarse a su lado, toma una copa vacía y servirse un poco de whiskey que disponían los caballeros.
—Veo que no entienden a lo que me refiero—exteriorizo un tanto decepcionado de no poder arrasar también con esos hombres, pero igual su desinformación podía traerle muchos beneficios—pero eso me tranquiliza, al menos sé que a ustedes también los engaño.
—Diputado Ramírez—dijo un senador que estaba frente a él, molesto por su atrevimiento—¿Acaso no sabe que es de mala educación sentarse en una mesa sin haber sido invitado?
—¿Acaso no sabe que es ilegal tener conexiones con el narcotráfico?—refuto Francisco refiriéndose al secreto de Julián, sabia que hablar precisamente ahí podía traer consecuencias graves, pero esperaba que esas consecuencias fueran específicamente para Julián y no para él—podría perder su empleo, ser investigado e incluso ser juzgado o peor aún, encarcelado.
—¿Acaso perdió sus cabales Ramírez?—impugno el caballero de cabello plateado—¿Está acusándonos falsamente de tener conectes con algún grupo criminal? Si ese es el caso, más vale que se abstenga a las consecuencias de sus estupideces.
—¿Estupideces dice?—cuestiono Francisco con cierta ironía en su tono de voz—creo que ustedes son los estúpidos, por dejarse engañar por un hombre tan peligroso.
—¿Qué diablos hablas...?
Aquel hombre se quedó en silencio al ver una fotografía que Francisco dejo caer sobre la mesa a la vista de todos en donde se podía reconocer el rostro y el cuerpo de Julián, en compañía de la mano derecha del narco más buscado del país y por si fuera poco, llevaba en las manos un arma como si supiera usarla y además de eso, sangre en la ropa.
—¿Qué mierdas es esto?—refutaron los hombres de Julián levantándose de la mesa, Francisco sonrió al ver su reacción.
—Es el hombre al que tanto admiran y respetan, al que le confiaron sus negocios y por supuesto les engaño y oculto su verdadero nombre, así como su origen e incluso el nombre de su padre—manifestó Ramírez con cierta presunción, le gustaba mucho el poder y nada de lo que había hecho en años anteriores, incluso antes de Julián, le había dado la satisfacción que estaba sintiendo en ese momento.
—¿Así que este es tu último recurso Ramírez? ¿Adulterar una fotografía de Julián para hacerlo quedar mal?
Francisco soltó una carcajada burlándose de la estupidez que estaba presenciando, supuso mientras reía que, Julián había tenido que hacerles muchos favores para tener su aprecio a cambio al igual que su lealtad por lo que no podían ver la verdad aunque estaba frente a sus narices.
—¿De verdad crees que es falsa esta fotografía?—replico Francisco para después tomar todo el contenido de su copa de un solo trago, aquel grupo solo lo miro son desdén y perturbados por el comportamiento de Ramírez—bien, crean lo que quieran, yo quise advertirles y decirles que para mañana descubrirán que Julián Cazares nunca existió y el hombre con el que estuvieron conviviendo todos estos años era el hijo de un narcotraficante que les hizo la vida un tanto complicada y que ahora empeorara cuando los conecte con el cartel Xibalba, pero por si las dudas quieren confirmar todo lo que les he dicho pueden llamar a Julián, sin embargo, créanme cuando les digo que él ya no tendrá la cara para aparecerse por aquí y mucho menos para responderles una llamada, seguro a esta hora ya debe estar saliendo del país.
—Está bien—dijo Roberto rendido, le decepcionaba darse cuenta de que todos sus negocios se habían esfumado en un parpadeo, mañana dejaría de ser un empresario para volver a lo mismo, ser un simple estafador, pero lo peor de todo es que no podía hacer nada para evitarlo—pero si necesitas la ayuda de un amigo sabes que puedes confiar en mí ¿Verdad?Julián finalmente salió dejando ver su cuerpo desnudo, envolvió una toalla sobre su cintura y camino descalzo hasta la habitación hasta su closet, ahí había de todo tipo de ropa, elegante, fina, costosa, casual, deportiva, pero al entrar, busco un tipo de ropa que le ayudara a pasar desapercibido, debia viajar lo más pronto posible, pero mientras buscaba algo que ponerse el teléfono fijo de su habitación comenzó a sonar.Roberto, al ver que su amigo tenía otras prioridades que co
Silvia suspiró una vez que Camila logro conciliar el sueño, estaba cansada, no físicamente, pero si moralmente. Estaba sumamente enfadada con Julián, no entendía su actuar ni su pensar, pero de alguna manera todo se había ido al diablo, de la noche a la mañana. Silvia camino de su habitación donde había recostado a Camila hasta su cocina, abrió la puerta de su alacena y saco un frasco con café, debido a la ansiedad que sentía su cuerpo pensó en la posibilidad de probar una cucharada de café molido para aliviar la tensión que tenía, pero luego de un segundo considero que no estaba tan loca para hacer algo así. Su cama estaba ocupada por Camila, por lo que no tenía más opción que dormir en el sillón, no le importaba, había dormido muchas veces ahí y no precisamente porque tuviese invitados, sino porque había noches en que el insomnio la había llevado al sillón, hubo noches en que había logrado pegar el ojo, pero otras tantas se las había pasado mirando hacia el televis
—Bien, entonces dime que diablos está sucediendo porque yo no lo comprendo—refuto Silvia colocando la punta de su dedo anular sobre el pecho de Roberto. Él miró a su alrededor, no había nadie, todo estaba oscuro, pero por alguna razón sintió una mirada sobre su hombro, él no creía en asuntos paranormales, pero si creía en la conciencia, la cual le advertía no soltar la lengua o Julián, de alguna forma lo sabría.—Ya te lo dije, solo soy el mensajero, no sé mucho al respecto—explico Roberto un tanto nervioso. Silvia no era tonta, lo supo al ver la duda en su mirar, así que no tuvo más remedio que cerrarle la puerta en la cara, se dio media vuelta decidida a ignorarlo, quizás ponerse un par de auriculares para evitar escuchar el sonido de la puerta, pero mientras recordaba donde diablos los había dejado, la puerta sono.Roberto di
Aún no amanecía cuando Silvia despertó a Camila, encendió las luces y comenzó a buscar entre sus pertenencias un par de maletas. Mientras Camila se tallaba los ojos tratando de entender su comportamiento, Silvia comenzó a meter ropa sin ningún orden dentro de las maletas. —¿Qué sucede?—se atrevió a preguntar. Silvia la miro de reojo, tenía los ojos un poco inflamados después de tanto llorar y su nariz aún tenía tintes rosados, su apariencia era terrible, pero no se detuvo mucho tiempo a observarla, debia sacarla de la ciudad de México antes de que el sol apareciera por el horizonte. —Pensé que la mejor forma de olvidar a un hombre como Julián debia ser con un viaje—manifestó Silvia tratando de aparentar tranquilidad, no quería explicar a Camila la razón del porqué le urgía salir de la ciudad a esas horas. —¿Un viaje?—pregunto Camila frunciendo el ceño, sabia muy bien que después de lo que había pasado, un viaje no era lo que necesitaba, sino regresar con su f
Roberto llegó a un centro nocturno clandestino, eran un poco más de las cuatro de la mañana, pero sabia que en ese lugar encontraría a Francisco. Después de visitar a Silvia y lograr que tomara el cheque, se había dedicado a buscar a ese hombre por toda la ciudad, primero había ido a su residencia, pero después de sobornar a un guardia de seguridad que se encontraba resguardando la zona, descubrió que él no estaba ahí. Francisco tenía muchos lugares favoritos a los cuales ir, pero ese centro nocturno era su favorito, las chicas eran una delicia para la mirada masculina y los tragos solían tener una que otra sustancia que le ayudaban a atener mayor placer a la hora de follar. Pero esa noche en específico se había abstenido de beber alguna gota de alcohol, Francisco no veía la hora de que amaneciera y la noticia que arreglaría toda su vida comenzaría a circular por todos los medios de comunicación del país. De hecho, él estaba seguro de que a esas horas muchas pe
Roberto sintió un poco de asco, había visto muchas escenas así, en el juego debías acostumbrarte a ver a hombres reconocidos follar en un rincón oscuro, pero se trataba de Francisco Ramírez, el enemigo de su mejor amigo, por lo tanto, él se sentía en obligación de odiarlo. Mientras la grotesca escena ocurría, Roberto rebusco entre los bolsillos de su chaqueta, saco su teléfono y coloco el número que Julián le había proporcionado en caso de emergencia o en caso de encontrar a Francisco. Cuando coloco el auricular sobre su oído, sintió un poco de nervios, se escuchaban los gemidos de la chica en el interior del auto, el rechinar del movimiento del auto e incluso el cencerrear que provocaba el roce del pulgar contra un mechero del chofer de Francisco para lograr encender un cigarro. Roberto escuchó el primer timbre, luego el segundo y luego el tercero, cuando creyó que Julián no contestaría y que tendría que estar insistiendo toda la noche escucho su voz. —¿Qué
Las calles estaban vacías o al menos las que Julián cruzo para llegar a donde se encontraba Roberto. El motor de su auto resonaba en el silencio de la noche, poco a poco comenzó acelerar, sintió la necesidad de apresurarse, no porque estuviera preocupado por la seguridad de su amigo, sino porque la velocidad le brindaba un poco de adrenalina, la necesitaba. Era frustrante esa situación, pero no había de otra. En el asiento contiguo estaba lista una M9 y una TMP, no sabia que estaba por enfrentar, ni tampoco si esos hombres habían llegado a ese lugar por mera casualidad, eran demasiadas coincidencias, como por ejemplo que Francisco estuviese precisamente ahí. Era un bar clandestino, por lo que no muchos conocían de su existencia, así que era un número muy reducido de personas los que sabían de ese lugar y a los que podía interrogar, pero en su situación, Julián pensó que era una perdida de tiempo, pero no se sacó de la cabeza que había una pequeña probabilidad de que
—Quédate aquí—le indico Julián a su amigo. Era un peligro acercarse y muy estúpido de su parte el ir a averiguar que estaba ocurriendo, pero no entendía por qué razón atacarían a personas inocentes, todo apuntaba a un ajuste de cuentas, pero ¿Contra quién?—No seas estúpido—insistió Roberto un tanto asustado—vámonos de aquí, no te quieras hacer el héroe, esas personas ya están bien muertas.Julián abrió los labios para protestar, pero justo en ese instante se escucharon algunas voces que los sorprendieron.—¡Vámonos! —grito una voz masculina autoritaria. Julián y Roberto permanecieron ocultos, detrás de los contenedores, y desde ese lugar observaron a los hombres que corrían a sus vehículos.