Roberto sintió un poco de asco, había visto muchas escenas así, en el juego debías acostumbrarte a ver a hombres reconocidos follar en un rincón oscuro, pero se trataba de Francisco Ramírez, el enemigo de su mejor amigo, por lo tanto, él se sentía en obligación de odiarlo.
Mientras la grotesca escena ocurría, Roberto rebusco entre los bolsillos de su chaqueta, saco su teléfono y coloco el número que Julián le había proporcionado en caso de emergencia o en caso de encontrar a Francisco. Cuando coloco el auricular sobre su oído, sintió un poco de nervios, se escuchaban los gemidos de la chica en el interior del auto, el rechinar del movimiento del auto e incluso el cencerrear que provocaba el roce del pulgar contra un mechero del chofer de Francisco para lograr encender un cigarro.
Roberto escuchó el primer timbre, luego el segundo y luego el tercero, cuando creyó que Julián no contestaría y que tendría que estar insistiendo toda la noche escucho su voz.
—¿Qué
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Las calles estaban vacías o al menos las que Julián cruzo para llegar a donde se encontraba Roberto. El motor de su auto resonaba en el silencio de la noche, poco a poco comenzó acelerar, sintió la necesidad de apresurarse, no porque estuviera preocupado por la seguridad de su amigo, sino porque la velocidad le brindaba un poco de adrenalina, la necesitaba. Era frustrante esa situación, pero no había de otra. En el asiento contiguo estaba lista una M9 y una TMP, no sabia que estaba por enfrentar, ni tampoco si esos hombres habían llegado a ese lugar por mera casualidad, eran demasiadas coincidencias, como por ejemplo que Francisco estuviese precisamente ahí. Era un bar clandestino, por lo que no muchos conocían de su existencia, así que era un número muy reducido de personas los que sabían de ese lugar y a los que podía interrogar, pero en su situación, Julián pensó que era una perdida de tiempo, pero no se sacó de la cabeza que había una pequeña probabilidad de que
—Quédate aquí—le indico Julián a su amigo. Era un peligro acercarse y muy estúpido de su parte el ir a averiguar que estaba ocurriendo, pero no entendía por qué razón atacarían a personas inocentes, todo apuntaba a un ajuste de cuentas, pero ¿Contra quién?—No seas estúpido—insistió Roberto un tanto asustado—vámonos de aquí, no te quieras hacer el héroe, esas personas ya están bien muertas.Julián abrió los labios para protestar, pero justo en ese instante se escucharon algunas voces que los sorprendieron.—¡Vámonos! —grito una voz masculina autoritaria. Julián y Roberto permanecieron ocultos, detrás de los contenedores, y desde ese lugar observaron a los hombres que corrían a sus vehículos.
Julián se estacionó frente al hotel casino plaza que recién se había inaugurado. Salió del auto y arrojo las llaves al interior, no pensaba utilizarlo de nuevo para transportarse.Camino al interior del lugar, pero antes de presentarse en recepción, se colocó sus gafas. Sabia que de nada servirían, su rostro, su perfecto rostro era muy conocido. Avanzo hasta la recepción donde atendía un joven bien vestido con un uniforme negro que tenía una placa con su nombre: Andrés González.—Ángela, rubio, me está esperando—indico Julián con aire soberbio como solía hacerlo antes.El joven lo miro de arriba abajo, Ángela Rubio era la dueña de aquel hotel casino, pero no solía recibir a cualquier tipejo que se apareciera con esas fachas. La dueña, solía estar acompañada de hombres elegantes, atractivos y
Julián se estaba preparando mentalmente para lo que estaba por venir, Ángela era una mujer y no era cualquier mujer, sino que era una sensual que sabia como provocarlo, como seducirlo, ella sabia someterlo. Él sabia cuál era el motivo que lo llevaba a buscarla, debia saber por qué había enviado a sus hombres a tomar represalias en contra en personas inocentes.Sabia que ella se había vengado muchas veces de muchas otras personas, pero en ninguna ocasión, ningún tercero había salido herido hasta ahora. Él no creia en las casualidades o en coincidencias, no en el círculo en el que ambos estaba metidos hasta el fondo, el crimen.Cuando las puertas del ascensor se abrieron en el piso de Ángela, él caminó siguiendo el camino que recordaba, sabia que para él, ninguna puerta de ese lugar podía estar cerrada, así como las piernas de la dueña de e
—No vine aquí a ser interrogado—expuso Julián alejándose de Ángela. —Bien—dijo cruzándose de brazos, por mucho que lo intentara, sabia que Julián no le diría absolutamente nada sobre esa mujer, pero rendirse en ese momento no significaba que no lo intentaría en otro momento— no importa quien es ella, seguramente es un capricho como los que has tenido antes. Ahora, sobre nuestros asuntos... —¿Asuntos?—dijo él alzando la ceja, mientras Ángela volvía a colgarse de su cuello. —Ya te lo dije, te quiero a ti, es lo único que pido, no quiero tu amor, ella puede tenerlo, pero lo que yo quiero es tu cuerpo. Ángela se arrodilló frente a Julián con cierta sensualidad, lo miro de forma suplicante, como un perro implorando por un pedazo de carne. —Solo esta noche, por favor—expreso tocando la cremallera de su pantalón. Extrañamente, su miembro permanecía inerte, como si la figura sensual de Ángela no hubiera causado efecto en él, incluso esa posición
Camila abrió los ojos, la luz del sol le molestó al punto de despertarla. Su cuerpo se sintió sudado, pero es que ella no se había dado cuenta de que habían dejado atrás el clima frío de la ciudad, se encontraron en las costas del oriente de México, cuando levanto la vista vio un paisaje costeño, el mar, la arena y las palmeras. El auto que conducía Silvia aún estaba en movimiento, ella conducía hacia un lugar llamado costa esmeralda, un hermoso lugar para pasar un buen fin de semana lejos del ruido y también lejos de Julián. —¿Dónde estamos?— preguntó Camila abriendo la ventanilla del auto, pero al hacerlo descubrió que el aire afuera era más caluroso que en el interior del auto, así que volvió a cerrarla. —¡Oh, ya despertaste dormilona! ¿Cómo dormiste? —Bien, aunque estoy sudando como un cerdo—indico Camila sacudiendo su blusa mostrándole a Silvia que el calor era tan sofocante que la ropa había comenzado a pegarse en su piel. —No te preocupes, una vez que lleguemos al hotel pod
Julián estaba sentado sobre un sofá mientras bebía un vaso con agua, a él le hubiese gustado que el líquido que había en el interior fuese al menos una buena porción de tequila, quería que sus sentidos se aturdieran por un largo rato, al menos, hasta que llegara la noche y pudiera salir de ese lugar, pero quería evitar a toda costa el malestar que el alcohol podía ocasionarle, sobre todo en ese momento que necesitaba de su fuerza física y mental para afrontar lo que estaba aconteciendo allá afuera.Tomo el control de la pantalla plana que estaba pegada a la pared de la habitación de Angélica y al encenderla, vio lo que tanto temía, lo que le había causado terror desde que había llegado a la ciudad de México y desde que había tomado camino en la política. Su rostro estaba en la pantalla y el título que lo acompañaba era "El narco tráfico infiltrado en la cámara de diputados"Paso canal por canal, de noticias, chismes y política, cada uno de ellos, hablaba sobre el tema, mencionaban co
Después de la pelea que habían tenido, el resto del camino estuvo envuelto de un silencio absoluto. Camila tenía un dolor profundo que estaba matándola a cada segundo, no sabia como contener su ira y mucho sabia como sacarla sin lastimar a nadie.Cuando llegaron al hotel, Camila admiro por un momento la vista, el lugar estaba frente a una playa hermosa, con arena blanca, un caluroso sol y un mar apacible. No había mejor lugar para calmar todo lo que estaba sintiendo, pero ciertamente no tenía ánimo para salir, solo quería entrar, bañarse y dormir como si de ello dependiera su vida.Mientras tanto, Silvia salió del auto y comenzó a sacar las maletas del porta equipaje. El hotel en el que se hospedarían era uno de los mejores, bastante lujoso y por supuesto con precios elevados, pero ya que Julián pagarían por ello, podían gastar lo que bien se le viniera en gana. En cierto modo se sentía motivada, a pesar de que Camila parecía estar rodeada por un aura negra que podía ahuyentar a cualq