En medio de una calle solitaria, a mitad de la noche, se estacionó un auto, oscuro como las intenciones del propietario. En su interior se encontraban dos hombres, uno que había estudiado finanzas, pero por azares del destino había terminado trabajando como chofer, pero lo había hecho porque la paga no era tan mala, de hecho, era muy buena y su trabajo era muy simple, sin embargo, aquel empleo tenía sus inconvenientes, como mantener silencio de todo lo que observaba y las cosas que había visto desde que había comenzado a trabajar habían sido horrores.El otro hombre, el que venia en el asiento del pasajero, miro a su alrededor con recelo. Aquel sujeto, a diferencia de su chofer había tenido buenas oportunidades y una de ellas lo había llevado a la política, gozaba de fama y fortuna, pero eso no le bastaba para ser feliz, lo que él deseaba era poder, pero sabia que mientras tuviera adversarios
Julián sintió como un escalofrío recorrió toda su espinal dorsal al entender que seria padre. Miro a Camila un tanto perplejo e instintivamente su mirada bajó hacia su vientre, en apariencia no había nada ahí que realmente le advirtiera que ella estaba embarazada, tenía una excelente figura, pero dentro crecía el producto de la pasión.—¿Qué es esto?—logro decir, pero su voz sonó severa, estaba molesto y su ira comenzaba acrecentarse mientras los segundos pasaban y Camila permanecía en silencio.—Y-yo estoy... embarazada—confirmo, pero debido al comportamiento de Julián ella supuso que la idea de ser padre no era de su agrado, ninguno de los dos lo había contemplado, no estaba en los planes de ninguno, pero Camila ya lo había asimilado y por un instante había mantenido la esperanza de que la reacción de Juliá
Colgó la llamada llevándose un puño hacia la frente, suspiro con dolor y arrepentimiento, sintió miedo, últimamente desde que había conocido a Camila había sufrido bastante y se estaba cansando de eso, de tener que ser presa de sus sentimientos. Soltó un sonoro suspiro, trato de ser fuerte y olvidar lo que su corazón estaba sintiendo, estaba seguro de que era lo mejor porque no quería que la utilizaran a ella y a su hijo para llegar a él, así que era la única opción viable para mantenerla a salvo. Marco un número privado, no tenía otra alternativa más que recurrir a Cecilio, alguien allá afuera ya sabia su verdadero nombre, así que de otras más que enfrentar aquel que le había hecho una declaración de guerra. —¿Diga?—escucho la voz de Cecilio. —¿Cómo va todo por allá?—cuestiono Julián tratando de tomar el control, la ansiedad lo estaba matando. —Ahora que lo tenemos a usted, mucho mejor—le respondió Cecilio orgulloso de aquel muchacho el cual
—¿Cómo mierdas me vienes de decir todo eso después de todo lo que pase por tu culpa?—expresó, acercándose al escritorio de Julián, colocando las manos contra la superficie con fiereza.—Sabias muy bien que tipo de hombre era al conocerme, sabias que yo solo quería sexo y nada más, todo lo que sucedió después fue pasión y el hecho de que fuera a rescatarte fue tan solo mi orgullo pisoteado. No eras más que una posesión que me habían robado, así que para conseguir respeto tuve que ir, pero entiéndelo muy bien, no fue porque estuviera remotamente enamorado, ni siquiera una pizca, todo lo que te dije fue mentira, para conseguir que vinieras conmigo en lugar de ir con la policía, sabias demasiado para dejarte ir, pero ahora que llevas a mi hijo en tu vientre no me quedas más que dejarte viva—escupió apretando aún m&aacu
Camila camino por varios minutos sin percatarse del lugar en donde se encontraba, aunque realmente no le importaba, su mente estaba sumida en la tristeza y también en la ira y la desesperación. En apariencia, ella permanecía serena, mientras el agua corría por su cuerpo y la misma agua de lluvia se llevaba las lágrimas que derramaba en silencio, pero dentro de sí se estaba llevando a cabo una guerra entre sus sentimientos y sus pensamientos, todo lo que estaba sucediendo dentro de su cabeza le estaban ayudando a perder la razón.De pronto un sonoro sonido le hizo volver a la realidad, un auto había sonado su claxon al pasar muy cerca de ella y es que Camila había caminado en línea recta por la acera, sin embargo, había llegado a una zona en donde esa acera había desaparecido y únicamente quedaba la carretera por donde seguían transitando auto tras auto.Se hizo hacia un la
Un auto se estacionó frente a la casa de Julián, el dueño del auto bajo un tanto perplejo, había visto la cabeza de una pequeña escultura en su camino y curiosamente la había reconocido, se trataba de una pieza que había comprado Julián en una subasta ilegal en New York. Se trataba de Roberto, su amigo y socio, no había logrado charlar con Julián respecto a sus negocios pendientes, por supuesto, todo por causa de la chica que vivía en su casa, así que había decidido visitarlo para ponerse al corriente de lo que sucedía respecto a sus negocios, solo que no esperaba aquel escenario., Bajo y camino con recelo hasta la entrada, la puerta estaba abierta, imagino que tal vez Julián había sido víctima del crimen organizado y le habían robado pertenencias valiosas, pero al echar un ojo al interior descubrió que a su amigo no lo había robado, sino todo lo contrario, sus pertenencias seguían ahí, pero todas y cada una de las piezas de colección que él habia reunido estaban destrozadas. Estuvo
—¿A qué diablos te refieres Julián?—bramo Roberto un tanto nervioso al ver la expresión seria de Julián, para él eso significaba que su amigo hablaba en serio—¿Todo esto es por la chica? ¿Vas a abandonar todos nuestros negocios por un culo más?—Si vas a escupir tu veneno, solo te voy a pedir una sola cosa. No te atrevas a insultarla porque ella no tiene nada que ver con esto—advirtió Julián—y si vas a perder la razón solo por dinero será mejor que te vayas de aquí, tengo problemas mucho más grandes que hablar de negocios en estos momentos.—Entonces ten la decencia de explicarme que coño está pasando porque si no es por ella entonces por quien—exigió caminando de aquí para allá con una expresión de furia en el rostro. Julián torció los labios ante esa petici&oacu
Cuando Silvia llevo a Camila a su casa, se sintió un poco avergonzada por el estado en que se encontraba su departamento, ella era una persona muy ocupada que tenía prioridades y en esa lista no estaba el hacer el aseo de su casa. Tenía periódicos por montones, no solo de la ciudad de México, sino también de otros estados de la república en los que, en sus primeros años, había estado buscando desesperadamente una pista de aquel maldito que había asesinado al amor de su vida. Por supuesto de eso había pasado mucho tiempo, los periódicos se habían actualizado, pero para recordarse a sí misma lo que tenía que buscar ella no tiro esas tiras de papel. Juliano Salazar había pasado de ser el asesino de su esposo a ser su obsesión, no comía, no dormía, gritaba y lloraba cada noche por no ser capaz de hacer justicia. Todo el tiradero que había en el piso de su casa, era un recordatorio de lo que ella había sido los últimos años. Después de creer haber hecho justicia por su pr