—¿Cómo mierdas me vienes de decir todo eso después de todo lo que pase por tu culpa?—expresó, acercándose al escritorio de Julián, colocando las manos contra la superficie con fiereza.
—Sabias muy bien que tipo de hombre era al conocerme, sabias que yo solo quería sexo y nada más, todo lo que sucedió después fue pasión y el hecho de que fuera a rescatarte fue tan solo mi orgullo pisoteado. No eras más que una posesión que me habían robado, así que para conseguir respeto tuve que ir, pero entiéndelo muy bien, no fue porque estuviera remotamente enamorado, ni siquiera una pizca, todo lo que te dije fue mentira, para conseguir que vinieras conmigo en lugar de ir con la policía, sabias demasiado para dejarte ir, pero ahora que llevas a mi hijo en tu vientre no me quedas más que dejarte viva—escupió apretando aún más el clip contra su carne, una pequeña gota resbalo de su piel hacia su alfombra, estaba llegando al límite de la mentira.
Sin previo aviso Camila extendió la mano hacia su rostro, azotando contra su mejilla su palma. Le había abofeteado obligándolo a girar la vista en otra dirección, ese acto de odio, era suficiente para Julián para detener su veneno y eso lo tranquilizo.
—Ojalá nunca te hubiera conocido—escupió Camila mirándolo con desdén, nunca había sentido tanto odio como lo estaba sintiendo en ese momento, no sabia que decirle exactamente para lograr dañarle ese maldito orgullo suyo, pero lo único que se le ocurrió fue— ojalá te mueras como el maldito animal rastrero que eres, en tu inmundicia.
Posterior a eso, Camila no pudo contener su ira así que demostró cuan devastada la había dejado, extendió sus brazos por su escritorio y tiro todo lo que había en el, luego camino hasta la puerta mientras Julián mirada el desastre en el suelo sin poder hacer nada.
Camila camino hasta el pasillo donde se encontraba pequeñas columnas de mármol que sostenían decoraciones, las cuales estaba consciente que eran valiosas o al menos eso había intuido, así que no le molesto en lo absoluto empujarlas a su paso hacia la salida, con lágrimas en los ojos y resbalándose por sus mejillas destruyó la recepción de Julián, jarrones cortinas y cuadros que colgaban a su alrededor.
Aquello no le había satisfecho en lo más mínimo, pero ya no quería estar ahí, en ese maldito lugar, así que salió por la puerta y camino pasando por el auto de Julián. Se arrepintió de aquella vez en que su padre le había comenzado a dar lecciones de manejo, pero por miedo y ansiedad había declinado la oferta, así que no pudo tomar su auto y huir en el, camino entre la lluvia por el césped y luego corrió sintiendo que tal vez la lluvia le haría desaparecer el dolor de su corazón.
Cuando ya no escucho ruido Julián camino hasta el pasillo, vio sus posesiones destruidas, cosas materiales que podía recuperar en cualquier momento, pero aquello que más valoraba había salido por esa puerta para quizás nunca volver.
Pensó en seguirla y quizás disuadirla de caminar en la lluvia, no era bueno para ella enfermarse, su mente había comenzado a pensar como lo haría un futuro padre, le preocupaba el estado de su hijo que estaba comenzando a formarse dentro del vientre de su madre, no obstante, intuyo que ella lo permitiría y el demostrar preocupación cuando claramente la había echado de ahí era muy estúpido de su parte, lo único que pudo hacer para ayudarla fue llamar a Silvia inmediatamente. Tomo su teléfono móvil y marco, pero ella no contesto, lo intento un par de veces, pero Silvia seguía sin tomar su llamada, así que no tuvo más opción que llamar a su casa.
Silvia no quería escuchar su m*****a voz y había decidido no ceder ante la presión de Julián, pero sabia que él no dejaría de insistir así tuviese que ir a su casa y llamar a la puerta toda la noche, así que cuando sonó el teléfono fijo que estaba al lado de su pequeña mesa en la sala de estar, tomo la llamada de Julián.
—¿Qué mierdas quieres?—le recriminó al colocar el micrófono del teléfono.
—Camila está caminando bajo la lluvia, necesito que la recojas—ordeno Julián olvidando por un momento la conversación que había tenido con Silvia, él ya no tenía derecho a exigirle nada y eso le molesto a Silvia, que siguiera manteniendo esa autoridad ante ella.
—¿Disculpa?—cuestiono Silvia un tanto sorprendida de su atrevimiento, no lo creía capaz de hacer algo semejante—¿Acaso eres mi jefe para estar ordenando que hacer?
Julián entonces comprendió que debia tener cierta sutileza para no hacerla enfadar o sus planes se verían ligeramente afectados.
—Bien, no lo hagas porque te lo ordene, sé que ya no tengo el derecho de pedirte nada, pero si no mal recuerdo creo que has entablado una pequeña relación con Camila, así que hazlo por ella—explico tratando de mantener calma en todo momento, después de todo existía la posibilidad de que Silvia lo mandara directamente a la m****a.
Silvia guardó silencio un segundo, luego su cabeza se llenó de vagos recuerdos de Camila, la pobre chica que había descubierto que esperaba un hijo de ese patán y eso era un castigo que tal vez no merecía, así que por ella, por ese niño y esa sensación de culpa que comenzaba a torturarla por dentro le hizo torcer los labios y luego suspirar.
—¿En dónde está?—pregunto finalmente un tanto frustrada por tener que darle la razón a Julián, estando embarazada no podía estar por ahí bajo la lluvia, sobre todo porque su rostro se encontraba pegado en media ciudad, debia salir de inmediato.
—Va saliendo de mi casa, no llegará muy lejos si te apresuras—sugirió Julián tratando de mantener ese tono de voz tolerante y casi gentil para no hacer enfadar a Silvia una vez más.
—Llego en diez—dijo antes de colgar, mientras se apresuraba a tomar el abrigo que había colocado sobre una codera de su sofá, tomo sus llaves y salió en busca de aquella chica.
Julián se quedó pegado al auricular del teléfono cuando Silvia colgó, se sintió desilusionado, cansado y frustrado por tener que haber tomado esa decisión tan drástica, pero necesaria, el tiempo diría si podría volver a su lado o se arrepentiría de todo eso.
La lluvia rápidamente había empapado la ropa de Camila, después de todo se había quedado parada a media acera cuando salió del complejo residencial en donde vivía Julián, llevaba las manos sobre sus brazos tratando de mitigar el frío que calaba sus huesos, tenía escalofríos gracias al agua helada que corría por su cuerpo hasta sus zapatos, pero a pesar de todo ese sufrimiento, Camila camino con lentitud, repasando en su mente cada instante.
Se pregunto como es que habia pasado todo eso, porque de un momento a otro su amor habia terminado como si no hubiese significado nada, ese le dolia, que ella habia estado dispuesta a sacrificarlo todo por amor, pero al final su sacrificio y pena no habia valido la pena.
Camila camino por varios minutos sin percatarse del lugar en donde se encontraba, aunque realmente no le importaba, su mente estaba sumida en la tristeza y también en la ira y la desesperación. En apariencia, ella permanecía serena, mientras el agua corría por su cuerpo y la misma agua de lluvia se llevaba las lágrimas que derramaba en silencio, pero dentro de sí se estaba llevando a cabo una guerra entre sus sentimientos y sus pensamientos, todo lo que estaba sucediendo dentro de su cabeza le estaban ayudando a perder la razón.De pronto un sonoro sonido le hizo volver a la realidad, un auto había sonado su claxon al pasar muy cerca de ella y es que Camila había caminado en línea recta por la acera, sin embargo, había llegado a una zona en donde esa acera había desaparecido y únicamente quedaba la carretera por donde seguían transitando auto tras auto.Se hizo hacia un la
Un auto se estacionó frente a la casa de Julián, el dueño del auto bajo un tanto perplejo, había visto la cabeza de una pequeña escultura en su camino y curiosamente la había reconocido, se trataba de una pieza que había comprado Julián en una subasta ilegal en New York. Se trataba de Roberto, su amigo y socio, no había logrado charlar con Julián respecto a sus negocios pendientes, por supuesto, todo por causa de la chica que vivía en su casa, así que había decidido visitarlo para ponerse al corriente de lo que sucedía respecto a sus negocios, solo que no esperaba aquel escenario., Bajo y camino con recelo hasta la entrada, la puerta estaba abierta, imagino que tal vez Julián había sido víctima del crimen organizado y le habían robado pertenencias valiosas, pero al echar un ojo al interior descubrió que a su amigo no lo había robado, sino todo lo contrario, sus pertenencias seguían ahí, pero todas y cada una de las piezas de colección que él habia reunido estaban destrozadas. Estuvo
—¿A qué diablos te refieres Julián?—bramo Roberto un tanto nervioso al ver la expresión seria de Julián, para él eso significaba que su amigo hablaba en serio—¿Todo esto es por la chica? ¿Vas a abandonar todos nuestros negocios por un culo más?—Si vas a escupir tu veneno, solo te voy a pedir una sola cosa. No te atrevas a insultarla porque ella no tiene nada que ver con esto—advirtió Julián—y si vas a perder la razón solo por dinero será mejor que te vayas de aquí, tengo problemas mucho más grandes que hablar de negocios en estos momentos.—Entonces ten la decencia de explicarme que coño está pasando porque si no es por ella entonces por quien—exigió caminando de aquí para allá con una expresión de furia en el rostro. Julián torció los labios ante esa petici&oacu
Cuando Silvia llevo a Camila a su casa, se sintió un poco avergonzada por el estado en que se encontraba su departamento, ella era una persona muy ocupada que tenía prioridades y en esa lista no estaba el hacer el aseo de su casa. Tenía periódicos por montones, no solo de la ciudad de México, sino también de otros estados de la república en los que, en sus primeros años, había estado buscando desesperadamente una pista de aquel maldito que había asesinado al amor de su vida. Por supuesto de eso había pasado mucho tiempo, los periódicos se habían actualizado, pero para recordarse a sí misma lo que tenía que buscar ella no tiro esas tiras de papel. Juliano Salazar había pasado de ser el asesino de su esposo a ser su obsesión, no comía, no dormía, gritaba y lloraba cada noche por no ser capaz de hacer justicia. Todo el tiradero que había en el piso de su casa, era un recordatorio de lo que ella había sido los últimos años. Después de creer haber hecho justicia por su pr
Francisco llegó al juego sintiéndose el dueño, sin Julián, no solo el juego era suyo, sino también el país. Llego tarde, no quería esperar a que terminaran la subastas, no después del fracaso y el enfrentamiento que había tenido en la última subasta contra Julián. Llego al salón, era noche de zorras o al menos esa era la temática de la velada, había chicas por doquier que fungía la tarea de meseras, pero su uniforme consistía en una cola de zorro anal y un vibrador que podía notarse sobre el clítoris de cada chica y los cuales tenían mandos que cualquier caballero podía solicitar para su satisfacción. Francisco caminó por el lugar admirado por la belleza de las chicas, si de algo podía enorgullecerse el juego era poder conseguir a las mujeres más sensuales del país y por supuesto, sus servicios eran bien remunerados. Con el ánimo que llevaba encima, extendió la palma de la mano para golpear el trasero de una de las chicas, por supuesto eso pasó desapercibido para la
—Está bien—dijo Roberto rendido, le decepcionaba darse cuenta de que todos sus negocios se habían esfumado en un parpadeo, mañana dejaría de ser un empresario para volver a lo mismo, ser un simple estafador, pero lo peor de todo es que no podía hacer nada para evitarlo—pero si necesitas la ayuda de un amigo sabes que puedes confiar en mí ¿Verdad?Julián finalmente salió dejando ver su cuerpo desnudo, envolvió una toalla sobre su cintura y camino descalzo hasta la habitación hasta su closet, ahí había de todo tipo de ropa, elegante, fina, costosa, casual, deportiva, pero al entrar, busco un tipo de ropa que le ayudara a pasar desapercibido, debia viajar lo más pronto posible, pero mientras buscaba algo que ponerse el teléfono fijo de su habitación comenzó a sonar.Roberto, al ver que su amigo tenía otras prioridades que co
Silvia suspiró una vez que Camila logro conciliar el sueño, estaba cansada, no físicamente, pero si moralmente. Estaba sumamente enfadada con Julián, no entendía su actuar ni su pensar, pero de alguna manera todo se había ido al diablo, de la noche a la mañana. Silvia camino de su habitación donde había recostado a Camila hasta su cocina, abrió la puerta de su alacena y saco un frasco con café, debido a la ansiedad que sentía su cuerpo pensó en la posibilidad de probar una cucharada de café molido para aliviar la tensión que tenía, pero luego de un segundo considero que no estaba tan loca para hacer algo así. Su cama estaba ocupada por Camila, por lo que no tenía más opción que dormir en el sillón, no le importaba, había dormido muchas veces ahí y no precisamente porque tuviese invitados, sino porque había noches en que el insomnio la había llevado al sillón, hubo noches en que había logrado pegar el ojo, pero otras tantas se las había pasado mirando hacia el televis
—Bien, entonces dime que diablos está sucediendo porque yo no lo comprendo—refuto Silvia colocando la punta de su dedo anular sobre el pecho de Roberto. Él miró a su alrededor, no había nadie, todo estaba oscuro, pero por alguna razón sintió una mirada sobre su hombro, él no creía en asuntos paranormales, pero si creía en la conciencia, la cual le advertía no soltar la lengua o Julián, de alguna forma lo sabría.—Ya te lo dije, solo soy el mensajero, no sé mucho al respecto—explico Roberto un tanto nervioso. Silvia no era tonta, lo supo al ver la duda en su mirar, así que no tuvo más remedio que cerrarle la puerta en la cara, se dio media vuelta decidida a ignorarlo, quizás ponerse un par de auriculares para evitar escuchar el sonido de la puerta, pero mientras recordaba donde diablos los había dejado, la puerta sono.Roberto di