Silvia suspiró una vez que Camila logro conciliar el sueño, estaba cansada, no físicamente, pero si moralmente. Estaba sumamente enfadada con Julián, no entendía su actuar ni su pensar, pero de alguna manera todo se había ido al diablo, de la noche a la mañana.
Silvia camino de su habitación donde había recostado a Camila hasta su cocina, abrió la puerta de su alacena y saco un frasco con café, debido a la ansiedad que sentía su cuerpo pensó en la posibilidad de probar una cucharada de café molido para aliviar la tensión que tenía, pero luego de un segundo considero que no estaba tan loca para hacer algo así.
Su cama estaba ocupada por Camila, por lo que no tenía más opción que dormir en el sillón, no le importaba, había dormido muchas veces ahí y no precisamente porque tuviese invitados, sino porque había noches en que el insomnio la había llevado al sillón, hubo noches en que había logrado pegar el ojo, pero otras tantas se las había pasado mirando hacia el televis
—Bien, entonces dime que diablos está sucediendo porque yo no lo comprendo—refuto Silvia colocando la punta de su dedo anular sobre el pecho de Roberto. Él miró a su alrededor, no había nadie, todo estaba oscuro, pero por alguna razón sintió una mirada sobre su hombro, él no creía en asuntos paranormales, pero si creía en la conciencia, la cual le advertía no soltar la lengua o Julián, de alguna forma lo sabría.—Ya te lo dije, solo soy el mensajero, no sé mucho al respecto—explico Roberto un tanto nervioso. Silvia no era tonta, lo supo al ver la duda en su mirar, así que no tuvo más remedio que cerrarle la puerta en la cara, se dio media vuelta decidida a ignorarlo, quizás ponerse un par de auriculares para evitar escuchar el sonido de la puerta, pero mientras recordaba donde diablos los había dejado, la puerta sono.Roberto di
Aún no amanecía cuando Silvia despertó a Camila, encendió las luces y comenzó a buscar entre sus pertenencias un par de maletas. Mientras Camila se tallaba los ojos tratando de entender su comportamiento, Silvia comenzó a meter ropa sin ningún orden dentro de las maletas. —¿Qué sucede?—se atrevió a preguntar. Silvia la miro de reojo, tenía los ojos un poco inflamados después de tanto llorar y su nariz aún tenía tintes rosados, su apariencia era terrible, pero no se detuvo mucho tiempo a observarla, debia sacarla de la ciudad de México antes de que el sol apareciera por el horizonte. —Pensé que la mejor forma de olvidar a un hombre como Julián debia ser con un viaje—manifestó Silvia tratando de aparentar tranquilidad, no quería explicar a Camila la razón del porqué le urgía salir de la ciudad a esas horas. —¿Un viaje?—pregunto Camila frunciendo el ceño, sabia muy bien que después de lo que había pasado, un viaje no era lo que necesitaba, sino regresar con su f
Roberto llegó a un centro nocturno clandestino, eran un poco más de las cuatro de la mañana, pero sabia que en ese lugar encontraría a Francisco. Después de visitar a Silvia y lograr que tomara el cheque, se había dedicado a buscar a ese hombre por toda la ciudad, primero había ido a su residencia, pero después de sobornar a un guardia de seguridad que se encontraba resguardando la zona, descubrió que él no estaba ahí. Francisco tenía muchos lugares favoritos a los cuales ir, pero ese centro nocturno era su favorito, las chicas eran una delicia para la mirada masculina y los tragos solían tener una que otra sustancia que le ayudaban a atener mayor placer a la hora de follar. Pero esa noche en específico se había abstenido de beber alguna gota de alcohol, Francisco no veía la hora de que amaneciera y la noticia que arreglaría toda su vida comenzaría a circular por todos los medios de comunicación del país. De hecho, él estaba seguro de que a esas horas muchas pe
Roberto sintió un poco de asco, había visto muchas escenas así, en el juego debías acostumbrarte a ver a hombres reconocidos follar en un rincón oscuro, pero se trataba de Francisco Ramírez, el enemigo de su mejor amigo, por lo tanto, él se sentía en obligación de odiarlo. Mientras la grotesca escena ocurría, Roberto rebusco entre los bolsillos de su chaqueta, saco su teléfono y coloco el número que Julián le había proporcionado en caso de emergencia o en caso de encontrar a Francisco. Cuando coloco el auricular sobre su oído, sintió un poco de nervios, se escuchaban los gemidos de la chica en el interior del auto, el rechinar del movimiento del auto e incluso el cencerrear que provocaba el roce del pulgar contra un mechero del chofer de Francisco para lograr encender un cigarro. Roberto escuchó el primer timbre, luego el segundo y luego el tercero, cuando creyó que Julián no contestaría y que tendría que estar insistiendo toda la noche escucho su voz. —¿Qué
Las calles estaban vacías o al menos las que Julián cruzo para llegar a donde se encontraba Roberto. El motor de su auto resonaba en el silencio de la noche, poco a poco comenzó acelerar, sintió la necesidad de apresurarse, no porque estuviera preocupado por la seguridad de su amigo, sino porque la velocidad le brindaba un poco de adrenalina, la necesitaba. Era frustrante esa situación, pero no había de otra. En el asiento contiguo estaba lista una M9 y una TMP, no sabia que estaba por enfrentar, ni tampoco si esos hombres habían llegado a ese lugar por mera casualidad, eran demasiadas coincidencias, como por ejemplo que Francisco estuviese precisamente ahí. Era un bar clandestino, por lo que no muchos conocían de su existencia, así que era un número muy reducido de personas los que sabían de ese lugar y a los que podía interrogar, pero en su situación, Julián pensó que era una perdida de tiempo, pero no se sacó de la cabeza que había una pequeña probabilidad de que
—Quédate aquí—le indico Julián a su amigo. Era un peligro acercarse y muy estúpido de su parte el ir a averiguar que estaba ocurriendo, pero no entendía por qué razón atacarían a personas inocentes, todo apuntaba a un ajuste de cuentas, pero ¿Contra quién?—No seas estúpido—insistió Roberto un tanto asustado—vámonos de aquí, no te quieras hacer el héroe, esas personas ya están bien muertas.Julián abrió los labios para protestar, pero justo en ese instante se escucharon algunas voces que los sorprendieron.—¡Vámonos! —grito una voz masculina autoritaria. Julián y Roberto permanecieron ocultos, detrás de los contenedores, y desde ese lugar observaron a los hombres que corrían a sus vehículos.
Julián se estacionó frente al hotel casino plaza que recién se había inaugurado. Salió del auto y arrojo las llaves al interior, no pensaba utilizarlo de nuevo para transportarse.Camino al interior del lugar, pero antes de presentarse en recepción, se colocó sus gafas. Sabia que de nada servirían, su rostro, su perfecto rostro era muy conocido. Avanzo hasta la recepción donde atendía un joven bien vestido con un uniforme negro que tenía una placa con su nombre: Andrés González.—Ángela, rubio, me está esperando—indico Julián con aire soberbio como solía hacerlo antes.El joven lo miro de arriba abajo, Ángela Rubio era la dueña de aquel hotel casino, pero no solía recibir a cualquier tipejo que se apareciera con esas fachas. La dueña, solía estar acompañada de hombres elegantes, atractivos y
Julián se estaba preparando mentalmente para lo que estaba por venir, Ángela era una mujer y no era cualquier mujer, sino que era una sensual que sabia como provocarlo, como seducirlo, ella sabia someterlo. Él sabia cuál era el motivo que lo llevaba a buscarla, debia saber por qué había enviado a sus hombres a tomar represalias en contra en personas inocentes.Sabia que ella se había vengado muchas veces de muchas otras personas, pero en ninguna ocasión, ningún tercero había salido herido hasta ahora. Él no creia en las casualidades o en coincidencias, no en el círculo en el que ambos estaba metidos hasta el fondo, el crimen.Cuando las puertas del ascensor se abrieron en el piso de Ángela, él caminó siguiendo el camino que recordaba, sabia que para él, ninguna puerta de ese lugar podía estar cerrada, así como las piernas de la dueña de e