Aún no amanecía cuando Silvia despertó a Camila, encendió las luces y comenzó a buscar entre sus pertenencias un par de maletas. Mientras Camila se tallaba los ojos tratando de entender su comportamiento, Silvia comenzó a meter ropa sin ningún orden dentro de las maletas.
—¿Qué sucede?—se atrevió a preguntar. Silvia la miro de reojo, tenía los ojos un poco inflamados después de tanto llorar y su nariz aún tenía tintes rosados, su apariencia era terrible, pero no se detuvo mucho tiempo a observarla, debia sacarla de la ciudad de México antes de que el sol apareciera por el horizonte.
—Pensé que la mejor forma de olvidar a un hombre como Julián debia ser con un viaje—manifestó Silvia tratando de aparentar tranquilidad, no quería explicar a Camila la razón del porqué le urgía salir de la ciudad a esas horas.
—¿Un viaje?—pregunto Camila frunciendo el ceño, sabia muy bien que después de lo que había pasado, un viaje no era lo que necesitaba, sino regresar con su f
Roberto llegó a un centro nocturno clandestino, eran un poco más de las cuatro de la mañana, pero sabia que en ese lugar encontraría a Francisco. Después de visitar a Silvia y lograr que tomara el cheque, se había dedicado a buscar a ese hombre por toda la ciudad, primero había ido a su residencia, pero después de sobornar a un guardia de seguridad que se encontraba resguardando la zona, descubrió que él no estaba ahí. Francisco tenía muchos lugares favoritos a los cuales ir, pero ese centro nocturno era su favorito, las chicas eran una delicia para la mirada masculina y los tragos solían tener una que otra sustancia que le ayudaban a atener mayor placer a la hora de follar. Pero esa noche en específico se había abstenido de beber alguna gota de alcohol, Francisco no veía la hora de que amaneciera y la noticia que arreglaría toda su vida comenzaría a circular por todos los medios de comunicación del país. De hecho, él estaba seguro de que a esas horas muchas pe
Roberto sintió un poco de asco, había visto muchas escenas así, en el juego debías acostumbrarte a ver a hombres reconocidos follar en un rincón oscuro, pero se trataba de Francisco Ramírez, el enemigo de su mejor amigo, por lo tanto, él se sentía en obligación de odiarlo. Mientras la grotesca escena ocurría, Roberto rebusco entre los bolsillos de su chaqueta, saco su teléfono y coloco el número que Julián le había proporcionado en caso de emergencia o en caso de encontrar a Francisco. Cuando coloco el auricular sobre su oído, sintió un poco de nervios, se escuchaban los gemidos de la chica en el interior del auto, el rechinar del movimiento del auto e incluso el cencerrear que provocaba el roce del pulgar contra un mechero del chofer de Francisco para lograr encender un cigarro. Roberto escuchó el primer timbre, luego el segundo y luego el tercero, cuando creyó que Julián no contestaría y que tendría que estar insistiendo toda la noche escucho su voz. —¿Qué
Las calles estaban vacías o al menos las que Julián cruzo para llegar a donde se encontraba Roberto. El motor de su auto resonaba en el silencio de la noche, poco a poco comenzó acelerar, sintió la necesidad de apresurarse, no porque estuviera preocupado por la seguridad de su amigo, sino porque la velocidad le brindaba un poco de adrenalina, la necesitaba. Era frustrante esa situación, pero no había de otra. En el asiento contiguo estaba lista una M9 y una TMP, no sabia que estaba por enfrentar, ni tampoco si esos hombres habían llegado a ese lugar por mera casualidad, eran demasiadas coincidencias, como por ejemplo que Francisco estuviese precisamente ahí. Era un bar clandestino, por lo que no muchos conocían de su existencia, así que era un número muy reducido de personas los que sabían de ese lugar y a los que podía interrogar, pero en su situación, Julián pensó que era una perdida de tiempo, pero no se sacó de la cabeza que había una pequeña probabilidad de que
—Quédate aquí—le indico Julián a su amigo. Era un peligro acercarse y muy estúpido de su parte el ir a averiguar que estaba ocurriendo, pero no entendía por qué razón atacarían a personas inocentes, todo apuntaba a un ajuste de cuentas, pero ¿Contra quién?—No seas estúpido—insistió Roberto un tanto asustado—vámonos de aquí, no te quieras hacer el héroe, esas personas ya están bien muertas.Julián abrió los labios para protestar, pero justo en ese instante se escucharon algunas voces que los sorprendieron.—¡Vámonos! —grito una voz masculina autoritaria. Julián y Roberto permanecieron ocultos, detrás de los contenedores, y desde ese lugar observaron a los hombres que corrían a sus vehículos.
Julián se estacionó frente al hotel casino plaza que recién se había inaugurado. Salió del auto y arrojo las llaves al interior, no pensaba utilizarlo de nuevo para transportarse.Camino al interior del lugar, pero antes de presentarse en recepción, se colocó sus gafas. Sabia que de nada servirían, su rostro, su perfecto rostro era muy conocido. Avanzo hasta la recepción donde atendía un joven bien vestido con un uniforme negro que tenía una placa con su nombre: Andrés González.—Ángela, rubio, me está esperando—indico Julián con aire soberbio como solía hacerlo antes.El joven lo miro de arriba abajo, Ángela Rubio era la dueña de aquel hotel casino, pero no solía recibir a cualquier tipejo que se apareciera con esas fachas. La dueña, solía estar acompañada de hombres elegantes, atractivos y
Julián se estaba preparando mentalmente para lo que estaba por venir, Ángela era una mujer y no era cualquier mujer, sino que era una sensual que sabia como provocarlo, como seducirlo, ella sabia someterlo. Él sabia cuál era el motivo que lo llevaba a buscarla, debia saber por qué había enviado a sus hombres a tomar represalias en contra en personas inocentes.Sabia que ella se había vengado muchas veces de muchas otras personas, pero en ninguna ocasión, ningún tercero había salido herido hasta ahora. Él no creia en las casualidades o en coincidencias, no en el círculo en el que ambos estaba metidos hasta el fondo, el crimen.Cuando las puertas del ascensor se abrieron en el piso de Ángela, él caminó siguiendo el camino que recordaba, sabia que para él, ninguna puerta de ese lugar podía estar cerrada, así como las piernas de la dueña de e
—No vine aquí a ser interrogado—expuso Julián alejándose de Ángela. —Bien—dijo cruzándose de brazos, por mucho que lo intentara, sabia que Julián no le diría absolutamente nada sobre esa mujer, pero rendirse en ese momento no significaba que no lo intentaría en otro momento— no importa quien es ella, seguramente es un capricho como los que has tenido antes. Ahora, sobre nuestros asuntos... —¿Asuntos?—dijo él alzando la ceja, mientras Ángela volvía a colgarse de su cuello. —Ya te lo dije, te quiero a ti, es lo único que pido, no quiero tu amor, ella puede tenerlo, pero lo que yo quiero es tu cuerpo. Ángela se arrodilló frente a Julián con cierta sensualidad, lo miro de forma suplicante, como un perro implorando por un pedazo de carne. —Solo esta noche, por favor—expreso tocando la cremallera de su pantalón. Extrañamente, su miembro permanecía inerte, como si la figura sensual de Ángela no hubiera causado efecto en él, incluso esa posición
Camila abrió los ojos, la luz del sol le molestó al punto de despertarla. Su cuerpo se sintió sudado, pero es que ella no se había dado cuenta de que habían dejado atrás el clima frío de la ciudad, se encontraron en las costas del oriente de México, cuando levanto la vista vio un paisaje costeño, el mar, la arena y las palmeras. El auto que conducía Silvia aún estaba en movimiento, ella conducía hacia un lugar llamado costa esmeralda, un hermoso lugar para pasar un buen fin de semana lejos del ruido y también lejos de Julián. —¿Dónde estamos?— preguntó Camila abriendo la ventanilla del auto, pero al hacerlo descubrió que el aire afuera era más caluroso que en el interior del auto, así que volvió a cerrarla. —¡Oh, ya despertaste dormilona! ¿Cómo dormiste? —Bien, aunque estoy sudando como un cerdo—indico Camila sacudiendo su blusa mostrándole a Silvia que el calor era tan sofocante que la ropa había comenzado a pegarse en su piel. —No te preocupes, una vez que lleguemos al hotel pod