Camila camino por varios minutos sin percatarse del lugar en donde se encontraba, aunque realmente no le importaba, su mente estaba sumida en la tristeza y también en la ira y la desesperación. En apariencia, ella permanecía serena, mientras el agua corría por su cuerpo y la misma agua de lluvia se llevaba las lágrimas que derramaba en silencio, pero dentro de sí se estaba llevando a cabo una guerra entre sus sentimientos y sus pensamientos, todo lo que estaba sucediendo dentro de su cabeza le estaban ayudando a perder la razón.
De pronto un sonoro sonido le hizo volver a la realidad, un auto había sonado su claxon al pasar muy cerca de ella y es que Camila había caminado en línea recta por la acera, sin embargo, había llegado a una zona en donde esa acera había desaparecido y únicamente quedaba la carretera por donde seguían transitando auto tras auto.
Se hizo hacia un lado para evitar que un auto la arrollara, pero por su mente paso una fugaz idea que la obligo a mirar a los autos que pasaban a gran velocidad, pensó en terminar con su vida justo en ese instante, al fin y al cabo su vida era un desastre, suspiro y contemplo la idea un momento.
Se preguntó que tan doloroso sería morir de esa forma, si alguien realmente lloraría su perdida o simplemente era una vida que no le importaba a nadie. Dio un paso al frente, una luz le ilumino el rostro y nuevamente escucho el mismo sonido que la había hecho entrar en razón, sin embargo, no pudo hacerlo.
Regreso a su sitio y esta vez soltó un sollozo, pensó que estaba volviéndose loca y se preguntó que tan estúpida debia ser para pensar en quitarse la vida cuando un pequeño ser crecía en su interior. Instintivamente, busco su vientre y lo toco, como si estuviera pidiéndole perdón a ese pequeño llegar a tentar contra su vida y negarle a él la oportunidad de ver la luz del mundo, se arrepintió de inmediato y reflexionó en buscar ayuda, era más que obvio que no se encontraba en su mejor momento como para poder tomar una decisión por su cuenta.
Justo cuando pensaba a donde ir o a quien recurrir, un auto se detuvo junto a ella, giro en su dirección y encontró el rostro de Silvia frente a ella.
—¿Qué es lo que haces?—le cuestiono mientras quitaba el seguro para que Camila pudiera entrar.
Camila la reconoció enseguida, pero no pudo responder la pregunta, no sabia como explicarle todo lo que habia sucedido desde la última vez que habían hablado. Asi que solo subio al auto cuando Silvia volvio a su lugar.
—¿Te encuentras bien?—se animo a preguntarle, sobretodo porque su aspecto no era bueno. Estaba empapada de pies a cabeza y sus ojos indicaban que habia estado llorando.
Cuando Camila escucho estas palabras no pudo hacer otra cosa que echarse a llorar, nadie en toda su vida la había destrozado como lo había hecho Julián.
—Mi pregunta sonó estúpida, por supuesto que no estás bien—menciono Silvia retomando su camino por la carretera—entiendo que te sientas mal respecto a lo que paso con Julián, pero él no vale tus lágrimas, ningún hombre lo vale.
—Lo sé—acepto Camila un tanto sorprendida, estaba un poco escéptica del cómo es que ella había aparecido como un ángel caído del cielo y por supuesto de que ella supiese lo que había sucedido con Julián—¿Por qué estás aquí?
—Él me llamo hace un par de minutos—admitió Silvia un tanto molesta de haber cumplido su petición, pero sabiendo que se trataba de Camila, no podía negarse, de alguna manera se sintió identificada con ella—¿Él te dejo?
—¿Él te envió?—cuestiono Camila enfadada. Supuso que ella estaba ahí porque le servía a Julián y de él ya no quería y necesitaba nada.
—No exactamente, vine aquí porque me preocupe por ti, Julián solo es un hijo de p**a que no te merece, eres mucho para él y si te sientes mejor, déjame decirte que también corte toda relación con él.
—¿Por qué?—cuestiono Camila tratando de limpiarse el rostro. Su cuerpo había comenzado a temblar gracias a su ropa húmeda, necesitaba cambiarse antes de resfriarse—¿Qué paso? ¿También te ha desechado?
—No importa como paso, así que no te mortifiques—expresó Silvia tratando de no darle otro motivo para sentirse mal—Julián no es lo que se dice un durazno en almíbar, así que realmente no pierdo mucho, en cuanto a ti...
Silvia detuvo su lengua y miro de reojo a Camila, lo deplorable que se veía y lo marcada que esta experiencia la dejaría, ya no añadiría dolor ni ningún otro sufrimiento a su muy estresada cabecita, así que solo sonrió.
—Ya no habrá ni una sola lágrima más—le indico, pero en ese instante a Camila no le intereso nada de lo que Silvia dijera, no tenía el ánimo para prestar atención a nada más que a las gotas de lluvia que corrían por el vidrio de las ventanillas, pensó que si ponía toda su atención a esas gotas no volvería a pensar en su tristeza o en quitarse la vida porque Julián no valía la pena.
Mientras su mente se perdía en la ventanilla Silvia la llevo a su apartamento, había pensado en llevarla a un hotel, pero ya que tenía que hacerle de niñera quería hacerlo en un lugar donde se sintiera a gusto, en su casa.
—Llegamos—dijo Silvia con ánimo al detenerse en el estacionamiento de su edificio, pero no logro levantarle el ánimo a Camila, ella parecía perdida o mejor dicho como si estuviera muerta en vida— no vayas a impresionarte tanto.
A pesar de su queja, no consiguió más que Camila asomara la mirada y mirara a su alrededor, pero no descubrió afuera algo fuera de lo común y eso le decepciono, porque había comenzado a acostumbrarse a la forma de vida de Julián, a la excentricidad o quizás a la burbuja en la que la había encerrado
Un auto se estacionó frente a la casa de Julián, el dueño del auto bajo un tanto perplejo, había visto la cabeza de una pequeña escultura en su camino y curiosamente la había reconocido, se trataba de una pieza que había comprado Julián en una subasta ilegal en New York. Se trataba de Roberto, su amigo y socio, no había logrado charlar con Julián respecto a sus negocios pendientes, por supuesto, todo por causa de la chica que vivía en su casa, así que había decidido visitarlo para ponerse al corriente de lo que sucedía respecto a sus negocios, solo que no esperaba aquel escenario., Bajo y camino con recelo hasta la entrada, la puerta estaba abierta, imagino que tal vez Julián había sido víctima del crimen organizado y le habían robado pertenencias valiosas, pero al echar un ojo al interior descubrió que a su amigo no lo había robado, sino todo lo contrario, sus pertenencias seguían ahí, pero todas y cada una de las piezas de colección que él habia reunido estaban destrozadas. Estuvo
—¿A qué diablos te refieres Julián?—bramo Roberto un tanto nervioso al ver la expresión seria de Julián, para él eso significaba que su amigo hablaba en serio—¿Todo esto es por la chica? ¿Vas a abandonar todos nuestros negocios por un culo más?—Si vas a escupir tu veneno, solo te voy a pedir una sola cosa. No te atrevas a insultarla porque ella no tiene nada que ver con esto—advirtió Julián—y si vas a perder la razón solo por dinero será mejor que te vayas de aquí, tengo problemas mucho más grandes que hablar de negocios en estos momentos.—Entonces ten la decencia de explicarme que coño está pasando porque si no es por ella entonces por quien—exigió caminando de aquí para allá con una expresión de furia en el rostro. Julián torció los labios ante esa petici&oacu
Cuando Silvia llevo a Camila a su casa, se sintió un poco avergonzada por el estado en que se encontraba su departamento, ella era una persona muy ocupada que tenía prioridades y en esa lista no estaba el hacer el aseo de su casa. Tenía periódicos por montones, no solo de la ciudad de México, sino también de otros estados de la república en los que, en sus primeros años, había estado buscando desesperadamente una pista de aquel maldito que había asesinado al amor de su vida. Por supuesto de eso había pasado mucho tiempo, los periódicos se habían actualizado, pero para recordarse a sí misma lo que tenía que buscar ella no tiro esas tiras de papel. Juliano Salazar había pasado de ser el asesino de su esposo a ser su obsesión, no comía, no dormía, gritaba y lloraba cada noche por no ser capaz de hacer justicia. Todo el tiradero que había en el piso de su casa, era un recordatorio de lo que ella había sido los últimos años. Después de creer haber hecho justicia por su pr
Francisco llegó al juego sintiéndose el dueño, sin Julián, no solo el juego era suyo, sino también el país. Llego tarde, no quería esperar a que terminaran la subastas, no después del fracaso y el enfrentamiento que había tenido en la última subasta contra Julián. Llego al salón, era noche de zorras o al menos esa era la temática de la velada, había chicas por doquier que fungía la tarea de meseras, pero su uniforme consistía en una cola de zorro anal y un vibrador que podía notarse sobre el clítoris de cada chica y los cuales tenían mandos que cualquier caballero podía solicitar para su satisfacción. Francisco caminó por el lugar admirado por la belleza de las chicas, si de algo podía enorgullecerse el juego era poder conseguir a las mujeres más sensuales del país y por supuesto, sus servicios eran bien remunerados. Con el ánimo que llevaba encima, extendió la palma de la mano para golpear el trasero de una de las chicas, por supuesto eso pasó desapercibido para la
—Está bien—dijo Roberto rendido, le decepcionaba darse cuenta de que todos sus negocios se habían esfumado en un parpadeo, mañana dejaría de ser un empresario para volver a lo mismo, ser un simple estafador, pero lo peor de todo es que no podía hacer nada para evitarlo—pero si necesitas la ayuda de un amigo sabes que puedes confiar en mí ¿Verdad?Julián finalmente salió dejando ver su cuerpo desnudo, envolvió una toalla sobre su cintura y camino descalzo hasta la habitación hasta su closet, ahí había de todo tipo de ropa, elegante, fina, costosa, casual, deportiva, pero al entrar, busco un tipo de ropa que le ayudara a pasar desapercibido, debia viajar lo más pronto posible, pero mientras buscaba algo que ponerse el teléfono fijo de su habitación comenzó a sonar.Roberto, al ver que su amigo tenía otras prioridades que co
Silvia suspiró una vez que Camila logro conciliar el sueño, estaba cansada, no físicamente, pero si moralmente. Estaba sumamente enfadada con Julián, no entendía su actuar ni su pensar, pero de alguna manera todo se había ido al diablo, de la noche a la mañana. Silvia camino de su habitación donde había recostado a Camila hasta su cocina, abrió la puerta de su alacena y saco un frasco con café, debido a la ansiedad que sentía su cuerpo pensó en la posibilidad de probar una cucharada de café molido para aliviar la tensión que tenía, pero luego de un segundo considero que no estaba tan loca para hacer algo así. Su cama estaba ocupada por Camila, por lo que no tenía más opción que dormir en el sillón, no le importaba, había dormido muchas veces ahí y no precisamente porque tuviese invitados, sino porque había noches en que el insomnio la había llevado al sillón, hubo noches en que había logrado pegar el ojo, pero otras tantas se las había pasado mirando hacia el televis
—Bien, entonces dime que diablos está sucediendo porque yo no lo comprendo—refuto Silvia colocando la punta de su dedo anular sobre el pecho de Roberto. Él miró a su alrededor, no había nadie, todo estaba oscuro, pero por alguna razón sintió una mirada sobre su hombro, él no creía en asuntos paranormales, pero si creía en la conciencia, la cual le advertía no soltar la lengua o Julián, de alguna forma lo sabría.—Ya te lo dije, solo soy el mensajero, no sé mucho al respecto—explico Roberto un tanto nervioso. Silvia no era tonta, lo supo al ver la duda en su mirar, así que no tuvo más remedio que cerrarle la puerta en la cara, se dio media vuelta decidida a ignorarlo, quizás ponerse un par de auriculares para evitar escuchar el sonido de la puerta, pero mientras recordaba donde diablos los había dejado, la puerta sono.Roberto di
Aún no amanecía cuando Silvia despertó a Camila, encendió las luces y comenzó a buscar entre sus pertenencias un par de maletas. Mientras Camila se tallaba los ojos tratando de entender su comportamiento, Silvia comenzó a meter ropa sin ningún orden dentro de las maletas. —¿Qué sucede?—se atrevió a preguntar. Silvia la miro de reojo, tenía los ojos un poco inflamados después de tanto llorar y su nariz aún tenía tintes rosados, su apariencia era terrible, pero no se detuvo mucho tiempo a observarla, debia sacarla de la ciudad de México antes de que el sol apareciera por el horizonte. —Pensé que la mejor forma de olvidar a un hombre como Julián debia ser con un viaje—manifestó Silvia tratando de aparentar tranquilidad, no quería explicar a Camila la razón del porqué le urgía salir de la ciudad a esas horas. —¿Un viaje?—pregunto Camila frunciendo el ceño, sabia muy bien que después de lo que había pasado, un viaje no era lo que necesitaba, sino regresar con su f