Capítulo 1

Dicen por ahí que las hermanas tienen un lazo que conecta lo único, irrompible, irremplazable y especial. No importan las dificultades o las circunstancias por las que tienen que pasar, siempre estarán ahí apoyándose en los momentos buenos y no tan buenos.

En mi caso, yo conocí a más que solo dos hermanas con ese tipo de conexión. Ellas eran gemelas y lo único que diré es que, a pesar de mirarlo desde el exterior como una persona ajena a esa familia, podría asegurar que eran mujeres que se querían mucho y se apoyaban de manera incondicional, pero, aun así, de más está decir que ninguna relación puede ser perfecta y por supuesto que esta estaba lejos de serlo.

Les contaré desde el principio.

Me había mudado a un pueblo llamado Clicktons. Anteriormente me había dedicado a la medicina, pero solo estudié esa profesión para complacer a mi familia, así que, se podría decir que no encontré el valor para enfrentarlos y romper la tradición médica de mis antepasados. Era un cobarde, créeme que estoy consciente de eso.

Lo que realmente me gusta es la escritura, aun así, a pesar de que mi familia me impuso la medicina y eso provocó en cierto punto una presión en mi persona nunca tuve carencias de ningún tipo porque mi familia tiene una buena reputación y buena posición económica.

Mi familia tenía terrenos en este pueblo llamado Clicktons y una casa muy bien amueblada, pero nunca les terminó por convencer el ambiente de este lugar, así que la pedí para poder utilizarla durante mi estancia.

¿El pueblo? Ni tan pequeño, ni tan grande, ni tan rico, ni tan pobre, ni tan pintoresco, ni tan mediocre. Perfecto para alguien como yo.

El día que decidí partir a este lugar, llegué a eso de las 9:00 am. La guarda llaves me recibió y me presentó a todos los sirvientes que estarían a mi cargo.

—Es la mejor servidumbre de Clicktons que puedas encontrar —decía orgullosa.

—Me presento, soy Jacob Wintt  —respondí mientras extendía mi mano.

—Lo sé, el señor Wintt me llamó hace unos días. Mi nombre es Esperanza. Su padre ya me ha dado todas las indicaciones para cuidarlo a usted como se debe. Me tiene mucha confianza —alardeaba.

—Debí suponer algo como eso. Espero convivir muy bien con la servidumbre —comencé a caminar para ya cortar la conversación.

—¡Ohh! No se preocupe señor, cualquier cosa me lo comunica y yo me encargaré —decía con tono autoritario.

—Está bien, lo haré, no se preocupe.

—Debe venir cansado de su viaje, dejaré que pueda instalarse tranquilo. Las mucamas ya tienen su habitación lista —sonrió mientras acto seguido se marchó.

Subí las escaleras y llegué a mi habitación. En efecto, estaba todo en perfecto orden, listo para yo poder hacer uso del lugar.

A pesar de que decidir venir acá fue algo de imprevisto, sin avisarle a nadie de manera previa, pensaba en que no me sorprendería que mi padre haya visto los gastos que hice para comprar un boleto de avión hacia aquí. Es lo único que se me viene a la mente como explicación de cómo sabía que vendría y la razón por la cual la servidumbre de esta casa me esperaba. Claramente yo en ese tiempo era muy ingenuo porque mi padre siempre sabía todo, sin necesidad de decirle nada.

Tenía algunos recuerdos de este lugar porque venía un par de veces cuando era niño. Mi abuela que ya no se encuentra en este mundo le gustaba este lugar. Decía que, a pesar de tener mucho dinero y unas casas excéntricas esparcidas por el mundo, la que más le gustaba y se sentía feliz era la de aquí. Era la casa más humilde que tenía, a pesar de que no quita el hecho que siga siendo una mansión, pero, aun así, me mencionaba que no le cambiaría nada.

Quizás por eso fue el primer lugar en el cual pensé al momento de decidir querer empezar de nuevo. No me iba mal en mi antigua vida, pero no me gustaba el ambiente del hospital y mucho menos la profesión que empleaba en ese lugar. Me sentía sofocado y sobre todo cansado de aparentar que mis compañeros de trabajo me caían bien, cansado de pretender que me gustaba mi trabajo y engañarme con eso por tanto tiempo. Pero es que ¿qué otra cosa hubiera hecho? no fue fácil asumir que había perdido 7 años de mi vida estudiando algo inútil para mí.

No me demoré demasiado en colocar mi ropa en los cajones y clóset que tenía la habitación. Lo que más me gustaba es que tenía un escritorio muy cómodo y perfecto para comenzar mis trabajos de escrituras.

Estuve toda la tarde tratando de crear algo nuevo, innovador, poco usual, pero, nada me hacía inspirarme. Siempre sentía que nunca era suficiente todo lo que yo podía hacer y hoy en día todavía siento que mi imaginación es limitada.

Había trabajado toda la tarde, pero no me sentía para nada productivo. De repente tocaron a la puerta y lo tomé como una señal para tomar un descanso.

—¿Señor? —dijo una sirvienta al otro lado de la puerta.

—Ehh, si, si, puedes pasar —dije sin saber si había encontrado las palabras correctas. No quería parecerme a mi padre para nada en cuanto se trata de ser estricto con el servicio.

Reitero, era muy ingenuo.

—Disculpe que lo moleste, pero los vecinos le trajeron un regalo de bienvenida —expresó de manera un poco tímida mientras me mostraba una canasta de frutas, galletas y otras cosas que solo podría averiguar si abría el paquete.

—Ohh, gracias. Puedes dejarlo ahí en el mueble junto a la cama.

—Está bien señor, me retiro entonces. Avíseme cualquier cosa —dijo mostrando una sonrisa mientras cerraba la puerta.

Me acerqué al dichoso paquete y además de las frutas y galletas que se apreciaban desde lejos, había chocolates, dulces y sorpresivamente una carta.

—¿Una carta? —dije con demasiada curiosidad de la que acostumbro.

El sobre era lindo, debía admitirlo. Me causaba paz mental ver lo impecable de este con ese color blanco tan limpio y unos bordes dorados que llamaban la atención.

Sin más que esperar, la abrí y la carta que se encontraba en el interior era del mismo diseño que el sobre.

—¡Vaya! Deben de tener una colección de esquelas y sobres que hagan juego, especial para cada vecino —me burlé un poco.

Sñr. Wintt.

Clicktons

En nombre de la familia Varcarnyo nos complace darle la Bienvenida a Clicktons. Nos sorprendió mucho su regreso puesto que hace años no se presentaba por estos lares. Espero que pronto nos visite para poder colocarnos al día y pasar una buena noche junto a su esposa e hijos.

P.D: Lo invitamos a nuestra exposición de arte el próximo sábado a las 7:00 de la tarde. Sabemos lo mucho que le gusta el mundo de las artes visuales. Sería un honor su presencia.

Sin más que decir ¡Disfrute de Clicktons!

Al terminar de leer la carta me di cuenta de que los vecinos pensaban que era mi padre quien había vuelto. Me sentía un poco chismoso al haber abierto una carta y comido algunos dulces que no eran directamente para mí.

—¿Debería ir ahora y aclarar el malentendido? —pensé detenidamente—. ¿Debería mandar una carta devuelta? —pensé como segunda opción —. Aunque...la verdad...me interesa bastante esa exposición de arte. Podría aprovechar la invitación para ir y de paso aclarar el malentendido —pensé como tercera opción.

Sin más que decir, pensé que el esperar unos días para aclarar el malentendido no haría mal a nadie, además la invitación hacía mención a toda la familia Wintt y yo precisamente es que llevo ese apellido. No estoy engañando a nadie.

En fin, los días pasaron y no me costó adaptarme a este pueblo tanto como pensé. Era fácil acceder a las tiendas, cafés, puestos y otras cosas más que podían ofrecer, así que eso eran muchos puntos a favor porque era más fácil hacer las compras o encontrar cosas de mi interés.

No pasó nada más interesante hasta que llegó el día sábado y me correspondía ir a la exposición de arte.

Al llegar al lugar me pidieron la invitación y sin ningún problema se la mostré al guardia.

—¿Viene sin su familia? —espetó el guardia de seguridad.

—S-sí, mi familia está de viaje por negocios, así que esta vez soy solo yo —intenté decirlo lo más natural. No sabía porque me colocaba tan nervioso de repente.

De todas formas, no importaba mucho porque logré entrar y la galería de arte era preciosa, espaciosa y por donde mirara había cuadros magníficos dignos de apreciar. Todas las paredes del lugar eran de color blanco iluminadas con ciertas lámparas en forma de rosas, por otro lado, la cerámica en el suelo era blanca también y estaba tan bien cuidada que podías ver tu reflejo en ellas, sin embargo, lo que se llevaba el premio al mejor adorno de la sala era el gigante candelabro que colgaba en el centro de la habitación principal, en donde se encontraba el vestíbulo junto con las mesas de cócteles y sillas para descansar cuando quisieras.

Pensé en revisar las delicias del cóctel más tarde para poder apreciar las obras de arte más de cerca. Me detuve en un cuadro donde aparecía una mujer preciosa, al menos según mi concepto de belleza. Tenía un vestido rojo, cabellera negra e hipnotizante, pero lo que más me llamaba la atención es que sus ojos café oscuros me daban una sensación de que en el fondo a pesar de ser hermosa escondía algo profundo.

—¿Te gustó el cuadro? —dijo una voz detrás de mí.

—Si...aunque si te soy sincero me siento un poco perturbado por la mirada de la chica —confesé sin voltear hacía donde provenía la voz.

—¿Crees que parezco alguien perturbante?  —dijo la misma persona que había hablado antes.

Me di vuelta para verla y para mí sorpresa era la chica del cuadro. Llevaba un vestido rojo también en esta ocasión, pero no era el mismo que tenía en la pintura. Debo admitir que era más hermosa en persona y esos ojos eran más profundos que lo que demostraba su retrato, además de su cabello oscuro que se notaba que estaba bien cuidado y de un largo admirable.

—L-lo siento, no lo decía con mala intención —me congelé.

—No te preocupes, solo bromeaba —dijo mientras me estiraba la mano para un saludo.

Le devolví el saludo —Soy Jacob Wintt.

—Julieta Varcarnyo —me dijo sin dejar de mirarme a los ojos.

—¡¿Varcarnyo?! Eres miembro de una de las familias más poderosas de esta ciudad —alcé un poco la voz.

—Lo mismo diría de ti, Señor Wintt. Estoy al tanto de que nuestros padres se conocen.

Acto seguido, termina el saludo soltándome la mano. Yo no podía pensar en otra cosa que no fuera que tenía frente a mí a una Varcarnyo.

—Entonces ¿Tú padre se encuentra aquí? Para poder presentarme a él.

—No podrá venir por temas de trabajo, pero ven a comer con nosotros mañana, así te podré presentar a todos. A mi padre le dará gusto —dijo con entusiasmo.

—Eh, s-sí, es una buena idea. Gracias por la invitación.

—Te veo mañana entonces chico Wintt —dijo de manera pícara.

—Hasta entonces chica Varcarnyo —la imité.

Me quedé un poco más en la exposición y luego regresé a mi casa. Era tarde y estaba bastante cansado la verdad, por lo tanto, lo único que quería era llegar a mi habitación y caer dormido por completo.

Sin embargo, cuando abrí la puerta de la casa, encontré en el suelo una carta.

—¿Una carta? ¿Hace cuanto habrá llegado esto? —dije un poco confuso.

En fin, no lo pensé tanto y la abrí.

<<Aléjate de los Varcarnyo o te arrepentirás>>

—¿Qué? Pero qué broma de mal gusto hacen por estos lares, en realidad si lo pensamos nadie está a salvo de los rumores, a mi familia le hacen lo mismo. Mejor ya me voy a dormir, que mañana debo ir a una comida importante —dije mientras subía a mí habitación y una vez llegué caí profundamente dormido hasta el día siguiente.

A veces hoy en el presente, pienso que quizás hubiera sido mejor hacer caso a tal advertencia.

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