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INSEMINADA POR MI EX ESPOSO
INSEMINADA POR MI EX ESPOSO
Por: CATA PAEZ
1. SERÁ UN BEBÉ PRECIOSO.

Lucía caminaba lentamente por el pasillo del hospital, en shock. Sus pasos resonaban en el frío suelo de mármol, cada uno más pesado que el anterior. La noticia que había recibido hacía apenas unos minutos seguía repitiéndose en su mente, como un eco interminable. Sentía un nudo en la garganta y sus manos temblaban ligeramente. Estaba asustada y poco convencida de lo que le acababan de decir, como si su mente se rehusara a aceptar la realidad que ahora enfrentaba. Miraba a su alrededor, buscando alguna señal que le indicara que todo era un mal sueño del que pronto despertaría, pero los rostros serios y las miradas preocupadas de los médicos y enfermeras sólo confirmaban lo inevitable.

— Está embarazada — fue lo que le dijo el doctor con una sonrisa en la cara que ella no supo interpretar.

— ¿Qué? —preguntó incrédula —. No, eso es imposible, yo no puedo estar... ¿embarazada?

El doctor asintió con firmeza, sin perder la sonrisa.

— Los análisis no mienten, Lucía. Todos los signos están ahí.

Lucía sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. ¿Cómo podría ser verdad? Había tantas cosas que no le cuadraban, tantas preguntas que necesitaban respuestas. Llevó una mano temblorosa a su vientre, como si necesitara confirmarlo por sí misma, y miró al doctor con ojos llenos de confusión y miedo.

— Pero... ¿cómo? — murmuró, más para sí misma que para el médico.

El doctor suspiró, comprendiendo su desconcierto.

— Sé que es un shock, Lucía, pero vamos a hacer todo lo posible para asegurarnos de que estés bien, tanto tú como el bebé.

Lucía se apoyó contra la pared del pasillo, tratando de controlar su respiración acelerada. Los recuerdos de su tiempo con Dan pasaban por su mente como una película: las risas, las conversaciones hasta la madrugada, los planes que habían hecho juntos. Él había sido su roca, su compañero, su amor. Pero este... Este era un giro que nunca había anticipado.

— Doctor, tiene que haber un error. Dan y yo... nosotros no... — Las palabras se ahogaban en su garganta.

El doctor la miró con compasión, entendiendo la complejidad de su situación.

— Lucía, entiendo que esto es difícil de asimilar, pero los análisis son concluyentes. Necesitamos enfocarnos en lo que viene ahora. Hable con Dan, cuéntele la verdad. Él merece saberlo, y usted necesita su apoyo.

Lucía asintió lentamente, aunque el miedo y la incertidumbre seguían pesando en su corazón.

Pero no era posible decirle nada a Dan hasta no tener la certeza de saber cómo diablos había quedado embarazada, si durante el último año no había sido tocada por nadie y ella no había tocado a nadie tampoco. La última vez que estuvo con un hombre fue casi un mes antes de... de liberarse, como ella lo llamaba.

Aunque fue una noche que no podría olvidar, pues desconoció por completo a su acompañante, ella prefería creer que aquello nunca había pasado. 

— Doctor, necesito que me hagan más pruebas. Algo no está bien — Su voz temblaba, pero había una determinación en sus ojos que el doctor no pudo ignorar.

— Lo entiendo, Lucía. Vamos a hacer todo lo necesario para aclarar esto — El doctor asintió y tomó nota en su expediente.

Lucía sabía que necesitaba respuestas antes de enfrentar a Dan. No podía llevarle esta carga sin entenderla primero. Mientras caminaba de regreso a la sala de espera, sintió una oleada de confusión y desesperación. Cada paso la acercaba más a una verdad que necesitaba desentrañar, por más difícil y misteriosa que fuera.

Y cada paso la acercaba más y más a alguien que no esperaba ver allí.

Sentado en una de las lujosas sillas de paño, con la mirada fija en el frente, con esa actitud altiva y arrogante de siempre estaba Sebastián, el ex esposo de Lucia, como si él pudiera sentir su presencia giró sus ojos y los clavó en Lucía que se petrifico al verlo.

— Vaya, vaya, no creí que volver a verte me pondría tan feliz —se acercó a ella peligrosamente, haciendo que sus vellos se erizaran —, cariño — dijo con una risa atrevida y burlándose de Lucía.

— ¿Qué haces aquí? — dijo con fastidio.

— Es un centro médico, estoy enfermo — sonrió y se alejó de Lucía algunos pasos, se detuvo y se giró para enfrentarla —. Por cierto, felicitaciones — señaló el estómago de Lucí a—. Creo que será un bebé precioso. 

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