Lucía caminaba lentamente por el pasillo del hospital, en shock. Sus pasos resonaban en el frío suelo de mármol, cada uno más pesado que el anterior. La noticia que había recibido hacía apenas unos minutos seguía repitiéndose en su mente, como un eco interminable. Sentía un nudo en la garganta y sus manos temblaban ligeramente. Estaba asustada y poco convencida de lo que le acababan de decir, como si su mente se rehusara a aceptar la realidad que ahora enfrentaba. Miraba a su alrededor, buscando alguna señal que le indicara que todo era un mal sueño del que pronto despertaría, pero los rostros serios y las miradas preocupadas de los médicos y enfermeras sólo confirmaban lo inevitable.
— Está embarazada — fue lo que le dijo el doctor con una sonrisa en la cara que ella no supo interpretar.
— ¿Qué? —preguntó incrédula —. No, eso es imposible, yo no puedo estar... ¿embarazada?
El doctor asintió con firmeza, sin perder la sonrisa.
— Los análisis no mienten, Lucía. Todos los signos están ahí.
Lucía sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. ¿Cómo podría ser verdad? Había tantas cosas que no le cuadraban, tantas preguntas que necesitaban respuestas. Llevó una mano temblorosa a su vientre, como si necesitara confirmarlo por sí misma, y miró al doctor con ojos llenos de confusión y miedo.
— Pero... ¿cómo? — murmuró, más para sí misma que para el médico.
El doctor suspiró, comprendiendo su desconcierto.
— Sé que es un shock, Lucía, pero vamos a hacer todo lo posible para asegurarnos de que estés bien, tanto tú como el bebé.
Lucía se apoyó contra la pared del pasillo, tratando de controlar su respiración acelerada. Los recuerdos de su tiempo con Dan pasaban por su mente como una película: las risas, las conversaciones hasta la madrugada, los planes que habían hecho juntos. Él había sido su roca, su compañero, su amor. Pero este... Este era un giro que nunca había anticipado.
— Doctor, tiene que haber un error. Dan y yo... nosotros no... — Las palabras se ahogaban en su garganta.
El doctor la miró con compasión, entendiendo la complejidad de su situación.
— Lucía, entiendo que esto es difícil de asimilar, pero los análisis son concluyentes. Necesitamos enfocarnos en lo que viene ahora. Hable con Dan, cuéntele la verdad. Él merece saberlo, y usted necesita su apoyo.
Lucía asintió lentamente, aunque el miedo y la incertidumbre seguían pesando en su corazón.
Pero no era posible decirle nada a Dan hasta no tener la certeza de saber cómo diablos había quedado embarazada, si durante el último año no había sido tocada por nadie y ella no había tocado a nadie tampoco. La última vez que estuvo con un hombre fue casi un mes antes de... de liberarse, como ella lo llamaba.Aunque fue una noche que no podría olvidar, pues desconoció por completo a su acompañante, ella prefería creer que aquello nunca había pasado.— Doctor, necesito que me hagan más pruebas. Algo no está bien — Su voz temblaba, pero había una determinación en sus ojos que el doctor no pudo ignorar.
— Lo entiendo, Lucía. Vamos a hacer todo lo necesario para aclarar esto — El doctor asintió y tomó nota en su expediente.
Lucía sabía que necesitaba respuestas antes de enfrentar a Dan. No podía llevarle esta carga sin entenderla primero. Mientras caminaba de regreso a la sala de espera, sintió una oleada de confusión y desesperación. Cada paso la acercaba más a una verdad que necesitaba desentrañar, por más difícil y misteriosa que fuera.
Y cada paso la acercaba más y más a alguien que no esperaba ver allí.
Sentado en una de las lujosas sillas de paño, con la mirada fija en el frente, con esa actitud altiva y arrogante de siempre estaba Sebastián, el ex esposo de Lucia, como si él pudiera sentir su presencia giró sus ojos y los clavó en Lucía que se petrifico al verlo.
— Vaya, vaya, no creí que volver a verte me pondría tan feliz —se acercó a ella peligrosamente, haciendo que sus vellos se erizaran —, cariño — dijo con una risa atrevida y burlándose de Lucía.
— ¿Qué haces aquí? — dijo con fastidio.
— Es un centro médico, estoy enfermo — sonrió y se alejó de Lucía algunos pasos, se detuvo y se giró para enfrentarla —. Por cierto, felicitaciones — señaló el estómago de Lucí a—. Creo que será un bebé precioso.
Lucía estaba perpleja mirando a Sebastián mientras que se alejaba de ella de la manera más tranquila.¿Cómo sabía que estaba embarazada? ¿No había nada oculto entre el cielo y la tierra para ese hombre? Lucía se quedó allí, luchando por procesar lo que acababa de suceder. La intrusión de Sebastián en su vida en un momento tan vulnerable solo añadía más sombras a su ya complicado panorama. Pero una cosa era segura: debía descubrir la verdad.Sebastián caminó hasta la oficina del director, se sentó cómodamente en la silla principal y esperó a que el calvo y anciano hombre entrara.— Señor Waldorf — dijo casi con miedo el director del hospital.— Vengo a recompensarlo.— Yo... Por favor, si lo que hice por usted se llega a saber, mi vida profesional estará destrozada.— ¿Lo que yo le hice hacer? ¿O será más bien lo que usted hace por dinero? Ambos sabemos que no soy el primero en venir a ofrecerle dinero por una que otra jugada sucia — dijo con arrogancia y una sonrisa —. No seamos hip
Lucía tenía una herida que no sanaba, una rabia que no se apagaba, durante sus 4 años de matrimonio había sido fiel, leal, respetuosa y Sebastián no le había dado nada. Mucho la señalaron a pesar de ser la mujer honorable y respetada, rápidamente Lucía pasó de ser una dama casada de alta sociedad a ser la culpable absoluta de su divorcio y sobre todo de dejar a un hombre tan increíble y casi perfecto como parecía ser Sebastián, eso solo porque la mayoría no lo conocía de verdad. Y aunque así era la sociedad sin importar el nivel social, la mujer siempre sería tachada sin importar las circunstancias, a Lucía poco a nada le importaron los rumores y chismes que se generaron en torno a su divorcio, ella simplemente levantó su cabeza y se recordó que era mucho más que solo una mujer divorciada. Que si ella quería, se podía adueñar del mundo. Ella no podía dejar de recordar aquel día en el que sintió la humillación más grande de su vida, cuando por primera vez vio con sus propios ojos la
— ¿De qué se trata esto? — Dan aparcó su auto frente al edificio en el que vivía Lucía.— ¿Quieres entrar? — le respondió ella, omitiendo la pregunta de su acompañante. Dan tenía la firme intención de aclarar su situación con Lucía, pero no podía negar que su corazón estaba demasiado dolorido y herido.Nunca pudo ver a Lucía con los ojos de una simple amistad. Desde que eran unos niños, la admiro, no solo por su belleza que la diferenciaba muy por encima de las chicas de su edad o las más maduras si no también por su actitud, por su rebeldía y por su carácter fuerte.— Gracias — Dan recibió la taza caliente con el café.Dejó que el olor lo invadiera y se sintió complacido por la atención de Lucía, sin embargo la pesadez en su pecho y la decepción no desaparecieron.— Debiste… Tú pudiste decirme que tu y Sebastián, seguían… — ¿No confías en mí? — La pregunta de Lucía lo tomó por sorpresa. — Lucía, estás embarazada y tu ex esposo dijo delante de muchas personas que era suyo.— Ni si
* * * FLASHBACK— ¡Hijo! — Gritó una mujer elegante y con el pelo rubio perfectamente peinado.— ¡Madre! — el pequeño niño se bajó del caballo en el que estaba practicando y corrió a los brazos de la elegante dama.— Eres tan hermoso mi pequeño — le besó la cabeza. Se fueron juntos, tomados de la mano y caminando por un sendero lleno de árboles y flores, se podía escuchar el sonido perfecto de las aves y para ese niño aquel momento era el último recuerdo de felicidad que tenía.Ese niño ya no era un niño, ahora era un hombre y uno muy poderoso, uno que no supo de felicidad desde aquella última tarde que pasó junto a su madre cuando apenas tenía 7 años. — Estas son las carpetas con la programación para los nuevos contratos, si desea puedo hacerlas llegar a su apartamento para esta noche y…— No, no envíe nada de trabajo a casa hoy, tengo cosas que hacer.— Señor, si no tengo que enviar esto, entonces puedo…— Sí, puede salir ya si así lo desea.Sebastián volvió su mirada fría a la pa
Lucía estaba petrificada, asustada, nerviosa, intentó sonreír, pero las nauseas y un mareo producto de un golpe de calor la tomó por sorpresa, dejándola con la guardia baja, sintió como Sebastián se aferraba a su cintura para no dejarla caer y el olor de la loción del hombre la invadió al punto de ayudarla a calmarse.Se maldijo por eso.— Sácame de aquí, bastardo — le susurro casi sobre el rostro.— Claro que sí, preciosa.El auto de Sebastián, no tardó mucho más en llegar frente al tumulto de personas, abrirse paso y con ayuda de varios hombres despejar el camino para que Lucía y él subieran al lujoso vehículo.— ¡¿Qué hiciste cabrón?! — Lucía le dio golpes por todo el cuerpo a Sebastián y este solo podía reír suavemente.— Cuando te calmes…— ¿Cuándo me calme? Eres el colmo del descaro Sebastián, no te soporto, te deje libre hace un año, no tome un solo centavo de tu fortuna, ni las casas en las que vivimos, ni la ropa que me diste, ni las joyas, nada, porque yo no quería volver a
—Lucía —Dan estaba del otro lado de la puerta, mientras ella vaciaba su estómago por tercera vez en esa mañana—. Dejame entrar, puedo ayudarte.Pero Lucía estaba tan cansada de sentirse así de enferma que no pudo siquiera responderle, dejó resbalar una pequeña lagrima y se maldijo infinitamente. Sí, se maldijo porque se dio cuenta que su nariz extrañaba el olor masculino de Sebastián, tan pronto como estuvo cerca de él su cuerpo se sintió más relajado, más cómodo, las náuseas constantes desaparecieron y entonces se dio cuenta de que él tenía razón. —Salgo enseguida Dan, no es para tanto.—Lucía, déjame entrar —la frase podría parecer por el momento, pero tenía un peso más grande.En realidad Dan no le estaba pidiendo que lo dejará entrar solo al baño para ayudarle, él le estaba pidiendo que lo dejará entrar en su vida, que lo dejará hacer parte de su día a día, que lo dejará ser su compañero. Y no era la primera vez que lo pedía.—Salgo enseguida —repitió suavemente.Lucía se pu
— ¿Lo dices en serio? — Carmen, la mejor amiga de Lucia estaba bebiendo una copa de champaña mientras acababa de escuchar la historia completa.— Carmen, no sé qué busca de mí, pero yo…— Te quiere manipular.— ¿Por qué? Es Sebastián Carter, puede tener a la mujer que quiera, no me necesita.— No eres cualquier mujer — dijo riendo.— Solo fuí una transacción que duró 4 años y ahora solamente soy una transacción que lleva su hijo en el vientre.— ¿Nunca lo contemplaste? — Carmen pocas veces se ponía sería y mucho menos cuando sus mejillas estaban sonrojadas por el licor.— ¿Qué cosa?— No tener el bebé, Lucía. Sabes perfectamente que pudiste simplemente no tenerlo.— Carmen, yo…— Sé que tu sueño siempre fue tener una familia y muchos hijos, un jardín enorme y todo, pero…— No, nunca lo contemple, cuando el doctor lo dijo, cuando dijo que yo estaba embarazada, simplemente mi mente se quedó en blanco y yo… Me emocione y de algún enfermizo y loco modo me puse tan feliz y estoy feliz por
POV. SEBASTIÁN.Apreté el vaso de Whiskey que estaba en mis manos, solté el aire con suavidad y luego levanté los ojos para volver a mirar esas fotografías. Estaba lleno de ira y frustración. Lucía me estaba tomando por tonto y quería jugar un juego que yo no estaba dispuesto a perder.— Señor, el padre de la señorita Lucía lo busca.— Señora — dije con tanta furia que mi asistente palideció, porque además ni siquiera lo estaba mirando.— La señora Lucía.— Llevalo a la sala de juntas y en un minuto estaré allí.— Sí señor.Estaba demasiado molesto, tenía las fotos y el reportaje de esa tonta revista rosa sobre el escritorio, fue lo primero que me entregaron los hombres a los que les pagaba para que se encargaran de respirarle en la nuca a Lucía sin que ella lo sospechará, cada foto era aún más sugerente que la anterior.Pero que ella estuviese besando al estúpido de Dan me hizo estallar de rabia.Salían del hospital y Dan estaba en una silla de ruedas mientras esperaban por el auto,