POV. NARRADOR.Lucía miró su falda, sus piernas hormigueaban y dudó en dejar puesta esa pequeña prenda, pero luego una sonrisa atravesó su rostro.Definitivamente Sebastián se iba a enloquecer.— ¡¿Lista?! — Escucho la pregunta un poco exasperada de su esposo desde abajo. Lo había hecho esperar y apostaba a que valdría la pena.Era la noche de Halloween, al fin se estaban dando un descanso y viviendo como pareja, los niños acostados y Star en una pijamada con sus amigas de la escuela.Colocó sobre sus hombro el pesado abrigo de paño, ocultando el disfraz y sonrío, retocó sus labios rojos y tomó el bolso, bajo las escaleras con esos tacones que le alargaban las piernas mucho más, miró a su esposo desde la parte superior de las escaleras y le dio esa sonrisa dulce y tranquila que sabía que a él tanto le encantaba. — Te ves preciosa — dijo cuando le tomo la mano.— Aún no ves mi disfraz.— No necesito verlo, eres preciosa.Lucái sonrió y se mordió los labios. Parecía que estaba por ha
MUCHOS AÑOS ATRÁS.— ¿Quieres? — preguntó Sebastián.— Sí, gracias — la rubia le dio un beso en la mejilla y tomó el helado entre sus manos.El día era soleado, estaban al borde del lago, solos, sentados y mirando el agua cristalina, pero sabían que estaba fría.— ¿Me quieres? — No — respondió el niño riendo.— Yo sé que me quieres.— ¿Cómo lo sabes? La niña levantó los hombros como si la respuesta no importará, pero es que la respuesta no importaba. Cerró los ojos y dejo que el sol la abrazara. — Tengo miedo — volvió a hablar.— ¿De qué?— De no verte nunca más, de olvidar tu rostro, de no recordarte.— Si eso pasa, es porque no me quieres tanto como dices que me quieres — Sebastián respondió con la lógica de un adulto, aunque no dejaba de ser un niño.— Te conozco hace dos veranos y durante el otoño, el invierno y la primavera obligo a mi cabeza a que te recuerde, pero cuando llega la hora de volver aquí, tu rostro es como una imagen bajo el agua, borrosa — era la primera vez que
Lucía caminaba lentamente por el pasillo del hospital, en shock. Sus pasos resonaban en el frío suelo de mármol, cada uno más pesado que el anterior. La noticia que había recibido hacía apenas unos minutos seguía repitiéndose en su mente, como un eco interminable. Sentía un nudo en la garganta y sus manos temblaban ligeramente. Estaba asustada y poco convencida de lo que le acababan de decir, como si su mente se rehusara a aceptar la realidad que ahora enfrentaba. Miraba a su alrededor, buscando alguna señal que le indicara que todo era un mal sueño del que pronto despertaría, pero los rostros serios y las miradas preocupadas de los médicos y enfermeras sólo confirmaban lo inevitable.— Está embarazada — fue lo que le dijo el doctor con una sonrisa en la cara que ella no supo interpretar.— ¿Qué? —preguntó incrédula —. No, eso es imposible, yo no puedo estar... ¿embarazada?El doctor asintió con firmeza, sin perder la sonrisa.— Los análisis no mienten, Lucía. Todos los signos están a
Lucía estaba perpleja mirando a Sebastián mientras que se alejaba de ella de la manera más tranquila.¿Cómo sabía que estaba embarazada? ¿No había nada oculto entre el cielo y la tierra para ese hombre? Lucía se quedó allí, luchando por procesar lo que acababa de suceder. La intrusión de Sebastián en su vida en un momento tan vulnerable solo añadía más sombras a su ya complicado panorama. Pero una cosa era segura: debía descubrir la verdad.Sebastián caminó hasta la oficina del director, se sentó cómodamente en la silla principal y esperó a que el calvo y anciano hombre entrara.— Señor Waldorf — dijo casi con miedo el director del hospital.— Vengo a recompensarlo.— Yo... Por favor, si lo que hice por usted se llega a saber, mi vida profesional estará destrozada.— ¿Lo que yo le hice hacer? ¿O será más bien lo que usted hace por dinero? Ambos sabemos que no soy el primero en venir a ofrecerle dinero por una que otra jugada sucia — dijo con arrogancia y una sonrisa —. No seamos hip
Lucía tenía una herida que no sanaba, una rabia que no se apagaba, durante sus 4 años de matrimonio había sido fiel, leal, respetuosa y Sebastián no le había dado nada. Mucho la señalaron a pesar de ser la mujer honorable y respetada, rápidamente Lucía pasó de ser una dama casada de alta sociedad a ser la culpable absoluta de su divorcio y sobre todo de dejar a un hombre tan increíble y casi perfecto como parecía ser Sebastián, eso solo porque la mayoría no lo conocía de verdad. Y aunque así era la sociedad sin importar el nivel social, la mujer siempre sería tachada sin importar las circunstancias, a Lucía poco a nada le importaron los rumores y chismes que se generaron en torno a su divorcio, ella simplemente levantó su cabeza y se recordó que era mucho más que solo una mujer divorciada. Que si ella quería, se podía adueñar del mundo. Ella no podía dejar de recordar aquel día en el que sintió la humillación más grande de su vida, cuando por primera vez vio con sus propios ojos la
— ¿De qué se trata esto? — Dan aparcó su auto frente al edificio en el que vivía Lucía.— ¿Quieres entrar? — le respondió ella, omitiendo la pregunta de su acompañante. Dan tenía la firme intención de aclarar su situación con Lucía, pero no podía negar que su corazón estaba demasiado dolorido y herido.Nunca pudo ver a Lucía con los ojos de una simple amistad. Desde que eran unos niños, la admiro, no solo por su belleza que la diferenciaba muy por encima de las chicas de su edad o las más maduras si no también por su actitud, por su rebeldía y por su carácter fuerte.— Gracias — Dan recibió la taza caliente con el café.Dejó que el olor lo invadiera y se sintió complacido por la atención de Lucía, sin embargo la pesadez en su pecho y la decepción no desaparecieron.— Debiste… Tú pudiste decirme que tu y Sebastián, seguían… — ¿No confías en mí? — La pregunta de Lucía lo tomó por sorpresa. — Lucía, estás embarazada y tu ex esposo dijo delante de muchas personas que era suyo.— Ni si
* * * FLASHBACK— ¡Hijo! — Gritó una mujer elegante y con el pelo rubio perfectamente peinado.— ¡Madre! — el pequeño niño se bajó del caballo en el que estaba practicando y corrió a los brazos de la elegante dama.— Eres tan hermoso mi pequeño — le besó la cabeza. Se fueron juntos, tomados de la mano y caminando por un sendero lleno de árboles y flores, se podía escuchar el sonido perfecto de las aves y para ese niño aquel momento era el último recuerdo de felicidad que tenía.Ese niño ya no era un niño, ahora era un hombre y uno muy poderoso, uno que no supo de felicidad desde aquella última tarde que pasó junto a su madre cuando apenas tenía 7 años. — Estas son las carpetas con la programación para los nuevos contratos, si desea puedo hacerlas llegar a su apartamento para esta noche y…— No, no envíe nada de trabajo a casa hoy, tengo cosas que hacer.— Señor, si no tengo que enviar esto, entonces puedo…— Sí, puede salir ya si así lo desea.Sebastián volvió su mirada fría a la pa
Lucía estaba petrificada, asustada, nerviosa, intentó sonreír, pero las nauseas y un mareo producto de un golpe de calor la tomó por sorpresa, dejándola con la guardia baja, sintió como Sebastián se aferraba a su cintura para no dejarla caer y el olor de la loción del hombre la invadió al punto de ayudarla a calmarse.Se maldijo por eso.— Sácame de aquí, bastardo — le susurro casi sobre el rostro.— Claro que sí, preciosa.El auto de Sebastián, no tardó mucho más en llegar frente al tumulto de personas, abrirse paso y con ayuda de varios hombres despejar el camino para que Lucía y él subieran al lujoso vehículo.— ¡¿Qué hiciste cabrón?! — Lucía le dio golpes por todo el cuerpo a Sebastián y este solo podía reír suavemente.— Cuando te calmes…— ¿Cuándo me calme? Eres el colmo del descaro Sebastián, no te soporto, te deje libre hace un año, no tome un solo centavo de tu fortuna, ni las casas en las que vivimos, ni la ropa que me diste, ni las joyas, nada, porque yo no quería volver a