En ese instante, Yarden frunció el ceño. No le agradó para nada lo que acababa de ver. Por una cuestión de impulso, agarró la muñeca del hombre e hizo que soltara la mano de Zaida. —Te agradecería que no fueras tan confianzudo —resaltó con firmeza. —Lo siento, no quería importunarla… —No lo has
—Solo aléjate, Zaida —impuso—. Le daré trabajo extra para que tenga algo que hacer en lugar de estar perdiendo el tiempo aquí. —Él me ayuda con las cosas del santuario, eso no es ninguna pérdida de tiempo —declaró—. Además, no por ser el futuro Beta de la manada tienes derecho a darme órdenes. No tengo porqué escucharte, así que, si me disculpas, tengo mucho que hacer. Zaida le dio la espalda y se dispuso a entrar al templo, cuando Yarden la tomó de la mano para detenerla. Esto la sorprendió bastante, pues el híbrido no era alguien que establecía contacto físico por su propia cuenta. —Lo siento, no quise hacerte enojar —expresó. La albina giró hacia su dirección, sin intentar liberarse de su agarre. —Eres tan extraño —articuló—. Dejas de hablarme por años y hoy solo vienes hasta aquí para exigirme que me aleje de Mateo. —Como dije, no es confiable. Podría tener segundas intenciones… —Solo está agradecido conmigo, ¿qué segundas intenciones podría tener? ¿O es que te refieres a que
—Encontré a mi mate —expuso Dannon con el semblante impasible. No había manera de saber si estaba feliz por haber hallado a su alma gemela, pues su rostro no demostraba emoción alguna. Kallen, quien lo escuchaba atentamente mientras se sentaba en el borde de la cama, no pudo hacer nada más que mira
Dannon se dirigió a su estudio, en donde lo esperaba su mate, una loba que, en ese momento, tenía la apariencia de una mujer atractiva. Su cabello ligeramente rubio se desbordaba a lo largo de su espalda y sus ojos amelados se incrustaron en el Alfa en cuanto éste se hizo presente. Su nombre era Déb
Cuando el anterior Alfa –el padre de Dannon– seguía vivo, platicó con su hijo acerca de lo siguiente: —Dannon, cada vez me vuelvo más viejo y voy perdiendo mi vitalidad, es probable que te conviertas en el Alfa siendo aún muy joven, y mientras lo seas, espera la llegada de tu mate con paciencia. En
—¿Estás loca? —reclamó la médica, atónita por la desconcertante decisión de Kallen—. Si el Alfa se entera de que yo lo sabía y opté por no decírselo, me cortará la cabeza. —¡Te prometo que no te verás involucrada en este asunto! —exclamó y juntó las palmas de las manos—. ¡Por favor, por favor! ¡Júr
Dannon incrustó la vista en Izan con el rostro palidecido y no trató de disimular su evidente desconcierto. —¿Qué? ¿Al mundo humano? —recalcó con aversión—. Eso es completamente inaudito. ¿Cómo se te ocurre semejante barbaridad? —Es el único sitio en el que no se la ha buscado y, además, es el esc
Era de mañana cuando, en la mansión ubicada en Áurea, Débora dio unos golpes a la puerta del estudio de Dannon. —Alfa, ¿puedo pasar? —Adelante —articuló Dannon, hallándose sentado en su asiento y mirando hacia su ventana. Luego, giró en dirección a su escritorio para recibir a Débora—. ¿Necesitas