Capítulo 0005

Dannon incrustó la vista en Izan con el rostro palidecido y no trató de disimular su evidente desconcierto.

—¿Qué? ¿Al mundo humano? —recalcó con aversión—. Eso es completamente inaudito. ¿Cómo se te ocurre semejante barbaridad?

—Es el único sitio en el que no se la ha buscado y, además, es el escondite perfecto ya que se haría difícil encontrarla. El mundo humano es inmenso, demasiado diría yo.

El Alfa colocó los dedos en el entrecejo, procurando asimilar lo que acababa de oír. ¿Porqué Kallen iría para allá? Todo indicaba que la híbrida no solo se había marchado, sino que estaba huyendo desesperadamente. Pero ¿porqué? ¿Acaso pensó que por haber encontrado a su mate, se desharía de ella? ¿Que la asesinaría? ¿O que la convertiría en una esclava junto con su madre?

Kallen jamás había puesto un pie en el mundo humano, lo cual la convertía en una presa fácil. Indefensa y sin conocimiento alguno de ese ambiente hostil, la devorarían viva.

Con ese pensamiento flotando en su cabeza, Dannon comenzó a preocuparse.

—Alfa —articuló Izan repentinamente—. ¿Porqué no se olvida de ella?

Los ojos de Dannon se entornaron con desdén.

—¿Acaso valoras tan poco tu vida? ¿Con que descaro haces ese tipo de sugerencia? —le increpó.

—Kallen tenía como rol ser la sustituta de su mate, pero como ya la encontró, no la necesita.

—¿Qué sabes tú de lo que necesito o no?

—Alfa, por favor, sea razonable —suspiró, mostrándose agotado.

—El lugar de Kallen es aquí, y punto.

—¿Planea hacerla su concubina? —enarcó una ceja—. No puede tener a Kallen a su lado y pretender que su mate la acepte sin reprochar. Es más, no creo que a su futura esposa le agrade que gaste su tiempo buscándola en vez de iniciar los preparativos de su compromiso. Debe anunciar que Débora es su mate y la próxima Luna de la manada, y debe marcarla cuanto antes.

—Todo eso puede esperar —le restó importancia.

—Tiene que realizar el vínculo, Alfa. Sabe lo indispensable que es que se forme el lazo como corresponde.

—Argh, me está empezando a doler la cabeza —se masajeó la sien, ignorando los consejos del Beta.

—Olvídese de Kallen, deje que se marche a donde quiera y que haga su propia vida. Como no tiene una loba interna y no puede transformarse en una, puede pasar desapercibida en el mundo humano y vivir como ellos sin levantar sospechas. Podría encontrar a un hombre que la ame y formar una familia allá, algo que no podrá hacer si se queda aquí.

—¡Eso jamás! —deliberó Dannon, con la vena marcada en la frente—. Kallen me pertenece, pase lo que pase, ella es de mi propiedad. Desde que estaba en el vientre de su madre, estaba destinada a brindarme lealtad y fidelidad, así que nunca, nunca permitiré que otro le ponga un dedo encima, ¡y mucho menos un repugnante humano!

Su voz histérica casi quebró los tímpanos de Izan, quien se mantuvo bajo control y en calma a pesar del estado airado del Alfa.

—¿Cuál será el siguiente movimiento? —preguntó él con resignación.

—Ya no puedo confiar en los rastreadores, iré a buscarla yo mismo —se dispuso a salir del estudio, a lo que Izan se interpuso.

—¡No puede! —alertó.

—¿Tú me lo impedirás? —desafió.

—Usted no puede ir al mundo humano, Alfa. No puede abandonar el Clan y a su mate para ir tras una híbrida, tiene muchos asuntos que atender aquí. Usted es el pilar de este lugar. Si se va, todo se derrumbaría —arguyó—. Le ruego que sea prudente y que no cometa una locura. Si lo desea, los rastreadores empezarán la búsqueda exhaustiva de Kallen, pero usted no debe salir de Áurea.

Dannon cerró los párpados y expulsó aire por la boca.

—Ordena a los rastreadores que la busquen, y adviérteles que tienen prohibido regresar sin ella. Si vuelven con las manos vacías, acabaré con ellos.

*****

La suposición de Izan no estaba lejos de ser verdad, pues Kallen efectivamente había ido al mundo humano. Montando a caballo, llegó a la zona urbana, en donde los transeúntes la observaron con rareza. Sin conocer las reglas y las leyes de aquel lugar, Kallen cruzó las carreteras con descuido, recibiendo una serie de bocinazos e insultos por parte de las personas que conducían sus vehículos. Después de haber armado un caos en cuestión de minutos, un oficial se aproximó a ella.

—¡Oiga, señorita! —exclamó—. No puede circular sobre su caballo de esa manera. Esta es una zona urbana muy transitada, no un área rural.

—Disculpe —respondió—. Estoy buscando un sitio en el cual instalarme, ¿podría guiarme?

—¿Te refieres a una posada?

—S-Supongo que sí —articuló, dudosa.

—Hay una cerca de aquí —tomó la cuerda que rodeaba la quijada del caballo y empezó a caminar, haciendo que el animal lo siguiera.

Al llegar a la posada, Kallen se apeó y agradeció al oficial.

—No está prohibido utilizar un caballo como medio de transporte, pero debes saber cómo hacerlo —le advirtió el hombre—. No atravieses las avenidas tan descuidadamente, transita por el carril derecho y abstente de galopar. Podrías ocasionar un accidente si no tienes cautela.

—Está bien, gracias por su buena voluntad —expresó.

Ató la cuerda del caballo por un poste e ingresó a la posada, encontrándose con un recepcionista mayor de edad. Le ofreció una serie de joyas, las cuales habían sido obsequios de Dannon, a cambio de dejarla quedarse, pero éste meneó la cabeza.

—No aceptamos objetos de valor como forma de pago, solo dinero en efectivo —aclaró—. Ve a la casa de empeños y véndelas, te darán bastante dinero a cambio de lo que traes.

—¿Y eso… dónde queda?

—A unas dos cuadras de aquí.

—Se lo agradezco.

Kallen salió de la posada, pero su caballo ya no estaba en el sitio en el que lo dejó.

—¿Tsar? —era el nombre del animal—. Dios mío, ¿a dónde se fue?

Se acercó a una señora que tenía un puesto de vegetales en la esquina para preguntar si no había visto a su transporte.

—La cuerda del caballo estaba floja, así que se fue, y apenas dio unos pasos, un grupo de policías se lo llevó —explicó.

—¿Se llevaron mi caballo? ¿A dónde? ¿Y con qué derecho? —cuestionó, indignada.

—No pueden andar animales sueltos por esta zona, mujer. Es peligroso, podría provocar un accidente. Fue tu culpa por no haberlo amarrado bien —se encogió de hombros.

La mirada de Kallen se cristalizó por un momento, recordando que aquel caballo se lo había obsequiado Dannon y acababa de perderlo. Un nudo se formó en su garganta, pero no lo dejó estallar. Respiró profundo y decidió ir a la casa de empeños que le había mencionado el hombre de la posada. Amaba a Tsar, pero no podía darse el lujo de ponerse a llorar pues estaba a punto de hacerse de noche y debía conseguir un lugar en el que instalarse antes de que la oscuridad inundara las calles.

Sin embargo, para su mala suerte, mientras iba caminando, un ladrón pasó corriendo a su costado y le arrancó la bolsa que traía en la mano, en la cual llevaba sus joyas.

—¡Oiga! ¡Eso es mío! ¡Devuélvamelo! —Kallen corrió apenas unos metros y rápidamente se cansó. No había dormido nada desde la noche anterior y su estómago rugía con fuerza, incluso gritar le costó bastante esfuerzo.

Estaba debilitada, lejos de casa, completamente sola en un mundo desconocido y sin nada de dinero. Los bolsos en los que había empacado sus cosas estaban colocados en el lomo de Tsar, así que también los perdió cuando los policías se lo llevaron. No tenía nada, solo la ropa que traía puesta y a su hijo en su vientre.

Finalmente, el cielo se tiñó de un color oscuro y las calles se tornaron desoladas. Kallen caminó sin rumbo durante un buen rato, hasta que ingresó a un callejón vacío, en donde halló un pequeño resguardo de cartón, quizás hecho por algún vagabundo. Se acomodó adentro y abrazó sus piernas, recordando todos los eventos que transcurrieron desde que abandonó Áurea.

De pronto, no pudo seguir reprimiendo el nudo en su garganta y rompió en llanto. Perdió a Tsar y las joyas que le había regalado Dannon, estaba en una situación deplorable en la que no tenía un hogar, ni familia, ni amigos que pudieran tenderle una mano. Toda su vida se dedicó al Alfa, durante siglos viviendo solo para él, pero de nada sirvió.

—¿Debería… regresar al bosque? —analizó—. Si me quedo aquí, moriré sin duda. En cambio, en Áurea tengo más posibilidades de sobrevivir…

Sin embargo, recordó que la pareja de Dannon apareció y que la existencia de Kallen sobraba en la ecuación. Era la tercera en discordia y ya no tenía oportunidad alguna de estar con el hombre que amaba. Además, corría el riesgo de que el Alfa le arrebatara a su hijo, o que Débora resultara ser malvada y acabara con la vida del niño.

¡No! ¡No podía regresar! Tenía que encontrar el modo de salir adelante, pues volver a Áurea no era una opción a considerar. Si daba un paso atrás, su partida no habría valido la pena.
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