Capítulo 0004

—¿Estás loca? —reclamó la médica, atónita por la desconcertante decisión de Kallen—. Si el Alfa se entera de que yo lo sabía y opté por no decírselo, me cortará la cabeza.

—¡Te prometo que no te verás involucrada en este asunto! —exclamó y juntó las palmas de las manos—. ¡Por favor, por favor! ¡Júrame que no se lo dirás a nadie, júramelo!

La médica la miró ceñuda, no estaba de acuerdo con ocultarle una información tan importante al Alfa. Sin embargo, su empatía hizo que comprendiera la desesperación de la híbrida y terminó accediendo a su petición.

—Está bien —resopló sin estar del todo convencida—. Lo haremos a tu manera. Pero te advierto que, si el Alfa me lo pregunta, le diré que no tenía idea de nada.

—No te preocupes, cumpliré con mi palabra y estarás fuera de todo esto.

Esa misma noche, Kallen empacó sus cosas. Se encaminó hacia el cuarto de su madre y se despidió depositando un beso en su frente en lo que ella se sumía en el sueño. Luego, mientras los que habitaban en la mansión dormían plácidamente, se dirigió al establo y preparó el único caballo que había allí y el cual era de ella. Como Kallen no podía transformarse en una loba y hacer largos viajes por su cuenta, el Alfa se lo obsequió.

Entonces, se montó sobre el animal e inició su partida.

La híbrida se marchó con el fin de iniciar una nueva vida en otro lugar, al lado de su hijo. No le importaba nada más, pues el bebé que llevaba en su vientre se había vuelto su prioridad y no permitiría que nadie, ni siquiera Dannon, se la arrebatara.

*****

Aunque Débora se había instalado en la alcoba principal, el Alfa no compartió lecho con ella desde que llegó. Permaneció en su estudio cada noche debido a que no podía dormir, así que aprovechaba aquello para adelantar ciertos trabajos relacionados con la organización del Clan.

Al siguiente día, era una mañana lluviosa cuando un impulso llevó a Dannon a pararse frente a la puerta de la habitación en la que se suponía que estaba Kallen. Desde la llegada de su mate no logró percibir un solo minuto de paz y necesitaba de la tranquilidad que la híbrida solía proporcionarle. Su sola presencia, la suavidad de su voz y su mirada acariciante le devolvían el equilibrio, así que buscaba tenerla cerca, lo cual le resultaba extraño, pues sentía con ella lo que no podía sentir al lado de su pareja destinada.

Dio un par de toques a la entrada, pero no obtuvo respuesta.

—¿Kallen? —pronunció y nuevamente recibió silencio. Probó abrir la puerta y, para su sorpresa, estaba abierta. Sin embargo, la habitación estaba vacía.

Preguntó a las mucamas si no habían visto a Kallen, pero todas contestaron que no. Se dirigió al cuarto de su madre con la esperanza de encontrarla con ella, pero la señora estaba sola. Habló con Izan, con los sirvientes, con los cocineros, pero nada. Nadie se cruzó con ella en toda la mañana.

Finalmente, Izan se acercó a él para darle la siguiente noticia.

—Alfa, me informaron que la habitación de Kallen está vacía. No están sus cosas y, además, su caballo no se halla en el establo. Todo parece indicar que se fue.

Los ojos de Dannon se abrieron de par en par, desconcertado por lo que acababa de oír.

—¿A qué te refieres con que se fue? ¿De qué estás hablando? —cuestionó, escéptico.

—Es solo una suposición, pero es probable que esté en lo correcto, ya que se llevó todas sus pertenencias. En su cuarto no hay nada.

Dannon dio un paso hacia atrás, aturdido. Pasó la mano por su cabeza, intentando entender la drástica decisión de Kallen. Sin embargo, de algo estaba seguro. No se quedaría sin mover un dedo.

—Escúchame bien, Izan. Reúne a los rastreadores y ordénales que la busquen hasta por debajo de las piedras si es necesario. Quiero a Kallen de vuelta.

*****

No fue nada fácil para Kallen marcharse, pues la vigilancia de la zona era aún más estricta durante la noche. Debía pasar desapercibida, así que tuvo que ser paciente y se demoró aproximadamente una hora en burlar a los lobos centinelas.

Cuando era una chiquilla y aún vivía en la cabaña con su madre, conoció a una hierbera que había creado una mezcla que era capaz de solapar el aroma corporal. No funcionaba con lobos pues era imposible ocultar el olor de los mismos, pero la hierbera lo probó con la híbrida y resultó ser un éxito.

Kallen aprendió a preparar la mezcla, en caso de que alguna vez la necesitara. De esa forma, pudo escaparse sin dejar rastro de su aroma.

La híbrida se había marchado por la noche y, a pesar del contratiempo de tener que escabullirse de los centinelas, ya se encontraba bastante lejos cuando Dannon se percató de su ausencia.

Mientras se hallaba en su estudio, el Alfa ordenó que llevaran a la madre de Kallen allí.

—¡¿Cómo es posible que no sepas en dónde está tu hija?! —recriminó, invadido por la cólera—. ¡¿O es que lo sabes, pero no quieres decírmelo?!

—¡No lo sé, Alfa! ¡Se lo juro! —insistió la madre—. Kallen no pudo haberse ido, quizás le sucedió algo malo…

—¡Sus cosas no están, se fue! ¡Se marchó! —la exclamación salió de su boca—. ¡Ella tuvo que haberle dicho a dónde se dirigía! ¡Te exijo que me lo digas en este instante!

—¡Juro que no lo sé, no lo sé! —persistió y su cuerpo empezó a tiritar debido al miedo. Nunca había visto a Dannon tan enfadado y temía que le hiciera daño por pensar que ayudó a su hija a marcharse.

—Mal-dita sea —rechistó, respirando con dificultad. La ira le comprimía los pulmones y maldecir era lo único con lo que podía descargar su rabia sin derribarlo todo a su paso—. No sé cómo tuvo el atrevimiento de irse, pero la encontraré y tendrá que enfrentarse a las consecuencias.

Aquello alertó a la madre, quien se puso de rodillas y pegó la cabeza al suelo.

—Se lo ruego, Alfa. No lastime a mi hija —imploró con voz trémula.

—Kallen tendrá que pagar por todo lo que me está haciendo pasar —inquirió sin vacilar.

—Estoy segura de que todo esto es un malentendido, debe haber una explicación. Mi hija nació para servir al Alfa, la eduqué con ese propósito. Es imposible que se haya marchado de su lado.

—Tú lo has dicho, Kallen nació para servirme. Su único objetivo en la vida es estar a mi lado y obedecerme. No importan las circunstancias, no importa que haya encontrado a mi mate, Kallen sigue siendo de mi propiedad, ¡y no permitiré que se burle de mí de esta manera! —dio un manotazo a su escritorio, haciendo que la señora diera un respingo en su sitio.

Dannon resopló y pasó la mano por su cabeza.

—Sal de aquí —ordenó, a lo que la señora se puso de pie rápidamente, realizó un par de reverencias y soltó unas disculpas, para luego desaparecer de la vista del Alfa.

Era alrededor de la tarde y el cielo empezaba a oscurecerse paulatinamente, mientras que el hilo de paciencia que sostenía la cordura de Dannon estaba a punto de soltarse. Caminaba en círculos y en ciertos minutos observaba a través de su ventana con la esperanza de ver a Izan llegando con Kallen.

—¿Por qué se están tardando tanto? —dijo entre dientes—. Fue un error enviar a los rastreadores, debí haber ido yo mismo…

Un rato después, Izan tocó la puerta e ingresó al estudio luego de que Dannon lo dejó pasar.

—¿Y? ¿Dónde está Kallen? ¿Porqué no has venido con ella? —cuestionó, aproximándose al Beta.

—Lamento decirle esto, Alfa, pero no la han encontrado —expuso—. No hay rastros de su aroma por ninguna parte y las huellas desaparecieron con la lluvia de esta mañana.

—¿La han buscado bien?

—En cada rincón de Áurea —los miembros del Clan Mordou ocupaban gran parte del territorio del bosque, lugar al que sus antepasados decidieron llamar "Áurea"—. Los rastreadores conocen perfectamente todo el área y los posibles escondites, así que no dejaron un solo lugar sin verificar. Desafortunadamente, no hay señales de que Kallen haya estado en esos sitios.

—¡No puede ser! ¡¿De qué rayos me estás hablando?! ¡Tiene que estar en alguna parte, no pudo haberse evaporado! —chispeó.

—Los rastreadores incluso han hablado con unos miembros de Ginebra y no han visto a ninguna mujer sobre un caballo. Aun así, se les ha advertido que, si alguien intentaba ocultarla, no habría misericordia y empezaría una guerra —agregó Izan.

"Ginebra" era el nombre del Clan enemigo y estaba ubicada al otro lado del bosque, zona a la que llamaron "Dion". En el pasado, Mordou y Ginebra se enfrentaron en una guerra por el territorio del bosque. Mordou iba ganándola, pero para evitar más derramamiento de sangre, llegaron a una tregua y cedieron una pequeña parte del territorio a Ginebra en la cual podían vivir en paz mientras no cruzaran los límites.

—En efecto. Si se atreven a darle refugio, o si la encontraron en el camino y decidieron raptarla, acabaré con nuestra tregua y los eliminaré por completo —amenazó.

—Si me permite decírselo, Alfa, tengo una idea de dónde podría estar, aunque me temo que no le gustará en absoluto.

—Habla —impuso.

—Si no está en ningún lugar del bosque y no está bajo el amparo del Clan enemigo, es probable que… haya ido al mundo humano.
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