Cuando el anterior Alfa –el padre de Dannon– seguía vivo, platicó con su hijo acerca de lo siguiente:
—Dannon, cada vez me vuelvo más viejo y voy perdiendo mi vitalidad, es probable que te conviertas en el Alfa siendo aún muy joven, y mientras lo seas, espera la llegada de tu mate con paciencia. Encontrar a la pareja destinada es lo ideal para el líder de una manada ya que, al hallarla y al realizar el vínculo, la fuerza del Alfa incrementa significativamente, y tú debes ser inquebrantable para proteger a los tuyos. Sin embargo —hizo una pausa—, si transcurren demasiados años y aún no logras encontrar a tu mate, cásate con Kallen. No dejes pasar más tiempo, pues un Alfa debe tener descendencia y elegir al que próximamente ocupará su lugar.
Dannon escuchó con atención cada palabra emitida por la boca de su padre y realizó una mueca de desaprobación.
—¿Qué sucedería si me caso con Kallen y encuentro a mi pareja después?
—Si hallas a tu mate después de casarte, simplemente rompe ese matrimonio —declaró—. Tienes toda la ventaja en esto. Si tu mate no aparece, tienes a una sustituta, y como es una híbrida, no tiene una loba interna ni un mate. Kallen está reservada totalmente para ti, tienes el absoluto control sobre ella. Te pertenece por completo.
El lado posesivo de Dannon se removió en su interior debido a que lo último hizo eco en su mente. Su padre veía a Kallen como un objeto e inculcaba a su hijo a que también lo hiciera, a que la viera como algo de su propiedad.
—Aunque Kallen sea una híbrida —añadió su padre—, no tendrá problemas para tener hijos. Aunque no tenga una loba interna, la sangre lobuna corre por sus venas. Por lo tanto, al mantener relaciones con un lobo de sangre pura, podrá parir a tus cachorros como cualquier otra loba. Haz que tenga tantos hijos como pueda. Deshecha a los débiles y educa a los fuertes, y no sucumbas ante sentimentalismos tontos. Un heredero endeble llevaría a la manada a una inminente destrucción.
Dannon guardó silencio, a lo que su padre lo miró fijamente.
—¿O es que te desagrada la híbrida? —agregó.
—No me es indiferente, no será difícil tomarla —aseveró.
—Recuerda, Dannon, que puedes tener a las lobas que desees, pero la que caminará a tu lado, la que dormirá contigo en tu lecho, la que se convertirá en una Luna y te dará un heredero, esa no puede ser cualquiera. No puedes elegir a tu mate, pero si no la encuentras, Kallen es la indicada para ocupar su lugar, pues ha sido instruida con ese propósito.
Siguiendo las lecciones de su padre, Dannon no solo aguardó a su mate, sino que en diversas ocasiones salió a buscarla. Solía desaparecer durante varios días, para siempre regresar con las manos vacías. De esa forma, transcurrieron un par de siglos sin encontrar a su pareja. Era demasiado tiempo perdido, así que ya había llegado el momento de poner su plan en marcha.
—Cásate conmigo, Kallen —propuso él, otorgándole una sortija que se sumaba al gran conjunto de joyas que le había obsequiado.
Kallen aceptó encantada pues no solo significaba que todos sus esfuerzos habrían valido la pena, sino que se uniría al único hombre que había amado.
El compromiso se anunció y se llevó a cabo una gran fiesta en la mansión, en donde la pareja celebró su futura unión. A ambos, el alcohol les hizo efecto, pero Kallen era quien se encontraba más somnolienta.
Dannon la llevó a la alcoba principal y la recostó en su lecho.
La híbrida observó a su alrededor con ojos adormecidos, dándose cuenta de que no se hallaba en la habitación de la cabaña en la que, en ese entonces, vivía con su madre.
—¿Dónde estamos, Alfa? —preguntó, a lo que Dannon se acomodó a su lado y apartó de su rostro una guedeja de su cabello.
—En mi alcoba —respondió—. Es muy tarde para que regreses a la cabaña. Es más, no será necesario que vuelvas. Ya que eres mi prometida, quiero que vivas conmigo.
—¿Eso… estará bien? —manifestó, dudosa.
—¿Porqué no lo estaría? —articuló.
—Si es lo que el Alfa desea, no soy quien para cuestionar sus decisiones —indicó con sumisión.
Dannon le dedicó una media sonrisa y empezó a acariciar la tersa mejilla de la mujer.
—Estás particularmente hermosa esta noche —expresó.
El corazón de Kallen se estremeció ante el tacto y las palabras dulces del Alfa. Dannon era un hombre serio y ciertamente frívolo en la mayor parte del tiempo; sin embargo, había momentos como ese en que la calidez que se alojaba en lo recóndito de su alma, salía a flote y la envolvía. En aquel par de siglos en que se conocían, Dannon no había tenido muchos detalles con ella, pero siempre la trató con respeto y las pocas muestras de afecto que Kallen recibía de su parte, ella los atesoraba.
—Usted siempre se ve asombroso, Alfa —correspondió al halago de Dannon.
El hombre incrustó sus ojos ámbar en la tez de su prometida y se aproximó lentamente a su boca para sentir sus labios. El cuerpo de Kallen reaccionó de inmediato y su temperatura subió súbitamente, aceptando aquel primer beso. Sus manos se movieron por sí solas y se elevaron para alcanzar el albino y sedoso pelo de Dannon, paseando los dedos entre sus cortos mechones.
Al percatarse de lo que estaba ocurriendo, Kallen se apartó un poco mientras exhalaba aire por la boca.
—Alfa, aún no estamos casados… —soltó.
—Pero lo estaremos, serás mi esposa. ¿Cuál es la diferencia entre hacerlo ahora y esperar la noche de bodas? —Kallen no era su mate, pero era tan hermosa que despertaba con facilidad el deseo del Alfa.
Kallen guardó silencio por unos segundos, llegando a la conclusión de que Dannon tenía razón. Ambos contraerían matrimonio y tenía deberes que cumplir como esposa, aunque para ella, el hecho de entregarse a la persona que amaba no era en absoluto una obligación.
Con ese pensamiento flotando en su cabeza, se dejó llevar por la pasión de aquella noche. Un mes después, tuvo que enfrentarse al duro golpe de realidad y a la situación problemática que se le había presentado.
*****
—¿Q-Qué dijiste? ¿Encinta? ¿Yo? —Kallen se apuntó a sí misma—. Debe… haber algún error…
—No hay ningún error —aseveró la médica. Ambas se conocían bastante bien debido a que la híbrida se hacía chequeos médicos rutinarios, pues la sustituta de la mate del Alfa debía estar en perfecto estado de salud—. Tendrás un hijo.
—No puede ser… —la miró con los labios separados y llevó la mano a su boca—. Esto no puede estar pasando…
—Kallen —la médica pronunció su nombre con un tono de preocupación—. ¿Tú… has tenido un amante?
—¡No! —contestó sin vacilar—. Jamás he traicionado al Alfa.
—Eso significa que el hijo que estás esperando es de él. ¿Cierto? —acertó.
—S-Sí, así es —bajó la vista con las mejillas sonrosadas, un poco avergonzada por tener que revelar que se había entregado al Alfa sin haberse casado—. ¿Qué debería hacer?
—Tienes que decirle la verdad, no tienes otra opción.
—Pero… él encontró a su mate y rompió nuestro compromiso para poder casarse con su Luna. ¿Qué… pasará con este bebé? ¿Y si lo rechaza por considerarlo un hijo ilegítimo?
—Dudo que el Alfa no quiera reconocerlo. Más bien, es probable que se quede con el bebé y lo crie con su Luna —especuló—. Si tienes suerte y su esposa tiene un alma bondadosa, querrá y cuidará a tu hijo. Pero, si resulta que es malvada y rencorosa, a tu bebé no le esperará una vida fácil, pues será el hijo que su mate tuvo con otra y, como es el mayor, eso lo convierte en el posible favorito y el próximo Alfa.
Kallen se petrificó al escuchar la primera frase que la médica mencionó.
"Es probable que se quede con el niño y lo crie con su Luna".
¿El Alfa sería capaz de quitarle a su hijo? ¿Sería Kallen lo suficientemente fuerte para ver cómo el niño que tuvo con el único hombre que amó crece lejos de su lado? De tan solo pensarlo, sintió una punzada en el pecho. No solo acababa de perder al amor de su vida, sino que también corría el riesgo de perder a su hijo.
Viéndolo de ese modo, no creía ser capaz de soportarlo.
Además, si la futura esposa de Dannon resultaba ser mala y descubría que una simple sustituta llevaba una parte del Alfa en las entrañas, podría incluso atentar contra su vida para que ese niño nunca llegara a pisar el mundo. Cuánto más lo analizaba, más turbia se tornaba la situación.
—Nadie… debe saberlo —masculló Kallen.
—¿Qué? —articuló la médica.
—Por favor, no se lo digas a nadie. Ni al Alfa, ni a su mate, ni a mi madre, ¡a nadie! ¡Nadie puede saber que estoy esperando un hijo del líder del Clan!